Tribunas

Lydia Jiménez y Simone de Beauvoir

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

 

 

No me podía imaginar que Lydia Jiménez González, directora general de las Cruzadas de Santa María, hubiera dialogado nunca con Simone de Beauvoir, ni que la hubiera entrevistado, como hizo Betty Friedman, ni que se hubieran encontrado en lugar alguno con ella, ni, incluso, que la hubiera estudiado.

Sin embargo, la intervención que la directora general del Instituto Secular de las Cruzadas de Santa María pronunció en la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico esta pasada semana me hizo pensar lo contrario. Una conferencia en la que daba una adecuada respuesta al feminismo existencialista, destructor del genio femenino.

Si a eso le añadimos una réplica educativa de lo dicho por Lydia en la intervención de la profesora del CEU, Carmen Fernández de la Cigoña, el ciclo se cierra. Un lugar común en los estudios sobre la mujer es que no existe un solo ni único feminismo. Existen plurales formas de reivindicar los derechos de la mujer.

¿Existe por tanto un feminismo que nazca de la propuesta cristiana? Lo que existe es una teología sobre la mujer, una concepción de la naturaleza de la mujer, de sus relaciones con el hombre, incluso de su rol en la sociedad y en la Iglesia.

Por más que quien fuera pareja de Jean Paul Sartre dijera que “ninguna mujer debería estar autorizada a quedarse en casa a cuidar a sus hijos… porque si tienen esa opción, demasiadas mujeres la elegirían”, la pregunta que debe estar presente en un feminismo de adecuada raíz antropológica es qué es lo más grande que se puede hacer en la vida. Dar vida, contribuir a crear otra vida, acoger una nueva vida, ser artífice la paz, del amor, de la felicidad.

Las claves de un nuevo feminismo pasan por enseñar a pensar; enseñar a querer; enseñar a amar. Un feminismo de la diferencia, de la complementariedad, del genio femenino, de la libertad.

En la ciudad de Ponce, Lydia Jiménez asentó y desarrolló las bases de un nuevo feminismo. Un gran tema, sin duda, que es clave en nuestro tiempo y que bien mereciera un estudio serio y un articulada propuesta, también eclesial.

 

José Francisco Serrano Oceja