Tribunas

Sociedad sacerdotal de la Santa Cruz

 

 

Daniel Tirapu


 

 

 

 

 

Amablemente invitado por la delegación del clero de Alicante, gracias al Vicario Conesa y la biblioteca sacerdotal Tabarca, pude estar con un buen grupo de sacerdotes de Alicante. Los curas llevan mala temporada, parecen ser culpables hasta de Fukushima.

No es cierto, la vida sin curas sería un infierno. Bautizan perdonan los pecados, preparan, se revisten de Cristo para traernos a Jesús, casan, atienden a los enfermos, a los sanos, a los ateos ( todo buen ateo, tiene un cura amigo), a los descreídos. San Josemaría vio que los sacerdotes diocesanos cabían en el Opus Dei; si el mensaje es santificar el propio trabajo, los curas lo tienen y mucho si quieren. Qué gusto ver sacerdotes fieles, discretos, anónimos, que se forman, que se ayudan, que rezan, que se sienten queridos, que pueden compartir su amor al sacerdocio y a todos los sacerdotes del mundo.

Y que les escuchen los más jóvenes y que escuchen a los más jóvenes. Josemaría sabía de soledades sacerdotales, de desánimos, de enfermedades y estuvo dispuesto a dejar el Opus Dei para dedicarse a los sacerdotes, porque un sacerdote se va al cielo con una pléyade de personas. No hizo falta porque caben en el Opus Dei con todo el cariño, porque quieren ser alfombra para sus hermanos sacerdotes y para todos los cristianos. Ministro de Dios, eso sí que es un Ministerio y no los de ahora. Gracias.

 

Daniel Tirapu