Servicio diario - 21 de mayo de 2020


 

Mensaje del Papa a las Obras Misionales Pontificas
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Larissa I. López

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COVID-19: Sebastián Yatra en el Ciberencuentro Internacional de Jóvenes de Scholas
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Píldoras de esperanza: Señor, “¡Convertirás nuestra tristeza en alegría!”
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Monseñor Enrique Díaz Díaz: La Ascensión del Señor
Enrique Díaz Díaz

Santa Rita de Casia, 22 de mayo
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

Mensaje del Papa a las Obras Misionales Pontificas

Día de la Ascensión del Señor

mayo 21, 2020 12:45

Misión
Papa y Santa Sede

(zenit – 21 mayo 2020).- El día de la solemnidad de la Ascensión del Señor, 21 de mayo, el Papa Francisco dirige un mensaje a las personas que integran las Obras Misionales Pontificas (OMP).

Este año, el Pontífice tenía previsto participar en la Asamblea general de la institución vaticana, que tradicionalmente celebran en esta fiesta litúrgica, que finalmente no ha sido posible debido a la pandemia del coronavirus.

“Esta fiesta cristiana, en estos tiempos inimaginables que estamos viviendo, me parece aún más rica de sugerencias para el camino y la misión de cada uno de nosotros y de toda la Iglesia”, anuncia Francisco, quien les ofrece 10 consejos indicados especialmente para el “proceso de reconsideración” que las OMP están llevando a cabo.

El misterio de la Ascensión, junto con la efusión del Espíritu en Pentecostés, aclara Francisco, “imprime y confiere para siempre a la misión de la Iglesia su rasgo genético más íntimo: el de ser obra del Espíritu Santo” y “no consecuencia de nuestras reflexiones e intenciones”.

 

Testigos de Cristo y de su Espíritu

Por ello, advierte el Papa: “Cuando, en la misión de la Iglesia, no se acoge ni se reconoce la obra real y eficaz del Espíritu Santo, quiere decir que, hasta las palabras de la misión se han convertido en una especie de ‘discursos de sabiduría humana’, usados para auto glorificarse o para quitar y ocultar los propios desiertos interiores”.

En este contexto, el Santo Padre anima a los misioneros de todo el mundo a encomendar la misión al Espíritu Santo y a ser “testigos de Cristo y de su Espíritu”. Para ello, recuerda algunos rasgos distintivos de la misión en su Exhortación apostólica Evangelii gaudium que “hacen del anuncio del Evangelio y de la confesión de la fe cristiana algo distinto a cualquier proselitismo político o cultural, psicológico o religioso”: atractivo, gratitud y gratuidad, humildad, facilitar y no complicar, cercanía en la vida cotidiana, el sensus fidei del Pueblo de Dios, y la predilección por los pequeños y por los pobres

 

Obras Misionales Pontificias

Las Obras Misionales Pontificias son el principal instrumento de la Iglesia Católica para atender las grandes necesidades con las que se encuentran los misioneros en su labor de evangelización por todo el mundo.

La institución vaticana ofrece un constante apoyo espiritual y material con el fin de que los misioneros puedan anunciar el Evangelio y colaborar en el desarrollo personal y social del pueblo en medio del cual realizan su labor, para lo que disponen de un Fondo Universal de Solidaridad, con las aportaciones de los fieles.

Sigue a continuación el texto completo del Mensaje del Papa a las Obras Misionales Pontificas, publicado este 21 de mayo de 2020 por el Vaticano.

***

 

Mensaje del Papa Francisco

Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo: “Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?”. Les dijo: “No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra”. Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista (Hch 1,6-9).

Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban (Mc 16,19-20).

Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo. Ellos se postraron ante Él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios (Lc 24,50-53).

* * *

 

Queridos hermanos y hermanas:

Este año había decidido participar en vuestra Asamblea general anual, el jueves 21 de mayo, fiesta de la Ascensión del Señor, pero se ha cancelado a causa de la pandemia que nos afecta a todos. Por eso, deseo enviaros a todos vosotros este mensaje, para haceros llegar, igualmente, lo que tengo en el corazón para deciros. Esta fiesta cristiana, en estos tiempos inimaginables que estamos viviendo, me parece aún más rica de sugerencias para el camino y la misión de cada uno de nosotros y de toda la Iglesia.

Celebramos la Ascensión como una fiesta y, sin embargo, en ella se conmemora la despedida de Jesús de sus discípulos y de este mundo. El Señor asciende al Cielo, y la liturgia oriental narra el estupor de los ángeles al ver a un hombre que con su cuerpo sube a la derecha del Padre. No obstante, mientras Cristo estaba para ascender al Cielo, los discípulos —que, además, lo habían visto resucitado— no parecían que hubiesen entendido aún lo sucedido. Él iba a dar inicio al cumplimiento de su Reino y ellos se perdían todavía en sus propias conjeturas. Le preguntaban si iba a restaurar el reino de Israel (cf. Hch 1,6). Pero, cuando Cristo los dejó, en vez de quedarse tristes, volvieron a Jerusalén “con gran alegría”, como escribe Lucas (24,52). Sería extraño que no hubiera ocurrido nada. En efecto, Jesús ya les había prometido la fuerza del Espíritu Santo, que descendería sobre ellos en Pentecostés. Este es el milagro que cambió las cosas. Y ellos cobraron seguridad, porque confiaron todo al Señor. Estaban llenos de alegría. Y la alegría en ellos era la plenitud de la consolación, la plenitud de la presencia del Señor.

Pablo escribe a los Gálatas que la plenitud del gozo de los Apóstoles no es el efecto de unas emociones que satisfacen y alegran. Es un gozo desbordante que se puede experimentar solamente como fruto y como don del Espíritu Santo (cf. 5,22). Recibir el gozo del Espíritu Santo es una gracia. Y es la única fuerza que podemos tener para predicar el Evangelio, para confesar la fe en el Señor. La fe es testimoniar la alegría que nos da el Señor. Un gozo como ese no nos lo podemos dar nosotros solos.

Jesús, antes de irse, dijo a los suyos que les mandaría el Espíritu, el Consolador. Y así entregó también al Espíritu la obra apostólica de la Iglesia, durante toda la historia, hasta su venida. El misterio de la Ascensión, junto con la efusión del Espíritu en Pentecostés, imprime y confiere para siempre a la misión de la Iglesia su rasgo genético más íntimo: el de ser obra del Espíritu Santo y no consecuencia de nuestras reflexiones e intenciones. Y este es el rasgo que puede hacer fecunda la misión y preservarla de cualquier presunta autosuficiencia, de la tentación de tomar como rehén la carne de Cristo —que asciende al Cielo— para los propios proyectos clericales de poder.

Cuando, en la misión de la Iglesia, no se acoge ni se reconoce la obra real y eficaz del Espíritu Santo, quiere decir que, hasta las palabras de la misión —incluso las más exactas y las más reflexionadas— se han convertido en una especie de “discursos de sabiduría humana”, usados para auto glorificarse o para quitar y ocultar los propios desiertos interiores.

 

La alegría del Evangelio

La salvación es el encuentro con Jesús, que nos ama y nos perdona, enviándonos el Espíritu, que nos consuela y nos defiende. La salvación no es la consecuencia de nuestras iniciativas misioneras, ni siquiera de nuestros razonamientos sobre la encarnación del Verbo. La salvación de cada uno puede ocurrir sólo a través de la perspectiva del encuentro con Él, que nos llama. Por esto, el misterio de la predilección inicia —y no puede no iniciar— con un impulso de alegría, de gratitud. La alegría del Evangelio, esa “alegría grande” de las pobres mujeres que, en la mañana de Pascua, fueron al sepulcro de Cristo y lo hallaron vacío, y que luego fueron las primeras en encontrarse con Jesús resucitado y corrieron a decírselo a los demás (cf. Mt 28,8-10). Sólo así, el ser elegidos y predilectos puede testimoniar ante todo el mundo, con nuestras vidas, la gloria de Cristo resucitado.

Los testigos, en cualquier situación humana, son aquellos que certifican lo que otro ha hecho. En este sentido —y sólo así—, podemos nosotros ser testigos de Cristo y de su Espíritu. Después de la Ascensión, como cuenta el final del Evangelio de Marcos, los apóstoles y los discípulos “se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban” (16,20). Cristo, con su Espíritu, da testimonio de sí mismo mediante las obras que lleva a cabo en nosotros y con nosotros. La Iglesia —explicaba ya san Agustín— no rogaría al Señor que les concediera la fe a aquellos que no conocen a Cristo, si no creyera que es Dios mismo el que dirige y atrae hacia sí la voluntad de los hombres. La Iglesia no haría rezar a sus hijos para pedir al Señor la perseverancia en la fe en Cristo, si no creyese que es el mismo Señor quien tiene en su mano nuestros corazones. En efecto, si la Iglesia le rogase estas cosas, pero pensara que se las puede dar a sí misma, significaría que sus oraciones no serían auténticas, sino solamente fórmulas vacías, frases hechas, formalismos impuestos por el conformismo eclesiástico (cf. El don de la perseverancia. A Próspero y a Hilario, 23.63).

Si no se reconoce que la fe es un don de Dios, tampoco tendrían sentido las oraciones que la Iglesia le dirige. Y no se manifestaría a través de ellas ninguna sincera pasión por la felicidad y por la salvación de los demás y de aquellos que no reconocen a Cristo resucitado, aunque se dedique mucho tiempo a organizar la conversión del mundo al cristianismo.

Es el Espíritu Santo quien enciende y custodia la fe en los corazones, y reconocer este hecho lo cambia todo. En efecto, es el Espíritu el que suscita y anima la misión, le imprime connotaciones “genéticas”, matices y movimientos particulares que hacen del anuncio del Evangelio y de la confesión de la fe cristiana algo distinto a cualquier proselitismo político o cultural, psicológico o religioso.

He recordado muchos de estos rasgos distintivos de la misión en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium; retomo algunos de ellos.

Atractivo. El misterio de la Redención entró y continúa obrando en el mundo a través de un atractivo que puede fascinar el corazón de los hombres y de las mujeres, porque es y parece más atrayente que las seducciones basadas en el egoísmo, consecuencia del pecado. “Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado”, dice Jesús en el Evangelio de Juan (6,44). La Iglesia siempre ha repetido que seguimos a Jesús y anunciamos su Evangelio por esto: por la fuerza de atracción que ejercen el mismo Cristo y su Espíritu. La Iglesia —afirmó el Papa Benedicto XVI—– crece en el mundo por atracción y no por proselitismo (cf. Homilía en la Misa de apertura de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Aparecida, 13 mayo 2007: AAS 99 [2007], 437). San Agustín decía que Cristo se nos revela atrayéndonos. Y, para poner un ejemplo de este atractivo, citaba al poeta Virgilio, según el cual toda persona es atraída por aquello que le gusta. Jesús no sólo es atrayente para nuestra voluntad, sino también para nuestro gusto (cf. Comentario al Evangelio de San Juan, 26, 4). Cuando uno sigue a Jesús, contento por ser atraído por Él, los demás se darán cuenta y podrán asombrarse de ello. La alegría que se transparenta en aquellos que son atraídos por Cristo y por su Espíritu es lo que hace fecunda cualquier iniciativa misionera.

