Servicio diario - 09 de abril de 2020


 

El Papa recalca que “debemos dejar que el Señor nos sirva” – Homilía completa
Rosa Die Alcolea

La Santa Sede agradece las donaciones de suministros sanitarios desde China
Rosa Die Alcolea

¿Cómo podemos recibir a Jesús espiritualmente estos días?
Redacción

Nuevo caso de coronavirus en el Vaticano: Empleado de la Santa Sede hospitalizado
Rosa Die Alcolea

Venezuela: Jesús Nazareno sale al encuentro de su pueblo
Redacción

El ‘Via Crucis’ de comunicadores y políticos de ‘Crónica Blanca’, en Instagram
Rosa Die Alcolea

¿Conoces el origen del Via Crucis?
Redacción

Píldoras de esperanza (10): “Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte”
Ricardo Grzona

Manos Unidas: Primeros proyectos de emergencia para paliar el impacto de la pandemia en los más pobres
Redacción

Monseñor Enrique Díaz Díaz: “¡Resucitó! ¡Aleluia!”
Enrique Díaz Díaz

Santa Magdalena de Canossa, 10 de abril
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

El Papa recalca que “debemos dejar que el Señor nos sirva” – Homilía completa

Celebración de la Cena del Señor
(zenit – 9 abril 2020).- Improvisando sus palabras en la homilía de esta tarde, el Santo Padre ha invitado a todos los fieles a dejarnos lavar por el Señor,  permitiendo que Él “sea nuestro siervo”, dirigiéndose especialmente a los sacerdotes y a los consagrados.

Este Jueves Santo, 9 de abril de 2020, en las inusuales circunstancias provocadas por la pandemia mundial, el Papa ha presidido la celebración de la Cena del Señor en el altar de la Cátedra, en la Basílica de San Pedro, de manera privada con un grupo reducido de sacerdotes, laicos y religiosos.

“Con esta conciencia de tener necesidad de ser lavados perdonen con un corazón grande, generoso, de perdón”, ha predicado a los consagrados. “¡No tengan miedo de perdonar!” ha exclamado. “Miren a Cristo, ahí está el perdón de todos y sean valientes, incluso en el arriesgar, en el perdonar”.

 

Sacerdotes, “ungidos para servir”

“Agradezco a Dios por la gracia del sacerdocio, todos nosotros”, ha expresado el Papa. Recordando la institución de la Eucaristía y del sacerdocio, el Pontífice se ha dirigido principalmente a los sacerdotes, los “ungidos por el Señor, ungidos para hacer la Eucaristía, ungidos para servir”, les ha dicho. “Quisiera estar cerca de todos los sacerdotes: desde los recientemente ordenados hasta los mayores, de los obispos, de todos”.

Este año, durante la celebración, debido a la actual crisis sanitaria, no se ha llevado a cabo el rito del lavado de pies ni la procesión ofertoria. Además, se ha omitido la reserva del Santísimo Sacramento.

A continuación, ofrecemos la homilía transcrita por esta redacción de manera no oficial, tras la celebración de la Misa.

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Homilía del Papa Francisco

La Eucaristía es servicio, es unción, la realidad que hoy vivimos en esta celebración es que el Señor que quiere permanecer con nosotros en la Eucaristía, y nosotros nos convertimos siempre en tabernáculo del Señor, llevamos al Señor con nosotros hasta el punto de que Él mismo nos dice que si no comemos su cuerpo y no bebemos su sangre no entraremos en el Reino de los Cielos.

Este misterio del pan y del vino es el misterio del Señor con nosotros, en nosotros y dentro de nosotros. Servicio, ese gesto que es condición para entrar en el Reino de los Cielos. Servir, los unos a los otros. Lo vemos en ese intercambio de palabras que ha tenido con Pedro le hace entender que para entrar en el Reino de los Cielos debemos dejar que el Señor nos sirva, que sea el siervo de Dios nuestro siervo.

Esto es difícil de entender: Si yo no dejo que el Señor sea mi servidor, que el Señor me lave, me haga crecer, me perdone, no entraré en el Reino de los Cielos.

El sacerdocio. Quisiera estar cerca de los sacerdotes, de todos los sacerdotes: desde los recientemente ordenados hasta los mayores, de los obispos… todos somos sacerdotes. Somos ungidos por el Señor, ungidos para hacer la Eucaristía, ungidos para servir.

Hoy no se celebra la Misa Crismal, espero que podamos tenerla antes de Pentecostés. Si no, la tendremos que trasladar al año que viene, pero puedo dejar pasar esta celebración sin recordar a los sacerdotes, los sacerdotes que ofrecen la vida por el Señor, sacerdotes que son servidores. Estos días han muerto más de 60 aquí en Italia, en la atención a los enfermos, en los hospitales, con los médicos, con los enfermeros son los santos de la puerta de al lado, sirviendo han dado la vida.

Pienso también en los que están lejos. He recibido una carta de un sacerdote que me habla de una cárcel lejana, narra como vive esta Semana Santa con los reos, un franciscano. Sacerdotes que van lejos para llevar el Evangelio y mueren allí, como me decía un obispo que la primera cosa que hacía cuando iba a los lugares de misión era visitar la tumba de los sacerdotes que han dejado su vida ahí, que han muerto por la peste de esos lugares, porque no estaba preparados, no tenía anticuerpos, nadie sabe su nombre: sacerdotes anónimos, párrocos del campo, que son párrocos de 4, 5, 6 ó 7 pequeñas aldeas, que van allí y conocen a la gente. Una vez, uno me decía que conocía el nombre de toda la gente del pueblo. “¿De verdad?” –Le pregunté yo–. “Incluso el nombre de los perros”. La cercanía sacerdotal, buenos sacerdotes.

