Red Iberoamericana de

Estudio de las Sectas

 

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Nº 865

6 de sep. 2021

 

BOLETÍN MONOGRÁFICO: MANUEL GUERRA GÓMEZ

 

1. Descansa en Dios, D. Manuel.

2. El servicio a la Iglesia de Manuel Guerra y su legado en la RIES.

3. Manuel Guerra: tras el experto en sectas, un hombre enamorado de Jesucristo.

4. Manuel Guerra Gómez (1931-2021): filólogo, experto en sectas y masonería.

5. El vicedecano de Teología de Navarra destaca la “profunda vida espiritual” de Manuel Guerra.

6. En recuerdo de D. Manuel Guerra.

 

 

1. Descansa en Dios, D. Manuel.

FUENTE: Vida Nueva

 

 

El pasado 25 de agosto murió en Burgos Manuel Guerra Gómez, uno de los fundadores de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) y gran impulsor de estos boletines electrónicos. La primera reseña de su fallecimiento y de su trayectoria vital la publicamos en el boletín InfoRIES nº 862, reproduciendo lo que habíamos sacado desde la RIES en el blog que aloja el portal InfoCatólica. Ahora dedicamos este número monográfico a la memoria de D. Manuel, recogiendo diversos artículos que se le han dedicado en los últimos días.

Iniciamos el boletín con esta columna que ha publicado la revista española Vida Nueva en su edición en papel. Está firmada por Luis Santamaría, miembro de la RIES.

Manuel Guerra, in memoriam

Experto en religiones, sectas y masonería, sí. Pero mucho más. El pasado 25 de agosto nos dejaba Manuel Guerra Gómez, tras dos años difíciles en cuanto a su salud física, pero de fe y constancia ciertamente admirables. Su vida, que abarcó 90 años –de ellos, 66 de sacerdocio–, es difícil de resumir en pocas líneas por la amplitud y fecundidad de sus tareas. Nacido en Villamartín de Sotoscueva (Burgos) en 1931, fue ordenado presbítero en 1955, quedando unido para siempre a su diócesis burgalesa, y haciendo de la labor intelectual y formativa el núcleo de su ministerio apostólico.

Formador del Seminario que a él lo formó, enseguida se hizo cargo de varias materias en la Facultad de Teología del Norte de España (sede de Burgos), encauzando así su vasta preparación y actualización (doctor en Filología Clásica por Salamanca y en Teología Patrística por el Augustinianum de Roma). También pudieron disfrutar de sus clases en Pamplona y Toledo. Desde muy pronto, sus publicaciones se convirtieron en obras de referencia. Primero en el campo del Griego bíblico y de los ministerios en la Iglesia antigua. Más tarde, en la Historia de las Religiones, a la que le llevó su conocimiento del sánscrito.

Y en los años 90 su trabajo trascendió lo eclesiástico y académico, al estudiar a fondo el fenómeno sectario y la nueva religiosidad, y después la masonería, con una intensa actividad publicadora –en la que destaca su Diccionario enciclopédico de las sectas– y de conferencias, apariciones en los medios y ayuda a las víctimas y afectados. Por eso en 2005 fue uno de los miembros fundadores de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), que presidió en sus primeros tres lustros, y que quiere ser la fiel continuadora de su labor. Gracias por todo, y descansa en Dios.

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2. El servicio a la Iglesia de Manuel Guerra y su legado en la RIES.

FUENTE: Religión Confidencial

 

 

El pasado 25 de agosto fallecía en Burgos Manuel Guerra Gómez, uno de los mayores expertos en sectas a nivel internacional, a los 90 años de edad y 66 de sacerdocio. En 2005 fue uno de los miembros fundadores de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), que presidió hasta el año 2019. Era sacerdote diocesano de Burgos y miembro de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, tal como explica Marta Santín en Religión Confidencial.

Guerra participó en las consultas internacionales que realizó la Santa Sede sobre el fenómeno de la Nueva Era (New Age), aportando sus vastos conocimientos y muy bien documentados, y diversas ideas para afrontar pastoralmente este desafío cultural y espiritual. “De hecho, la obra que publicó después en forma de preguntas y respuestas sobre la Nueva Era respondió a esta inquietud, intentando complementar así el documento que publicó el propio Vaticano sobre la Nueva Era”, explica a Religión Confidencial Luis Santamaría del Río, otro miembro fundador de RIES, actual secretario, y amigo de Manuel Guerra.

