Cáritas | Análisis y reflexión • 08/04/2020

 

«Tomad, comed: esto es mi cuerpo» (Mt 26, 26)

 

El Jueves Santo es el Día del Amor Fraterno y m. Jesús Fernández nos invita a vivirlo con gestos de apoyo a enfermos y necesitados por el coronavirus

 

 

Por + Jesús, Obispo Auxiliar de Santiago. Obispo Acompañante de Cáritas Española


 

 

 

 

 

Cada gesto cuenta; cada gesto es importante. Claro que no hablamos aquí del gesto violento que acaba con la vida de un ser humano, del gesto ladrón del que trata injustamente a su vecino, del gesto orgulloso del que pisotea la dignidad del otro, del gesto impúdico que cosifica a la persona… En definitiva, nos referimos al único gesto valioso para el cristiano: aquel que glorifica a Dios y dignifica al ser humano.

Desde hace ya varias semanas, nuestro mundo ha cambiado: la mayoría de la gente está confinada en su casa, las agendas se han venido abajo, el tiempo corre a ritmo lento… Se respira pesimismo, se marcan distancias sociales, se sufre como nunca la enfermedad –una enfermedad- y la muerte. Un vecino inesperado ha irrumpido en nuestras vidas para contagiarlo todo: el Covid-19.

Pues bien, en este contexto, surgen innumerables gestos de solidaridad de parte de profesionales sanitarios que exponen y entregan sus vidas para tratar a los contagiados, de gestores públicos que con mayor o menor acierto intentan afrontar la crisis, de sacerdotes que acompañan a los enfermos y a sus familias en el final de la vida, de agentes y fuerzas de seguridad del Estado que ponen orden y hasta emplean la ternura con los ciudadanos, de profesionales que se levantan cada día y trabajan para facilitar la vida a los otros… No podemos ignorar tampoco a aquellas instituciones que realizan donaciones para ayudar en la atención de enfermos y necesitados, que acogen inmigrantes y personas sin techo, que organizan entregas de alimentos y medicinas a personas solas y desvalidas… Desde luego, ¡ahí está Cáritas!

No es la primera vez que la humanidad se enfrenta a una pandemia como ésta, a una situación crítica de esta magnitud. Y, una vez más, el amor, apoyado en la fe y en la esperanza, anuncia su victoria. Una victoria que comenzó a fraguarse al principio del mundo, cuando Dios creó por amor todas las cosas, puso al hombre como su administrador y la luz del sol en todo lo alto del cielo. Una victoria que se convirtió en definitiva cuando Jesucristo, su Hijo, aceptó la invitación del Padre: se hizo hombre y por nosotros murió y resucitó en la aurora de un nuevo tiempo. Una victoria que se prolongó cuando ambos nos enviaron el Espíritu Santo, el fuego divino, el Espíritu del amor que es la verdadera y definitiva fuente de la esperanza.

El Jueves Santo, Día del Amor fraterno, conmemoramos el gesto supremo de amor de Jesucristo que se entrega por nosotros: «Tomad, comed: esto es mi cuerpo». Precisamente, en cada Eucaristía, hacemos memoria de esta entrega, nos unimos al sacrificio de Cristo en favor de los hermanos, y alimentamos nuestra caridad para usarla generosamente con los pobres y los enfermos.

Para concluir, permitidnos alguna propuesta. En esta solemnidad, la mayoría únicamente podrá participar en las celebraciones religiosas a través de medios telemáticos; que no deje de hacerlo. Además, unidos a Cáritas Española, os invitamos a elevar vuestra oración al Padre, al comenzar la cena de ese día, al tiempo que encendéis una vela y la situáis en medio de la mesa para sentir cercano el fuego del amor de Dios y la fuerza de la esperanza. Y, por supuesto, no dejéis de hacer algún gesto de apoyo a los enfermos y necesitados, puesto que ¡Cada gesto cuenta!

Que el Señor os lo pague y os bendiga con toda clase de bienes.