Hoy los llevo en el corazón y los presento al altar. A los sacerdotes calumniados, que muchas veces sucede hoy, y que no pueden ir por la calle, suceden cosas feas en relación al drama que hemos vivido y que hemos descubierto a sacerdotes que no eran sacerdotes. Algunos me decían que no pueden salir de casa con el clériman y ellos continúan. Sacerdotes pecadores que junto con el Papa pecador, no se olvidan de pedir perdón y aprenden a perdonar. Porque ellos saben que tienen la necesidad de pedir perdón y de perdonar porque somos pecadores. Sacerdotes que sufren alguna crisis y no saben que hacer, están en la oscuridad. Hoy todos ustedes, queridos sacerdotes, están aquí conmigo en el altar.

Queridos consagrados: Solo les digo una cosa. No sean testarudos como Pedro, déjense lavar los pies, el Señor es vuestro siervo, Él está cerca de ustedes para darles la fuerza, para lavarles los pies. Que así, con esta conciencia de tener necesidad de ser lavados perdonen con un corazón grande, generoso, de perdón. Es la medida con la cual nosotros seremos medidos, con lo que tú has perdonado serás perdonado, con la misma medida. ¡No tengan miedo de perdonar! Muchas veces tenemos dudas: Miren a Cristo, ahí está el perdón de todos y sean valientes, incluso en el arriesgar, en el perdonar.

Para consolar, y si no pueden dar un perdón sacramental en ese momento, den la consolación y dejen la puerta abierta.

Agradezco a Dios por la gracia del sacerdocio, todos nosotros. Agradezco a Dios por ustedes, sacerdotes, Jesús les quiere bien. Solo quiere que ustedes se dejen lavar los pies.

 

 

 

 

La Santa Sede agradece las donaciones de suministros sanitarios desde China

Comunicado de Matteo Bruni
(zenit – 9 abril 2020).- En estos días, han llegado a la Farmacia del Vaticano las donaciones de suministros sanitarios desde China, en particular a través de las organizaciones de la Sociedad de la Cruz Roja de China y la Fundación de Caridad Hebei Jinde.

Es la última información ofrecida por Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, en la mañana del Jueves Santo, 9 de abril de 2020.

La Santa Sede “aprecia el gesto generoso y expresa su gratitud a los obispos, a los fieles católicos, a las instituciones y a todos los ciudadanos chinos por esta iniciativa humanitaria, asegurándoles la estima y las oraciones del Santo Padre”, escribe Bruni en su comunicado.

 

Envíos de material a Italia

El primer envío de material médico, señala Vatican News en español, “mandado gracias a las colectas de los católicos chinos”, había llegado a Italia hacía dos semanas: en ese caso los elementos de protección habían sido tomados y redistribuidos por la Cáritas Ambrosiana, en el territorio de la arquidiócesis de Milán y en Lombardía, el epicentro de la pandemia.

La agencia Fides había anunciado en los últimos días que parte de la ayuda, a través de la Farmacia Vaticana, fue enviada a la Oficina de Pastoral de la Salud del Vicariato de Roma (10 mil mascarillas del modelo N95, más de 500 mil mascarillas desechables, 27 mil guantes quirúrgicos, ocho mil batas y seis mil gafas protectoras).

Otras ayudas, con grandes cantidades del mismo equipo sanitario, se enviaron a la diócesis de Macerata, al policlínico Agostino Gemelli y al hospital de campaña de la Asociación Nacional Alpina, apunta el portal informativo del Vaticano.

 

 

 

 

¿Cómo podemos recibir a Jesús espiritualmente estos días?

Por D. Alejandro Vázquez-Dodero
(zenit – 8 abril 2020).- Con motivo de la epidemia de la COVID-19 muchos obispos han querido dispensar expresamente a sus fieles de asistir a Misa los días de precepto mientras dure la crisis, aunque también han invitado encarecidamente a seguir la celebración de la Eucaristía por radio, televisión o internet.

La Iglesia recomienda vivamente a los fieles que reciban con frecuencia la sagrada Comunión, de ordinario dentro de la santa Misa. Obliga, como es sabido, a asistir a Misa los días de precepto. Como muestra de su maternal cuidado, impone a sus hijos la obligación de recibir a Jesús Eucaristía al menos una vez al año. Así lo señala el punto 1389 del Catecismo de la Iglesia Católica.

Sin embargo, la Iglesia dispensa de participar en la Eucaristía por algún motivo serio –enfermedad, cuidado de niños pequeños, etc.­–, o cuando así disponga el pastor respectivo. Naturalmente, si no se puede asistir a Misa, se imposibilita la recepción ordinaria de la sagrada Comunión.

 

Comunión espiritual

Ahora bien, podemos seguir “recibiendo” espiritualmente a Jesús, no sacramental o eucarísticamente, como hemos visto. Lo podemos hacer mediante la “comunión espiritual”: se trata de obtener la gracia del sacramento de la Eucaristía, aunque materialmente no se pueda comulgar. Es tan sencillo como rezar una oración por la que digamos a Jesús que desearíamos recibirle. Contamos con varios ejemplos de estas oraciones, como las tres siguientes:

Creo, Jesús mío, que estáis realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibiros en mi alma. Pero como ahora no puedo recibiros sacramentado, venid a lo menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén” –San Alfonso María de Ligorio–.

