Editorial

 

Ser cristiano hoy. Una reflexión

 

 

08 enero, 2021 | por ForumLibertas.com


 

 

 

 

 

Una de las grandes amenazas que acechan al pueblo de Dios, a la Iglesia, es la dilución de su fe en un magma de espiritualidad indefinida, construida solo a base de la subjetividad, sin ninguna razón objetiva que la sustenta. Cuando esta dilución alcanza al núcleo interno de la Iglesia, a algunos de sus miembros consagrados, y se convierten en activos fermentos de esta forma de entender el cristianismo, el problema se multiplica.

Un ejemplo lo encontramos en la entrevista al jesuita Javier Melloni, que se publicó en el suplemento de El País Ideas el domingo 27 de diciembre. En una extensa entrevista a toda página Melloni expone su punto de vista sin una sola referencia a Jesucristo.  Por si esto no es obviamente suficiente, pero inserido en el contexto de las declaraciones, señala una visión que consiste básicamente en considerar la práctica espiritual individualizada del silencio y la meditación como una vía fundamental, muy en línea a la espiritualidad de corte budista que impregna toda la obra de Melloni,  hasta ocupar el centro de la misma. Cuando esto sucede ya no queda espacio para Jesucristo y la Iglesia, al menos no queda lugar para ellos en el centro.

Desde el punto de vista de Melloni, la Iglesia no es otra cosa que una religión más institucionalizada, no es portadora de nada específico, ni depósito de la fe, porque tal realidad es atmosférica. No solo eso, sino que la considera una más junto con otras realidades institucionalizadas, que “si siguen funcionando bajo el registro de la obediencia acabarán siendo residuales“. Es difícil leer la impronta de la Compañía de Jesús en esta particular visión de la Iglesia y de su autoridad. Pero Melloni no es nadie periférico en la Compañía, sino que desarrolla su actividad en el centro neurálgico de la espiritualidad ignaciana en la cueva de Manresa, allí precisamente donde empezó todo para la obra ignaciana.

Nuestro jesuita considera que es necesario el encuentro entre religiones porque es la oportunidad de complementarnos. “Ha llegado -dicen- el momento de abrazar la totalidad del legado espiritual de la humanidad”. Es la visión isométrica de la fe, en la que Dios se ha hecho presente al mundo,  no por la Encarnación de Jesucristo, sino a través de las múltiples formas humanas que existen de rendirle culto. Esto tendrá interés para los partidarios del sincretismo, da lugar a escuelas de meditación en las que el ser humano se encierra en sí mismo, y cree que con un método, un silencio, una forma de respirar, una postura, ganará una espiritualidad él solo, y en la que Dios y Jesucristo parece que tengan poco que decir, y la Iglesia, como viene a decir Melloni, será más bien un estorbo. Todo esto incluso puede dar lugar a situaciones divertidas, como la que nos contaba hace unos años un participante en unos de estos recesos, que abandonó la iniciación el tercer día, cuando se empeñaron en respirar de una determinada manera para profundizar en la meditación y en la espiritualidad, y se dio cuenta que era la misma práctica, aunque menos perfeccionada, que la que aprendió en su progreso en el karate; nuestro hombre es un cinturón negro de alto grado. La respiración profunda mediante el recurso a la parte baja del abdomen, el tándem, allí donde en la teoría de las artes marciales reside el centro de la fuerza. Para nuestro karateca que el camino hacia Dios participara de una de las técnicas del dojo, le pareció demasiado. Y se fue.

Pero esto no es cristianismo, al menos no lo es si no se explica mejor. Esto acampa fuera  de la Asamblea del pueblo de Dios de la Eklesia.

Por eso hay algunos puntos esenciales que merecen ser recordados:

  1. Dios creador todopoderoso que es persona y con quien mantenemos una relación de esta naturaleza.
  2. Jesucristo Dios encarnado en la historia en la forma de una persona humana, comprensible para nuestra mentalidad, que nos presenta a Dios de manera inteligible como Padre que nos otorga la filiación divina.
  3. El espíritu de Dios que permanece entre nosotros y dota de toda su especificidad sobrenatural a la Iglesia, que es pecadora, sí, pero sobre todo una.
  4. Jesucristo como hecho único y excepcional es la historia humana que señala la plenitud de los tiempos, Que se encarna en la historia y la trasciende. Señala la especificidad cristiana y rechaza todo sincretismo en torno a Dios.
  5. La Trinidad, unidad dialógica de Dios en tres personas, expresión máxima de la desposesión de cada una en favor de las otras. El ejemplo máximo para el amor cristiano. Dios es amor, que en último termino consiste en desposeerse en benefició de los demás.
  6. El juicio personal y final, la gloria, el infierno. La vida eterna y la resurrección.
  7. La presencia del Mal en el mundo, que cae como un rayo sobre la humanidad. El príncipe de este mundo, que Jesucristo vino para denunciar y expulsar, en un proceso histórico que culminará en el fin de los tiempos. El Mal no es nada sin la participación humana.
  8. La Iglesia instituida por Jesucristo que, siendo humana y arrastrando el pecado con ella por esta naturaleza, está asistida por el Espíritu Santo, que le permite una y ora vez renovarse en toda caída y que trasciende a la historia en la comunión de los Santos, es universal y está presente hasta el fin de los tiempos.
  9. La necesidad de la contribución humana para expandir el Reino de Dios y luchar contra el mal, el  personal y el presente en las estructuras de pecado, siguiendo el ejemplo de Jesucristo.
  10. El pecado y el perdón. El propio y el de los otros como fundamento del cristianismo y de la reconciliación con Dios. Sin perdón el cristianismo es imposible.
  11. La humildad ante Dios, la confesión de que con nuestros propios medios no podemos alcanzar la salvación y la plenitud humana, que solamente se logra a través de la gracia que Dios otorga. La humildad como condición necesaria para la acogida del don de la fe y su adecuado desarrollo.
  12. Los acuerdos fundamentales que permiten al pueblo de Dios transitar de manera unida y coherente a través de la historia y que se expresan en la Tradición y se fundamentan en la Enseñanza de la Iglesia.
  13. Sin traducción no existe comunidad y sin ella son imposibles las prácticas buenas, las virtudes. Sin pueblo de Dios difícilmente perviven las virtudes cristianas, y sin ellas la realización de la fe en este mundo no es viable.