De Libros

 

El general De Gaulle, un cristiano a la altura de su tiempo

 

El catedrático de Historia Pablo Pérez López profundiza en la dimensión humana y cristiana de este militar y hombre de Estado

 

 

José Francisco Serrano Oceja | 14/12/20


 

 

 

 

 

La lectura de este libro me ha recordado una crítica que Carlos Pujol hizo al libro, o panfleto, de Jean-Marie Paupert, “De Gaulle est-Il Chrétién?” de 1969, en la que respondía a la pregunta sobre si De Gaulle era cristiano.

Pero, más allá de esta nota, varios son los motivos por los que este libro es oportuno. El primero, la personalidad del general De Gaulle. Un militar, estadista, un hombre de Estado, la antítesis de no pocos de los perfiles de políticos que pululan por nuestra historia.

El segundo, el autor, el catedrático de Historia de la Universidad de Navarra, Pablo Pérez López, una figura emergente en el panorama cultural español.

Y, tercero, la editorial Ciudadela, que ha resurgido con un nuevo proyecto en el que se combina el rigor de los temas históricos, con algunas cuestiones de actualidad como son la pandemia. Un ejemplo, su novedad, entre otras, “Los caballos amarillos. Enfermedades que nadie vio venir”, de María y Marta Lara.

 

El mito de De Gaulle

Después de las elecciones de abril de 1969, un general De Gaulle melancólico, que acababa de decir adiós a la política, le comentó a uno de sus colaboradores: “Es verdad, los franceses ya no quieren a De Gaulle. Pero el mito. Verá usted cómo crece el mito… ¡Dentro de treinta años!”.

Han pasado ya más de treinta años y el mito de De Gaulle sigue creciendo y no solo en Francia. Y más ahora en la que se han agudizado algunos fenómenos que el general, “que creyó en Francia”, detestaba, como la mediocridad de los dirigentes políticos o el enfrentamiento entre partidos. Fenómenos, entre otros, que acabaron con la corta IVª República.

 

Cincuenta aniversario de su fallecimiento

El cincuenta aniversario del fallecimiento del general Charles De Gaulle nos ha traído una serie de novedades editoriales entre las que destaca esta biografía, que se caracteriza por una notable capacidad de meternos en el contexto histórico de la vida del estadista francés.

De Gaulle tenía muy claro que “siempre han estado vinculadas la grandeza de Francia y la libertad del mundo”. Ante los cambios profundos de una Francia que pasó de ser un imperio colonial a una nación humillada, en un mundo acelerado que se reconfiguraba sobre los nuevos centros de una estrategia geopolítica marcada por las ideologías, De Gaulle insistía en que no hay política que valga fuera de la realidad.

La dos Guerras Mundiales, la crisis de Argelia, la configuración de la Vª República o los episodios referidos al mayo del 68 son algunos de los momentos estelares de esta biografía.

 

"Al hombre es el que hay que salvar"

Pero una perspectiva que está presente en el libro, y que quizá se pueda profundizar en otros estudios posteriores, es la dimensión humana y cristiana del general De Gaulle, sin la que se entenderían algunos episodios de su vida. Por ejemplo su relación con su hija Anne, afectada por el síndrome de Down. O su pensamiento humanista y cristiano, reflejado por cierto en textos como el que sigue: “La única cuestión de verdad es el hombre. Al hombre es al que hay que salvar, hacer vivir y desarrollar. Nosotros… que somos Europa, que disponemos, con América, su hija, de los medios principales de la civilización; nosotros, que tenemos qué comer, con qué vestirnos, dónde vivir, con qué calentarnos (…) ¿No conseguiremos poner en pie, todos juntos, la organización fraternal que preste su curso a los otros (…) para vencer la miseria, para aprovecharles los recursos y ayudar en su trabajo a los menos desarrollados? Hagámoslo…”.

 

Mayo del 68

Son muchos los episodios que el profesor Pablo Pérez borda con singular maestría. Por ejemplo el referido al mayo del 68, -anticipado para nuestros lectores en una reseña del volumen dedicado a esta efeméride de la FUE, en el curso dirigido por Lydia Jiménez- o el del distanciamiento de Gaulle y Pétain.

En 1925, cuando de Gaulle no es nadie, y Pétain lo es todo, de Gaulle llega a la conclusión de que “ el mariscal Pétain era un gran hombre: murió en 1925”. Eso ocurrió porque Pétain sacrificó la lealtad y los ideales a cambio de ganar honores por el caso de la insurrección de Marruecos y el general Lyautey. ¿Cuántos grandes hombres han muerto así? Las enseñanzas de la historia…

 

 

 

 

 

Pablo Pérez López.
Charles De Gaulle. El estadista rebelde.
Ciudadela.