A vuestros pies, ¡oh mi Jesús!, me postro y os ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito, que se hunde en la nada ante vuestra santísima presencia. Yo os adoro en el Sacramento de vuestro amor, la inefable Eucaristía, y deseo recibiros en la pobre morada que os ofrece el alma mía. Esperando la felicidad de la comunión sacramental, yo quiero poseeros en espíritu. Venid a mí, puesto que yo voy a Vos, ¡oh Jesús mío!, y que vuestro amor inflame todo mi ser en la vida y en la muerte. Creo en Vos y espero en Vos. Así sea” –Cardenal Rafael Merry del Val–.

Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos” –rezada por san Josemaría Escrivá, aprendida de labios del profesor catequista de su colegio el padre Manuel Laborda–.

 

 

 

 

Nuevo caso de coronavirus en el Vaticano: Empleado de la Santa Sede hospitalizado

Declaraciones del director de prensa
(zenit – 9 abril 2020).- En la noche del miércoles, 8 de abril de 2020, el director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni, confirmó la aparición de un nuevo caso de coronavirus en el Vaticano: se trata de un empleado de la Santa Sede, “que había viajado fuera de Roma en la primera mitad de marzo para asistir a sus parientes enfermos”.

En sus declaraciones, el portavoz de la Santa Sede declaró que “después de los primeros síntomas, la persona fue ingresada en la localidad sin volver a Roma y ahora está bajo estrecha observación”.

Así, Bruni recordó que se elevan a ocho “las personas encontradas positivas al COVID-19 dentro del Estado de la Ciudad del Vaticano y entre los empleados de la Santa Sede”. De ellos, el portavoz confirmó que “dos están curados, uno dado de alta del hospital y en vías de recuperación, dos siguen hospitalizados y en tratamiento y tres están en aislamiento fiduciario, asintomáticos”.

 

 

 

 

Venezuela: Jesús Nazareno sale al encuentro de su pueblo

Tradición del Miércoles Santo
(Caracas – 8 abril 2020).- El miércoles, 8 de abril de 2020, las diócesis de todo el territorio nacional celebraron la Eucaristía en honor a Jesús Nazareno. Varias de ellas han realizado el recorrido sin la tradicional procesión de fieles, y cumpliendo la normativa sanitaria requerida como prevención a la pandemia; entre ellas, la Arquidiócesis de Caracas, la Diócesis de San Carlos, la Diócesis de Maracay, Diócesis de Guarenas, Diócesis de Valle de la Pascua y Diócesis de Trujillo.

El Miércoles Santo, día en que el Evangelio remite a la traición de Judas a Jesús, la Iglesia tradicionalmente rinde devoción a Jesús con la cruz a cuestas, despojado de sus vestiduras y vestido como “rey”, a modo de burla; es la imagen del Nazareno que inspira fe y cercanía en sus fieles.

 

Mensaje de la Conferencia Episcopal

Con motivo de la tradición del Nazareno, la presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) expresó que cada obispo dispone en su Diócesis “las medidas y formas de devoción de manera particular para protección de las personas y la comunidad”.

Recalcaron que “como bien es sabido por todos, este año no se realizarán procesiones ni en Venezuela ni en el mundo” y señalaron que “a la Iglesia le interesa y anima el beneficio y la salud del pueblo, por lo que anima a permanecer en casa, buscar la manera creativa de ser solidarios y evitar aglomeraciones públicas que provoquen contagios”.

La presidencia de la CEV culmina su mensaje manifestando que “el Nazareno este año ante tantas necesidades derramará con mayor amplitud desde los templos que permanecen cerrados, bendiciones sobre los enfermos, los necesitados y sobre nuestras familias”.

 

Nazareno de San Pablo en Caracas

La mañana del Miércoles Santo, el “Nazareno de San Pablo”, ícono de fe de Caracas, recorrió las calles de la ciudad como gesto de cercanía con sus devotos, quienes debido a la pandemia por la COVID-19, se mantienen en sus hogares.

Aún con las dificultades que se presentaron los días previos, la madrugada del miércoles se dio a conocer que la imagen de Jesús con la cruz a cuestas, saldría a peregrinar por la ciudad de Caracas en el papamóvil, partiendo desde la Basílica de Santa Teresa, lugar en el que el Arzobispo de Mérida y Administrador Apostólico de Caracas, Cardenal Baltazar Porras, realizó una oración especial por el bienestar de los venezolanos.

Custodiado por funcionarios de seguridad, el Nazareno de San Pablo salió al encuentro de sus devotos, quienes, desde las ventanas y entradas de sus hogares, saludaban y se persignaban ante la imagen de Jesús, pidiendo la liberación de la pandemia en Venezuela y el mundo.

Debido al aislamiento social por causa de la amenaza de la COVID-19, las procesiones y misas multitudinarias se han visto suspendidas como medida preventiva; sin embargo, esto solo ha sido motivo para expresar mayor devoción al Nazareno, y pedirle a él por el fin de la pandemia.

