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¿Qué es la inculturación?

 

La noción de inculturación ha aparecido en los años 1970. Si cada cultura, china, africana, india… tiene su manera de comprender y de acoger el mensaje cristiano, ¿hay límites a la inculturación? ¿Cuáles son las condiciones para que el mensaje evangélico no pierda su propio sabor?

 

 

25 feb 2020, 00:59 | La Croix


 

 

 

 

Este concepto, donde la teología y la antropología se encuentran, se refiere a la inserción del mensaje evangélico y de la organización eclesial en una cultura. No se trata sencillamente de una adaptación del cristianismo en una cultura: la inculturación es un proceso lento, por el que el mensaje cristiano se inserta en una determinada cultura dada, se encarna en ella y echa raíces, produciendo nuevas formas de pensamiento, de actuación y de celebración.

 

¿Cómo ha surgido este concepto?

El término «inculturación» se ha impuesto en el lenguaje teológico y en los textos oficiales de la Iglesia católica en el último cuarto del siglo XX. Su uso va unido a una nueva comprensión de la misión y de la relación del cristianismo con las culturas. Después del Vaticano II, el catolicismo cada vez ha tenido más en cuenta el hecho de haber llegado a ser una religión mundial y de que ya no se puede reducir a su esfera occidental. El desarrollo de la inculturación se comprende a partir de la crisis del concepto de «civilización» que ha seguido a la Segunda Guerra mundial, el desarrollo de la antropología y el proceso de descolonización, que hacen que la Iglesia tome conciencia de que en su acción misionera ha podido faltar de respeto a las culturas.

 

¿Cuáles son sus raíces?

La inculturación hace referencia al misterio de la encarnación de Cristo y a la inserción de Jesús en el medio de la cultura judía del primer siglo. «Hablando nuestro lenguaje, es decir, el lenguaje cultural y antológico de un grupo humano particular, se abre para Jesús el camino de la universalidad […]. Comprometiéndose totalmente en una sola humanidad Cristo ha salvado a toda la humanidad», dice Achiel Pellman (1). La inculturación invita a seguir este trabajo de traducción en otras culturas. Esto implica deshacerse «de toda imagen idealista de la Iglesia y de las culturas», subraya Achiel Pellman. La inculturación invita también a tomar en serio la universalidad de la Iglesia, que ha recibido desde su origen la misión de ir «hacia» todas las naciones (Mateo 28, 19). El relato de Pentecostés sirve de matriz para imaginar una Iglesia diferente y sin embargo unida. Un primer ejemplo de inculturación se da en los Hechos de los Apóstoles, cuando Pablo decide no imponer la circuncisión a los paganos convertidos, para lo que esta práctica judía era culturalmente incomprensible.

 

¿Según qué principios funciona?

Los teóricos de la inculturación insisten en que la inculturación no se reduce a un método, lo que explica que el uso de este concepto pueda estar marcado por una cierta confusión. La inculturación no es ni una táctica, ni una acomodación provisional, ni un negocio de propaganda o de seducción. Dicho esto, la reflexión sobre la inculturación comporta pasos obligados. La inculturación implica sobre todo:

- la toma de conciencia del contexto cultural en el que se encuentra quien transmite el Evangelio, así como del condicionamiento cultural de toda teología;

- una disposición positiva ante las culturas;

- un esfuerzo de traducción entre las culturas;

- un momento de discernimiento, porque la inculturación no es un simple alienarse con la cultura o la religión local;

- la posibilidad de crear nuevas formas de teología y de vida cristiana.

La inculturación es un proceso creador, que implica una «teología de la invención», subraya el teólogo Léonard Santedi Kinkupu. Sin embargo, esta presentación disimula una temible cuestión: ¿quién practica y decide la inculturación? Esta cuestión es también un reto de poder, pues el discernimiento implica una diversidad de sujetos: el Magisterio (romano y episcopal), los teólogos, el pueblo de Dios. De hecho, se dan muchas tensiones en la realización de la inculturación, debido a la excesiva polarización de uno u otro de sus centros.

 

¿Cuáles son los ámbitos a los que concierne la inculturación?

Concierne a todos los ámbitos de la vida de la Iglesia: la arquitectura, la liturgia, la organización de la Iglesia, la teología… Por ejemplo, hoy, en el norte de Benín, se interesan en el modelo de las «casas castillos» existentes en la cultura local para construir los edificios religiosos. En el ámbito de la liturgia, ha sido objeto de debate el uso de los alimentos locales para la Eucaristía (reemplazando el pan y el vino, que a menudo carecen de significado en las culturas locales). La Iglesia católica no ha autorizado su uso, pero algunas Iglesias protestantes han dado el paso. «En Nueva Caledonia, los protestantes celebran la Cena con la nuez de coco, que tiene el mismo status que el pan entre nosotros» testimonia Jean-François Zorn, presidente de la Asociación francófona ecuménica de misionología (Afom). Es una manera de transcribir en esta cultura el don que de sí mismo Cristo ha querido significar». También en el ámbito de la organización, la inculturación tiene consecuencias, pues tanto el episcopado católico como el sistema presbítero-sinodal protestante están marcados por su origen europeo. «El cristianismo primitivo ha usado la figura del prefecto romano para pensar en la regularización de la autoridad», dice Jean-François Zorn, que considera que las asambleas de poblado (sebokas) en África austral «pueden ayudarnos a pensar la autoridad de manera diferente».

 

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(1) Dans Les Défis de l'inculturation, Éd. Lumen Vitae.

 

Élodie Maurot - La Croix