Editorial

 

Última Asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Española. Pero ¿cuál es el papel de los laicos?

 

Todas estas magnificas directrices corren el riesgo de quedar en nada si permanecen reducidas a los espacios episcopales, incluso si no salen de la paredes parroquiales, que ya seria mucho llegar

 

 

23 abril, 2021 | por ForumLibertas.com


 

 

 

 

 

La Conferencia Episcopal Española, cuya sesión plenaria cierra esta semana, ha tenido interesantes e importantes aportaciones en un momento especialmente crítico para esta sociedad por la magnitud de las crisis acumuladas, y también por la situación europea y mundial en la que la incertidumbre impera.

El discurso del presidente de la CEE, Cardenal Omella, es un texto que debe merecer atención porque en él se formulan cuestiones importantes. Señalemos algunas

  • La mejora de nuestro sistema político constitucional y democrático de derecho no puede pasar por las propuestas de deslegitimar y poner en peligro las instituciones básicas que han mantenido durante estas décadas aquel gran acuerdo nacional, y han dado a nuestro país prosperidad y convivencia en la diversidad de sus pueblos. Se trata de acoger todo lo bueno que hay en ellas y mejorar o corregir todos sus fallos y limitaciones”.
  • “Tenemos que recuperar el espíritu de concordia que hizo posible que, tras una durísima guerra entre hermanos y el largo periodo del régimen franquista, nuestros mayores, haciendo política del bien común, fueran capaces de llegar a acuerdos que exigieron sacrificios, generosidad y confianza mutua”.
  • “ Hemos de preservar la memoria de ese legado que forma parte de lo mejor de nuestra historia”.
  • “Hoy es una urgencia generar espacios y actitudes de reencuentro. Hablar de «cultura del encuentro significa que, como pueblo, nos apasiona intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos» (FT, n. 216)”.
  • “ No es una utopía, sino que hay formas y métodos concretos que propician esos encuentros cívicos y llevan a que quienes piensan distinto cultiven entre ellos una amistad cívica, capaz de alumbrar proyectos comunes. Fratelli tutti nos exhorta a buscar caminos concretos (FT, n. 180). Y también convoca al conjunto de la sociedad y especialmente a los políticos y líderes mediáticos y públicos al «cultivo de la amabilidad» (FT, n. 222).
  • “La tarea de reducir la crispación y promover la cultura del encuentro no solo corresponde a los medios de comunicación y a las figuras públicas, sino también a cada uno de nosotros. … abriendo las sendas del diálogo y no levantando nuevos muros» (FT, n. 284).
  • “Necesitamos, por un lado, promover un mercado laboral digno que permita conciliar la vida familiar con la vida laboral, ya que toda medida tendente a proteger la estabilidad de la vida familiar acaba beneficiando económica y socialmente a todos. Y, por otro lado, debemos apostar por una economía que, mirando a largo plazo, tenga el horizonte puesto en la prosperidad inclusiva y sostenible, donde se pueda dar el desarrollo humano integral”.
  • “En la superación de esta crisis y la reconstrucción posterior, debemos priorizar preferentemente a los socialmente más vulnerables y, entre ellos, a los que más sufren la pobreza (cf. FT, n. 187).”
  • “ Por un lado, son muchas las personas que manifiestan su descontento con una forma de hacer política y con la manera que se está llevando a cabo la gestión de la cosa pública. Algunos de ellos se desesperan al considerar que no está a su alcance hacer algo para remediar la situación. Por otro lado, los políticos y gestores públicos se ven sobrepasados por la situación y algunos de ellos se angustian al no verse capaces de atender tantas demandas de la ciudadanía.”
  • “Es por ello que hacemos una llamada a potenciar nuestra sociedad civil que, lamentablemente, sigue siendo muy pobre. Tradicionalmente era muy escasa la trama de organizaciones y compromisos cívicos. Desarrollar la sociedad civil —cuyas primeras bases son las familias y vecindarios— es una urgencia en España si queremos reconstruir el país entre todos“.
  • Las instituciones de la sociedad civil ejercen una labor moderadora de la vida política, estimulan y procesan la cultura de discernimiento público, aportan alternativas y emprenden soluciones, motivan y guían a sus participantes…Sin esa fuerza cívica mediadora y creadora, se hace más probable una instrumentalización política”.
  • “ Para muchos la política hoy es una mala palabra, y no se puede ignorar que detrás de este hecho están a menudo los errores, la corrupción, la ineficiencia de algunos políticos. A esto se añaden las estrategias que buscan debilitarla, reemplazarla por la economía o dominarla con alguna ideología. Pero, ¿puede funcionar un mundo sin política? ¿Puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política? (FT, n. 176). Como decía el Concilio Vaticano II: «La Iglesia alaba y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran al bien de la cosa pública y aceptan las cargas de este oficio» (GS, n. 75)”.

Todas estas magnificas directrices corren el riesgo de  quedar en nada si permanecen  reducidas a los espacios episcopales, incluso si no salen de la paredes parroquiales, que ya seria mucho llegar. Porque entonces, como sucede con la doctrina social de la Iglesia, todo esto en lugar de dar pie a vibrantes y entregadas actuaciones, se convierte en un aburrido ejercicio académico practicado en la mas perfecta de las endogamias.

Y es que no hay respuesta posible sin llamar a los laicos a actuar en el espacio público, en la política y en el debate cultural, hacerlo de manera organizada, y acompañarlos en su acción con la enseñanza de la iglesia y el seguimiento de Jesucristo.

Sin laicos todo lo dicho tiene poca entidad práctica. Sería una lastima porque tiene una gran entidad, y porque constituye una buena respuesta política ( no partidista, pero sí política) a las necesidades de las personas, familias, del conjunto de la sociedad y de las propias instituciones políticas. Que no dejen, otra vez, pasar la ocasión y la necesidad. Y es que, como el Cardenal Omella plantea, sin práctica política el mundo no pude funcionar.  Sin el ejemplo político  que deben aportar los cristianos, nadie prestará atención a las buenas  palabras.