Gratitud y gratuidad. La alegría de anunciar el Evangelio brilla siempre sobre el fondo de una memoria agradecida. Los apóstoles nunca olvidaron el momento en el que Jesús les tocó el corazón: “Era como la hora décima” (Jn 1,39). El acontecimiento de la Iglesia resplandece cuando en él se manifiesta el agradecimiento por la iniciativa gratuita de Dios, porque “Él nos amó” primero (1 Jn 4,10), porque “fue Dios quien hizo crecer” (1 Co 3,6). La predilección amorosa del Señor nos sorprende, y el asombro —por su propia naturaleza— no podemos poseerlo por nosotros mismos ni imponerlo. No es posible “asombrarse a la fuerza”. Sólo así puede florecer el milagro de la gratuidad, el don gratuito de sí. Tampoco el fervor misionero puede obtenerse como consecuencia de un razonamiento o de un cálculo. Ponerse en “estado de misión” es un efecto del agradecimiento, es la respuesta de quien, en función de su gratitud, se hace dócil al Espíritu Santo y, por tanto, es libre. Si no se percibe la predilección del Señor, que nos hace agradecidos, incluso el conocimiento de la verdad y el conocimiento mismo de Dios —ostentados como posesión que hay que adquirir con las propias fuerzas— se convertirían, de hecho, en “letra que mata” (cf. 2 Co 3,6), como demostraron por vez primera san Pablo y san Agustín. Sólo en la libertad del agradecimiento se conoce verdaderamente al Señor. Y resulta inútil —y, más que nada, inapropiado— insistir en presentar la misión y el anuncio del Evangelio como si fueran un deber vinculante, una especie de “obligación contractual” de los bautizados.

Humildad. Si la verdad y la fe, la felicidad y la salvación no son una posesión nuestra, una meta alcanzada por nuestros méritos, entonces el Evangelio de Cristo se puede anunciar solamente desde la humildad. Nunca se podrá pensar en servir a la misión de la Iglesia con la arrogancia individual y a través de la ostentación, con la soberbia de quien desvirtúa también el don de los sacramentos y las palabras más auténticas de la fe, haciendo de ellos un botín que ha merecido. No se puede ser humilde por buena educación o por querer parecer cautivadores. Se es humilde si se sigue a Cristo, que dijo a los suyos: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11,29). San Agustín se pregunta cómo es posible que, después de la Resurrección, Jesús se dejó ver sólo por sus discípulos y no, en cambio, por los que lo habían crucificado. Responde que Jesús no quería dar la impresión de querer “burlarse de quienes le habían dado muerte. Era más importante enseñar la humildad a los amigos que echar en cara a los enemigos la verdad” (Discurso 284, 6).

Facilitar, no complicar. Otro rasgo de la auténtica obra misionera es el que nos remite a la paciencia de Jesús, que también en las narraciones del Evangelio acompañaba siempre con misericordia las etapas de crecimiento de las personas. Un pequeño paso, en medio de las grandes limitaciones humanas, puede alegrar el corazón de Dios más que las zancadas de quien va por la vida sin grandes dificultades. Un corazón misionero reconoce la condición actual en la que se encuentran las personas reales, con sus límites, sus pecados, sus debilidades, y se hace “débil con los débiles” (1 Co 9,22). “Salir” en misión para llegar a las periferias humanas no quiere decir vagar sin dirección ni sentido, como vendedores impacientes que se quejan de que la gente es muy ruda y anticuada como para interesarse por su mercancía. A veces se trata de aminorar el paso para acompañar a quien se ha quedado al borde del camino. A veces hay que imitar al padre de la parábola del hijo pródigo, que deja las puertas abiertas y otea todos los días el horizonte, con la esperanza de la vuelta de su hijo (cf. Lc 15,20). La Iglesia no es una aduana, y quien participa de algún modo en la misión de la Iglesia está llamado a no añadir cargas inútiles a las vidas ya difíciles de las personas, a no imponer caminos de formación sofisticados y pesados para gozar de aquello que el Señor da con facilidad. No pongamos obstáculos al deseo de Jesús, que ora por cada uno de nosotros y nos quiere curar a todos, salvar a todos.

Cercanía en la vida “cotidiana”. Jesús encontró a sus primeros discípulos en la orilla del lago de Galilea, mientras estaban ocupados en su trabajo. No los encontró en un convenio, ni en un seminario de formación, ni en el templo. Desde siempre, el anuncio de salvación de Jesús llega a las personas allí donde se encuentran y así como son en la vida de cada día. La vida ordinaria de todos, la participación en las necesidades, esperanzas y problemas de todos, es el lugar y la condición en la que quien ha reconocido el amor de Cristo y ha recibido el don del Espíritu Santo puede dar razón a quien le pregunte de la fe, de la esperanza y de la caridad. Caminando juntos, con los demás. Principalmente en este tiempo en el que vivimos, no se trata de inventar itinerarios de adiestramiento “dedicados”, de crear mundos paralelos, de construir burbujas mediáticas en las que hacer resonar los propios eslóganes, las propias declaraciones de intenciones, reducidas a tranquilizadores “nominalismos declaratorios”. He recordado ya otras veces –a modo de ejemplo–, que en la Iglesia hay quien continúa a evocar enfáticamente el eslogan: “Es la hora de los laicos”, pero mientras tanto parece que el reloj se hubiera parado.

El “sensus fidei” del Pueblo de Dios. Hay una realidad en el mundo que tiene una especie de “olfato” para el Espíritu Santo y su acción. Es el Pueblo de Dios, predilecto y llamado por Jesús, que, a su vez, sigue buscándolo y clama siempre por Él en las angustias de la vida. El Pueblo de Dios mendiga el don de su Espíritu; confía su espera a las sencillas palabras de las oraciones y nunca se acomoda en la presunción de la propia autosuficiencia. El santo Pueblo de Dios reunido y ungido por el Señor, en virtud de esta unción, se hace infalible “in credendo”, como enseña la Tradición de la Iglesia. La acción del Espíritu Santo concede al Pueblo de los fieles un “instinto” de la fe —el sensus fidei— que le ayuda a no equivocarse cuando cree lo que es de Dios, aunque no conozca los razonamientos ni las formulaciones teológicas para definir los dones que experimenta. Es el misterio del pueblo peregrino que, con su espiritualidad popular, camina hacia los santuarios y se encomienda a Jesús, a María y a los santos; que recurre y se revela connatural a la libre y gratuita iniciativa de Dios, sin tener que seguir un plan de movilización pastoral.

Predilección por los pequeños y por los pobres. Todo impulso misionero, si está movido por el Espíritu Santo, manifiesta predilección por los pobres y por los pequeños, como signo y reflejo de la preferencia que el Señor tiene por ellos. Las personas directamente implicadas en las iniciativas y estructuras misioneras de la Iglesia no deberían justificar nunca su falta de atención a los pobres con la excusa —muy usada en ciertos ambientes eclesiásticos— de tener que concentrar sus propias energías en los cometidos prioritarios de la misión. La predilección por los pobres no es algo opcional en la Iglesia.

Las dinámicas y los criterios arriba descritos forman parte de la misión de la Iglesia, animada por el Espíritu Santo. Normalmente, en los enunciados y en los discursos eclesiásticos, se reconoce y afirma la necesidad del Espíritu Santo como fuente de la misión de la Iglesia, pero también sucede que tal reconocimiento se reduce a una especie de “homenaje formal” a la Santísima Trinidad, una fórmula introductoria convencional para las intervenciones teológicas y para los planes pastorales. Hay en la Iglesia muchas situaciones en las que el primado de la gracia se reduce a un postulado teórico, a una fórmula abstracta. Sucede que muchos proyectos y organismos vinculados a la Iglesia, en vez de dejar que se transparente la obra del Espíritu Santo, acaban confirmando solamente la propia autorreferencialidad. Muchos mecanismos eclesiásticos a todos los niveles parecen estar absorbidos por la obsesión de promocionarse a sí mismos y sus propias iniciativas, como si ese fuera el objetivo y el horizonte de su misión.

Hasta aquí he querido retomar y volver a proponer criterios y sugerencias sobre la misión de la Iglesia que ya había expuesto de forma más extensa en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium. Lo he hecho porque creo que también para las OMP puede ser útil y fecundo —y no aplazable— confrontarse con esos criterios y sugerencias en esta etapa de su camino.

 

Las OMP y el tiempo presente:

Talentos a desarrollar, tentaciones y enfermedades a evitar

¿Hacia dónde conviene mirar de cara al presente y al futuro de las OMP? ¿Cuáles son los estorbos que hacen el camino más gravoso?

En la fisionomía, es decir, en la identidad de las Obras Misionales Pontificias, se aprecian ciertos rasgos distintivos —algunos, por así decirlo, genéticos; otros, adquiridos durante el largo recorrido histórico— que con frecuencia se descuidan o se dan por supuestos. Pues bien, esos rasgos justamente pueden custodiar y hacer preciosa —sobre todo en el momento presente— la contribución de esta “red” a la misión universal, a la que toda la Iglesia está llamada.

  • Las Obras Misionales nacieron de forma espontánea del fervor misionero manifestado por la fe de los bautizados. Existe y permanece una íntima afinidad, una familiaridad entre las Obras Misionales y el sensus fidei infalible in credendo del Pueblo fiel de Dios.
  • Las Obras Misionales, desde el principio, avanzaron sobre dos “binarios” o, mejor dicho, sobre dos vías que van siempre paralelas y que, en su sencillez, han sido siempre familiares al corazón del Pueblo de Dios: la oración y la caridad, en la forma de limosna, que “libra de la muerte y purifica del pecado” (Tb 12,9), el “amor intenso” que “tapa multitud de pecados” (cf. 1 P 4,8). Los fundadores de las Obras Misionales, empezando por Pauline Jaricot, no se inventaron las oraciones y las obras a las que confiar sus intenciones de anunciar el Evangelio, sino que las tomaron simplemente del tesoro inagotable de los gestos más cercanos y habituales para el Pueblo de Dios en camino por la historia.
  • Las Obras Misionales, surgidas de forma gratuita en la trama de la vida del Pueblo de Dios, por su configuración simple y concreta, han sido reconocidas y valoradas por la Iglesia de Roma y por sus obispos, quienes, en el último siglo, han pedido poder adoptarlas como peculiar instrumento del servicio que ellos prestan a la Iglesia universal. De aquí que se haya atribuido a tales Obras la calificación de “Pontificias”. Desde ese momento, resalta en la fisionomía de las OMP su característica de instrumento de servicio para sostener a las Iglesias particulares en la obra del anuncio del Evangelio. De este modo, las Obras Misionales Pontificias se ofrecieron con docilidad como instrumento de servicio a la Iglesia, dentro del ministerio universal desempeñado por el Papa y por la Iglesia de Roma, que “preside en la caridad”. Así, con su propio itinerario y sin entrar en complicadas disputas teológicas, las OMP han desmentido los argumentos de aquellos que, también en los ambientes eclesiásticos, contraponen de modo inadecuado carismas e instituciones, leyendo siempre las relaciones entre ambas realidades a través de una engañosa “dialéctica de principios”. En cambio, en la Iglesia, incluso los elementos estructurales permanentes —como los sacramentos, el sacerdocio y la sucesión apostólica— son continuamente recreados por el Espíritu Santo y no están a disposición de la Iglesia como un objeto de posesión adquirida (cf. CARD. J. RATZINGER, Los movimientoseclesiales y su colocación teológica. Intervención durante el Convenio mundial de movimientos eclesiales, Roma, 27-29 mayo 1998).
  • Las Obras Misioneras, desde su primera difusión, se estructuraron como una red capilar extendida en el Pueblo de Dios, totalmente sujeta y, de hecho, “inmanente” a las redes de las instituciones y realidades ya presentes en la vida eclesial, como las diócesis, las parroquias, las comunidades religiosas. La vocación peculiar de las personas implicadas en las Obras Misionales nunca se ha vivido ni percibido como una vía alternativa, como una pertenencia “externa” a las formas ordinarias de la vida de las Iglesias particulares. La invitación a la oración y a la colecta de recursos para la misión siempre se ha ejercido como un servicio a la comunión eclesial.
  • Las Obras Misionales, convertidas con el tiempo en una red extendida por todos los continentes, manifiestan por su propia configuración la variedad de matices, condiciones, problemas y dones que caracterizan la vida de la Iglesia en los diferentes lugares del mundo. Una pluralidad que puede proteger contra homogenizaciones ideológicas y unilateralismos culturales. En este sentido, también a través de las OMP se puede experimentar el misterio de la universalidad de la Iglesia, en la que la obra incesante del Espíritu Santo crea armonía entre las distintas voces, mientras que el Obispo de Roma, con su servicio de caridad, ejercido también a través de las Obras Misionales Pontificias, custodia la unidad de la fe.

