Tribunas

¿Ser madre o abortar?

 

 

Juan José Corazón Corazón
Sacerdote, Doctor en Derecho Canónico, Doctor en Derecho


 

 

 

 

 

Cuando una mujer o una chica joven se plantea la posibilidad de provocar un aborto porque está embarazada, tiene que decidir algo de grandísima importancia, por dos motivos.

En primer lugar, su decisión será vital para el ser humano que ya se va desarrollando en su seno. De ella depende la vida o la muerte de ese niño.

En segundo lugar, su decisión determinará si ella, en su vida, será madre o una mujer abortiva.

Si aborta, seguramente nadie irá por el mundo llamándole “mujer abortiva”. Evidentemente, yo tampoco. Pero será ella misma quien se considerará así durante toda su existencia en este mundo. Podríamos decir que será como un “pseudosuicidio” moral, espiritual y psicológico.

Ahora bien, si decide no abortar y dar a luz al niño, será madre también durante toda su existencia en este mundo.

Si decide ser madre, tendrá, con toda seguridad, todas las ayudas necesarias de las miles de instituciones que hoy existen, gracias a Dios, para ayudarle a salir adelante con una vida digna y educar bien a su hijo. Especialmente, las numerosas instituciones de la Iglesia Católica que a ello se dedican.

Es sorprendente y lamentable que, actualmente, las leyes de los estados que regulan estas situaciones vayan exclusivamente dirigidas a facilitar la muerte del niño y el suicidio moral de la mujer, sin favorecer, para nada, que se convierta en madre.

Tampoco, los estados prevén ayudas, ni crean entidades que favorezcan esa maternidad, con la incoherencia de favorecer, a la vez, que una mujer pueda convertirse en madre de un niño cuajado en una probeta.

¡Cuántas adolescentes de 16 años, con unos estupendos padres dispuestos a ser buenos abuelos, se lamentarán de su libre decisión de abortar, si la Ley del aborto a los 16 continúa adelante!.

 

Juan José Corazón Corazón