Colaboraciones

 

Cuando los buenos no hacen nada, el mal crece

 

Jamás podemos avergonzarnos y ocultar nuestra historia, esta ha sido la que siempre ha definido a nuestras gentes como personas afanosas, solidarias, impetuosas y valerosas ante la adversidad

 

 

23 diciembre, 2020 | José Ramón Talero


 

 

 

 

 

Las actuaciones políticas que se están viviendo en nuestra España conturban y a la vez exacerban a miles y miles de españoles que observamos como nuestra nación, la que más ha influenciado en la expansión de cultura y progreso en todas las latitudes de nuestro mundo, se desmiembra y se desmorona.

Precisamente ayer viendo una película, el protagonista comentaba a sus compañeros diciendo: “Cuando los buenos no hacen nada, el mal crece”

Los complejos que perviven en nuestras conciencias por la falsa y denigrante leyenda negra perpetrada por países que, por sus envidias, ansias de poder, expansión e intereses económicos tanto daño hizo a España.

La sinrazón, el despropósito, las imposiciones sectarias aderezadas con imaginarias historias falseando la realidad y escondiendo a todos los ciudadanos españoles por medio de su instrucción en colegios y universidades, documentación histórica que evidencia la autenticidad de los hechos históricos y los personajes que influyeron tanto en nuestra historia en común como en todos los continentes de nuestro planeta.

Jamás podemos avergonzarnos y ocultar nuestra historia, esta ha sido la que siempre ha definido a nuestras gentes como personas afanosas, solidarias, impetuosas y valerosas ante la adversidad.

Ningún país se avergüenza de su historia, ahí están los ejemplos de los alemanes, ingleses, holandeses, belgas, rusos, japoneses… que en sus colonizaciones e incluso algunos en sus propios países con regímenes totalitarios, exterminaron a millones de seres humanos. Sin embargo, avanzan no miran atrás y con sus sistemas políticos actuales luchan por la unidad y prosperidad de sus países.

Aquí nos desprestigiamos, no valoramos las riquezas culturales y la variedad que poseemos, en vez de aunar fuerzas y enriquecernos, nos insultamos, despreciamos y atentamos de forma ruin hacia nuestros símbolos, nuestras raíces, nuestra lengua común hablada por 600 millones de personas, queremos arrasar con todo lo que nos identifica como pueblo, habiendo sido ejemplo y admiración en todo el mundo.

Debemos llegar al consenso, al sentido común, al respeto y al diálogo. Rechacemos la pérdida de nuestros principios, a esas actuaciones ignominiosas y mezquinas que dañan la cultura, la historia y el respeto que merecen el conjunto de nuestros pueblos que integran España. Descartemos a esos personajes que emponzoñan, desfiguran la historia a su antojo inventando hechos, e incitando en la ciudadanía al enfrentamiento y a esa animadversión interior que ocasiona esa violencia pavorosa.

No destruyamos nuestra diversidad, exijamos libertad absoluta sin ataduras e imposiciones sectarias. Mantengamos fuerte la gran nación que somos y estemos muy atentos a otros países que quieren aprovecharse del guirigay que estamos originando.