Con motivo de su fallecimiento, Santamaría, experto en sectas, afirma: “Fue muy importante contar desde los inicios de RIES o, mejor dicho, desde su gestación con el conocimiento y los consejos de Manuel Guerra, principal referente católico en España para estos temas desde los años 90. No en vano, durante muchos años fue el consultor sobre el fenómeno sectario de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española”. También recuerda que “aunque su faceta más conocida en relación con el fenómeno sectario fue la de sus publicaciones e investigaciones, su carácter sacerdotal destacó también en muchas horas de escucha y ayuda a víctimas de las sectas, que contactaban con él a partir de sus libros”.

Su preocupación por la masonería

Según Santamaría, a grandes rasgos, el tema que más preocupó a Manuel Guerra en su última década de vida, de ministerio sacerdotal y de producción intelectual fue la masonería. “Consideraba que era fundamental desentrañar su identidad y su funcionamiento para entender mejor el mundo en el que vivimos, la sociedad, la cultura y la política. Y tenía clarísimo, a pesar de los intentos masónicos por aparentar otra cosa, que la masonería es incompatible con el cristianismo”, dice el experto.

El actual secretario de RIES recuerda que Manuel Guerra estaba muy preocupado por mostrar algunas de las líneas masónicas de pensamiento y de acción que explican muchas cuestiones ideológicas de la vida actual. “Para ello contaba no sólo con documentación importante, sino también con fuentes personales destacadas que le iban poniendo al día de lo que “se cocinaba” dentro de algunas logias masónicas para después “servirlo en la mesa” de toda la sociedad”.

Servir a la Iglesia

Santamaría explica que la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas continúa “manteniendo vivo el espíritu que nos impulsó a fundarla en el año 2005. El propósito que nos movió a Manuel Guerra y a los demás fue precisamente coordinar esfuerzos y aunar conocimientos para hacer un mejor servicio en este tema a la Iglesia y, siempre desde ella, a la sociedad entera”. Actualmente, la mayoría de los miembros de la RIES son laicos bien preparados y especializados en el tema de las sectas, además de comprometidos en la vida eclesial, pero también hay sacerdotes dedicados a este tema dentro de la Red.

Actualmente, según Santamaría, no hay nadie en la RIES con el nivel de conocimientos sobre masonería que tenía él, “pero sí que seguimos el tema de cerca y le tenemos dedicado un espacio en nuestra biblioteca especializada. Por ejemplo, en el programa ‘Conoce las sectas’ que teníamos en Radio María, Vicente Jara, otro de los cofundadores de RIES, dedicó alguna entrega a este tema”.

Diccionario sobre sectas

En toda España e Iberoamérica la obra más conocida de Manuel Guerra es, sin duda, su Diccionario enciclopédico de las sectas, cuya primera edición apareció en 1998, y que llegó a publicar una quinta edición en el año 2013, después de sucesivas ampliaciones y actualizaciones en la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC).

Nacido en la localidad burgalesa de Villamartín de Sotoscueva el 27 de julio de 1931, estudió en el Seminario Diocesano “San José” de Burgos y fue ordenado sacerdote en 1955. Uno de sus primeros destinos pastorales fue precisamente el Seminario. Además, en algunos períodos fue consiliario del Movimiento Familiar Cristiano y capellán de religiosas (Concepcionistas y Trinitarias).

Era doctor en Filología clásica (por la Universidad de Salamanca) y en Teología patrística (por el Institutum Augustinianum de Roma). Su labor docente la desarrolló principalmente en la Facultad de Teología del Norte de España (sede en Burgos), donde estuvo de 1967 a 2001, y de la que fue catedrático (de Griego bíblico, Latín cristiano, Teología patrística e Historia de las religiones), secretario de estudios y presidente. También fue profesor en la Universidad de Navarra y en el Estudio Teológico “San Ildefonso” de Toledo durante 25 años.