Todas las características hasta aquí descritas pueden ayudar a las Obras Misionales Pontificias a evitar las insidias y patologías que amenazan su camino y el de otras muchas instituciones eclesiales. Señalaré algunas de ellas.

 

Insidias a evitar

  • Autorreferencialidad. Las organizaciones y los entes eclesiásticos, más allá de las buenas intenciones de cada particular, acaban a veces replegándose sobre sí mismos, dedicando sus fuerzas y su atención, sobre todo, a su propia promoción y a la celebración de sus propias iniciativas en clave publicitaria. Otros parecen dominados por la obsesión de redefinir continuamente su propia relevancia y sus propios espacios en el seno de la Iglesia, con la justificación de querer relanzar mejor su propia misión. Por estas vías —dijo una vez el entonces cardenal Joseph Ratzinger— se alimenta también la idea falsa de que una persona es más cristiana si está más comprometida en estructuras intraeclesiales, cuando en realidad casi todos los bautizados viven la fe, la esperanza y la caridad en su vida ordinaria, sin haber formado parte nunca de comisiones eclesiásticas y sin interesarse por las últimas novedades de política eclesial (cf. Una compañía siempre reformable, Conferencia en el “Meeting de Rimini”, 1 septiembre 1990).
  • Ansia de mando. Sucede a veces que las instituciones y los organismos surgidos para ayudar a la comunidad eclesial, poniendo al servicio los dones suscitados en ellos por el Espíritu Santo, pretenden ejercer con el tiempo supremacías y funciones de control en las comunidades a las que deberían servir. Esta postura suele ir acompañada por la presunción de ejercitar el papel de “depositarios” dispensadores de certificados de legitimidad hacia los demás. De hecho, en estos casos, se comportan como si la Iglesia fuera un producto de nuestros análisis, de nuestros programas, acuerdos y decisiones.
  • Elitismo. Entre aquellos que forman parte de organismos o entidades estructuradas de la Iglesia, gana terreno, en diversas ocasiones, un sentimiento elitista, la idea no declarada de pertenecer a una aristocracia, a una clase superior de especialistas que busca ampliar sus propios espacios en complicidad o competencia con otras élites eclesiásticas, y que adiestra a sus miembros con los sistemas y las lógicas mundanas de la militancia o de la competencia técnico-profesional, con el propósito principal de promover siempre sus propias prerrogativas oligárquicas.
  • Aislamiento del pueblo. La tentación elitista en algunas realidades vinculadas a la Iglesia va a veces acompañada por un sentimiento de superioridad y de intolerancia hacia la multitud de los bautizados, hacia el Pueblo de Dios que quizás asiste a las parroquias y a los santuarios, pero que no está compuesto de “activistas” comprometidos en organizaciones católicas. En estos casos, también se mira al Pueblo de Dios como a una masa inerte, que tiene siempre necesidad de ser reanimada y movilizada por medio de una “toma de conciencia” que hay que estimular a través de razonamientos, llamadas de atención, enseñanzas. Se actúa como si la certeza de la fe fuera consecuencia de palabras persuasivas o de métodos de adiestramiento.
  • Abstracción. Los organismos y las realidades vinculadas a la Iglesia, cuando son autorreferenciales, pierden el contacto con la realidad y se enferman de abstracción. Se multiplican encuentros inútiles de planificación estratégica, para producir proyectos y directrices que sólo sirven como instrumentos de autopromoción de quien los inventa. Se toman los problemas y se seccionan en laboratorios intelectuales donde todo se manipula y se barniza según las claves ideológicas de preferencia; donde todo, se puede convertir en simulacro fuera de su contexto real, incluso las referencias a la fe y las menciones a Jesús y al Espíritu Santo.
  • Funcionalismo. Las organizaciones autorreferenciales y elitistas, incluso en la Iglesia, frecuentemente acaban dirigiendo todo hacia la imitación de los modelos de eficiencia mundanos, como aquellos impuestos por la exacerbada competencia económica y social. La opción por el funcionalismo garantiza la ilusión de “solucionar los problemas” con equilibrio, de tener las cosas bajo control, de acrecentar la propia relevancia, de mejorar la administración ordinaria de lo que se tiene. Pero, como ya os dije en el encuentro que tuvimos en 2016, una Iglesia que tiene miedo a confiarse a la gracia de Cristo y que apuesta por la eficacidad del sistema está ya muerta, aun cuando las estructuras y los programas en favor de clérigos y laicos “auto-afanados” durase todavía siglos.

 

Consejos para el camino

Mirando al presente y al futuro, y buscando también dentro del itinerario de las OMP los recursos para superar las insidias del camino y seguir adelante, me permito daros algunas sugerencias, para ayudaros en vuestro discernimiento. Puesto que habéis iniciado también un proceso de reconsideración de las OMP que queréis que esté inspirado por las indicaciones del Papa, ofrezco a vuestra consideración criterios y sugerencias generales, sin entrar en detalles, porque los contextos diferentes pueden requerir de igual modo adaptaciones y variaciones.

  1. En la medida en que podáis, y sin hacer demasiadas conjeturas, custodiad o redescubrid la inserción de las OMP en el seno del Pueblo de Dios, su inmanencia respecto a la trama de la vida real en que nacieron. Sería buena una “inmersión” más intensa en la vida real de las personas, tal como es. A todos nos hace bien salir de la cerrazón de las propias problemáticas internas cuando se sigue a Jesús. Conviene adentrarse en las circunstancias y en las condiciones concretas, cuidando o procurando también restituir la capilaridad de la acción y de los contactos de las OMP en su entrelazamiento con la red eclesial —diócesis, parroquias, comunidades, grupos—. Si se da preferencia a la propia inmanencia al Pueblo de Dios, con sus luces y sus dificultades, se puede huir mejor de la insidia de la abstracción. Es necesario dar respuesta a las preguntas y a las exigencias reales, más que formular o multiplicar propuestas. Quizás, desde el cuerpo a cuerpo con la vida ordinaria, y no desde cenáculos cerrados o a partir de análisis teóricos sobre las propias dinámicas internas, podrán surgir además intuiciones útiles para cambiar y mejorar los propios procedimientos operativos, adaptándolos a los diversos contextos y a las diversas circunstancias.
  2. Mi sugerencia es encontrar el modo en el que la estructura esencial de las OMP siga unida a las prácticas de la oración y de la colecta de recursos para las misiones, algo valioso y apreciado, debido a su elementalidad y concreción. Esto manifiesta la afinidad de las OMP con la fe del Pueblo de Dios. Aun con toda la flexibilidad y demás adaptaciones que se requieran, conviene que este modelo elemental de las OMP no se olvide ni se altere. Orar al Señor para que Él abra los corazones al Evangelio y suplicar a todos para que sostengan también en lo concreto la obra misionera. En esto hay una sencillez y una concreción que todos pueden percibir con gozo en el tiempo presente, en el cual, incluso en la circunstancia del flagelo de la pandemia, se nota por todas partes el deseo de estar y de quedarse cerca de todo aquello que es, simplemente, Iglesia. Buscad también nuevos caminos, nuevas formas para vuestro servicio; pero, al hacerlo, no es necesario complicar lo que es simple.
  3. Las OMP son —y así deben experimentarse— un instrumento de servicio a la misión de las Iglesias particulares, en el horizonte de la misión de la Iglesia, que abarca siempre todo el mundo. En esto consiste su contribución siempre preciosa al anuncio del Evangelio. Todos estamos llamados a custodiar por amor y gratitud, también con nuestras obras, los brotes de vida teologal que el Espíritu de Cristo hace germinar y crecer donde Él quiere, incluso en los desiertos. Por favor, en la oración, pedid primero que el Señor nos disponga a discernir las señales de su obrar, para después indicárselas a todo el mundo. Sólo esto puede ser útil: pedir que, para nosotros, en lo íntimo de nuestro corazón, la invocación al Espíritu Santo no se reduzca a un postulado estéril y redundante de nuestras reuniones y de nuestras homilías. Sin embargo, no es útil hacer conjeturas y teorías sobre grandes estrategias o “directivas centrales” de la misión a las que delegar, como a presuntos y fatuos “depositarios” de la dimensión misionera de la Iglesia, la tarea de volver a despertar el espíritu misionero o de dar licencias misioneras a los demás. Si, en alguna situación, el fervor de la misión disminuye, es signo de que está menguando la fe. Y, en tales casos, la pretensión de reanimar la llama que se apaga con estrategias y discursos acaba por debilitarla aún más y hace avanzar sólo el desierto.
  4. El servicio llevado a cabo por las OMP, por su naturaleza, pone a los agentes en contacto coninnumerables realidades, situaciones y acontecimientos que forman parte del gran flujo de la vida de la Iglesia en todos los continentes. En este flujo podemos encontrarnos con muchas lentitudes y esclerosis que acompañan a la vida eclesial, pero también con los dones gratuitos de curación y consolación que el Espíritu Santo esparce en la vida cotidiana de lo que podría llamarse la “clase media de la santidad”. Y vosotros podéis alegraros y exultar saboreando los encuentros que puedan surgir gracias al trabajo de las OMP, dejándoos sorprender por ellos. Pienso en las historias que he escuchado de muchos milagros que ocurren entre los niños, que quizás se encuentran con Jesús a través de las iniciativas propuestas por la Infancia misionera. Por eso, vuestra acción no se puede “esterilizar” en una dimensión exclusivamente burocrática-profesional. No pueden existir burócratas o funcionarios de la misión. Y vuestra gratitud puede hacerse a la vez don y testimonio para todos. Podéis indicar para el consuelo de todos —con los medios que tenéis, sin artificiosidad—, las vicisitudes de personas y comunidades que vosotros podéis encontrar con mayor facilidad que otros; personas y comunidades en las que brilla gratuitamente el milagro de la fe, de la esperanza y de la caridad.
  5. La gratitud ante los prodigios que realiza el Señor entre sus predilectos, los pobres y los pequeños a los que Él revela lo que es escondido a los sabios (cf. Mt 11,25-26), también os puede ayudar a sustraeros de las insidias de los replegamientos autorreferenciales y a salir de vosotros mismos en el seguimiento a Jesús. La idea de una acción misionera autorreferencial, que se pasa el tiempo contemplándose e incensándose por sus propias iniciativas, sería en sí misma un absurdo. No dediquéis demasiado tiempo y recursos a “miraros” y a redactar planes centrados en los propios mecanismos internos, en la funcionalidad y en las competencias del propio sistema. Mirad hacia fuera, no os miréis al espejo. Romped todos los espejos de vuestra casa. Los criterios a seguir, también en la realización de los programas, tienen que mirar a aligerar, a hacer más flexibles las estructuras y los procesos, más que a cargar con adicionales elementos estructurales la red de las OMP. Por ejemplo, que cada director nacional, durante su mandato, se comprometa a individuar algún potencial sucesor, teniendo como único criterio el de indicar no a personas de su círculo de amigos o compañeros de “cordada” eclesiástica, sino a personas que le parezca que tienen más fervor misionero que él.
  6. Con referencia a la colecta de recursos para ayudar a la misión, ya en ocasión de otros encuentros pasados, llamé la atención sobre el riesgo de transformar las OMP en una ONG dedicada sólo a la recaudación y a la asignación de fondos. Esto depende del ánimo con que se hacen las cosas, más que de lo que se hace. En cuanto a la recaudación de fondos puede ser ciertamente aconsejable, y aún más oportuno, utilizar con creatividad incluso metodologías actualizadas de búsqueda de financiaciones por parte de potenciales y beneméritos patrocinadores. Pero, si en algunas zonas disminuye la recaudación de donativos —también por el debilitamiento de la memoria cristiana—, en esos casos, podemos estar tentados de resolver nosotros el problema “cubriendo” la realidad y poniendo todo el esfuerzo en un sistema de colecta más eficaz, que busque grandes donantes. Sin embargo, el sufrimiento por la pérdida de la fe y por la disminución de los recursos no hay que eliminarlo, sino hay que ponerlo en las manos del Señor. Y, de todas formas, es bueno que la petición de donativos para las misiones siga dirigiéndose prioritariamente a toda la multitud de los bautizados, buscando también una forma nueva para la colecta en favor de las misiones que se realiza en las Iglesias de todos los países en octubre, con ocasión de la Jornada Mundial de las Misiones. La Iglesia continúa, desde siempre, yendo hacia adelante también gracias al óbolo de la viuda, a la contribución de todala multitud de personas que se sienten sanadas y consoladas por Jesús y que, por ello, por su inmensa gratitud, donan lo que tienen.
  7. Con respecto al uso de las donaciones recibidas, discernid siempre con un apropiado sensus Ecclesiae la distribución de los fondos, para sostener las estructuras y los proyectos que, de distintos modos, realizan la misión apostólica y el anuncio del Evangelio en las distintas partes del mundo. Tened siempre en cuenta las verdaderas necesidades primarias de las comunidades y, al mismo tiempo, evitad formas de asistencialismo que, en vez de ofrecer instrumentos al fervor misionero, acaban por entibiar los corazones y alimentar también dentro de la Iglesia fenómenos de clientela parasitaria. Con vuestra contribución, buscad dar respuestas concretas a exigencias objetivas, sin dilapidar los recursos en iniciativas con connotaciones abstractas, replegadas sobre sí mismas o fabricadas por el narcisismo clerical de alguien. No cedáis al complejo de inferioridad ni a las tentaciones de imitar a aquellas organizaciones tan funcionales que recogen fondos para causas justas y luego destinan un buen porcentaje de ellos para financiar su estructura y promocionar su propia identidad. También esto se convierte a veces en un modo para cuidar los propios intereses, aunque hagan ver que trabajan en favor de los pobres y necesitados.
  8. Por lo que respecta a los pobres, no os olvidéis de ellos tampoco vosotros. Esta fue la recomendación que, en el Concilio de Jerusalén, los apóstoles Pedro, Juan y Santiago dieron a Pablo, Bernabé y Tito, que discutían sobre su misión entre los incircuncisos: “Sólo nos pidieron que nos acordáramos de los pobres” (Ga2,10). Después de aquella recomendación, Pablo organizó las colectas en favor de los hermanos de la Iglesia de Jerusalén (cf. 1 Co 16,1). La predilección por los pobres y los pequeños es parte de la misión de anunciar el Evangelio, que está desde el principio. Las obras de caridad espirituales y corporales hacia ellos manifiestan una “preferencia divina” que interpela la vida de fe de todo cristiano, llamado a tener los mismos sentimientos de Jesús (cf. Flp 2,5).
  9. Las OMP, con su red difundida por todo el mundo, reflejan la rica variedad del “pueblo con muchos rostros” reunido por la gracia de Cristo, con su fervor misionero. Fervor que no es igual de intenso ni vivaz en todo tiempo y lugar. Y, además, la misma urgencia compartida de confesar a Cristo muerto y resucitado, se manifiesta con tonos diversos, según los diversos contextos. La revelación del Evangelio no se identifica con ninguna cultura y, en el encuentro con nuevas culturas que no han acogido la predicación cristiana, no es necesario imponer una forma determinada cultural junto con la propuesta evangélica. Hoy, también en el trabajo de las OMP, conviene no llevar cargas pesadas; conviene custodiar su perfil variado y su referencia común a los rasgos esenciales de la fe. También puede ofuscar la universalidad de la fe cristiana la pretensión de estandarizar la forma del anuncio, tal vez orientado todo hacia clichés o a eslóganes que están de moda en algunos círculos de ciertos países cultural o políticamente dominantes. A este respecto, también la relación especial que une a las OMP con el Papa y con la Iglesia de Roma representa un recurso y un apoyo a la libertad, que ayuda a todos a sustraerse de modas pasajeras, de servilismos a escuelas de pensamiento unilateral o a homogeneizaciones culturales con características neocolonialistas; fenómenos que, por desgracia, se dan también en contextos eclesiásticos.
  10. Las OMP no son en la Iglesia un ente independiente, suspendido en el vacío. Dentro de su especificidad, que conviene cultivar y renovar siempre, está el vínculo especial que las une al Obispo de la Iglesia de Roma, que preside en la caridad. Es hermoso y confortante reconocer que este vínculo se manifiesta en una labor llevada a cabo con la alegría, sin buscar aplausos o reclamar pretensiones; una obra que, justamente en su gratuidad, se entrelaza con el servicio del Papa, siervo de los siervos de Dios. Os pido que el carácter distintivo de vuestra cercanía al Obispo de Roma sea precisamente este: compartir el amor a la Iglesia, reflejo del amor a Cristo, vivido y manifestado en el silencio, sin jactarse, sin delimitar el “terreno propio”; con un trabajo cotidiano que se inspire en la caridad y en su misterio de gratuidad; con una obra que sostenga a innumerables personas interiormente agradecidas, pero que quizás no saben a quién dar las gracias, porque desconocen hasta el nombre de las OMP. El misterio de la caridad en la Iglesia se lleva a cabo así. Sigamos caminando juntos hacia adelante, felices de avanzar en medio de las pruebas, gracias a los dones y a las consolaciones del Señor. Mientras tanto, reconocemos con alegría en cada paso, que todos somos siervos inútiles, empezando por mí.

