Cáritas | Análisis y reflexión • 22/12/2020

 

Una Navidad para vivir la ternura de Dios y la “fraternura” humana

 

A pesar de la distancia de seguridad nuestro delegado nos pide que esta Navidad no olvidemos a los más vulnerables

 

 

Por Vicente Martín, delegado de Cáritas


 

 

 

 

 

 

“Esta Navidad más cerca que nunca” es el lema de nuestra campaña. Un lema que nos conecta con el Dios de la cercanía, con el “tan cerca” que es “con-nosotros”. La cercanía es signo de la ternura de Dios.

Ante la situación que estamos viviendo, marcada por la distancia de “seguridad”, todos necesitamos cercanía y ternura, y todos podemos ofrecerla.

La Navidad es la manifestación plena de la ternura porque en ella aparece la bondad del Padre Dios en Jesús, el Amor hecho carne (Tt 2,11). “Encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2,12). Este es el signo de siempre para encontrar a Jesús. No sólo entonces, sino también hoy. Si queremos celebrar la verdadera Navidad, contemplemos este signo: la sencillez frágil de un niño recién nacido, la dulzura al verlo recostado, la ternura de los pañales que lo cubren. Allí está Dios. Por ello, durante este tiempo navideño, quédate en algún momento contemplando el Belén porque allí nos habla la ternura de Dios y se enternece nuestra mirada.

Esa ternura divina se sigue manifestando en la debilidad humana, en la pobreza y en los gestos de generosidad. La parábola del Buen Samaritano, donde hay alguien que es capaz de inclinarse ante el herido para socorrerlo y cuidarlo, nos ayuda a descubrir que el lugar teológico de la ternura de Dios son nuestras heridas y fragilidades, ahora tan evidentes.

Como decía el padre Arrupe: “Tan cerca de nosotros no había estado el Señor, acaso nunca; ya que nunca habíamos estado tan inseguros”. ¡En esta Navidad, dejémonos alcanzar por la ternura de Dios!

Y la ternura divina ha de hacerse “fraternura”, con el corazón y las manos, comenzando por nuestras familias y amigos, pero no limitándola a “los nuestros”, a los de siempre, sino abriéndola a los otros, a los extraños, a los diferentes, a los extranjeros, a los no creyentes, a los de otras religiones, a los más pobres porque reconoce, valora y ama a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar de donde venga, más allá de donde habite, más allá de su situación económica y social.

Una “fraternura” que reconoce a cada ser humano como un hermano o una hermana.

Los de Cáritas estamos llamados a ser ese signo de la ternura de Dios y de la “fraternura” humana en medio de nuestra sociedad, porque la fraternidad solo es auténtica si se construye desde los últimos.

¡Feliz, tierna y fraterna Navidad, más cerca que nunca!