Escatología

 

21 de diciembre: ¿el fin del mundo?

 

Frecuentemente surgen rumores sobre la proximidad del fin del mundo. ¿Por qué? ¿Qué podemos pensar de estas “apocalípticas” profecías? ¿Qué nos revelan?

 

 

06 abr 2020, 21:02 | La Croix


 

 

 

 

 

He aquí una fecha y una profecía de tantas que anuncia terribles cataclismos y la llegada del Apocalipsis. 

El 21 de diciembre de 2012 marca el final del ciclo de 5125 años del calendario maya. Es más, esta fecha supondría el fin definitivo de aquel calendario, es decir: ¡el fin del mundo! Sin embargo, esta idea tiene poco que ver con la revelación cristiana.

 

Este año… hoy como ayer, mañana como hoy

El contexto actual, de crisis financiera mundial, de violencia en Oriente Próximo, las catástrofes naturales tales como el huracán Sandy o el terrible terremoto de Guatemala, el calentamiento global, etc., son factores que, mal interpretados, podrían llevarnos a esperar una inminente catástrofe.

Hacia el año 1000, igual que sucedió en el 2000, surgieron los profetas que pujaban por imponer su descripción de la inminente destrucción, profetas que solían ampararse en algunos textos de la literatura bíblica u otros textos y revelaciones divinas que habían permanecido ocultas hasta ese momento.

Desde hace mucho, las sectas son unas expertas en este tipo de engaños. Tras haber datado el fin del mundo en 1914 (2520 años después del fin de la deportación a Babilonia en el 607 a.C.), los Testigos de Jehová reprogramaron el fin del mundo para 1925, y más tarde, lo pospondrían hasta 1975. Parece que, a día de hoy, la fecha elegida es el año 2034. Este miedo es el que atrae y encierra a los temerosos adeptos que se acercan a estos grupos sectarios, pues se les ha prometido la salvación en la organización fundada por Charles Taze Russell a finales del siglo XIX. El miedo lo domina todo.

 

El hombre es un ser temeroso

Eso es algo que las sectas han sabido captar. El miedo es constitutivo de la naturaleza humana y condiciona su comportamiento. Algunos se quedan paralizados por el miedo, otros delegan sus responsabilidades, viéndose así inmersos en un sistema de creencias que les proporciona una cierta tranquilidad, y otros, por su parte, logran desarrollar ideas y estrategias efectivas para vencer ese miedo, ya sea de forma individual o colectiva.

Sí, tener miedo es algo natural en el hombre. Los profetas del terror lo saben y juegan con ello desde siempre para intentar manipular a los más débiles. Suelen ser pregoneros de castigos y cataclismos y transmiten una noción apocalíptica travestida.

 

El Apocalipsis

El Apocalipsis es, sin embargo, una buena noticia. Hay que deshacerse de esas falsas imágenes que presentan al Apocalipsis como sinónimo de castigo, destrucción y catástrofe. ¡No! El Apocalipsis es una Revelación: es la revelación del amor incondicional de Dios que apoya a los hombres en su lucha contra los males que asolan a la humanidad. ¡Esa es la verdadera lucha! ¡Una lucha contra el mal, y no contra la humanidad!

El Apocalipsis también es la promesa de que el mal, aunque pueda parecer coparlo todo en la vida del hombre, jamás tendrá la última palabra. La última palabra en lo que respecta a la vida e historia de los hombres es la Resurrección y la vida en Dios. Entrar en esta lógica de la historia y de los acontecimientos es un buen acto de fe. Un acto de fe que cada uno de nosotros puede hacer. O no. Asumir esta perspectiva, que no es más que la esperanza cristiana, nos permite afrontar la vida de una forma tranquila. Por supuesto que habrá pruebas, y está claro que experimentaremos momentos de angustia. La muerte llegará, sin duda, pero el Señor nos lo ha prometido: al final, triunfará la vida.

 

¿El Apocalipsis tendrá lugar el 21 de diciembre? ¡Estemos preparados!

Sin duda, el 21 de diciembre no será el día de la “abominación y la desolación”. Será un día como otro cualquiera, es decir, un día en el que a cada uno de nosotros se nos invita a descubrir el amor que Cristo nos tiene, la promesa de una vida eterna y la posibilidad de empezar a vivir como hermanos. Ese día tendrá lugar el verdadero Apocalipsis según las Escrituras: ¡será un día de revelación, un día de gozo!

 

El fin de los tiempos

El día ya fue anunciado. Será el día en que Cristo vuelva, un día que, según la fe cristiana, supone el fin de la historia y el comienzo de una eternidad en Dios a la que todo hombre puede optar. 

El filósofo Martin Steffens escribe en su libro Vivre ensemble la fin du monde [Vivir juntos el fin del mundo]: “La perspectiva del fin de los tiempos hace que todo se enfrente a su propia fragilidad. La presencia de mi prójimo, que vivida desde el deber se vuelve de una banalidad insoportable, vivida adecuadamente, se convierte en un milagro que se presenta tal y como es: un don. Y la Parusía, el retorno de Cristo glorioso, es motivo de esperanza, razón de espera, para el creyente. Si para el ateo la historia se dirige al vacío o hacia un muro ciego, el cristiano cree que la humanidad se precipita hacia los brazos de Cristo”. Sin embargo, no se trata de permanecer pasivos, como presa de un encantamiento, frente a crisis y problemas que podrían evitarse. “A los creyentes corresponde el ser vigías y centinelas, señalando lo inmundo, es decir, lo que se ha desechado del mundo” insiste Martin Steffens. “No solo se trata de actuar en un mundo tecnicista, cientificista, a veces, sino de hacer eso que una máquina jamás podrá hacer: guardar silencio y rezar”.

 

P. Sébastien Antoni, asuncionista.