 

 

 

 

El ‘Via Crucis’ de comunicadores y políticos de ‘Crónica Blanca’, en Instagram

Celebraciones de Semana Santa online
(zenit – 9 abril 2020).- Esta Semana Santa, la asociación civil Crónica Blanca ha elaborado la cuarta edición del Via Crucis escrito por comunicadores y políticos o líderes sociales, que con motivo del confinamiento por el coronavirus, ofrecerán a través de Instagram, desde su perfil @cronicablanca.

La misión de Crónica Blanca está destinada a la evangelización de la comunicación. La asociación está presidida por el sacerdote argentino Claudio Caruso y conformada por ocho jóvenes.

 

Visita a siete iglesias

Además, junto a todo el equipo y con hermanos comunicadores de Italia, Brasil, Panamá, Colombia y México, entre otros, han organizado la visita a las siete iglesias con siete videos que incluyen una corta visita a siete iglesias de Roma, Mozambique, Varsovia, Panamá, Bogotá, Longchamps y las palabras desde Buenos Aires del obispo auxiliar zona centro, monseñor José María Baliña.

Los videos, de no más de tres minutos, serán subidos a la cuenta de Instagram y al canal de YouTube de Crónica Blanca Argentina.

 

Triduo Pascual

Asimismo, dadas las especiales circunstancias de estos días, debido a la pandemia, la fundación transmitirá en streaming las celebraciones litúrgicas del Triduo Pascual, utilizando la plataforma zoom, disponible para todos desde casa.

El Jueves Santo, el padre Caruso presidirá a las 20:30 horas la celebración de la Cena del Señor, el Viernes Santo celebrará a las 15 horas la Pasión de Cristo, el Sábado Santo a las 21 horas será la Vigilia Pascual, y el Domingo de Resurrección transmitirá la Misa de Pascua a las 12:30 horas.

Crónica Blanca Argentina intenta brindar un servicio profesional y eficaz a los comunicadores, líderes sociales y políticos del país y sabe que dotar de elementos de profunda espiritualidad es uno de sus fundamentos y razón de ser.

 

 

 

 

¿Conoces el origen del Via Crucis?

Por D. Adolfo Ariza, director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas Beata Victoria Díez
(zenit – 9 abril 2020).- El Señor dijo a sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 16, 24). Precisamente una forma privilegiada de hacer nuestra y disponernos a vivir esta máxima evangélica es el rezo del Via Crucis.

Una oración, la del Via crucis, en la que de un modo especialísimo estamos llamados a adentrarnos en lo que el Catecismo de la Iglesia Católica, al describir la oración de contemplación, define como “mirada de fe”: “La luz de la mirada de Jesús ilumina los ojos de nuestro corazón; nos enseña a ver todo a la luz de su verdad y de su compasión por todos los hombres. La contemplación dirige también su mirada a los misterios de la vida de Cristo. Aprende así el ‘conocimiento interno del Señor’ para más amarle y seguirle (cf. San Ignacio de Loyola, ex. sp. 104)” (CCE 2715).

Este Viernes Santo, debido a la pandemia del coronavirus, no podrá celebrarse en el Coliseo, como marca la costumbre pontificia, y se rezará en la Plaza de San Pedro, a las 21 horas, con las estaciones a lo largo de la columnata, alrededor del obelisco y finalmente a lo largo del camino que lleva al patio de la iglesia. Habrá dos grupos de portadores de la Cruz. Habrá prisioneros de la prisión de Due Palazzi en Padua (las meditaciones fueron escritas por algunos de ellos), y médicos y enfermeras del FAS.

 

Origen del Via Crucis

El origen inmediato del Via Crucis tal y como hoy lo entendemos hay que buscarlo en el Beato Álvaro de Córdoba (Su conmemoración tiene lugar el 19 de febrero) ya que él fue el primero en construir un Via Crucis fuera de Jerusalén, con el claro propósito de “reproducir” el original. Este dominico, según documentos, fundó 13 de junio de 1423 el convento de Santo Domingo de Scala Coeli en Córdoba.

Allí, fray Álvaro construyó humildes estaciones que, partiendo del Convento, jalonaban a la vera del camino, un Vía crucis devocional, que terminaba en una colina, desde la que se divisa la curva del Guadalquivir y la ciudad de Córdoba; todavía hoy se conoce ese otero con el significativo nombre de “Monte Calvario”. La esencia de su propósito no fue otra que ayudar a la devoción del pueblo fiel en el acompañar a Jesús en su vía dolorosa.

 

Via Crucis en el Coliseo, desde 1741

Una costumbre arraigada en la vivencia el Triduo Pascual es el rezo del Via Crucis por el Santo Padre en el Coliseo de Roma en la tarde-noche del Viernes Santo. El Via Crucis del Coliseo fue instaurado en 1741 por el Papa Benedicto XIV que puso las estaciones en este lugar que recoge la sangre de los primitivos mártires.

Se trata de un lugar martirial del que Beda el Venerable llegó a decir: “Quamdiu stat Colysaeus stat Roma, quando cadet Colysaeus cadet Roma et mundus”. Tras decenas de años de olvido volvió a celebrarse el Via Crucis en 1925. Y en 1964 Pablo VI acudió para presidir allí el rito y desde entonces, todos los años, acude el sucesor de San Pedro en la noche del Viernes Santo.

 

Don Adolfo Ariza
Director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas Beata Victoria Díez, de Córdoba

 

 

 

 

Píldoras de esperanza (10): “Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte”

Jueves Santo 2020
Reflexión sobre los Evangelios diarios

Invocamos al Espíritu Santo

Espíritu Santo, ven a mí en este día tan especial, llena de alegría y paz mi corazón y da sabiduría a mi mente para poder entender la Palabra de Dios. Amén.