 

Conclusión

Id con ardor: en el camino que os espera hay mucho que hacer. Si hubiera que experimentar cambios en los procedimientos, sería bueno que estos mirasen a aligerar y no a aumentar los pesos; que se dirigiesen a ganar flexibilidad operativa y no a producir nuevos sistemas rígidos y siempre amenazados de introversión; teniendo presente que una excesiva centralización, más que ayudar, puede complicar la dinámica misionera. Y también que una articulación a escala puramente nacional de las iniciativas pondría en peligro la fisionomía misma de la red de las OMP, además del intercambio de dones entre las Iglesias y comunidades locales, algo que se experimenta como fruto y signo tangible de la caridad entre hermanos, en comunión con el Obispo de Roma.

En cualquier caso, pedid siempre que toda consideración relativa a la organización operativa de las OMP esté iluminada por lo único necesario: un poco de amor verdadero a la Iglesia, como reflejo del amor a Cristo. Vuestra tarea se realiza al servicio del fervor apostólico, es decir, al impulso de vida teologal que sólo el Espíritu Santo puede operar en el Pueblo de Dios. Preocupaos de hacer bien vuestro trabajo, «como si todo dependiese de vosotros, sabiendo que, en realidad, todo depende de Dios» (S. Ignacio de Loyola). Como ya os dije en otro encuentro, tened la prontitud de María. Cuando fue a casa de Isabel, María no lo hizo como un gesto propio: fue como sierva del Señor Jesús, al que llevaba en su seno. No dijo nada de sí misma, sólo llevó al Hijo y alabó a Dios. Ella no era la protagonista. Fue como la sierva de aquel que es también el único protagonista de la misión. Pero no perdió el tiempo, fue de prisa, para asistir a su pariente. Ella nos enseña esta prontitud, la prisa de la fidelidad y de la adoración.

Que la Virgen os custodie a vosotros y a las Obras Misionales Pontificias, y que su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, os bendiga. Él, antes de subir al Cielo, nos prometió que estaría siempre con nosotros hasta el final de los tiempos.

Dado en Roma, en San Juan de Letrán, el 21 de mayo de 2020, Solemnidad de la Ascensión del Señor.

 

FRANCISCO

 

 

 

 

Laudato Si’: Año Aniversario Especial en tiempos de COVID-19

Hasta el 24 de mayo de 2021

mayo 21, 2020 12:33

Naturaleza y ambiente

(zenit – 21 mayo 2020)-. Para destacar la importancia de la Laudato Si en tiempos de COVID-19, el Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral ha establecido que desde el 21 de mayo de 2020 hasta el 24 de mayo de 2021 se celebre un año especial de aniversario de la Laudato Si’.

El año de aniversario comenzó con la Semana Laudato Si’ 2020, a partir del 16 de mayo de 2020, y proseguirá con varias iniciativas conjuntas realizadas con un claro énfasis en una “conversión ecológica en acción”.

 

“Jubileo” para la Tierra

Todo el mundo está invitado a participar en la celebración de este aniversario: “Durante este año y el decenio sucesivo dispongámonos a vivir juntos una experiencia de verdadero Kairos que se traducirá en un tiempo de ‘Jubileo’ para la Tierra, para la humanidad y para todas las criaturas de Dios”, señala el citado dicasterio en un comunicado.

La nota señala que la urgencia de la situación de pandemia actual “requiere respuestas inmediatas, holísticas y unificadas en todos los niveles: local, regional, nacional e internacional”.

Centrándose especialmente en las comunidades de base, el organismo vaticano apunta a un “movimiento popular” y a una alianza de todas las personas de buena voluntad: “Como el Papa Francisco nos recuerda, ‘todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades’ (LS, 14)”.

 

Laudato Si’ y coronavirus

Para subrayar la pertinencia de este Año Aniversario Especial de la Laudato Si‘, el comunicado explica que el hecho de que el quinto aniversario de la Encíclica coincida con otro momento crítico, el de una pandemia mundial, provoca que el mensaje profético de la Laudato Si’ sea aún más significativo.

“La Encíclica constituye una guía moral y espiritual para la creación del nuevo paradigma de un mundo más solidario, fraterno, pacífico y sostenible. Esta crisis es una oportunidad única para transformar la destrucción que nos rodea en una nueva forma de vivir: unidos en el amor, la compasión y la solidaridad, y en una relación más armoniosa con la naturaleza, nuestra casa común”.

La COVID-19, continúa, ha confirmado claramente “lo profundamente conectados e interdependientes que estamos todos” y para comenzar a pensar en el mundo que vendrá después del virus es necesario un enfoque integral “dado que todo está íntimamente relacionado, y los problemas actuales requieren una mirada que tenga en cuenta todos los factores de la crisis mundial”, describe la propia Encíclica.

 

 

 

 

Athletica Vaticana: Subasta benéfica contra el coronavirus

Presentada al Papa Francisco

mayo 21, 2020 14:08

Deporte y tiempo libre
Vaticano

(zenit – 21 mayo 2020)-. Athletica Vaticana, primera y única asociación deportiva constituida en el Vaticano, junto con el grupo deportivo Fiamme Gialle della Guardia di Finanza, el Cortile dei Gentili y el Fidal-Lazio, ha organizado “We Run Together – Supporting our Team”, una subasta benéfica destinada a la batalla contra el coronavirus.

La subasta, activa a partir del lunes 8 de junio en la plataforma online de charitystars.com, permitirá a todos los aficionados ganar numerosos artículos y sugerentes experiencias deportivas, gracias a la generosa participación de campeones multimedallistas – atletas actuales como Tania Cagnotto, Arianna Fontana, Sofia Goggia, Gianmarco Tamberi, Filippo Tortu, Dorothea Wierer; atletas del pasado como Kristian Ghedina y Antonio Rossi y muchos otros.

La totalidad de los ingresos se destinará a las enfermeras y trabajadores sanitarios del Hospital Papa Juan XXIII de Bérgamo y la Fondazione Poliambulanza de Brescia, centros hospitalarios que se han distinguido en la gestión de la pandemia de COVID-19, informan los organizadores a través de una nota.

