Tribunas

Rechazo de la Ley Celáa

 

Jesús Ortiz


 

 

 

 

 

Termina un año difícil en el que el nivel de libertad ha descendido en aspectos importantes. Uno de ellos decisivo para el futuro de los jóvenes es la limitación de la libertad de enseñanza debida a la Lomloe más conocida como ley Celáa.

Se ha consumado el atentado contra los padres y la comunidad educativa, con un descaro nunca visto rechazando cualquier diálogo, sin escuchar a los expertos, y a una velocidad supersónica en medio del estado de alarma.

Como ha señalado el profesor José Antonio Marina la iniciativa del Gobierno de Sánchez siembra el desconcierto: «Diez comunidades autónomas no piensan aplicarla este año (la ley aprobada), y probablemente tengan derecho a hacerlo. La oposición en bloque se ha comprometido a cambiarla. Los docentes están confusos, los padres están hartos, a los editores de libros de textos el agua les llega al cuello, y los alumnos tampoco saben a qué atenerse… [porque] el cambio educativo no se hace en el BOE, sino en las aulas»

Rechazo

Caravanas con cientos de coches, globos y banderas naranja carteles «Stop ley Celáa» mientras suenan las bocinas, repetidas en cincuentas ciudades; continuas declaraciones de los agentes educativos contrarias a esa Ley; protestas innumerables en las redes sociales; casi dos millones de alumnos en peligro de abandonar sus colegios concertados o especiales, y un largo etcétera, todo eso no significa nada para Isabel Celáa, la ministra encargada por el Gobierno de Sánchez - Iglesias. Ella se ha permitido la ofensa añadida de colocar una rueda a la misma hora en la sede del PSOE en la que acusa a «la derecha que prostituye el verdadero sentido de la palabra libertad». Palabras fuertes en verdad.

La peor hipocresía no es la quien disimula sus malas acciones sino la de quien pretende la desfachatez de presentar el vicio como virtud, siempre con la mentira por delante. Para Celáa disentir de sus dogmas profanos es prostituir la libertad, mientras que su ley contra la libertad de los padres es un prodigio de defensa de la libertad, pues ya se sabe que los hijos no son propiedad de los padres, afirmó ladinamente para omitir que sí son propiedad del Estado socialista.

 

Menos libertad, menos igualdad

Esta ley Celáa no mejora para nada la libertad ni la igualdad, como bien recuerda el catedrático de Derecho Constitucional, Ángel J.Gómez Montoro: «Creo honestamente que todos saben que los problemas de la educación pública no se arreglan poniendo trabas a la concertada. Desde luego esta debe colaborar -y así se le debe exigir- en la integración de alumnos con más problemas; y si existen abusos en el cobro de cuotas, procederá adoptar las medidas que sean necesarias para cortarlos. Pero atacar a los centros concertados no solo no ayudará en nada a la mejora del sistema educativo sino que se traducirá en una menor libertad y en una menor igualdad».

No pedimos coherencia a Celáa perteneciente a la burguesía de Bilbao, que en su juventud estudió en un colegio de monjas católicas, y su carrera en Deusto, la universidad de los jesuitas, y que ha llevado a sus hijas también a un colegio católico. No pedimos coherencia a este Gobierno de mentirosos compulsivos porque les trae sin cuidado: ellos funcionan con otros moldes mentales alejados de la realidad y de la vergüenza.

 

Atentado a la pluralidad

La política, en el peor sentido de la palabra y la ideología sectaria se ha impuesto por encima de los expertos, de la calidad de educación, de la pluralidad y del servicio a los alumnos. Increíble pero cierto, y son hechos reales, no ficción. El nombre de Isabel Celáa quedará unido a esa Ley y no podrá quitarse el estigma de sectaria que ella misma ha cultivado.

No nos engañemos, el propósito final de esta Ley es avanzar en la descristianización de la sociedad española, fabricando una generación de iletrados subvencionados que tendrán atrofiado el sentido cristiano de la vida y estarán mutilados para orientarse según los valores humanos trascendentes .

 

 

Jesús Ortiz López
Doctor en Derecho Canónico