 

Evangelio según San Juan 13, 1-15

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.

Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura.

Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.

Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: “¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?”.

Jesús le respondió: “No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás”.

“No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!”. Jesús le respondió: “Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte”.

“Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!”.

Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos”.

El sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: “No todos ustedes están limpios”.

Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy.

Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.

Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes”.

Palabra del Señor

 

¿Qué dice el texto?

“¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy.

Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.

Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes”.

 

¿Qué nos dice hoy Dios a través de este texto?

Creo que nos identificamos mucho con estos Apóstoles de Jesús, que se han quedado admirados y también desconcertados. La misma pregunta nos la hace Jesús hoy a nosotros “¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?” Y debemos ser honestos, nos cuesta mucho comprender en el real sentido de la Palabra. Para eso encuentro una gran claridad entre entender y comprender:

Entender es percibir el significado de algo, aunque no se comprenda.
Comprender es hacer propio lo que se entiende y actuar congruentemente con ello.

Entiendo el Evangelio, entiendo que el Señor vino a servir, entiendo que Él me pide ser un servidor, entiendo que vivimos en un momento muy especial de la humanidad, en esta pandemia que nos asusta a todos. Pero ahora quiero pedirle al Señor que me ayude a ser la mejor versión de lo que Él pensó para mí.

Abriéndome a querer comprender y llevar a la práctica este servicio de ser mensajero de esperanza, me propongo animar a personas que están desconsoladas, acompañándolas, aunque sea por teléfono, mostrando mi interés por ellos. Que no se sientan solas. Que vivan en paz.

Te invito hoy a repetir varias veces estas frases de la oración de San Francisco de Asís. Y de esta manera nos adentramos en el misterio cristiano.

¡SEÑOR, HAZ DE MÍ UN INSTRUMENTO DE TU PAZ!

donde haya desesperación, ponga yo esperanza;

Te invito a conocer más de nuestro trabajo diario sobre la Lectura Orante de la Biblia

 

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Manos Unidas: Primeros proyectos de emergencia para paliar el impacto de la pandemia en los más pobres

En Asia, América Latina y África

(zenit – 9 abril 2020).- Desde el comienzo de la crisis provocada por la pandemia del coronavirus, Manos Unidas está trabajando junto a sus socios locales de los cerca de 60 países en los que está presente, para dar una respuesta rápida y efectiva a las necesidades y carencias que pueda estar experimentando la población más vulnerable con la que trabaja.

“Muchos de nuestros socios locales de América, Asia y África nos han pedido reconducir las actividades que estaban llevando a cabo en los proyectos, con el fin de poder dedicar fondos y esfuerzos tanto a  acciones de prevención del contagio por coronavirus, como a acciones destinadas específicamente a combatir las consecuencias que las medidas de confinamiento adoptadas por la mayor parte de los gobiernos, están teniendo entre la población más empobrecida: migrantes, refugiados, trabajadores precarios, mujeres, niños, ancianos…”, asegura Isabel Vogel, responsable del Área de Proyectos de Manos Unidas.

“En algunos países se han tenido que suspender los programas que se estaban desarrollando y en otros se están poniendo en marcha acciones para dar respuesta inmediata a las necesidades más acuciantes de la población y hacer frente al impacto que esta crisis está ya teniendo”, señala Vogel.

La ONG de la Iglesia católica ha aprobado ya el envío de más de 150.000 euros de sus fondos de emergencia, que se van a destinar a cubrir necesidades básicas de la población más empobrecida en países como Guatemala, India o Israel y a paliar las carencias sanitarias para hacer frente al virus en Angola, Camerún y Malawi.

“EnAngola, Manos Unidas ha enviado 9.500 euros al hospital de Balambo para una acción de emergencia compuesta por medidas de sensibilización y prevención del contagio y por la adquisición de medicamentos, concentradores y máscaras de oxígeno para facilitar el trabajo en la UCI en una zona del país que todavía se resiente de las décadas de guerra civil”, explica Vogel.

En Camerún, donde las carencias sanitarias son también muy importantes, Manos Unidas va a apoyar, con cerca de 32.000 euros, una iniciativa de emergencia destinada a la prevención del contagio del personal sanitario en el populoso barrio de Talla, en la ciudad de Kibri, así como a la formación de las comunidades para evitar la propagación del virus. “Con este proyecto, que permitirá la adquisición de 3.000 test rápidos y la realización de actividades de sensibilización entre la población, trabajaremos para concienciar a las comunidades sobre las medidas a tomar para evitar el contagio y trataremos de detectar qué personas pueden estar ya contagiadas por coronavirus, en un lugar en el que, por sus condiciones económicas, la población nunca podría tener acceso a estas pruebas; con las implicaciones que esto tiene para la propagación de la pandemia”, informa Isabel Vogel.

También en Malawi, uno de los países más pobres del mundo y en el que la población se enfrenta diariamente a la desnutrición y a enfermedades como el sida, la tuberculosis y la malaria, Manos Unidas va a destinar cerca de 27.000 euros a un proyecto de prevención y sensibilización que permitirá informar a la población, a través de programas de radio y materiales impresos, acerca del contagio por coronavirus. La responsable de proyectos de Manos Unidas explica que, con los fondos enviados, “nuestro socio de la diócesis de Karanga va a adquirir, también, 23 concentradores de oxígeno y 6 pequeños generadores para los centros sanitarios de su influencia”.