 

Audiencia con el Papa Francisco

La iniciativa, que pretende transmitir en el mensaje de que correr juntos significa apoyarse mutuamente, recibió el apoyo y la bendición del Papa Francisco, quien ayer, miércoles 20 de mayo, recibió en audiencia a una delegación de los organizadores.

En el encuentro, presentaron el proyecto al Santo Padre una jovencísima atleta del Athletica Vaticana con una enfermedad neurodegenerativa, Giulia Staffieri, una atleta de las Olimpiadas Especiales con un trastorno psiquiátrico, Charles Ampofo, un atleta migrante de Ghana y Bárbara, una reclusa de la prisión de Rebibbia y capitana del equipo de fútbol del centro.

 

Seguir “corriendo con el corazón”

En presencia del cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, y de los promotores de la iniciativa, el Papa Francisco lanzó un mensaje de esperanza y solidaridad a todos los aficionados al deporte, animándoles a participar en la subasta.

La invitación del Santo Padre es a seguir “corriendo con el corazón”, en “una experiencia de unidad y solidaridad” para “apoyar a las enfermeras, a los enfermeros y al personal del hospital, verdaderos héroes que viven su profesión como una vocación”.

De hecho, entre los premios que se pueden otorgar en esta subasta de caridad, también habrá un regalo particularmente por parte del Papa Francisco.

 

Respuesta a la pandemia

La subasta benéfica “We Run Together – Supporting our Team” es el resultado de una colaboración nacida ya en los últimos meses entre Athletica Vaticana, Fiamme Gialle, Cortile dei Gentili y Fidal-Lazio. De hecho, todod ellos deberían haber promovido y organizado el encuentro internacional de Athletica “We Run Together – Simul currebant”, inicialmente previsto para el 20 y 21 de mayo de 2020 en Castelporziano (Roma).

En esa ocasión, los campeones olímpicos correrían con atletas paralímpicos, deportistas con discapacidades mentales, refugiados, migrantes y presos, con el fin de celebrar, mediante el deporte, el encuentro, el intercambio, la inclusión y el diálogo.

Dado que el evento inicial tuvo que ser suspendido ante la pandemia, esta subasta benéfica pretende ser una respuesta concreta a un momento de dificultad, aislamiento y miedo, en la convicción de que -como recordó el Cardenal Ravasi durante la audiencia con el Papa Francisco, citando una frase de Jesús “hay más alegría en dar que en recibir”(Hechos 20:35).

 

Organizadores

Athletica Vaticana es la primera y única asociación deportiva constituida en el Vaticano. Confiada a la Secretaría de Estado al Consejo Pontificio de Cultura, está compuesta por ciudadanos y empleados del Vaticano. El equipo organiza iniciativas solidarias y propuestas espirituales como la “Misa del Maratonista” antes de algunos grandes eventos internacionales, y promueve la difusión de la “Oración del Maratonista” y a través del deporte, relanza un testimonio cristiano en las calles y en las pistas.

Fiamme Gialle es uno de los clubes deportivos más prestigiosos del mundo, activo hoy en día en dieciséis disciplinas deportivas. Junto con su preparación y especialización del más alto nivel, han privilegiado la estrecha colaboración con las principales Instituciones Deportivas en la organización de grandes eventos deportivos. Conscientes de su función de utilidad pública, promueven la atención e iniciación al deporte de miles de jóvenes en las Secciones Juveniles, y una especial atención a los temas sociales, como lo demuestran las numerosas iniciativas de solidaridad puestas en marcha.

El Cortile dei Gentili es una estructura del Consejo Pontificio de la Cultura, establecida por el cardenal Gianfranco Ravasi para promover el diálogo entre creyentes y no creyentes. Con eventos, reuniones, debates, investigaciones y oportunidades para compartir, el Cortile dei Gentili constituye un lugar de encuentro para personalidades prominentes de las culturas seculares y católicas, sobre temas y desafíos que afectan a la sociedad contemporánea, tales como la ética, la legalidad, la ciencia, la fe, el deporte, el arte, la juventud y las nuevas tecnologías.

El Comité Regional Fidal Lazio es el órgano territorial de la Federación Italiana de Atletismo y supervisa todas las actividades institucionales en las 5 provincias de la Región, a través de la gestión de la actividad competitiva de unos 22.000 atletas y la promoción de la disciplina entre los ciudadanos de todas las regiones.

 

 

 

 

España: Jornada por los afectados de COVID-19 en las diócesis

El 25 o el 26 de julio

mayo 21, 2020 14:51

Conferencias Episcopales

(zenit – 21 mayo 2020)-. La Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha propuesto a todas las diócesis de España, la celebración de una Jornada por los afectados de la pandemia, que tendrá lugar el día 26 de julio, informa la propia CEE.

El 26 de julio es la fiesta de san Joaquín y santa Ana y el día 25, solemnidad de Santiago apóstol, patrón de España.

Esta jornada incluirá la celebración de la Eucaristía, ofreciéndola por el eterno descanso de todos los difuntos y el consuelo y esperanza de sus familiares. Del mismo modo, está previsto dar gracias por todo el trabajo y el sacrificio realizado por tantas personas durante el tiempo de la pandemia y rezar de una manera especial por los mayores y las residencias de ancianos.

Además, la celebración desea pedir la luz, comunión y entrega fraterna ante la crisis social y económica provocada por la pandemia y el confinamiento.

 

Eucaristía por los difuntos de la pandemia

Por otro lado, expone la nota, la Comisión permanente celebrará la Eucaristía por los difuntos de la pandemia, si las circunstancias sanitarias lo permiten, en la catedral de la Almudena, coincidiendo con su reunión prevista para los días 6 y 7 de julio en Madrid.

Cada obispo diocesano verá la conveniencia de celebrar la Misa por los difuntos de la pandemia en sus diócesis en la fecha que considere oportuna. Algunas diócesis han previsto para las próximas semanas la celebración de exequias por los sacerdotes fallecidos en este tiempo.

Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad de España, en el país existen 232.555 casos detectados y la cifra de fallecidos asciende a 27.888.

 

 

 

 

Editorial de Andrea Tornielli sobre el mensaje del Papa a las Obras Misionales Pontificias

“Un texto fuerte, concreto en sus indicaciones”

mayo 21, 2020 14:07

Análisis

(zenit – 21 mayo 2020).- El mensaje del Papa Francisco a las Obras Misionales Pontificias (OMP) “es un texto fuerte, concreto en sus indicaciones”, señala Andrea Tornielli, director editorial del Dicasterio de Comunicación del Vaticano, en su editorial publicado en Vatican News, esta mañana, 21 de mayo de 2020.

El periodista italiano aclara que el documento “indica la única fuente real de la acción misionera de la Iglesia y al mismo tiempo quiere evitar, llamándolas por su nombre, algunas patologías que corren el riesgo de distorsionar el misión en sí”.

Ofrecemos a continuación el artículo completo de Andrea Tornielli sobre el mensaje del Papa a las OMP.

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El mensaje del Papa Francisco a las Obras Misionales Pontificias es un texto fuerte, concreto en sus indicaciones, que indica la única fuente real de la acción misionera de la Iglesia y al mismo tiempo quiere evitar, llamándolas por su nombre, algunas patologías que corren el riesgo de distorsionar el misión en sí.

La misión, explica Francisco, no es el resultado de la aplicación de “sistemas y lógicas mundanas de militancia o competencia técnico-profesional”, sino que nace de la “alegría desbordante” que “nos dona el Señor” y que es fruto del Espíritu Santo. Es una gracia, esta alegría que nadie puede darse solo. Ser misioneros significa reverberar el gran regalo inmerecido que se ha recibido, es decir, reflejar la luz de Otro, como lo hace la luna con el sol.

“Los testigos”, escribe el Papa, “en cada situación humana, son aquellos que dan fe de lo que está haciendo otra persona. En este sentido y solo en este sentido podemos ser testigos de Cristo y de su Espíritu”. Es ese mysterium lunae querido por los Padres de la Iglesia de los primeros siglos, que tenían bastante claro que la Iglesia vive instantáneamente de la gracia de Cristo. Al igual que la luna, la Iglesia tampoco brilla con su propia luz y cuando se mira demasiado a sí misma o confía en sus habilidades, termina siendo auto-referencial y ya no da luz a nadie.

El origen de este mensaje es el contenido de la exhortación Evangelii gaudium, el texto que ha trazado el camino del pontificado actual. Francisco recuerda que la proclamación del Evangelio y la confesión de la fe cristiana son otra cosa con respecto a cualquier proselitismo político, cultural, psicológico o religioso. La Iglesia crece en el mundo por atracción y “si sigues a Jesús feliz de sentirse atraído por él, otros lo notarán. Y pueden sorprenderse”.

Es evidente, del mensaje a las OMP, la intención del Papa de detener esa tendencia a considerar la misión como algo elitista, para ser abordada y dirigida a través de programas de escritorio mediante la aplicación de estrategias, que obtienen una “conciencia” a través del razonamiento, recordatorios, militancia, entrenamiento.

Es igualmente evidente por el texto pontificio publicado hoy, que el Obispo de Roma considera que esto es un riesgo presente y, por lo tanto, sus palabras tienen un valor que va mucho más allá de las Obras Misionales Pontificias, a las que se dirige. Para evitar la auto-referencialidad, la ansiedad de mando y la delegación de la actividad misionera a “una clase superior de especialistas” que consideran a las personas de los bautizados como una masa inerte para ser revivida y movilizada, Francisco recuerda algunas de las características distintivas de la misión cristiana: gratitud y gratuidad, humildad, proximidad a la vida de las personas allí donde están y como están, preferencia por los pequeños y por los pobres.

 

 

 

 

Schoenstatt lanza iniciativa social solidaria internacional por el coronavirus

Ofrecerle a María una corona

mayo 21, 2020 18:41

María y mariología

(zenit – 20 mayo 2020).- El Movimiento de Schoenstatt lanza una iniciativa solidaria por el coronavirus: ofrecerle a María una corona en sus casas como iglesias domésticas.

El Movimiento eclesial se reunió internacionalmente online el 15 de abril pasado, para ofrecerle a María una corona. Más de 150.000 usuarios únicos se conectaron por redes sociales desde sus casas, desde sus santuarios hogares, con el Santuario Original en Schoenstatt, Alemania, participando así de una Misa y de una emotiva ceremonia.

Todos ellos coronaron a María en sus casas como iglesias domésticas, luego de haber ofrecido especialmente sacrificios y oraciones por más de un mes, pidiéndole a la Virgen que se manifieste como Reina de la Salud Física y Espiritual, solicitándole que detenga la pandemia, y que acompañe a cada uno y a cada familia en el camino de santidad.

Como en las bodas de Caná, se trata de apelar al poder intercesor de María, quien le dice a Jesús: “No tienen vino”, y a la vez, a sus hijos: “Hagan lo que Él les diga”, motivando la apertura total a la voluntad de Dios.

 

Descubrir a Cristo en los pobres

Una experiencia espiritual debe tener indefectiblemente una consecuencia de solidaridad en la vida práctica. El Papa Francisco lo expresa en sintonía con san Juan Pablo II, en Gaudete et Exsultate (#96): “Decía san Juan Pablo II que ‘si verdaderamente hemos partido de la contemplación de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que él mismo ha querido identificarse’.

El texto de Mateo 25,35-36 ‘no es una simple invitación a la caridad: es una página de cristología, que ilumina el misterio de Cristo’. En este llamado a reconocerlo en los pobres y sufrientes se revela el mismo corazón de Cristo, sus sentimientos y opciones más profundas, con las cuales todo santo intenta configurarse”, concluye el Papa.

El texto en cuestión es: “Porque tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber. Fui forastero y me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver”.