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3. Manuel Guerra: tras el experto en sectas, un hombre enamorado de Jesucristo.

FUENTE: Portaluz

 

 

El pasado 25 de agosto murió en Burgos (España) uno de los más destacados expertos en sectas del panorama internacional: el sacerdote Manuel Guerra Gómez. En 1998 se convirtió en un referente fundamental al publicar su Diccionario enciclopédico de las sectas (Biblioteca de Autores Cristianos, 5ª ed. en 2013). Después, en 2005 fue uno de los miembros fundadores de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), que presidió hasta el año 2019. Así comienza el artículo que le ha dedicado Luis Santamaría en Portaluz.

El intelectual

En sus 90 años de vida, este sacerdote diocesano de Burgos comenzó su trayectoria intelectual con la Filología Clásica, escribiendo libros que han utilizado miles de estudiantes en España y el resto del mundo hispanohablante, sobre todo en torno al idioma Griego. También profundizó en la Antigüedad cristiana, a la que comparó –de forma crítica y distintiva– en muchos elementos con el paganismo clásico. Más tarde, por su conocimiento de idiomas antiguos (incluido el sánscrito, fundamental para las religiones índicas), dedicó muchos años al estudio de la Historia de las Religiones, de la que publicó dos manuales (en Eunsa y BAC).

El tercer paso lo dio en los años 90 del siglo XX, cuando su estudio de las religiones se vio movido a la inquietud e interés por las sectas, a las que dedicó un libro en 1993: Los nuevos movimientos religiosos (las sectas). Rasgos comunes y diferenciales (Eunsa). Cinco años después, vino su monumental Diccionario, imprescindible para situarse ante la complejidad del fenómeno sectario y de la Nueva Era (New Age), y otras obras posteriores. Finalmente, dedicó sus últimas investigaciones a la masonería, escribiendo varios libros sobre este tema más oscuro aún.

El sacerdote

Lo dicho hasta ahora es la faceta más conocida de Manuel Guerra por el público en general, dada la trascendencia de sus estudios y publicaciones. Pero lo verdaderamente central en su vida fue lo que sucedió el 27 de marzo de 1955: recibir el don del presbiterado, para el que se estuvo preparando en el Seminario Diocesano “San José” de Burgos, institución a la que dedicó, como profesor y formador, los primeros años de su ministerio, y de la que nunca se desvinculó, al ser catedrático, hasta su jubilación, de la Facultad de Teología del Norte de España en su sede burgalesa, donde estudian los futuros sacerdotes de la zona, entre otros alumnos.

Encontrarse con Manuel Guerra era, indudablemente, conocer a un hombre enamorado de Jesucristo. En algún momento se atrevió a acercarse literariamente a su figura, como hizo con el libro Jesucristo y nosotros (UCAM, 2002), una curiosa vida del Señor en forma autobiográfica. Pero no hacía falta leer ninguna de sus páginas para comprobarlo: en todo momento subrayaba la centralidad de Cristo en su vida y en el mundo entero. “Hay que ser contemplativos, hay que pedir a Dios continuamente el don de la contemplación”, repetía a aquel con quien se encontraba. Y se resistía al uso del solo nombre de Jesús, para reafirmar el carácter confesante de “Jesucristo” como muestra de fe.

En torno al pueblo en el que nació (Villamartín de Sotoscueva, hoy con apenas una veintena de habitantes), en una comarca montañosa, hay multitud de cuevas que recorrió multitud de veces, llegando a correr peligro su vida en alguna ocasión. Siempre que iba o que hablaba de ellas, aprovechaba la ocasión para dar gracias a Dios por las maravillas de su Creación y hablar de él a conocidos y extraños. Con motivo de su fallecimiento, una madre ha relatado en Facebook lo que Manuel Guerra les decía a ella, a su marido y a sus hijos explorando una de las cuevas, ante las impresionantes estalactitas y estalagmitas que encontraron: “¡Las maravillas que Dios hace poco a poco!”. Además, recuerda esta mujer, él “aprovechó el momento para seguir hablándome de Dios y sus grandezas”.

