Boletín Diario de Zenit


 

 

Servicio diario - 12 de diciembre de 2020


 

PAPA FRANCISCO
Misa en la fiesta de la Virgen de Guadalupe: Homilía del Papa
Redacción zenit
“Abundancia, bendición y don”

PAPA FRANCISCO
Concierto de Navidad en el Vaticano: Discurso del Papa a los artistas
Redacción zenit
“Guardianes de la belleza del mundo”

ESPIRITUALIDAD
Nuestra Señora de Guadalupe: Homilía del arzobispo primado de México
Nayeli Torres
Fiestas guadalupanas

ESPIRITUALIDAD
CELAM: Jornada de Oración por víctimas de huracanes y pandemia
Redacción zenit
En Centroamérica y Caribe

ESPIRITUALIDAD
Fiestas de Guadalupe en tiempos de pandemia
Carlos Gómez-Ruiz
12 de diciembre

DOCUMENTOS
El CELAM presenta e-book sobre ‘Fratelli Tutti’
Redacción zenit
Para acompañar el Adviento

TESTIMONIOS
Beato Juan Marinoni, 13 de diciembre
Isabel Orellana Vilches
Gran apóstol en Nápoles


 

 

 

Misa en la fiesta de la Virgen de Guadalupe: Homilía del Papa

“Abundancia, bendición y don”

diciembre 12, 2020 13:38

Papa Francisco

(zenit – 12 dic. 2020).- El Papa Francisco ha presidido la Misa con motivo de la fiesta litúrgica de la Virgen María de Guadalupe hoy, 12 de diciembre de 2020, en el Altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana.

A lo largo de la misma, el Santo Padre ha destacado que en la liturgia de hoy “se evidencian, principalmente, tres palabras, tres ideas: abundancia, bendición y don. y como “mirando la imagen de la Virgen de Guadalupe, tenemos de alguna manera también el reflejo de estas tres realidades”.

A continuación, sigue la homilía completa del Papa Francisco.

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Homilía del Santo Padre

En la liturgia de hoy se evidencian, principalmente, tres palabras, tres ideas: abundancia, bendición y don. Y, mirando la imagen de la Virgen de Guadalupe, tenemos de alguna manera también el reflejo de estas tres realidades: la abundancia, la bendición y el don.

La abundancia porque Dios siempre se ofrece en abundancia; siempre da en abundancia. Él no conoce la dosis. Se deja “dosificar” por su paciencia. Somos nosotros los que conocemos, por nuestra naturaleza misma, por nuestros límites, la necesidad de las cómodas cuotas. Pero Él se da en abundancia, totalmente. Y donde está Dios, hay abundancia.

Pensando en el misterio de Navidad, la liturgia de Adviento toma del profeta Isaías mucho de esta idea de la abundancia. Dios se da entero, como es, totalmente. Generosidad puede ser —a mí me gusta pensar que es— un “límite” que tiene Dios, al menos uno: la imposibilidad de darse de otro modo que no sea en abundancia.

La segunda palabra es la bendición. El encuentro de María con Isabel es una bendición, una bendición. Bendecir, es “decir-bien”. Y Dios desde la primera página del Génesis nos acostumbró a este estilo suyo de decir bien. La segunda palabra que pronuncia, según el relato bíblico, es: “Y era bueno”, y “está bien”, “era muy bueno”. El estilo de Dios es siempre decir bien, por eso la maldición va a ser el estilo del diablo, del enemigo. El estilo de la mezquindad, de la incapacidad de donarse totalmente, el “decir mal”. Dios siempre dice bien. Y lo dice con gusto, lo dice dándose. Bien. Se da en abundancia, diciendo bien, bendiciendo.

La tercera palabra el don. Y esta abundancia, este decir-bien, es un regalo, es un don. Un don que se nos da en el que es “toda gracia”, que es todo Él, que es todo divinidad, en “el bendito”. Un don que se nos da en la que está “llena de gracia”, la “bendita”. El bendito por naturaleza y la bendita por gracia. Son dos referencias que la Escritura las marca. A Ella se le dice “bendita tú entre las mujeres”, “llena de gracia”. Jesús es el “bendito”, el que traerá la bendición.

Y mirando la imagen de nuestra Madre esperando al bendito, la llena de gracia espera al bendito, entendemos un poco esto de la abundancia, del decir bien, del “ben-decir”. Entendemos esto del don, el don de Dios se nos presentó en la abundancia de su Hijo por naturaleza, en la abundancia de su Madre por gracia. El don de Dios se nos presentó como una bendición, en el bendito por naturaleza y en la bendita por gracia. Este es el regalo que Dios nos presenta y que ha querido continuamente subrayarlo, volver a despertarlo a lo largo de la revelación.

“Bendita tú eres entre las mujeres, porque nos trajiste al bendito”. “Yo soy la Madre de Dios por quien se vive, el que da vida, el bendito”.

Y que, contemplando la imagen de nuestra madre hoy, le “robemos” a Dios un poco de este estilo que tiene: la generosidad, la abundancia, el bendecir, nunca maldecir, y transformar nuestra vida en un don, un don para todos. Que así sea.

