Opinión

14/10/2020

 

Domund: priorizar lo importante

 

 

María Solano Altaba


 

 

 

 

 

No quiero quitarle ni un ápice de importancia a la pandemia mundial que estamos viviendo desde que el coronavirus apareció en escena allá por enero de este infausto 2020. Pero tampoco podemos dejar de reseñar que el resto de los problemas, los que ya teníamos antes, no han desaparecido de la noche a la mañana. Más aún, muchos de ellos se han visto agravados por el olvido en el que caen cuando todos los focos de atención están puestos en el Covid.

El problema del establecimiento de las agendas mediáticas es que los temas de interés fluctúan de una manera tan grosera que nos desconectan de la realidad en función de lo que “se estila” en determinado momento. Hace un año andábamos preocupadísimos con el cambio climático, acabábamos de sufrir en España unas inundaciones terribles, signo probable de esas perturbaciones provocadas por la intervención del hombre, y nos desayunábamos con un dantesco escenario de peces muertos en el Mar Menor. La figura del momento era una joven adolescente que recorría el mundo para concienciar sobre los problemas del planeta. Hoy tiramos sin reparos mascarillas de uso diario que tardarán años en descomponerse y todo viene en pack individual plastificado para evitar los contagios.

Con las misiones nos ocurre lo mismo. Cada año, el tercer domingo del mes de octubre es el que la Iglesia dedica a recaudar dinero para ayudar a los territorios en misión, aquellas regiones en las que nuestros hermanos no solo se esfuerzan por dar a conocer a Jesús allí donde no tienen la oportunidad sino que, en paralelo, llevan a cabo importantes labores sociales, con escuelas, hospitales, orfanatos e iniciativas de todo tipo que mejoran la vida de quienes más lo necesitan.

Pero me temo que este año, estamos todos tan aturdidos por el cornoavirus, tan centrados en nuestro mundo, en nuestros problemas, en nuestro confinamiento, que corremos el riesgo de dejar pasar una cita obligada con el conjunto de la humanidad, porque el Domund nos abre las puertas a realidades que no están en nuestra vida cotidiana, realidades que nos permiten poner en contexto lo que nos rodea, jerarquizar mejor nuestros problemas y dedica nuestra oración a lo verdaderamente importante para quitarle peso a lo que solo es urgente.

Por eso, merece la pena que le dediquemos unos minutos a conocer la vida de Rosario García, misionera en Camerún, que nos recuerda que en cada persona a la que atiende encuentra la necesidad de apoyarse más en Él y no en sí misma. O la de Antonio López, nuestro misionero español a más kilómetros de distancia de casa, en la isla de Vanuatu, en las antípodas en Oceanía, que, a través de la educación, lleva una vida entera dando a conocer a Jesús.

Así que este domingo, en plena batalla política, en medio de la pandemia, confinados o no, tenemos que recordar que lo importante ha de estar siempre antes que lo urgente. Con nuestra oración, con nuestro apoyo económica, en misa o digital –que todos nos hemos modernizado–, con nuestra mirada puesta en esos hermanos que llevan a Jesús mucho más allá de nuestras fronteras, de nuestros pequeños problemas cotidianos, de nuestra mirada a veces tan egocéntrica.

 

María Solano Altaba
Decana de la Facultad de Humanidades y CC. de la Comunicación. Universidad CEU San Pablo