En América, la primera partida de fondos de emergencia estará destinada a Guatemala; concretamente al vertedero de Cobán, donde los 45.500 euros enviados permitirán hacer frente a la crisis alimentaria que padecen las 250 familias más necesitadas del basurero. “Con estos fondos, se distribuirán semanalmente alimentos y productos de higiene a 1.500 personas que viven en extrema pobreza. Además, dos veces por semana, se dará una merienda nutricional a los niños trabajadores del vertedero y se pondrá en marcha un sistema de alerta para detectar los casos de mayor riesgo”, relata Vogel.

También en Asia la preocupación de Manos Unidas por los colectivos de población más vulnerables es extrema. Allí, como en el resto de los continentes, los socios locales de la ONG están ya trabajando para socorrer a la población más desamparada.

En India, en el distrito de Kamrup, donde proliferan las familias de trabajadores migrantes (más del 80% de la población), que han construido sus infraviviendas a los lados de la vía del ferrocarril, se van a repartir 1.500 kg de alimentos y 3.000 kits de higiene y medicamentos. “Manos Unidas ha enviado ya casi 10.000 euros para ayudar a estas personas que viven por debajo del umbral de pobreza, pero que, probablemente, no sean receptoras de la ayuda del Gobierno porque no tienen un documento oficial o prueba de identidad de residencia”, informa la responsable de proyectos de la ONG.

También desde Israel, los socios locales de la Institución han pedido apoyo a Manos Unidas para atender a otro de los colectivos más vulnerables de esta crisis: los migrantes. “Vamos a enviar 30.000 euros a las mujeres eritreas solicitantes de asilo, que suelen trabajar en el servicio doméstico, interrumpido por las medidas de confinamiento. Con estos fondos se entregarán 200 tiques para que puedan adquirir, durante los próximos 4 meses, productos básicos de alimentación e higiene”, explica Isabel Vogel.

Manos Unidas continuará trabajando para que la pandemia de coronavirus no haga que caigan en el olvido los millones de personas que viven una crisis permanente de hambre y pobreza. “Estas personas viven en países en los que no es posible dar respuesta a las consecuencias que el confinamiento y la enfermedad van a tener sobre la población. Vivimos en un mundo global en el que hemos comprobado que nadie, por muy poderoso que sea, es inmune a una crisis como la actual. Espero que esto nos haga reflexionar y nos ayude a ponernos en la piel de los que más sufren, aunque estén lejos”, señala Clara Pardo, presidenta de la ONG.

 

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Monseñor Enrique Díaz Díaz: “¡Resucitó! ¡Aleluia!”

Domingo de Pascua
Hechos 10, 34.37-43: “Hemos comido y bebido con Cristo resucitado”

Salmo 117: “Éste es el día del triunfo del Señor”

Colosenses 3, 1-4: “Busquen los bienes del cielo, donde está Cristo” 

San Mateo 28, 1-10: “Ha resucitado e irá delante de ustedes a Galilea” 

 

En esta noche y en este tiempo, más que nunca, resuenan con fuerza las aclamaciones de la Vigilia Pascual: “¡Resucitó! ¡Aleluia!”. Hoy que las tinieblas de la oscuridad y de la muerte se ciernen sobre nuestros pueblos, brilla para nosotros la esperanza de la verdadera resurrección unidos a Jesús. “¡Resucitó!” Es grito de esperanza y de fuerza en medio de las amenazas de muerte. “¡Resucitó!” Es certeza que nos da nuestra fe de que la muerte no vence a Jesús y que los cristianos nos unimos a su triunfo y resurrección.

¿Por qué solamente unas mujeres encuentran la fuerza suficiente para encaminarse hacia el sepulcro la mañana del primer día? Las únicas que soportaron el tormento de contemplar a Cristo en la cruz, son las mismas que ahora quieren contemplar el sepulcro de quien tanto amaban. Ha transcurrido el sábado, día de reposo y tiempo sagrado para los judíos. Las dos mujeres buscan un sepulcro, pero encuentran la tumba vacía. Quieren despedir al muerto y encuentran al Cristo Vivo. Esperan cerrar un capítulo doloroso en su vida y encuentran una nueva misión: proclamar la Resurrección y la Vida.Estas mujeres fieles, que no abandonan a Jesús y que regresan para terminar lo que había faltado en el funeral, se convierten en las primeras testigos de la Resurrección. Ahora ellas tienen una mayor responsabilidad: son constituidas testigos con pleno derecho, aunque los discípulos opongan resistencia para aceptarlo. Nosotros también nos hemos acercado en esta noche de Vigila Pascual al acontecimiento más grandioso de nuestra vida, a la experiencia más trascendental para cada uno de nosotros: experimentar la vida de Cristo Resucitado en nuestra propia vida.