 

© Librería Editora Vaticana

 

 

 

 

Concierto de Navidad en el Vaticano: Discurso del Papa a los artistas

“Guardianes de la belleza del mundo”

diciembre 12, 2020 14:09

Papa Francisco

(zenit – 12 dic. 2020).- El Papa Francisco ha recibido en audiencia a los promotores, organizadores y artistas del Concierto de Navidad en el Vaticano, hoy, 12 de diciembre de 2020.

La recaudación de este evento, promovido por la Congregación para la Educación Católica, será entregada a la Fundación Pontificia Scholas Occurrentes y a la Fundación Salesiana Misiones Don Bosco.

A continuación, sigue el discurso completo del Pontífice.

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Discurso del Santo Padre

Queridos artistas y amigos, ¡buenos días!

Un cordial saludo a todos y un “gracias” por estar aquí. Este año las luces algo tenues de la Navidad son motivo de oración y recuerdo de las muchas personas que han sufrido y están sufriendo a causa de la pandemia. En esta situación hemos sentido aún más fuertemente la interdependencia que nos une a todos. Este encuentro me da la oportunidad de compartir con vosotros algunas reflexiones sobre el arte y su papel en un momento tan crítico de la historia.

En la creación artística podemos reconocer tres movimientos. El primer movimiento es el de los sentidos, capturados por el asombro y maravilla. Esta dinámica inicial, exterior, estimula otras más profundas.

El segundo movimiento, en efecto, alcanza la interioridad de la persona. Una composición de colores o palabras o sonidos tiene el poder de llegar al alma humana. Despierta recuerdos, imágenes, sentimientos…

Pero el movimiento generativo del arte no se detiene aquí. Hay un tercer aspecto: la percepción y la contemplación de la belleza genera un sentido de esperanza, que también se irradia al mundo circundante. En este punto, el movimiento exterior e interior se fusionan y, a su vez, repercuten en las relaciones sociales: generan la empatía capaz de comprender al otro, con el que tenemos tanto en común. Es una nueva socialidad, no sólo vagamente expresada sino percibida y compartida.

Este triple movimiento de asombro, de descubrimiento personal y de compartición produce una sensación de paz, que -como atestigua San Francisco de Asís- nos libera de todo deseo de dominio sobre los demás, nos hace comprender las dificultades de los últimos y nos empuja a vivir en armonía con todos (1) .Una armonía que está vinculada con la belleza y la verdad.

Este vínculo es muy rico en referencias en la tradición judía y cristiana. El libro del Génesis – al narrar a obra creadora de Dios – subraya que frente a las criaturas “vio Dios que era bueno” (Gn 1:12, 18, 25). El adjetivo “bueno” en hebreo tiene un significado mucho más amplio y también puede traducirse como “armonioso” (2). La creación nos sorprende con su esplendor y variedad y, al mismo tiempo, nos hace comprender nuestro papel en el mundo ante tanta grandeza.

Los artistas son conscientes de ello y – como escribía San Juan Pablo II – sienten “dentro de sí mismos esta especie de destello divino, que es la vocación artística” y están llamados “a no malgastar ese talento, sino a desarrollarlo, desarrollarlo para ponerlo al servicio del prójimo y de toda la humanidad” (3).

En su famoso mensaje del 8 de diciembre de 1965, al concluir el Concilio Vaticano II, San Pablo VI decía que los artistas estaban “prendados de la belleza” (4) y afirmaba que el mundo “tiene necesidad de la belleza para no caer en la desesperanza”(5). También en el desconcierto causado por la pandemia, vuestra creatividad puede generar luz. La crisis ensancha “las sombras de un mundo cerrado” (cf. Encíclica Fratelli tutti 9-55) y parece oscurecer la luz de lo divino, de lo eterno. No cedamos a este engaño. Busquemos la luz de la Natividad que rasga la oscuridad del dolor y de las tinieblas.

Me dirijo a vosotros, queridos artistas, que sois de manera especial “guardianes de la belleza del mundo”. (6) Os agradezco vuestra solidaridad, que en estos tiempos resalta todavía más. La vuestra es una vocación alta y exigente, que requiere “manos puras y desinteresadas” (7) para transmitir la verdad y la belleza. Ambas infunden alegría en nuestros corazones y son un “fruto precioso que resiste la usura del tiempo, que une las generaciones y las hace comunicarse en la admiración” (8), Hoy como entonces, esta Belleza se nos muestra en la humildad del Pesebre. Hoy, como entonces, la celebramos con un espíritu de esperanza.

Expreso mi agradecimiento a las Misiones de Don Bosco y a las Scholas Occurrentes por el compromiso y el espíritu de servicio con que responden a la emergencia educativa y sanitaria, a través de sus proyectos inspirados en el Global Compact on Education.

Gracias de nuevo; ¡gracias y los mejores deseos de un buen concierto! Gracias.

 

 

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[1] Cf. Cart. Enc. Fratelli tutti (3 de octubre de 2020), 4.

2] Cf. Discurso a los participantes en el Encuentro Mundial «Yo puedo», 30 de noviembre de 2019.

3] Carta a los artistas (4 de abril de 1999), 3.

4] Mensaje a los artistas (8 de diciembre de 1965), 1.

[5] Ibid., 4.