Las sectas… y los cristianos

Desde esta fe profunda, afianzada en la oración frecuente y en la celebración diaria de la eucaristía, no es de extrañar que fuera más allá de la erudición en su estudio, y cuando afrontaba el fenómeno de las sectas pretendía que sirviera para la autocrítica de cada creyente y de la Iglesia entera. “A veces se habla como si los agentes externos (sectas, laicismo, etc.) fueran los culpables de la descristianización de las naciones tradicionalmente cristianas. Pero es señal de ser enfermo o enfermizo, viejo o prematuramente envejecido el culpar los achaques y manías personales al ambiente, al clima, a las corrientes de aire, etc. El joven, mucho más si es atleta, corre por el campo en verano y en invierno, come lo que sea y generalmente no le pasa nada”, decía en una entrevista.

Por ello, señalaba que “los remedios eficaces” ante las sectas “pueden resumirse en una información adecuada, en fomentar la vibración interior (ser personas de oración y que hacen ratos de oración), en promover el dinamismo apostólico (ser apóstoles y hacer apostolado)”. Y no sólo eso: estaba convencido de que “el contemplativo de Jesucristo de día y de noche, el santo y apóstol, no corre el riesgo de quedar atrapado en la red de las sectas, aunque arrecie la opresión y persecución desde fuera, ni aunque interiormente atraviese las tinieblas y zozobras de la noche oscura de los sentidos y del espíritu”.

Signo de contradicción

Con ocasión de la publicación de su libro Las sectas. Su dimensión humana, sociopolítica, ética y religiosa (Edicep, 2011), el periodista y profesor José Francisco Serrano Oceja afirmaba que Manuel Guerra se había convertido en “signo de contradicción”, destacando lo que había conseguido por su trabajo intelectual en torno a las sectas y la masonería: “haber sufrido la persecución y la difamación por parte de no pocos sectarios; haber defendido con verdad y libertad a la persona humana; y habernos alertado de no pocas de las tramas que se esconden detrás de organizaciones aparentemente anodinas”.

Es cierto: más de una vez recibió amenazas de los grupos que desentrañaba en sus libros, o también lisonjas que pretendían ganarlo para causas sectarias. Pero no sólo contaba con un sólido conocimiento de las propias sectas y un agudo sentido crítico y de discernimiento, sino que dedicó mucho tiempo a la escucha y ayuda a víctimas y afectados. El hecho de que en su Diccionario aparecieran sus datos de contacto facilitaba que cualquiera pudiera dirigirse a él buscando orientación y apoyo.

En los últimos años, cuando dedicó gran parte de sus esfuerzos a desentrañar el mundo masónico, se multiplicaron sus problemas al recibir cada vez más presiones por parte de personas e instituciones que veían amenazada la discreción con la que suelen moverse a nivel social y hasta político. Sin embargo, él seguía hablando y escribiendo, porque estaba convencido de una realidad: “la acción ‘discreta’ (según los masones), ‘secreta’ (según los no masones) de la masonería, sin pausa y sin prisa, ha transformado las sociedades occidentales (europeas, americanas) y occidentalizadas (filipina, australiana) de cristianas en relativistas, naturalistas y laicistas, o sea, masonizadas e incluso masónicas”.

Por eso, cuando le preguntaban por la necesidad y oportunidad de escribir un nuevo libro sobre la masonería (el último que escribió sobre el tema, en 2017), afirmaba que “es necesario ‘desenmascarar’ (como decía el papa León XIII) y conocer la masonería”. Y la razón la tenía clara: “la mayoría de los gobiernos y de los políticos, sean masones o no, están imponiendo los principios y criterios masónicos, implantando así el New World Order (NWO), el ‘Nuevo Orden Mundial’ (NOM)”. Una preocupación que nunca le hizo perder la paz, afianzado en una relación personal con Dios y una pertenencia filial a la Iglesia.

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4. Manuel Guerra Gómez (1931-2021): filólogo, experto en sectas y masonería.