 

Las tres gracias del Santuario

Hay más de 200 santuarios de Schoenstatt en todo el mundo, todos similares al Original en Schoenstatt. Desde allí María regala sus gracias, especialmente la de cobijamiento, el sentirse amado por ella y por Dios; la gracia de la transformación interior, por la cual María educa y renueva el corazón; y la gracia del envío apostólico. Quien tiene un tesoro, quiere compartirlo con los hermanos. Así, desde los santuarios de Schoenstatt surgen proyectos sociales de asistencia a los más necesitados, y de educación integral.

 

Coronar a Jesús en el hermano

En este tiempo de pandemia, esos programas, centros de asistencia, casas de niños, en zonas de escasos recursos, son esenciales para el sostenimiento de las comunidades barriales y para quienes dependen de estos proyectos. Por eso, Schoenstatt ha lanzado una iniciativa internacional que consiste en invitar a todos a que ofrezcan un don para asistir a los más necesitados, lo que significa coronar a Jesús y María en el hermano que sufre, bajar la coronación espiritual al cuerpo sufriente, herido, hambriento, rechazado, maltratado de Jesús, en el pobre.

 

El tema social: esencia del cristiano

La caridad es absolutamente esencial para la renovación del mundo y para el servicio a los más vulnerables. Se quiere motivar ese amor por el hermano que más sufre, a través de esta iniciativa de aportes. Hay muchos que se encuentran en el frente, atendiendo a personas carenciadas y la idea es sostenerlos y motivar la conciencia de que la asistencia al más necesitado depende de todos.

Pero la mirada de la Iglesia va mucho más allá. Con cada trozo de pan que se ofrece, cada paquete de harina, cada manta, cada sonrisa, cada visita, cada escucha, debemos ser conscientes de que estamos construyendo el nuevo orden social, que hace a la esencia del cristiano, como nos enseña Jesús, como nos lo transmite la doctrina social de la Iglesia y como nos interpela el Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium.

 

Un nuevo orden social como meta

Cuando el padre Kentenich, al fundar Schoenstatt, en 1914, hablaba del hombre nuevo, una persona libre, recia y apostólica, tenía muy clara la importancia del crecimiento espiritual. Pero a la vez, veía a esa nueva persona comprometida seriamente en la construcción de un nuevo orden social, basado en valores cristianos de la dignidad de la persona, la cual ilumina y libera todas las realidades humanas del individuo, en una armoniosa relación con la comunidad.

Está claro que tal pretensión suena utópica, pero no por ello deja de ser la meta por la cual todo cristiano está llamado a luchar, desde los hechos más simples o de mayor responsabilidad, pero siempre teniendo claro en la mente y el corazón el alto ideal que motiva.

 

Un carisma para la Iglesia

El padre José Kentenich (1885-1968) vivió en una época en que la Iglesia acentuaba desproporcionadamente las obligaciones religiosas y no era común ver que su cumplimiento tuviera consecuencias coherentes relativas al testimonio de vida y el compromiso solidario. Así, el sacerdote fue descubriendo que el carisma de Schoenstatt era un don del Espíritu Santo para ofrecer a la Iglesia. También fue reconociendo esto la Iglesia en Alemania. Un tercio del clero alemán asistió a sus retiros en Schoenstatt.

 

¿De qué sirve hablar tanto?

De entre los temas que trataba en retiros y jornadas, sobresalían los espirituales, pedagógicos y sociales. Estos dieron una impronta esencial a la forjación de personas comprometidas con la realidad del mundo. Así, remarcaba el padre Kentenich en 1930 en la Jornada Pedagógica sobre el Problema Industrial, “si no hacemos un esfuerzo en gran escala para resolver la cuestión social, si no descendemos para ayudar a los pobres y conseguir amor y justicia para ellos, nunca llegaremos a ser una Iglesia que esté junto al pueblo. Debe quedar claro que como católicos no solo hemos recibido un don, sino también una ardua tarea”.

Y más tarde exhortaba a bajar la conquista espiritual, a la vida real en el mundo: “¡Hay que salvar el orden social! ¿De qué sirve hablar tanto? ¡Tienen que venir hechos concretos! ¿De qué sirve pensar tanto? ¡Nosotros actuamos!”.

 

Iniciativa solidaria: Argentina y Bolivia

La iniciativa social que organiza Schoenstatt en tiempos de esta pandemia incluye el aporte a diversas entidades en distintos países. En Argentina, por ejemplo, las donaciones pueden beneficiar tanto a la Casa del Niño Padre José Kentenich, que asiste diariamente a 300 niños, como al Centro de Desarrollo Humano La Nazarena. Ambos proyectos se encuentran en un barrio humilde de Florencio Varela, en el Gran Buenos Aires, y ofrecen comida, actividades recreativas, integración familiar, consultas médicas, proyección laboral, entre otros servicios.

En Bolivia el proyecto se llama Arco Iris. Su fundador es el alemán, padre José Neuenhofer. Arco Iris atiende a unos 6.300 niños y niñas, jóvenes y madres solteras, abandonadas en las ciudades de La Paz y El Alto. Tiene ocho hogares funcionando y un hospital, que atiende gratuitamente a los pacientes. Dice Neuenhofer que estos niños y jóvenes “nunca le han dicho ‘papá’ o ‘mamá’ a alguien, y son considerados desechables”. Todos ellos encuentran en Arco Iris un hogar, un refugio donde son amados y donde se les ofrece la oportunidad de ser personas dignas.

 

Chile y Burundi

En Chile, el padre de Schoenstatt Hernán Alessandri fundó en 1986 María Ayuda, que trabaja “para y por los niños, niñas y adolescentes vulnerados en su dignidad y derechos, para darles un buen presente y asegurarles un mejor futuro”, según reza su misión. Atiende a 500 niños, niñas y adolescentes en 17 programas, en 13 ciudades de Chile.

En 2007 la obra social se fundó en Burundi, África, donde Schoenstatt se arraigó en muchas escuelas de todo el país, llevando una perspectiva cristiana de valores espirituales y sociales. Este espíritu mueve a María Ayuda en Burundi, al servicio de los más necesitados.

En Chile también participa de esta iniciativa la Fundación Arde. En este tiempo de pandemia brinda ayuda en tutorías online para los niños, en recaudación de cajas de alimentos, computadores e internet para familias que no tienen. De esta forma pueden aprender desde la casa.

 

Brasil

En Brasil se puede contribuir con dos entidades. Una de ellas es el Centro de Referencia Familiar Recanto do Sol, CEFASOL, que acompaña a las familias de bajos ingresos, que no tienen trabajo o que han perdido sus fuentes de ingresos, distribuyendo alimentos y materiales de higiene, así como ofreciendo acompañamiento espiritual.

A su vez, en Río de Janeiro, las Hermanas de María, desde CEFAF, Centro de Formación y asistencia a Familias, asisten a 200 familias que viven en comunidades necesitadas de la región, cubriendo las necesidades biopsíquicas, sociales y espirituales, entregando alimentos, medicinas y ropa en cuatro comunidades.

 

Ecuador

En Ecuador hay dos proyectos que participan de la iniciativa. Uno de ellos es la Fundación de Niños María. Esta institución atiende a 300 niños que tienen la oportunidad de salir de los ciclos de extrema pobreza.

Su misión es rescatar a los niños en riesgo y presentarlos a la sociedad como jóvenes líderes y transformadores de su entorno social a través de una educación de calidad. El otro proyecto es “Compartir”, que está dedicado al servicio social para los grupos vulnerables de la ciudad de Guayaquil. Su misión esta orientada al desarrollo de acciones de ayuda integral a las comunidades mas necesitadas.

 

India

En India son dos los proyectos a los que se puede apoyar. Desde Jeevalaya Social Service Centre se asiste a las familias necesitadas con kits de alimentos, dado que muchos han perdido el trabajo por la crisis del coronavirus. En Sunrise Children’s Village, centro de desarrollo infantil, se atiende a huérfanos y a niños marginados. Se ofrece también asistencia a sus familias. Los padres de Schoenstatt llegan a las familias pobres, que no tienen medios de vida y les proporcionan kits de comida y provisiones.

 

Paraguay

En Paraguay participa de la iniciativa la Fundación Dequení, dedicada a generar acciones de promoción y protección de los derechos del niño, especialmente contra todo tipo de violencia y discriminación. Trabaja en el campo de la educación y articula esfuerzos para impulsar acciones que colaboren con la subsistencia de la vida de los niños, con provisión de kits de alimentos y artículos de higiene, y con ollas populares en comunidades de extrema pobreza.

También en Paraguay participa la Casa Madre Tuparendá, junto al Santuario Nacional de Schoenstatt. Se trata de un programa de inclusión sociolaboral y desarrollo personal destinado a jóvenes varones que, habiendo estado en conflicto con la ley y recluidos en un penal, han obtenido su libertad, ya sea definitiva o condicional. Tiene como centro la preparación, formación y capacitación en talleres y cursos a fin de insertarlos en el mundo laboral formal.

Allí reciben formación para el mundo del trabajo, capacitaciones en distintos oficios, terapia ocupacional en talleres productivos, atención psicológica, mediación familiar y orientación jurídica, pero por sobre todo, estos muchachos encuentran un hogar, donde reciben la motivación para salir del círculo vicioso de la miseria en que vivieron toda su vida.

 

Cómo participar de la iniciativa solidaria

Ingresando a esta página: schoenstatt-int.com, se puede acceder a los detalles de la iniciativa solidaria, donde figuran los datos de cada institución, a través de textos, fotos y videos motivadores. Todas estas instituciones brindan ayuda a personas que sufren especialmente la crisis del coronavirus. La mayoría de aquellos a quienes las organizaciones brindan sustento, se encuentran en extrema pobreza. Diversas personas han informado que su gente se encuentra en grave crisis, con hambre, enfermedad y carencias primarias de todo tipo.

 

Todos pueden dar algo

La idea de la iniciativa es que todos pueden dar algo. No es necesario que sea mucho.

Un kilo de harina para quien tiene hambre, una manta para quien tiene frío, 10 litros de gasolina para el transporte de quien está sirviendo, o lo que cada uno pueda, hará una gran diferencia en vidas concretas, en Cristos sufrientes.

 

24 de mayo: Concierto internacional

Como parte de este iniciativa, el domingo 24 de mayo tendrá lugar un concierto internacional con músicos de más de 30 países. Todos están invitados a participar desde las plataformas de Schoenstatt Internacional.

En el mismo se presentará el proyecto solidario en cuestión. El horario del concierto y más detalles se explican en este video: www.bit.ly/schconc.

A la vez, como compromiso de amor a María, y como parte de esta iniciativa, se ofrecen a la Virgen en el mes de mayo oraciones y sacrificios especiales como Flores de Mayo, una tradición en Schoenstatt, por ser en el hemisferio norte el tiempo en que los paisajes se visten de flores, las cuales pueden entregarse espiritualmente a María.

 

 

 

 

Nicaragua: Coronavirus, la diócesis de León entrega ayudas a personas vulnerables

Alimentos y equipos de protección

mayo 21, 2020 17:43

Conferencias Episcopales

(zenit – 21 mayo 2020)-. Frente a un panorama lleno de desesperanza por la falta de información real en medio de la pandemia de coronavirus, la diócesis de León, en Nicaragua, se muestra cercana y solidaria y entrega ayudas a personas vulnerables.

Monseñor René Sándigo, obispo de León, ha expresado que desea una “Iglesia cercana a los fieles, de puertas abiertas y en salida frente a las crisis que se vive en el país”. De este modo, la diócesis aporta paquetes alimenticios y equipos de protección que se reparten entre las familias necesitadas de 20 parroquias del occidente de Nicaragua.

Para el padre Daniel Ibarra, responsable de la zona central de esta diócesis, “el señor obispo, preocupado por la situación, ha querido compartir la cercanía de pastor y de la iglesia con los más necesitados” y “también nos anima y alienta a seguir adelante y hacerle frente con esperanza a la crisis que estamos viviendo”.