[6] San Pablo VI, Mensaje a los artistas (8 de diciembre de 1965), 5.

[7] Ibid.

[8] Ibid.

 

© Librería Editora Vaticana

 

 

 

 

Nuestra Señora de Guadalupe: Homilía del arzobispo primado de México

Fiestas guadalupanas

diciembre 12, 2020 09:16

Espiritualidad
Iglesia Local

(zenit – 12 dic. 2020).- Con motivo de la Festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, celebrada hoy, sábado 12 de diciembre, el arzobispo primado de México ha recordado en la homilía de la Misa que la Virgen de Guadalupe quiso llegar a tierras mexicanas para “manifestar su amor, ternura, consuelo y auxilio a quienes desean conocer a su Hijo”, pero también a “quienes se encuentran agobiados, atribulados, desamparados, sin esperanza”.

El cardenal Carlos Aguiar Retes, que presidió la Misa en la basílica de Guadalupe expresó que, en la Virgen María, se cumplen cabalmente las palabras de la primera lectura del libro del Eclesiástico: “Yo soy la madre del amor, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza. En mí está toda la gracia del camino y de la verdad, toda esperanza de vida y de virtud. Vengan a mí, ustedes, los que me aman y aliméntense de mis frutos”.

En este sentido, el prelado insistió en que no se trata de un consuelo o una motivación transitoria, sino que “Ella – la Virgen María – quiere alimentarnos de la Palabra de Dios que es su Hijo Jesucristo, y conducirnos a la Eucaristía para nutrirnos del Pan de la Vida, para que seamos fuertes y valientes ante las asechanzas del mal, y demos siempre fiel testimonio del amor de Dios por sus creaturas”.

Por otro lado, el cardenal Aguiar recordó a los millones de devotos que, año con año, visitan a la Guadalupana hasta su santuario, asegurando que “en este inesperado y terrible año, debido a la pandemia, sabiendo que no hemos podido venir a visitarla, sin duda alguna ella se encaminará presurosa, y entrará a nuestras casas para que nosotros, como Isabel, quedemos llenos del Espíritu Santo, y convirtamos nuestro hogar en una casita sagrada, con la presencia de nuestra querida madre, María de Guadalupe”.

A continuación, sigue la homilía del cardenal Carlos Aguiar Retes por la Solemnidad de Nuestra señora de Guadalupe.

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“Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava”.

María expresa a Isabel, lo que le ha sucedido, Dios puso sus ojos en ella. En efecto, María recibió la noticia, de parte de Dios, que sería la Madre del Salvador, del Hijo del Altísimo. Ante este mensaje María, primero preguntó cómo sería, y habiendo recibido la explicación del Ángel, respondió afirmativamente diciendo: “Yo soy la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que me has dicho”.

Desde el momento de su respuesta María se dejó conducir por el Espíritu Santo en todo momento. La experiencia en el corazón de María fue intensa y necesitaba compartirla con alguien, quién mejor que su prima Isabel, en quien también la mano de Dios se había manifestado, al pasar de la esterilidad a la gestación de un hijo anhelado.

La visita a Isabel, no sólo permite compartir lo acontecido en ambas, sino también es ocasión de una fuerte presencia del Espíritu Santo en Isabel. Esta escena anuncia lo que será la Iglesia, lo que desea Dios Padre a todas sus creaturas: concederles el acompañamiento del Espíritu Santo para que cada uno realice la vocación y misión que Él ha sembrado en su corazón, compartiéndola con los que le rodean, con sus contemporáneos, y de esta manera, hagan presente a Dios Padre, en medio del mundo. En otras palabras, continuar la labor de Jesucristo en cada generación de la humanidad.

Así lo recuerda San Pablo hoy en la segunda lectura: “Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos hijos suyos. Puesto que ya son ustedes hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ‘¡Abbá!’, es decir, ¡Padre! Así que ya no eres siervo, sino hijo; y siendo hijo, eres también heredero por voluntad de Dios”.

Esta filiación y pertenencia a la familia de Dios, debe desarrollarse mediante la espiritualidad de la comunión, de sabernos, sentirnos, y acompañarnos como buenos hermanos. Para esto es indispensable aprender a ser conducido por el Espíritu Santo, como lo hizo María, Isabel y tantas personas a lo largo de la Historia.

Debido a nuestra fragilidad humana nadie puede vivir su vocación aisladamente, necesitamos compartir la experiencia de lo que se mueve en mi interior cuando escucho la Palabra de Dios, cuando veo la necesidad de mi prójimo, cuando percibo el dolor y sufrimiento en los enfermos, en lo que sufren injusticia, o en quienes son víctimas de un drama o de una tragedia. Hay que darle cauce a lo que surge como iniciativa en favor del necesitado, y descubrir a quienes comparten conmigo esos mismos sentimientos para unirnos en la solidaridad y practicar la caridad.

Ahora podemos recordar, con inmensa gratitud, a qué ha venido María de Guadalupe a nuestras tierras de México y América. Ella quiere manifestar su amor, ternura, consuelo y auxilio a quienes desean conocer a su Hijo, a quienes quieren ser fieles discípulos de su Hijo Jesucristo y corresponder a su vocación, también a quienes se encuentran agobiados, atribulados, desamparados, sin esperanza.

