Cáritas | Análisis y reflexión • 13/11/2020

 

Cáritas, la mano que Dios tiende a los más pobres

 

Nuestro delegado episcopal, Vicente Martín, invita a participar en la Jornada Mundial de los Pobres

 

 

Por Vicente Martín Muñoz, delegado episcopal de Cáritas Española


 

 

 

 

 

 

La celebración de la Jornada Mundial de los Pobres, con su lema “Tiende tu mano al pobre”, es una llamada a cargar con los más débiles y golpeados por esta crisis, que nos afecta a todos, pero especialmente a los más vulnerables.

Un año más el papa Francisco nos invita a toda la Iglesia al compromiso de ponernos al servicio de los que más sufren, como signo de la autenticidad de nuestra fe. El clamor de tantos pobres, “debe encontrar al Pueblo de Dios en primera línea para darles voz, defenderlos y solidarizarse con ellos”. Enfermos, ancianos, migrantes, personas sin hogar, familias vulnerables…, esperan nuestras manos para mostrarles, con gestos concretos, el rostro misericordioso de Dios.

Mirar a la persona empobrecida, acercarse a ella, escucharle y ofrecerle la mano da sentido a nuestras vidas, ayuda a superar la barrera de la indiferencia y conduce a ir a lo esencial del Evangelio, a encontrarnos con Cristo.

La crisis está provocando una herida profunda e intensa en nuestra sociedad. No es el tiempo de la indiferencia, del olvido y de la división, sino el tiempo de reconocer la propia vulnerabilidad y sentirnos responsables unos de otros para cuidarnos y curar heridas, eliminar desigualdades y reparar injusticias, reconstruir nuestra sociedad y aportar esperanza.

Frente a esas manos indiferentes “en los bolsillos” o esas otras solo preocupadas por sus propios intereses, sin importarles el sufrimiento y la pobreza que generan, nuestras manos han de estar abiertas para acoger y acompañar, para dignificar vidas y denunciar injusticias. Pero hay una cosa que no podemos olvidar: la finalidad de nuestras acciones es el amor, que comienza con el descubrimiento de que somos los primeros amados y, por ello, movidos a la caridad social.

Agradezco tantas manos dispuestas de personas voluntarias, trabajadores, sacerdotes y consagrados; y os invito a vivir, orar y celebrar esta Jornada no “por” los pobres, sino “con” ellos, para hacer realidad el sueño de Dios de la fraternidad universal.