Cáritas | Acción social • 17/11/2020

 

Sin papeles, sin derechos

 

La irregularidad sobrevenida constituye una de las principales dificultades para la integración de las personas migrantes en nuestra sociedad

 

 

Por Cáritas Diocesana de Mallorca


 

 

 

 

 

 

Son muchas las personas que cada año abandonan sus países con el objeto de dejar un espacio de pocas oportunidades y con la esperanza de encontrar una vida mejor y diferente en Europa. El colectivo de personas procedentes de Senegal es uno de los más importantes, y la isla de Mallorca no escapa de esta realidad.

El proceso migratorio, en muchos de los casos, es complejo y se realiza en unas condiciones muy difíciles. Además, el itinerario para acceder a la regularización está lleno de barreras a todos los niveles.

Modou salió de Senegal en el año 2006 tomando un cayuco. A su llegada a Canarias y tras pasar 40 días en un CIE, fue liberado. Desde allí llegó a Palma de Mallorca. Después de seis años de luchar y viviendo de la venta ambulante en la calle, consiguió regularizar su situación administrativa.

“En 2012 conseguí un permiso de trabajo y residencia por cuenta propia”, cuenta Modou. Pero los problemas surgieron en 2015, a la hora de la renovación. “En estos momentos estoy en situación irregular, ya que todo lo que me pedía Extranjería para renovar no lo pude aportar. Pero yo hice lo que me habían aconsejado desde una gestoría. Y pagué. Pero sigo sin papeles desde 2015”, añade.

La historia de Modou no es única y se repite desde el momento en que se vincula el permiso de residencia a la situación laboral.

 

Ruptura del proyecto vital

La pérdida de los papeles supone una ruptura del proyecto vital, pues es un regreso al punto de partida. Hay que volver a iniciar el recorrido para conseguir un contrato de trabajo, reaparece el miedo a salir a la calle, a las identificaciones y a la expulsión, se pierden los derechos básicos…

Esta situación conlleva notables repercusiones a nivel emocional en las familias, al no poder realizar ni la reagrupación familiar, ni poder viajar al país de origen para visitarles. Esta separación durante años entraña mucha soledad y angustia.

“Desde que llegué, no he salido de España –recuerda Modou–; incluso cuando conseguí mis papeles por cuenta propia, no pude viajar, porque tenía que trabajar todo el tiempo para pagar los seguros e impuestos y no me bastaba para vivir y comparar el billete. Hace 14 años que no visito a mi familia; tenía que pagar para mantener mis papeles”.

La irregularidad sobrevenida constituye una de las principales dificultades para la integración de las personas migrantes en nuestra sociedad y provoca que las personas caigan en procesos de vulnerabilidad.

Además de la perdida de documentación y trabajo, esta nueva realidad implica el “volver a estar fuera “de determinados espacios de participación, merma de relaciones y vínculos en espacios de ciudadanía.

Es de vital importancia articular una solución legal a los problemas que conlleva la irregularidad sobrevenida. Asimismo, es fundamental que en los procesos de acompañamiento que realizamos desde las diferentes Cáritas, trabajemos en clave de prevención de esta situación.