En ella se cumplen cabalmente las palabras de la primera lectura, del libro del Eclesiástico: “Yo soy la madre del amor, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza. En mí está toda la gracia del camino y de la verdad, toda esperanza de vida y de virtud. Vengan a mí, ustedes, los que me aman y aliméntense de mis frutos”.

No se trata de un consuelo o una motivación transitoria, Ella quiere alimentarnos de la Palabra de Dios que es su Hijo Jesucristo, y conducirnos a la Eucaristía para nutrirnos del Pan de la vida, para que seamos fuertes y valientes ante las asechanzas del mal, y demos siempre fiel testimonio del amor de Dios por sus creaturas, y obtengamos finalmente la vida eterna, como hemos escuchado en la primera lectura: “Los que me coman seguirán teniendo hambre de mí, los que me beban seguirán teniendo sed de mí; los que me escuchan no tendrán de qué avergonzarse y los que se dejan guiar por mí no pecarán. Los que me honran tendrán una vida eterna”.

Por eso, no podemos quedarnos de brazos cruzados, siendo meros espectadores en el mundo de hoy, estamos llamados a ser constructores de la sociedad que desea Nuestro Padre común, debemos superar los odios y violencias de todo tipo, y manifestar con claridad, que reconocemos la común dignidad de todo ser humano, buscando por ello el bien común por encima del bien personal, familiar, sectorial e incluso nacional, bienes legítimos que ciertamente disfrutaremos, si mantenemos como prioridad, edificar la civilización del amor.

Podemos sí, afirmar con temor, que tal empresa supera nuestras fuerzas, pero si asumimos las palabras de Isabel ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? También María, como buena Madre, que desea lo mejor a sus hijos, nos compartirá su experiencia, nos ayudará para que vivamos, siguiendo su ejemplo de aceptar ser conducidos por el Espíritu Santo, y lleguemos a exclamar con ella: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava”.

En este inesperado y terrible año, debido a la Pandemia, sabiendo que no hemos podido venir a visitarla, sin duda alguna ella se encaminará presurosa, y entrará a nuestras casas para que nosotros, como Isabel, quedemos llenos del Espíritu Santo, y convirtamos nuestro hogar en una casita sagrada, con la Presencia de nuestra querida madre, María de Guadalupe.

Ahora, ante su Imagen, expresémosle la invitación para que nos visite, entre a nuestros hogares, y recibamos el consuelo de su amor.

Señora y Madre nuestra, María de Guadalupe, consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, ayúdanos a expresar nuestra solidaridad de forma creativa para hacer frente a las consecuencias de esta pandemia mundial, haznos valientes para acometer los cambios que se necesitan en busca del bien común.

Acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria.

Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio, y la constancia en la oración.

Nos encomendamos a Ti, que siempre has acompañado nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen, María de Guadalupe! Amén.

 

© Oficina de Comunicación de la arquidiócesis primada de México

 

 

 

 

CELAM: Jornada de Oración por víctimas de huracanes y pandemia

En Centroamérica y Caribe

diciembre 12, 2020 14:22

Espiritualidad
Iglesia Local

(zenit – 12 dic. 2020).- En la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América Latina y El Caribe, el Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, ha previsto, junto con Cáritas América Latina y El Caribe, una jornada de oración en solidaridad con las víctimas de los huracanes y de la pandemia en Centroamérica y El Caribe.

El episcopado latinoamericano invita a unirse a esta jornada hoy, 12 de diciembre de 2020, con la siguiente oración.

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Oración

Dios Padre, imploramos tu bondad frente a las catástrofes y pandemia en América Latina y el Caribe, que nos hacen sentir vulnerables e impotentes.

Danos humildad y conversión ecológica para aprender de los errores y desmanes en nuestra casa común.

Que en medio de estas penas te busquemos a ti, y aprendamos siempre a cuidar la vida, toda vida humana, esforzándonos para crear condiciones de dignidad para todos.

Señor Jesús, pronuncia tu palabra de calma y paz ante los tempestuosos tiempos que nos afligen.

Tú que nos enseñaste a llamar a Dios ‘Padre’, haz que quienes nos llamamos discípulos, junto a todos los hombres y mujeres que caminamos en la historia, hagamos posible el “sueño de fraternidad y amistad social”.

Que en estos tiempos de cruz se derrumben los muros que nos separan y “los adversarios se den la mano”, sirviendo a los más necesitados.

Espíritu Santo, que eres maestro interior, haz que sea posible la unidad en la pluralidad de dones y ministerios en favor del bien común.

Sopla tu aliento de consuelo a quienes han perdido a sus seres queridos, da fortaleza a los que ayudan, caridad y esperanza entre todos.

Despierta la ilusión y los ánimos para levantarnos y reemprender la marcha, en concordia, dignidad y paz en nuestros pueblos.

Emperatriz de las Américas, Santa Señora de Guadalupe, por tu maternal intercesión, alcánzanos de la Trinidad Santa lo que imploramos.

Bajo tu protección y amparo ponemos a nuestras naciones de América Latina y el Caribe.

