Tribunas

Teología de la buena en San Dámaso

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

 

 

 

Interesante esta comunión de teologías y teólogos entre Comillas y San Dámaso. Es curioso porque se percibe, últimamente, una frecuente presencia de profesores de la Universidad Pontificia Comillas, que no “de Comillas”, en la Universidad Eclesiástica San Dámaso. No sé si también al revés. Será por la vecindad. Pero hay que aclarar que todo lo que sea colaboración interuniversitaria es positivo.

En la festividad de santo Tomás de Aquino estuvo conferenciando en San Dámaso el profesor Ángel Cordovilla. No hace falta que diga que es uno de los grandes referentes de la teología española, y de esa universidad de los jesuitas. Por cierto que, para aclarar, hay que decir que el profesor Cordovilla no es jesuita, sino sacerdote diocesano, oriundo de Salamanca.

Aún le recuerdo cuando estaba sentado en el centro de la clase y cómo esperábamos todos a que levantara la mano para hacer las preguntas que nadie se atrevía lanzarle a don Olegario. Quizá por eso era de las pocas asignaturas a las que yo iba a clase en la Facultad de Teología.

Ángel Cordovilla tituló su conferencia: ““Si Dios está con nosotros, quién contra nosotros” (Rom 8, 31). Escuchar a Dios en tiempos de pandemia”.

No se trata de hacer ahora una paráfrasis de un texto que abordó desde las preguntas últimas nacidas de la situación actual, las preguntas de la Teodicea, las preguntas por el sentido de lo que pasa, por la relación entre Dios y el mal, hasta las consecuencias para la vida de la Iglesia y de la propuesta cristiana. ¿Qué tiene que ver Dios con todo esto? ¿Cómo podemos escuchar la voz de Dios en este tiempo de pandemia? ¿Qué es lo que él nos quiere decir con la situación histórica que estamos pasando?, fueron algunas las cuestiones planteadas a las que dio respuesta.

Por cierto que como buen pensador, su capacidad de relación de temas emergentes que interpelan la conciencia cristiana, le llevó –y esto es secundario pero no irrelevante- a escribir lo siguiente:

“En este contexto uno no puede por menos que levantar la voz por la insolencia de los políticos que en medio de la pandemia han decidido promover una ley de la eutanasia. Cuando todavía teníamos en nuestras retinas el inmoral proceso de descarte que se realizó o intentó realizar, ya que no lo sabemos con certeza, de la población más envejecida en el momento más crudo de la primera ola, el gobierno español y los partidos que lo apoyan deciden sacar adelante una ley que fue aplaudida como un desarrollo de la libertad individual y de los “derechos humanos”, especialmente de los que sufren. La contradicción desde un punto de vista ético es absoluta .

Pero más allá de los debates morales sobre los que ahora no podemos entrar, no entiendo cómo la sociedad española no salió indignada a las calles para protestar contra esta tropelía; o cómo un hecho como este no se vio reflejado inmediatamente en la pérdida de apoyo social que tienen estos partidos políticos . Salvo que tengamos que reconocer amargamente que vivimos en una sociedad culturalmente eutanásica como ya lo es abortista. Cuando la aprobación de una ley como esta en las circunstancias concretas en que vivimos no genera una masiva contestación ciudadana es que tenemos por delante una enorme tarea de regeneración moral y cultural en nuestra sociedad. Porque el problema no es solo una ley que dirige las conciencias hacia esa realidad sobre la que legisla, sino la cultura de la muerte que poco a poco se va instalando como humus en el que vivimos y la atmósfera que respiramos”.

Chapó, querido Ángel.

Bueno, de lo que se trata aquí también es de dejar constancia de que en España comienza a emerger una nueva generación de teólogos capaces de ofrecer una respuesta adecuada a los retos hodiernos. Respuesta que esperemos cale y sirva de orientación en las más diversas instancias eclesiales. Podría dar algún nombre más, quizá a lo largo de las siguientes columnas.

 

José Francisco Serrano Oceja