Ha iniciado un tiempo nuevo. Atrás ha quedado el sábado y ha iniciado el primer día de una nueva era: la era de la vida, del amor y del triunfo. Atrás han quedado las normas, las leyes y los temores; se inicia el tiempo de la vida y este día se convierte en el primer “domingo”, “día del Señor”. “No teman”, son las palabras del Ángel que inauguran este nuevo tiempo y que en todo el camino pascual se repetirán constantemente, primero en negativo y después en positivo: “La paz esté con ustedes”. Porque la resurrección de Jesús no solamente vence los temores, sino produce la paz. La alegría es un eje constante para quien ha sido llamado a anunciar la resurrección. La verdadera alegría, la que contagia, la que vence las dudas, la que produce armonía en el corazón, la que supera los temores. Todo se hace nuevo y diferente. El ángel con sus palabras les confirma con certeza lo que ellas buscaban: “Jesús, el crucificado”, pero las reconduce por un camino muy diferente: “No está aquí”. Sí, el crucificado, el fracasado, el abandonado, no está aquí. Es cierto que es el mismo Jesús pero que ahora se ha sido transformado en el Cristo Glorioso. Pueden cerciorarse buscando en la tumba vacía, pero no pueden ahora permanecer indiferentes, ahora deben anunciar a todo el universo: “Ha resucitado, como lo había dicho”.

También para nosotros es la indicación del ángel. También a nosotros nos invita a cerciorarnos de que Jesús el crucificado, fue colocado en la tumba, pero que esa tumba vacía está proclamando su resurrección. No podemos quedarnos indiferentes. Si Cristo está vivo necesitamos proclamarlo. No podemos quedarnos en los temores, en las cruces de injusticia, necesitamos manifestar la vida. Hoy también muchas mujeres, y muchos hombres, deberían ser informados que Jesús, el Crucificado, no se encuentra en la tumba. Hay quienes siguen cargando una cruz sin sentido, hay quienes llevan el sufrimiento a cuestas sin ilusión, como si Cristo no hubiese resucitado. Y el sufrimiento, la cruz y el sepulcro sólo tendrán sentido si se ha experimentado la Resurrección de Cristo. Si no, nos producirán un sentido fatalista de fracaso y se perderá el sentido de la propia existencia. Tan trascendental es el experimentar a Cristo vivo.

Las dos Marías han recibido el mensaje del ángel y con “temor y alegría” se encaminan presurosas a cumplir su tarea. No es ya el temor que paraliza, sino el temor que dinamiza y la alegría que impulsa. No han pensado que son mujeres, que son pequeñas, que su palabra vale poco, pues cuando se lleva la vida en el interior no importa si los demás les creerán, porque la vida en el interior estalla y se manifiesta espontáneamente.  Se ponen en camino, de prisa como lo había dicho el ángel. La vida tiene que anunciarse y la luz tiene que difundirse, no se puede quedar guardada en el corazón. La felicidad cuanto más se difunde, más se acrecienta. Es curioso que tanto el ángel, como después Jesús, las envían a Galilea como si se tratara de regresar a los inicios y a la pequeñez. No es vivir en el pasado, sino recobrar las raíces de toda una experiencia de vida. No es en el sepulcro ni en la muerte donde encontrarán a Jesús, sino en la lucha diaria en pro de la vida, en los olvidados y pequeños, ahí es donde Jesús se hace presente. El mundo no puede ni debe ignorar la Resurrección de su Señor, a todos debe darse la oportunidad de conocer que Jesús ha sido resucitado porque en su Resurrección, todos encontraremos la vida. Y Galilea, la región abandonada, pobre y gentil, se convierte en centro que irradiará la nueva luz.

Se expande por doquiera la noticia y tiene que hacerse presente también en nuestros días.  También a cada uno de sus discípulos se le dan las pistas de esta nueva forma de generar vida. También somos enviados a Galilea, ahora a nuestras casas, en el hogar, con los nuestros, porque ahí se descubre la presencia de la alegría pascual: donde se hacen presentes el servicio, el amor fraterno y las bienaventuranzas. Cristo está vivo en medio de los pobres que comparten generosamente lo que tienen, donde la gente sufre, pero es capaz de esperanza, de fiesta y de alegría. Tendremos que proclamar con entusiasmo la alegría de que Cristo ha resucitado, pero también tendremos que ser capaces de descubrirla y hacerla germinar en todos los sitios de las nuevas galileas de nuestros tiempos. Sí, el Señor se nos mostrará en cada momento de nuestra vida cotidiana, en la Galilea humilde de nuestros hogares, en el trabajo de los pobres, al lado de los marginados. Hoy proclamemos a grito abierto: ¡Ha resucitado el Señor!

Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y nos has abierto las puertas de la vida, concédenos defender, cuidar y vivir una vida plena. Amén.

 

 

 

 

Santa Magdalena de Canossa, 10 de abril

Fundadora de las Hijas e Hijos de la Caridad
“Esta sierva de los pobres, fundadora de las Hijas e Hijos de la Caridad, dejó a un lado su título nobiliario y su gran fortuna. Impulsó el Instituto canossiano y puso en marcha una fructífera cadena de acciones caritativo sociales”

Hacer que Jesús sea conocido y amado”. ¡Qué otra aspiración ha guiado a los santos que no sea ésta! Magdalena lo expresó así. Pero, al igual que ella, otros muchos demostraron sobradamente que ese era su único objetivo. La santa forma parte del selecto grupo de elegidos que tuvieron el mundo a sus pies y estando en posesión de cuantiosos bienes se desprendieron de ellos. Eligieron las austeridades para imitar a Cristo y ponerse a la altura de los desfavorecidos. Una decisión que no es usual, y menos aún a cierta edad, ya que con los años es fácil amoldarse a una forma de vida aunque sea rutinaria, y resulta más costoso emprender nuevos caminos. Magdalena Gabriela tenía fortuna y un codiciado título nobiliario: marquesa de Verona, lo cual le hacía acreedora de innumerables prebendas. Se despojó de todas. Ni siquiera tenían el estatus de fruslerías ante la gloria que Cristo le ofreció.