FUENTE: Religión Digital

 

 

Manuel Guerra Gómez ha fallecido en Burgos (25.8.21), a los 90 años, víctima final de la edad y del coronavirus. Gran erudito, especialista en lenguas clásicas (sánscrito, griego), estudioso del origen del cristianismo, quizá el mayor conocedor de “sectas” religiosas, entendidas en sentido extenso, “enemigo” político-religioso de la masonería, “bloguero” (en una línea algo distinta a la de Religión Digital), uno de los teólogos más comprometido con la difusión del mensaje a través de los “medios” (RIES, Infovaticana). Así comienza el artículo que le ha dedicado el teólogo Xabier Pikaza en Religión Digital. El autor ha tomado los datos sobre Guerra que aparecen en su Diccionario de pensadores cristianos, pp. 293-294.

Pensador de corte tradicional, vinculado al Opus Dei, ha sido uno de los teólogos “oficiales” de la Conferencia Episcopal Española (CEE), conocido por sus trabajos sobre el griego bíblico y el origen de los ministerios de la Iglesia (primera etapa), y más tarde por su Historia de las religiones (1999) y su Diccionario enciclopédico de las sectas (2008). Ha sido autor de referencia obligada en la enseñanza eclesiástica de la teología española en los últimos decenios, fuerte crítico de un tipo de “Iglesia” actual.

Hemos defendido opiniones distintas sobre el origen y estructura clerical de la Iglesia y sobre el sentido de las religiones y la identidad del cristianismo, pero siempre con respeto e incluso con admiración. Quiero aquí darle gracias por su trabajo al servicio de un tipo de pensamiento católico y de Iglesia. Ha sido un hombre respetado, respetable, y así le quiero recordar, a pesar de que (y porque) en algunas de mis obras he disentido de su pensamiento, como pude hacer también en un congreso en el que participamos hace algunos años en Burgos. Presento a continuación una semblanza de su vida y obra, con una valoración de sus compañeros de RIES [que omitimos, porque reproduce el artículo del nº 862 de InfoRIES ya citado].

Semblanza biográfica

Teólogo católico español, de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz (Opus Dei). Ha estudiado filología clásica (Salamanca) y teología patrística (Augustinianum de Roma). Ha sido profesor y presidente de la Facultad de Teología del Norte de España (de Burgos). Ha trabajado, sobre todo, en el campo de la historia y la filología del Nuevo Testamento y de la iglesia primitiva y en el de la historia de las religiones, destacando en ambos casos por la abundancia y erudición de sus publicaciones.

Ha sido el mayor de los grandes “eruditos” del estudio de la Biblia y de las religiones (especialmente de las sectas). Un hombre servicial y bueno. Sabía disentir y criticar, manteniendo siempre la cercanía personal e incluso la amistad. Coincididos en algunos congresos. Me (nos) trató siempre con gran respeto, a los que manteníamos posturas algo diferentes en la interpretación de la Iglesia y, en general, del cristianismo.

En el campo de la filología e historia del cristianismo primitivo destacan algunas de sus obras que han servido de libro de texto en seminarios y facultades de teología de habla castellana de todo el mundo: Diccionario morfológico del Nuevo Testamento (Burgos 1977); El idioma del Nuevo Testamento. Gramática, estilística y diccionario estadístico (Burgos 1979).

En ese mismo contexto se sitúan sus libros sobre los ministerios y el sacerdocio, en los que intenta demostrar (con métodos filológicos y teológicos) que, según el Nuevo Testamento y el cristianismo primitivo, no se han dado ni pueden darse ministerios femeninos ordenados. Entre las obras en esa línea, cf. Epíscopos y presbíteros (Burgos 1962); El sacerdocio femenino en las religiones greco-romanas y en el cristianismo de los primeros siglos (Burgos 1987); Sacerdotes y laicos en la iglesia primitiva y en los cultos paganos (Pamplona 2002); El laicado masculino y femenino en los primeros siglos de la Iglesia (Pamplona 1987).

Guerra Gómez es quizá el más firme defensor de la imposibilidad histórico-teológica de la ordenación de mujeres en la Iglesia católica. No todos están de acuerdo con el valor de sus argumentos ni, mucho menos, con sus conclusiones, pero los que quieran estudiar el tema han de tenerlos en cuenta. He dialogado con él y he disentido de sus planteamientos teóricos y de sus conclusiones en Sistema, Libertad, Iglesia; pero él ha sido para mí una referencia obligada de estudio a lo largo de muchos años.