AMÉN

 

 

 

 

Fiestas de Guadalupe en tiempos de pandemia

12 de diciembre

diciembre 12, 2020 03:14

Espiritualidad

(zenit – 12 dic. 2020).- Con motivo del día de la Virgen de Guadalupe, celebrado hoy, 12 de diciembre de 2020, el P. Carlos Gómez- Ruiz, sacerdote teatino, ofrece a continuación un artículo sobre cómo celebrar las fiestas de Guadalupe en tiempos de pandemia y explica el origen de esta devoción.

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“Lo que te afligió que no se perturbe tu rostro, tu corazón; no temas esta enfermedad, ni ninguna otra cosa punzante, aflictiva. ¿No estoy aquí, yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa? Que ninguna otra cosa te aflija, te perturbe” (Nican Mopohua).

Son las dulces palabras que recibió san Juan Dieguito luego de haber expresado a la Virgen su principal inquietud, con las siguientes palabras: “Con pena angustiaré tu rostro, tu corazón; te hago saber, Muchachita mía, que está muy grave un servidor tuyo, tío mío. Una gran enfermedad se le ha asentado, seguro que pronto va a morir de ella. Y ahora iré de prisa a tu casita de México, a llamar a alguno de los amados de nuestro Señor, de nuestros sacerdotes, para que vaya a confesarlo y a prepararlo, porque en realidad para ello nacimos, los que vinimos a esperar el trabajo de nuestra muerte”.

La actitud del santo revela un hecho (expondremos un poco más adelante el marco de estos diálogos entre la Madre del cielo y el santo joven indígena): a largo de los siglos, los cristianos nos hemos encomendado a María en tiempos de guerra, epidemias y hambre. En tiempos de dificultad en general, en turbulencia como la de estos días, la Virgen es un refugio seguro, fuente de consuelo y de esperanza.

Hoy nadie ignora que la gente está enferma y muriendo, que hay mucha gente sola, asustada y deprimida, que otras han perdido su trabajo o temen perderlo. En la actualidad, evidentemente, el pueblo de Dios necesita un liderazgo sabio, prudente y compasivo –quizá en estos más que en otros tiempos–, y hay un anhelo por la vida sacramental (especialmente eucarística). Por esto, también nosotros, podemos implorar a María, porque ella, la madre del Buen Pastor, con su enseñanza y ejemplo, ilustra con claridad lo que significa e importa para la vida el liderazgo de servicio.

 

Breve historia de la fiesta

La fiesta de la Guadalupana se celebra el 12 de diciembre de cada año para recordar las cinco apariciones y el milagro que acontecieron en torno a esa fecha en 1531. Habían pasado solo 10 años que se había consumado la conquista española del Imperio azteca, un momento de profunda depresión, y lo que sabemos que se desarrolló en torno a un cerro de la Ciudad de México lo conocemos gracias a un documento llamado Nican Mopohua, un relato que conjuga la tradición española y la indígena, repasemos brevemente los hechos.

Allí se narra que, en la madrugada del sábado 9 de diciembre de ese año, dirigiéndose a pie a Tlatelolco, en el cerro Tepeyac tuvo lugar una primera aparición de la Virgen María con el título de “la perfecta siempre virgen santa María, madre del Dios verdadero”, a san Juan Diego Cuauhtlatoatzin (1474-1548), un indígena chichimeca, al cual encargó pedir la construcción de una iglesia a fray Juan de Zumárraga, el obispo de la Capital.

Ante el escepticismo del obispo, ese mismo día por la tarde, el indígena retornó a la Virgen, la cual, en una segunda aparición le pidió que insistiese, lo cual realiza el domingo 10. El obispo examinó su fe y pidió pruebas objetivas de la aparición.

En una tercera aparición, el 10 de diciembre por la tarde, la Virgen María dialogó con Juan Diego y le mandó ir a reencontrarla al día siguiente, lunes 11, para recibir la señal que el obispo le solicitaba.

Sin embargo, el día 11 su tío Juan Bernardino enfermó gravemente, por lo que san Juan Diego no se presentó ante la Virgen.

El martes 12, el Santo Indígena se encaminó muy de madrugada a Tlaltelolco, buscando un sacerdote que auxiliase a su tío. Temiendo que la Virgen lo entretuviera en su camino, buscó evitarla, subiendo por una ladera del Tepeyac para rodearlo y continuar su camino.

Para su sorpresa, atestiguó una cuarta aparición de la Virgen. Allí, san Juan Diego le compartió la situación de su tío. La Virgen le respondió con uno de los párrafos más bellos de la historia mariana en la Iglesia: “¿No estoy aquí, yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?”.

Al tiempo que expresaba estas palabras, en una quinta aparición, ante Juan Bernardino, el tío enfermo, le curó de sus enfermedades y le manifiestó su nombre: de ahora en adelante, se le conocerá como la siempre Virgen santa María de Guadalupe.

Con la convicción de que su tío había sanado, san Juan Diego pidió a la Virgen la señal y el mensaje para el obispo. Santa María de Guadalupe le invitó a subir a la cumbre del Tepeyac, donde, a pesar de que era invierno, pudo recolectar rosas de Castilla, flores que fue acomodando en su “tilma”.