Nació en Verona, Italia, el 1 de marzo de 1774. Era la tercera de seis hermanos. Se ha dicho en incontables ocasiones que el dinero no da la felicidad. Así es. En este hogar se cumplía el aserto de que no es oro todo lo que reluce. Magdalena conoció en él los vericuetos del sufrimiento. Perdió a su padre, sufrió el abandono de la madre que contrajo nuevas nupcias, y se abatieron sobre ella enfermedad e incomprensiones. Son los misteriosos caminos de Dios que horada el corazón de sus dilectos hijos. Adecuarse a la voluntad divina es un acto de fe. Por lo general, no se comprenden los senderos y hechos que conducen a la unión con Él. A la santa le costó, pero no eludió el compromiso al que fue llamada. Y a los 17 años hasta en dos ocasiones intentó ser carmelita de clausura.

Forzada a regresar a su hogar para administrar la fortuna de la familia, cuando su tía se hallaba en trance de muerte se ofreció a adoptar a su pequeño. Las circunstancias histórico-políticas habían acrecentado el drama de los pobres. La Revolución francesa y la hegemonía de distintos gobernantes opresores generó un importante cúmulo de carencias que sepultaban a los débiles. Magdalena, mujer de oración, vocación y empuje, experimentó una indecible piedad por ellos. Y como la aflicción es un activo que Dios infunde en el corazón humano, se puso manos a la obra. En los barrios marginales de Verona penetró la luz llevada de su ardiente caridad. Palió hambre, falta de afecto, de formación… Su vida, vertebrada por la Eucaristía, el amor a Cristo crucificado y a la Virgen Dolorosa, rezumaba virtud. A su respetable familia le incomodaban sus públicos gestos en favor de los oprimidos. Pero cuando el amor tiene tal intensidad como el que a ella le animaba los muros caen derrocados. Y venció toda resistencia iniciando su obra en 1808.

Se hallaba a la mitad de la treintena cuando dejó la comodidad de palacio para instalarse en un barrio, el de S. Zeno, habitado por la miseria. Y con un grupo de mujeres afines puso los pilares de las Hijas de la Caridad Siervas de los Pobres, inaugurando con ellas el Instituto canossiano. Las chicas más pobres fueron acogidas en el monasterio de san José. Abrió varios frentes: escuelas, residencias para la formación de las docentes, catequesis, asistencia a pobres y enfermos hospitalizados, así como ejercicios espirituales dirigidos a mujeres de la nobleza, con la idea de impregnarlas de la fe involucrándolas en acciones caritativo sociales. Pero era realista. Escribió a una amiga suya en 1813 y le dijo: “Venecia es la ciudad de los proyectos (…) son las necesidades que dan la oportunidad de proyectar, sin luego poder conocer el éxito de los proyectos mismos…”.

Guiada por el afán de cumplir la voluntad de Dios estaba abierta a sus designios. “Me pareció voluntad de Dios que solo buscara vivir completamente abandonada a su divina voluntad”. Esta mujer que llevó la ternura y la esperanza a los pobres fue, además, una excepcional formadora. Recta, clara, misericordiosa, con tenacidad y rigor sostenía la vida espiritual de sus hijas. Las cartas que les dirigió, al igual que sus Memorias y el diario espiritual, revelan su grado de santidad. Preocupada y atenta a las necesidades de todas nunca impuso nada. Haciendo acreedoras de su confianza a las religiosas, con palpable humildad y espíritu de servicio, solía pedir su juicio ante las necesidades apostólicas que surgían, seguía con minuciosa atención su devenir aconsejando el descanso y la visita médica pertinente, si era el caso, el cuidado responsable de la salud, etc., dejando claro que nada de ello formaba parte de la periferia de la vida. Pero el meollo de la misma, y eso jamás lo olvidó, está en la santidad personal. Si todas eran santas, se convertirían en grandes apóstoles y el carisma no sería estéril.

“Hija mía querida –decía en una de sus numerosas cartas–, el Señor te quiere santa y yo también lo deseo, y mi deuda de madre y de madre que te ama es la de formar en vos la santidad, y ésta jamás se podrá lograr sin sumisión, obediencia y humildad […]. Para las obras del Señor, se necesitan humildad, abandono en Dios, olvido del mundo y despojo universal […]. No te preocupes de las habladurías del mundo, ni de las felicitaciones, ni de los reproches y atiendas sólo a santificarte en el ejercicio de la obediencia, de la humildad y de la búsqueda de Dios…”. El auténtico amor a Dios y al género humano solo podían brotar de la contemplación del Crucificado y de su Madre.

Tenía alma misionera y logró que el Instituto, cuyos miembros se comprometían con plena disponibilidad a partir donde fuera preciso, se extendiera por otras ciudades italianas. Tras su muerte sus hijas lo expandieron por Oriente y América Latina. Cercano su fin, y después de infructuosas gestiones efectuadas ante Rosmini y Provolo, en 1831 fundó el Instituto de Hijos de la Caridad que había soñado en 1799. Murió el 10 de abril de 1835. Su obra había sido aprobada en 1828. Pío XII la beatificó el 7 de diciembre de 1941. Juan Pablo II la canonizó el 2 de octubre de 1988.