“Este gesto nos hace sentirnos cercanos al Dios providente, que no nos abandona, ni nos deja solos en nuestra historia”, recalcó el clérigo.

 

Iniciativas pastorales

La parroquia El Rosario comparte, con los jóvenes en riesgo social de la zona del basurero municipal de Chinandega, el almuerzo, un paquete de granos básicos y mascarillas de tela recubierta para reducir el riesgo de contagio de la COVID-19, contó el padre Douglas Guevara, quien presta su servicio en esta comunidad parroquial.

Otra iniciativa que muestra el quehacer pastoral es Cáritas Diocesana, que hace entrega de medicamentos y materiales de protección a diferentes centros asistenciales que llegan a diferentes zonas de esta diócesis en el país centroamericano.

 

Piden respetar derecho a la salud

Hasta la semana pasada, el Ministerio de Salud de Nicaragua acumulaba 25 casos confirmados de coronavirus. “Durante la presente semana, que comprende del 12 al 19 de mayo, hemos atendido y dado seguimiento responsable y cuidadoso a 254 nicaragüenses con COVID-19 confirmados o probables por clínicas”, dijo la ministra de Salud, Martha Reyes, al leer el informe.

La cifra oficial creció por primera vez en más de un dígito desde la confirmación del primer caso positivo, el 18 de marzo. Sin embargo, sigue muy por debajo del conteo independiente del Observatorio Ciudadano COVID-19, basado en denuncias de la población y valoraciones de especialistas independientes, que registra 1594 casos.

 

Garantizar el derecho a la salud

El Gobierno de Nicaragua ha sido criticado por sus actuaciones durante la pandemia, como establecer restricciones y aplicar medidas tímidas y tardías de prevención, así como promover actividades con aglomeraciones de personas, a las que asisten sandinistas, quienes luego son enviados a visitar casa por casa.

Tanto la oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) han pedido al presidente Ortega que garantice el derecho a la salud.

Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización de los Estados Americanos (OEA) han manifestado su preocupación por el caso de Nicaragua.

 

 

 

 

Perú: Emisora “La Voz de la Selva” informa a indígenas sobre la pandemia

Para prevenir y proceder con seguridad

mayo 21, 2020 18:36

Medicina y salud

(zenit – 21 mayo 2020)-. “La Voz de la Selva”, emisora de radio en Perú, informa a las poblaciones indígenas sobre prevención ante el coronavirus y denuncia el olvido por parte del Estado hacia la Amazonía en medio de la pandemia.

Más que comunicar las cifras de enfermos y fallecidos, el objetivo de la “La Voz de la Selva” ha sido desde el principio de la emergencia sanitaria el de proporcionar información para prevenir y proceder con seguridad en esta situación desconocida para el mundo actual.

 

Información sobre prevención y síntomas

“El porcentaje de información sobre la prevención, sobre cómo proceder, sobre los sistemas… eso es lo que no había. La gente empezaba a asustarse, a abarrotar los hospitales a infectarse y a generar mayor presión”, describe el director de la radio, Oraldo Reátegui, en una entrevista publicada en la página web del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP), fundado por obispos de la selva peruana como institución al servicio de las poblaciones marginadas de la Amazonía, especialmente de los pueblos indígenas.

Desde el medio radiofónico se ha intentado “darle más información a la gente respecto a los síntomas, y eso es difícil para quienes no somos profesionales en salud”. Por ejemplo, “intentamos explicar que no es lo mismo una opresión del pecho que puede darse por ansiedad, a una falta de oxígeno por agitación, es complicado decirlo por radio, pero había que decirlo, así como los diferentes tipos de tos, todo para poder hacer una suerte de autodiagnóstico”.

 

Situación en Iquitos

Igualmente, el director de la citada emisora habla sobre la situación en Iquitos, región de Loreto, una de las zonas más castigadas por la pandemia.

“Se ha dicho muchas veces que Iquitos está como está porque la gente es desobediente, casi afirmando que la única responsable de los niveles altísimos de contagio es la gente. Lo cual no es cierto o, al menos, no dice toda la verdad. La situación de la salud en Loreto responde a problemas estructurales de abandono de parte del Estado, en general, a toda esta región y la selva en general, a la que se atiende poco porque no se comprende absolutamente nada”, explica Reátegui.

En este sentido, considera que el hacer creer que todo se debe a la desobediencia “oculta muchos problemas estructurales” comunes a todo el país, pero de forma más acentuada en la selva, en especial en Madre de Dios, Ucayali y Loreto.

 

Exclusión en la selva amazónica

“Estas tres regiones son lugares donde se siente muchísimo la exclusión del Estado, con sistemas de atención hospitalaria pésimos y niveles de corrupción sorprendentes, que son la principal causa por la que esto se nos ha ido de las manos”, indica. Por ello, considera que lo que ha pasado en Loreto “no es culpa de los loretanos”, sino que se trata de un problema “estructural” que existe desde siempre.

El periodista peruano en la Amazonía cree que la situación se ha visto agravada tras el abandono del gobernador, pues en los momentos en que se debían implementar las medidas acordadas inicialmente, sobre todo cuando estaban enfrentando solamente dengue , “el gobernador bajo su escaso liderazgo casi hasta desaparecer”.

Los alcaldes, por su parte, “solo tuvieron un fugaz protagonismo con el dinero de las bolsas de víveres. No hay quién administre la ciudad en términos de mercados, por ejemplo y hasta la fecha aún no están los alcaldes”.

 

 

 

 

COVID-19: Sebastián Yatra en el Ciberencuentro Internacional de Jóvenes de Scholas

Más de 150 chicos

mayo 21, 2020 11:30

Educación y jóvenes

(zenit – 21 mayo 2020)-. Durante el Ciberencuentro de jóvenes de Scholas, ante el COVID-19 Sebastián Yatra se encontró a través de sus pantallas con más de 150 jóvenes de México, Colombia y Panamá, informa Scholas Occurrentes.

En el marco de los encuentros virtuales de jóvenes que la organización pontificia viene realizando con la bendición del Papa Francisco, el pasado 19 de mayo se contó la participación de Sebastián Yatra, embajador de la Fundación Scholas Occurrentes.

Los más de 150 chicos de diferentes ciudades del mundo se mostraron realmente emocionados de poder contar con la participación de Sebastián Yatra, al que tuvieron oportunidad de hacer algunas preguntas.

Catalina Posadas de Colombia, quiso preguntarle cómo estaba viviendo la pandemia, a lo que Yatra respondió: “Llevo dos meses y medio en los que he podido parar a reflexionar sobre lo malo y sobre lo bueno. Agradecer y valorar cada cosita que me ha dado la vida […] a veces uno no valora las cosas pequeñas y ahí es donde están realmente las alegrías más grandes”.

De igual forma, Tzvi Kisel de Ciudad de México, quiso pedirle consejo acerca de cómo llevar la cuarentena de una manera más leve. “Mantener la mente ocupada para no ahogarse en pensamientos negativos […] aprovechen lo que tienen en sus casas, a su familia, hablen con su familia, lean, escriban, aprovechen este tiempo para estudiar…” les respondía Yatra.

Antes de despedirse de los jóvenes, Sebastián Yatra reafirmó su compromiso con Scholas, animó a los jóvenes a seguir encontrándose, cantaron con la guitarra la canción “En guerra” que compuso para la Fundación y terminaron acompañándole con la música el resto de chicos participantes quienes le agradecieron enormemente su participación.

 

Scholas Occurrentes

Scholas Occurrentes es una organización Internacional de Derecho Pontificio presente en 190 países de los cinco continentes y que a través de su red integra a medio millón de escuelas y redes educativas.

Su misión es lograr la integración de todos los alumnos del mundo a través de propuestas tecnológicas, deportivas y artísticas que promueven la educación desde la cultura del encuentro.

 

 

 

 

Píldoras de esperanza: Señor, “¡Convertirás nuestra tristeza en alegría!”

Jueves, 21 de mayo de 2020

mayo 21, 2020 09:08

Espiritualidad y oración

 

Reflexión de los Evangelios diarios

Invocamos al Espíritu Santo

Espíritu Santo, Señor y dador de vida, ven y llena de alegría y paz mi corazón y da sabiduría a mi mente para poder entender la Palabra de Dios. Amén.

 

Evangelio según San Juan 16, 16-20

Jesús dijo a sus discípulos: “Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver”.

Entonces algunos de sus discípulos comentaban entre sí: “¿Qué significa esto que nos dice: ‘Dentro de poco ya no me verán, y poco después, me volverán a ver’? ¿Y qué significa: ‘Yo me voy al Padre’?”. Decían: “¿Qué es este poco de tiempo? No entendemos lo que quiere decir”.

Jesús se dio cuenta de que deseaban interrogarlo y les dijo: “Ustedes se preguntan entre sí qué significan mis palabras: ‘Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver’. Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo”.

Palabra del Señor

 

¿Qué dice el texto?

“Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo”.

 

¿Qué nos dice a nosotros hoy Dios en el texto?

Hoy más que nunca vivimos en un mundo de mucha incertidumbre. No sabemos con certeza qué es lo que tenemos en nuestra mano. Pues ahora lo tenemos y dentro de un rato ya no está. Nos parece que estamos como en esas crisis económicas donde algunas personas tenían un dinero guardado y de repente ese banco donde estaba el dinero quebró y se llevó nuestros ahorros. Seguro que hemos conocido historias parecidas. Nuestra actualidad es muy semejante a estas situaciones. Obviamente nadie se escapa de estar con ansias, nervios de punta, el genio nuestro va y viene. Cómo podríamos culparnos si en verdad así estamos.

El Evangelio de hoy, que en estas semanas desmenuzamos de la última cena para entenderlo cada vez mejor, encontramos una escena que bien podemos apropiarnos para nuestro tiempo. Es la incertidumbre de Jesús que habla con términos muy especiales y confusos para nosotros. Aunque finalmente el texto termina de forma tranquilizante: “Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo”.

Ayer mismo veíamos cómo nos gustaría estar casi mecanizados como robots y tener la vida y nuestro futuro resuelto, pero lo que Dios quiere para nosotros es que tengamos también la responsabilidad de ir madurando en nuestras actitudes.

Tal vez después de esta situación aprendamos a vivir de otra manera nuestra relación con el mundo y las cosas creadas y podamos valorar cosas que sí se pueden valorar, como la familia, los amigos, en crecimiento en las virtudes.

Hoy más que nunca, digámosle al Señor con toda fuerza desde nuestro corazón, y repetimos varias veces para convencernos a nosotros mismos:

¡Creemos en Ti, Señor, que convertirás nuestra tristeza en alegría!

Te invito a conocer más de nuestro trabajo diario sobre la Lectura Orante de la Biblia

 

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Youtube: 
Fundación Ramón Pané

 

 

 

 

Monseñor Enrique Díaz Díaz: La Ascensión del Señor

VII Domingo de Pascua

mayo 21, 2020 09:15

Espiritualidad y oración

Hechos de los Apóstoles 1, 1-11: “Serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos rincones de la tierra”.

Salmo 46: “Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya”.

 Efesios 1, 17-23: “Lo hizo sentar a su derecha en el cielo”.

 San Mateo 28, 16-20: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”.

 

 “¿Ahora sí vas a restablecer la soberanía?”