San Juan Diego fue entonces ante el obispo para presentarlas como prueba de la veracidad de sus palabras. Delante de él, el Santo abrió su “tilma” para dejar caer las flores, mientras que en el tejido aparecía, inexplicablemente impresa, gracias a un milagro, la bella imagen de la Virgen de Guadalupe, que desde aquel momento se convirtió en el corazón espiritual de la Iglesia en México.

 

Devoción especial en México y Latinoamérica

Sin duda la celebración religiosa más importante de México es la fiesta de la Guadalupana. Después de la basílica de San Pedro en Roma, la basílica de la Virgen de Guadalupe es el santuario mariano más visitado de la Iglesia Católica, pues unos 20 millones de fieles acuden a su altar mayor cada año.

Las apariciones de la Virgen Morena marcaron para siempre la historia de México, desde entonces el pueblo tuvo conciencia de nación y ya para 1810, por ejemplo, su imagen fue el estandarte con el cual el sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla encabezó el inicio de la guerra de independencia.

En la Revolución Mexicana, un siglo después, el Ejército del Sur, con Emiliano Zapata a la cabeza, adoptó como emblema esta bella imagen mariana. Desde el inicio de la época colonial a fray Bernardino de Sahagún le llamó la atención que, después de las apariciones, llegaban miles de personas de muchas partes del territorio de la Nueva España al Tepeyac.

El culto para el siglo XVII estaba evidentemente muy difundido, al grado de en casi todas las casas de españoles, de indios, de mestizos y de mulatos había reproducciones de su imagen, y en varias de las iglesias más importantes, entre ellas las catedrales de México, Puebla y Oaxaca, había ya altares en su honor.

 

Festividad en tiempos de pandemia: alternativas

Ha sido el mismo santuario mariano el que ha pedido que todos aquellos que deseen peregrinar a la Villa de Guadalupe que pospongan sus visitas de noviembre a enero del próximo año, cuando haya pasado la pandemia en 2021, siempre visitas escalonadas, respetando los protocolos de salud.

Son varias las alternativas que los pastores y teólogos mexicanos han pensado para celebrar esta fiesta tan sentida en el pueblo fiel desde casa en estos tiempos de pandemia. Estas opciones son de dos tipos: o digitales o caseras. Enlistamos algunos ejemplos a continuación.

 

Iniciativas digitales

El sitio oficial de la basílica de Guadalupe ( virgendeguadalupe.org.mx ) ha organizado las siguientes actividades digitales a las que los devotos nos podemos unir digitalmente.

1.º El santuario mariano ha hecho lo posible para que los fieles manden encender una vela o una antorcha el 11 de diciembre, en el atrio de la basílica junto a la estatua de san Juan Pablo II, simbolizando su propia presencia ante la Virgen.

2.º También se ha organizado que una gran figura virtual de la Virgen de Guadalupe que será diseñada con las fotografías de las personas o familias que piden una intención.

3.º Las peticiones o agradecimientos a Dios por intercesión de la Guadalupana que lleguen a la página web del santuario mariano, serán colocadas en el altar mayor.

4.º Podremos también enviar una foto del lugar (casa, calle, parroquia, local, barrio, colonia) donde celebraremos a la Virgen Morenita, la cual luego formará parte de las plataformas digitales como testimonio de la propia presencia espiritual.

5.º Finalmente y quizá lo más importante de todo, podremos seguir la Misa del 11 de diciembre (a media noche) y la del 12 de diciembre (a medio día), las cuales serán pregrabadas y transmitidas no solo de modo digital sino incluso por los medios analógicos de comunicación más tradicionales como la radio y la televisión.

 

Iniciativas para celebrar desde casa

Queremos separar las iniciativas caseras, o sea aquellas que nos ayuda a celebrar desde casa a la Virgen del Tepeyac, de las iniciativas digitales, porque a veces podemos caer en la tentación de creer que basta con pagar para que los otros hagan el acto devocional para que nosotros hayamos “cumplido”. Las iniciativas que se enlistan a continuación más bien plantean que estemos más involucrados en su realización.

1.º Podríamos preparar un lugar de oración a la Santísima Virgen de Guadalupe en nuestro hogar. Es cierto que muchos hogares poseen una imagen o incluso un altar dedicado a ella, pero si este año lo adornamos con mucho cariño, lo hacemos muy especial, en la medida de nuestras posibilidades, involucrando a los miembros de nuestras familias, habremos simbolizado que no se nos pasa por alto la celebración.

De hecho, si hacemos esto y luego nos unimos a través de los medios de comunicación a la celebración eucarística desde la basílica de Guadalupe el 12 de diciembre: sea en punto de la media noche (tiempo del centro de México), sea justo medio día, en la llamada “Misa de las rosas”, la arquidiócesis de México ha difundido que la Santa Sede ha concedido la indulgencia plenaria siguiendo las otras condiciones habituales (orar por las intenciones del Santo Padre, confesar sacramentalmente los pecados y comulgar sacramentalmente), la cuales pueden ser satisfechas en cuanto las condiciones de seguridad por la emergencia sanitaria lo permitan.

2.º Sigamos agradeciendo a nuestra Madre su maternidad, la cual nos contiene, dignifica, enseña y anima a vivir como hermanos.

