Fiestas religiosas

 

Oración por la Anunciación: una meditación del padre Marie de La Chapelle

 

He aquí una meditación del padre Marie de la Chapelle, antiguo abad de Notre-Dame de Tournay (Altos Pirineos), con motivo de la fiesta de la Anunciación. María acepta criar al Mesías porque confía y porque no cuenta únicamente con sus fuerzas. Abriéndose al Espíritu Santo, María supera sus propios límites.

 

 

16 mar 2021, 11:36 | La Croix


Imagen: Botticelli, La Anunciación, 1490, Museo Kelvingrove, Glasgow, Escocia.

 

 

 

 

 

María debe criar al Mesías aunque, a pesar de su transparencia y disponibilidad, no podría lograrlo. No podría sin el Espíritu Santo. No debe llamarse a engaño pensando que podría hacer cosas de las que solo Dios es capaz. Cubriéndola con su sombra, el Espíritu hará patente la humildad de su sierva.

El Espíritu Santo se convierte en un maestro tal, que todo lo activo parece desaparecer para ponerse, en la Madre, a disposición del Espíritu: «Ya no soy yo, es el Espíritu que vive en mí». Por ello: «Oh Dios, aunque quisiera negarme, ya no podría puesto que ahora el Espíritu tiene pleno poder sobre todo mi ser». El ponerse en manos del Espíritu es seguir al Hijo, entregado a su Pasión.

 

La maternidad de María no se limita al proceso fisiológico

Abandonada, María debe colaborar, dejarse alcanzar. Y esto forma parte del prodigioso ensanchamiento del origen, de la expropiación que se obra en favor de la Iglesia y de la humanidad.

El nacimiento también supondrá una desmesurada e inimaginable exigencia puesto que, en él, ella se hará partícipe del nacimiento del Hijo eterno y, por consiguiente, de toda su vida terrena. Un nuevo camino se abre bajo los pies de María: la fe, la confianza, es el olvido de sí. Supera sus propios límites porque no se fía de sí misma. Se libera, literalmente. Esta nueva situación le permitirá mirar de forma distinta todo lo que concierne a su Hijo. Surgirá una salida. Y María se dirigirá hacia ella, sin melancolía y sin arrepentimiento.

 

María no se desviará por causa de tal acontecimiento

Verdaderamente pobre, María renueva continuamente su compromiso. Su confianza recibe como pago la Intrepidez, secreto de la juventud, Intrepidez por la cual Dios eligió a esta joven como Madre.