¡Qué contrastes! Cristo ha resucitado y se ha manifestado a sus apóstoles, los ha llenado de paz y de nuevas esperanzas, pero ahora que está a punto de partir aflora esa secreta ambición que todavía les corroe el corazón: “Señor, ¿ahora sí vas a restablecer la soberanía de Israel?” Los Apóstoles no habían entendido de qué se trataba realmente. Por eso preguntan por la restauración de Israel, soñando todavía con un triunfo temporal y político. Jesús capta sus dificultades para comprenderlo por eso les cambia sus aspiraciones  y primeramente  los exhorta a que aguarden al Espíritu Santo. Tiempo de espera y de oración. Cuando llegue el Espíritu Santo, cuando descienda sobre sus personas, cuando los invada en su interior, entonces comprenderán que su Reino no es de este mundo, que es algo mucho más grande y trascendente, un Reino de paz y amor, un Reino sin fronteras de espacio ni de tiempo, que al final acabará destruyendo a la misma muerte y alcanzará un triunfo formidable y sin término. Pero un Reino que se construye desde los pequeños espacios y desde los reducidos tiempos que vamos viviendo.

 

Y hasta los últimos rincones

Y una vez con el Espíritu en su interior los envía -¡qué diferente a lo que ellos esperaban!- como sus testigos llenos de fortaleza, “a Jerusalén” (sí, la ciudad en la que lo persiguieron, lo atacaron y lo asesinaron colgándolo de la cruz); “a Samaria” (la región que una vez le cerró sus puertas); y “hasta los últimos rincones de la tierra”.  Nosotros comprendemos muy bien lo que significan los rincones: lo que casi nadie ve, donde se arroja la basura, lo que se esconde y olvida, lo que queda oculto, los rincones… Y así, a ellos temerosos y cobardes, les confía una misión que se antoja descomunal pero que les llena el corazón de ilusión y de esperanza: “ser testigos de Jesús”, pero no ya desde el poder sino desde el servicio. Hoy hay muchos rincones donde no hay esperanza, hay rincones de violencia e inseguridad, hay rincones de discriminación y de hambre, hay rincones que no quisiéramos ni siquiera visitar, sin embargo hoy también Jesús nos llena de su Espíritu y nos convierte en sus testigos, precisamente en los últimos rincones. El discípulo de Jesús asume así una responsabilidad ante la sociedad y ante la historia frente a todas estas situaciones de frontera y marginales. No puede quedarse como espectador pasivo o indiferente, carente de propuestas a desarrollar, como si el nuevo mundo debiese ser construido por otros o se esperase a personajes ilustres que lo vengan a iluminar. No esperemos el reclamo por nuestra falta de propuestas y compromisos. No nos quedemos contemplando al Cristo que sube a las alturas. A los discípulos los apremiaban los ángeles al mirarlos absortos: “Galileos, ¿qué hacen allí parados mirando al cielo?” ¿Qué nos dirían hoy a nosotros?

 

“Yo estaré con ustedes”

El libro de Los Hechos de los Apóstoles al narrarnos la Ascensión del Señor, no se limita a contar un acontecimiento, sino que insiste en destacar los ejes centrales que fortalecerán la fe del discípulo, el Teófilo (“amigo de Dios”), de todos los tiempos. Nos muestra a Jesús glorificado, meta y fin de todo cristiano, y nos asegura su retorno definitivo. Tal como leemos en los escritos de los primeros siglos, fue precisamente esta confianza y esta seguridad de que el Señor volvería pronto lo que realmente mantuvo siempre vivo en los discípulos el entusiasmo y la fortaleza necesarias para seguir predicando en medio de tantas dificultades y persecuciones. Pero creo que si es cierto que esta esperanza de la segunda venida del Señor nos animará y fortalecerá, no debe ser una alienación ni una quimera, y para fortalecer nuestra esperanza está la insistencia que nos ofrece San Mateo sobre la certeza de que el Señor está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Como Él se ha acercado a esos “últimos lugares” y los ha convertido en lugar de privilegio y de servicio; como Él los ha llenado de luz y de sentido; como Él los ha rescatado y dignificado, ahora en cada uno de sus discípulos, sus testigos, se hace presente para dar nuevas esperanzas. Y cada cristiano es testigo de Jesús. Por algo San Pablo les recuerda  a los Efesios que cada discípulo ha sido llamado a la esperanza y que ha recibido la herencia rica y gloriosa que Dios da a los suyos.

 

Ascensión: meta y camino

Este domingo de la Ascensión no podemos quedarnos mirando al cielo ni más allá de las nubes, Cristo nos ordena que vayamos a los últimos rincones y que llevemos esperanza y alegría, que demos su Buena Nueva. Hoy debemos mirar al cielo como meta, pero poner muy firmes los pies en la tierra como nuestra realidad. No en vano se nos presenta la Ascensión en una cumbre pues hay que tener muy alta nuestra mira y aspirar a los bienes mejores. Pero el camino se hace paso a paso y se necesita poner mucha atención a cada rincón y a cada piedra para poder avanzar.  ¡Ah! No olvidemos, Cristo promete: “y  sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”. El significado de la nube, desde el antiguo testamento, es doble: por un lado significa la trascendencia, pero por otro significa la presencia de Dios que camina con su pueblo.

¿Cómo estamos viviendo nosotros nuestro camino? ¿Somos los hombres y mujeres que llevamos la esperanza a los últimos rincones? ¿Nos comprometemos en la lucha por la justicia y la igualdad, al mismo tiempo que miramos más  allá de lo terreno?

Señor Jesús, en este día de tu Ascensión, te pedimos que no permitas que nos esclavicemos mirando nuestras realidades pero tampoco que nos olvidemos de luchar por la justicia y la verdad ignorando tu Reino. Concédenos que con una sana esperanza construyamos tu Reino aquí en la tierra,  mirando siempre hacia el cielo donde Tú nos esperas. Amén.

 

 

 

 

 

Santa Rita de Casia, 22 de mayo

Esposa, madre, viuda, y religiosa

mayo 21, 2020 09:00

Testimonios de la Fe

 

 “Vencer lo imposible, del que se la invoca como abogada. Y es que la gracia de una fe heroica marcó la existencia de esta mujer que fue esposa, madre, viuda, y religiosa Agustina. Su cuerpo se mantiene incorrupto”

Como lo imposible alude a algo que de ningún modo puede realizarse, el hecho de que esta santa sea considerada “abogada” de lo que se juzga inviable y de las “causas perdidas” da idea de la fe que tuvo. Con su paciencia, fidelidad y obediencia, soportando cuantiosos sufrimientos, arrebató del cielo la gracia de difíciles conversiones que a muchos se les habrían antojado de todo punto irrealizables. Pero ella sabía que para Dios todo es posible, aunque para los hombres no lo sea. Y Él la bendijo con numerosos dones y prodigios.

Había nacido hacia 1381 en Roccaporena, Italia. Sus padres Antonio y Amata eran de edad avanzada. Y aunque precozmente deseó convertirse en religiosa agustina en Casia, ellos decidieron desposarla con Paolo Ferdinando Manzini que acarreaba una indeseable fama debido a su carácter pendenciero. Era bien conocido por tratarse de un oficial responsable de una guarnición. El afán de consagración de Rita había sido alentado desde el cielo antes de conocerle a través de la presencia de un ángel que solía confortarla cuando oraba en un reducido espacio de su casa. Sin embargo, no quiso desairar a sus padres, a quienes obedecía gustosa. Además, era una época en la que se respetaban escrupulosamente compromisos como los que habían contraído en su nombre siendo ella una adolescente. De modo que tomó a Paolo en matrimonio. Tendría entonces unos 17 o 18 años.

Desde el principio halló junto a él un infierno plagado de malos tratos, infidelidades y vicios diversos. Tan mal ejemplo fue calando en la conducta de los dos hijos que tuvieron, Giangiacomo Antonio y Paolo María, que podrían haber sido gemelos. Rita, que oraba insistentemente por su iracundo esposo, llena de aflicción rogaba a Dios también para que ellos no quedaran atrapados en la maldad. Sus súplicas fueron escuchadas y su esposo un día le pidió perdón. Después de este rasgo de arrepentimiento, su vida se apagó tras una muerte violenta cuando llevaban dieciocho años casados. Se desconoce si el deceso se produjo en medio de un ajuste de cuentas o fue producto de un altercado que había tenido lugar a varios kilómetros de Roccaporena. La cuestión es que Rita se encontró de la noche a la mañana siendo viuda y debiendo afrontar el temor a la venganza que fraguaban sus hijos. Estremecida por esta noticia que llegó a sus oídos, pidió a Dios que los preservara libres de mancha de sangre sobre sus manos y conciencia. Conocía la identidad de los que segaron la vida de su marido, pero nunca los delató. Lo que hizo fue rogar a sus hijos el perdón para ellos. Pero este gesto, que consideraron inaceptable, acrecentó las fervientes súplicas de Rita. La respuesta fue que ambos contrajeron una enfermedad muriendo más tarde que su progenitor después de haber perdonado a sus asesinos. El hecho se le vaticinó a Rita en una locución divina mientras rezaba por su salvación con ejemplar perseverancia.

Sola en el mundo podía cumplir su sueño de convertirse en agustina en el convento de Santa María Magdalena, de Casia. Pero el hecho de haber estado casada constituyó un veto para la admisión, y también influyó que una de las religiosas fuese pariente de su marido. Insistió hasta en tres ocasiones recibiendo una negativa en todas ellas. Se cuenta que a través de san Agustín, san Juan Bautista y san Nicolás de Tolentino se obró el milagro de hallarse dentro del convento a pesar de estar herméticamente cerradas sus puertas, lo cual dio lugar a su aceptación porque las religiosas tomaron lo sucedido como algo prodigioso.

Ingresó en el convento hacia 1407. Heroica en su vida religiosa, como lo había sido anteriormente, vivió sumida en la oración, realizando severas penitencias. Fidelísima en la observancia de la regla y a cualquier indicación recibida, no puso en tela de juicio el hecho de tener que regar una viña seca, como le pidió la superiora que hiciera con objeto de probarla, sino que todos los días se cuidó de que a la planta no le faltase agua.

El Viernes Santo de 1432 después de escuchar un sermón de san Jacobo de la Marca en el que habló de la coronación de espinas, Rita, que tenía devoción por la Pasión de Cristo, quedó profundamente conmocionada. En su celda orando ante el crucifijo pidió a Cristo ardorosamente poder unir sus sufrimientos, aunque fuesen modestos, a los suyos. Entonces sintió un agudo dolor en la frente producido por una astilla de madera que se le clavó en la sien. Y aunque le extrajeron este signo estigmatizador de la Pasión, la herida periódicamente se le abría. Llegó a producir tal hedor que tuvo que permanecer recluida para no importunar a la comunidad. En su oración, suplicaba: “¡Oh, amado Jesús, aumenta mi fe y paciencia en la medida que aumentan mis sufrimientos!”. Así se mantuvo quince años, hasta su muerte. Únicamente cesó tal fenómeno místico de forma momentánea durante el viaje que efectuó a Roma para asistir a la canonización de san Nicolás. Al regresar al convento, volvió a manifestarse. Cuatro años antes de iniciarse esta experiencia, se le había declarado una penosa enfermedad. Pero nada de ello alteró su penitencia y mortificación.

Cercano su óbito en la estación invernal, recibió la visita de un familiar. Éste quiso agasajarla cumpliendo algún deseo que pudiera tener. Rita pidió que le trajera una rosa del jardín. Y para sorpresa de su interlocutor efectivamente encontró en el rosal un hermoso capullo. Aún le rogó que le llevara dos higos que igualmente halló en la huerta y que habían brotado en una desnuda higuera. Otros prodigios se atribuyen a esta gran santa que murió el 22 de mayo de 1457 inundando en derredor suyo una fragancia que perduró en el tiempo. Su cuerpo se mantiene incorrupto. Urbano VIII el 2 de octubre de 1627 concedió a las agustinas celebrar una misa en honor de Rita, y el 4 de febrero de 1628 lo hizo extensivo al clero secular. Así quedaba beatificada, aunque no se hubiera efectuado la proclamación con la solemnidad acostumbrada. León XIII la canonizó el 24 de mayo de 1900.