3.º Tratemos de honrar a nuestra Señora imitando su amor y respeto hacia todos, a nivel personal y comunitario, siendo capaces de establecer una presencia amable, cordial y cercana al ser y circunstancias vitales de los otros.

En resumen, veneremos a nuestra Madre del Cielo, que es Madre de Dios y Salud de los Enfermos, con la misma actitud con la que Juan Diego recibió la salud de su tío y mereció recibir su bendita imagen.

“Y Juan Diego, cuando oyó la amable palabra, el amable aliento de la Reina del Cielo, muchísimo con ello se consoló, bien con ello se apaciguó su corazón” (Nican Mopohua).

 

 

 

 

El CELAM presenta e-book sobre ‘Fratelli Tutti’

Para acompañar el Adviento

diciembre 12, 2020 14:42

Documentos
Iglesia Local

(zenit – 12 dic. 2020).- Fratelli tutti: meditaciones desde América Latina y el Caribe, es el título del nuevo e-book del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) que llega a sus lectores como una propuesta editorial para acompañar el camino del Adviento.

En una carta dirigida a las Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe, el presidente del CELAM, Monseñor Miguel Cabrejos Vidarte, invita a la lectura de este libro que contiene ocho meditaciones breves, sobre la última Carta Encíclica del Papa Francisco Fratelli tutti -una por cada capítulo- desde la perspectiva de la realidad del continente.

Las reflexiones fueron escritas por los miembros de la presidencia del organismo colegiado y otros invitados especiales que hacen eco del Magisterio del Papa Francisco, a partir de su Encíclica sobre la fraternidad y la amistad social.

“En este tiempo de Adviento sentimos el llamado apremiante del buen Dios a fortalecer nuestra esperanza y al mismo tiempo nuestro compromiso con los más necesitados, expresando nuestra cercanía con las víctimas del coronavirus y de tantas otras ‘pandemias históricas’ que nos impulsan a construir puentes de solidaridad, fraternidad y justicia social, a la luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia”, afirma Monseñor Cabrejos.

La publicación digital pretende ser un servicio de animación para todos los rincones de América Latina y el Caribe, por lo que está disponible en español, portugués, inglés y francés. Próximamente estará en italiano.

En la presentación del texto, el secretario general del CELAM, monseñor Jorge Eduardo Lozano, advierte sobre la urgencia que existe de vivir esa dimensión universal del amor fraterno; temática que el Santo Padre hace expresa en su Carta Encíclica y que en América Latina y el Caribe se vive a diario por lo que es necesario dejarse impregnar por el testimonio de fraternidad, sencillez y alegría de San Francisco de Asís, cuyo carisma es parte fundamental del espíritu del texto.

Mucho más en el contexto de la pandemia que invita de manera categórica a despertar a este deseo mundial de hermandad que sin desconocer las sombras del mundo cerrado en el que vivimos nos interpela para ser ese prójimo sin fronteras que supera todos los límites y va al encuentro de quien necesita su ayuda.

La presentación de Fratelli tutti: meditaciones desde América Latina y el Caribe coincide con el Adviento y la solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, porque a ejemplo de la primera discípula misionera busca animar la esperanza y el compromiso con la cultura del encuentro y el diálogo.

El Consejo Episcopal Latinoamericano invita a sus lectores a descargar de manera gratuita y en diferentes idiomas el libro Fratelli tutti: meditaciones desde América Latina y el Caribe” haciendo clic en los siguientes enlaces.

 

Fratelli tutti: meditaciones desde América Latina y el Caribe. Versión en español

Fratelli tutti: meditaciones desde América Latina y el Caribe. Versión en portugués

Fratelli tutti: meditaciones desde América Latina y el Caribe. Versión en inglés

Fratelli tutti: meditaciones desde América Latina y el Caribe. Versión en francés

 

 

 

 

Beato Juan Marinoni, 13 de diciembre

Gran apóstol en Nápoles

diciembre 12, 2020 09:00

Testimonios

 

“El beato Juan Marinoni está considerado maestro de los teatinos. Colaborador y compañero del fundador de la Orden, san Cayetano de Thiene, fue un gran apóstol en Nápoles. Pensando en los pobres y desvalidos impulsó una importante red: los Montes de Piedad”

Hoy festividad de santa Lucía, también se celebra la vida del beato Marinoni, en el que pobres y desvalidos tuvieron uno de sus grandes valedores.

Nació en Venecia, Italia, el 25 de diciembre de 1490. Era hijo de una ilustre familia que poseía grandes bienes y que tenía sus raíces en Bergamo. Fue el benjamín de seis hermanos, y lo bautizaron con el nombre de Francisco.

Su madre Elisabetta le transmitió su devoción por la Inmaculada. Creció en un hogar donde floreció la fe alumbrada en particular por el influjo de la piedad materna. Tres hermanas, que no contrajeron matrimonio, se dedicaron a las obras de caridad, y sus dos hermanos fueron sacerdotes.

Marinoni se convirtió en un joven atractivo, con innegable elegancia natural, que dejaba traslucir una educación exquisita a la que acompañaban sus finos modales. Cursó derecho en la universidad de Padua, pero desestimó la carrera judicial en la que hubiera llegado lejos, y optó por el sacerdocio.

