Tribunas

Gran Torino

 

 

Daniel Tirapu


 

 

 

 

 

 

Hay muy buenos blogs de cine. El cine, te cuenta en dos horas, lo que 15 horas de lectura. De ahí su peligro, la vida no son dos horas; y su grandeza, te cuenta, te inspira, te desconecta. A Bogart parecía que todos sus dramas le habían pasado la noche anterior.

Clint Eastwood ha resultado ser un actor y director sorprendente. El duro, el bueno, el de la magnum 45, primero disparar y luego preguntar; eterno sargento mayor, formador de reclutas a los que hace hombres. Pero desde que asume funciones de director, se nota una transformación en profundidad y humanidad.

No renuncia a sus malos modos, a su lenguaje soez, a su superioridad, a su fracaso familiar; pero aparece su ternura, la visión de los otros ( los japos de Cartas desde Iwo Jima) y una visión muy realista y trascendente de la vida y de la muerte.

Parece un descreído, un personaje que arrastra su mala vida. No sé si es católico, pero en muchas de sus películas aparecen curas católicos, que le dicen la verdad, aunque no siempre la siga. Se sabe pecador. En Gran Torino, se acumulan sus demonios, su ternura, sus limitaciones de edad, sus fracasos, sus pecados, su amor a las herramientas, sus coincidencias con sus vecinos que no son ni blancos, ni americanos casi.

Y se confiesa, y se redime con un cigarro y un mechero, sin magnum 45, dejando su casa a la Iglesia y su coche al vecino, rollito de primavera.

 

Daniel Tirapu