Renunció a su herencia y a sus privilegios, repartiendo parte de sus bienes entre los pobres tras dejar otra porción en manos de su familia. Era integrante del clero en la colegiata de San Pantaleón, sacristán de la basílica de San Marcos –misión que ya ostentaba en 1515–, y uno de sus canónigos. Durante un tiempo fue capellán y superior del hospital de Incurables. En esta época combinó esta acción apostólica con la predicación y la enseñanza a los niños.

La fundación de Clérigos Regulares iniciada por san Cayetano de Thiene daba sus primeros pasos, y el beato, que quería consagrar su vida a Cristo como religioso, iba quedando seducido por ese carisma. Así que renunció a su canonjía y se integró en la Orden en 1528.

Profesó en mayo de 1530 tomando el nombre de Juan. Le impuso el hábito Gian Pietro Carafa, obispo de Chieti y futuro pontífice Pablo IV, ante la presencia del fundador san Cayetano; a partir de entonces comenzó a colaborar estrechamente con él.

De hecho, tres años más tarde, a solicitud del papa Clemente VII, Cayetano y el beato Juan Marinoni –porque así lo juzgó el superior general Carafa considerándolo idóneo para acompañar al fundador–, se trasladaron a Nápoles y abrieron la primera casa.

La establecieron en santa María de la Misericordia, reemplazada luego por el hospital de Incurables al que siguieron otras residencias, hasta que en 1538 se afincaron definitivamente en San Pablo el Mayor. Ambos se fueron relevando sucesivamente en las labores de gobierno.

Marinoni era un hombre admirado por su sencillez, caridad y humildad. Era un gran penitente. Solía aprovechar el tiempo al máximo; no desperdiciaba ni un segundo. Alegre, ponderado y prudente, ponía de manifiesto que vivía unido a Dios.

Fue un gran confesor; tenía sabiduría para la dirección espiritual y la formación de los futuros sacerdotes, por lo que es considerado “maestro de los teatinos”. Siempre se le hallaba a merced de quienes acudieran a él, disponible, abierto a la escucha.

Bajo su enseñanza, entre otros egregios sacerdotes, se apasionaron por Cristo y aprendieron los matices del carisma fundador: el beato cardenal Paolo Burali, Giacomo Tormo, Salvatore Caracciolo, que fue arzobispo de Conza, y san Andrea Avellino, primer biógrafo suyo; fue quien le asistió en el momento de su muerte.

Avellino retrató a su maestro diciendo que: “…siempre fue de naturaleza amable, por lo que era querido, respetado y admirado por los fieles quienes le rendían honores y lo tenían por un santo…”. Ciertamente ejerció un liderazgo espiritual entre los religiosos porque otras insignes figuras de la Iglesia se forjaron junto a él, subrayando el imponente carisma que tenía. De hecho, se le considera también maestro de santos.

Era un orador excepcional que conmovía a los fieles con sus encendidas palabras; ponían de manifiesto su amor a Cristo. Promovió la fundación de santuarios, monasterios, orfanatos y hogares para jóvenes. Se caracterizó por su devoción a la Pasión, y su sensibilidad por los necesitados.

Para poder atenderlos en 1539, de acuerdo con el fundador, alentó los “Montes de Piedad” que tanto bien hicieron en estos colectivos desfavorecidos, rescatándolos con ellos de oportunistas y desaprensivos usureros; tuvieron tanto éxito que se convirtieron luego en el Banco de Nápoles.

En el impulso de esta loable tarea respondieron a la llamada de Marinoni: Aurelio Paparo, Gian Domenico di Lega y Leonardo Palma, que pusieron parte del capital inicial; eran discípulos suyos.

También las mujeres que el beato Juan Marinoni dirigía emprendieron iniciativas de gran calado, como hizo Giovanna Scorziata que quiso ofrecer a las niñas una selecta educación cristiana para lo cual fundó Il Tempio. A su vez, las cuatro hermanas Palescandalo, que se habían nutrido de las enseñanzas del beato, fundaron el monasterio de San Andrea delle Dame.

En la ejemplar acción apostólica que llevaba a cabo junto a san Cayetano, combatió movimientos contrarios a la Iglesia. En 1547 tras la muerte del fundador quedó al frente de la comunidad napolitana.

Pablo IV le ofreció ocupar la sede de Nápoles como arzobispo y cardenal en varias ocasiones, pero sintiéndose indigno de ese honor declinó aceptar la misión. Hasta el final de sus días estuvo orando por todos y creando nuevas vías de ayuda para los pobres y los ancianos.

Fue en ese periodo cuando abrió hospicios para ellos y puso en marcha hospitales. En cinco ocasiones fue prepósito de la casa de San Pablo de Nápoles, y en ella murió el 13 de diciembre de 1562. Había sembrado con su celo apostólico las calles de la ciudad durante veintinueve años.

Avellino, que se había convertido en su confesor en la última etapa de su vida, quedó muy afectado por su pérdida. Los restos del beato Juan Marinoni recibieron sepultura en la cripta de la basílica napolitana de San Pablo el Mayor, y se conservan junto a las reliquias de su fundador, san Cayetano. Su culto fue confirmado por Clemente XIII el 11 de septiembre de 1762.