En los últimos años, el profesor Guerra Gómez ha insistido en el estudio de la historia de las religiones, poniendo especial interés en el peligro de las sectas. También en este campo ha defendido posturas tradicionales, no sólo en lo que toca al rechazo de un diálogo interior del cristianismo con las demás religiones, sino también en lo que toca a la condena de las sectas, entre las que incluye movimientos (como el feminismo cristiano) que difícilmente pueden interpretarse sin más como sectarios. En algunos casos, sus juicios y conclusiones tienen un valor más apologético que histórico (fenomenológico) en sentido estricto, aunque son muy importantes por su erudición

Entre sus obras, la más significativa es, a mi juicio, Historia de las religiones (Pamplona 1980 y Madrid 1999), que ha sido y sigue siendo libro de texto de la CEE. Insiste en el aspecto más “ontológico” que social de la religión, insistiendo en la diferencia esencial del cristianismo. Su Diccionario enciclopédico de las sectas es quizá la obra más extensa y documentada sobre el fenómeno actual de las sectas, vinculado en parte a un tipo de desintegración de cierto cristianismo, a un tipo de propaganda contraria a las instituciones y al “miedo” generalizado ante la libertad y la muerte.

Se ha especializado en el estudio de las “sectas”. Ha sido durante muchos años la referencia más significativa en ese campo, aunque muchos juzgan que sus conclusiones son algo forzadas o sesgadas, como, por ejemplo, su forma se situar el “feminismo” entre las sectas. Cf. Sectas: ¿de qué hablamos? Historia de las religiones, sociología y evangelización (Pamplona 1999); Los nuevos movimientos religiosos: (las sectas). Rasgos comunes y diferenciales (Pamplona 1993); Diccionario enciclopédico de las sectas (Madrid 2005); La trama masónica (Madrid 2006). A su juicio, existe actualmente una gran conspiración masónica en contra del cristianismo y de la civilización auténtica de occidente. Éste es un tema que exigiría quizá mayores precisiones.

Entre sus obras: Masonería, religión y política (Sekotia, Madrid, 2012). Las sectas (Edicep, Valencia, 2011). Historia de las religiones (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, Sapientia Fidei, Serie de Manuales de Teología, 21, 2010, 2ª edición). La evolución del universo, de la vida y del hombre (Homo Legens, 2009). La trama masónica (Styria, 2006). Diccionario enciclopédico de las sectas (Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2005, 4ª edición). 100 preguntas-clave sobre la New Age (Monte Carmelo, Burgos, 2004). Las sectas y su invasión del mundo hispano: una guía (Eunsa, 2003).

Un misterio de amor. Solteros, ¿por qué? (en los primeros siglos de la Iglesia) (Eunsa, 2002). Jesucristo y nosotros (UCAM, 2002). El enigma del hombre (Eunsa, 1999, 3ª edición). El idioma del Nuevo Testamento (Aldecoa, 1995, 4ª edición). Interpretación religiosa del arte rupestre (Facultad de Teología del Norte de España, 1984). Simbología románica. El cristianismo y otras religiones en el arte románico (FUE, 1993, 3ª edición). La traducción de los textos litúrgicos. Algunas consideraciones filológico-teológicas (Estudio Teológico San Ildefonso, 1990). El sacerdocio femenino (en las religiones greco-romanas y en el cristianismo de los primeros siglos) (Estudio Teológico San Ildefonso, 1987). Antropologías y teología (Eunsa, 1976).

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5. El vicedecano de Teología de Navarra destaca la “profunda vida espiritual” de Manuel Guerra.

FUENTE: UNAV

 

 

Manuel Guerra Gómez falleció el 25 de agosto en Burgos a los 90 años. Nació en Villamartín de Sotoscueva (Burgos) y estudió en el Seminario Diocesano “San José” de la capital burgalesa. Se ordenó sacerdote en 1955 y fue profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra (UNAV), donde impartió asignaturas relacionadas con las ciencias de las religiones, según informa Chus Cantalapiedra en la página web de la UNAV.

A Pamplona, se trasladaba habitualmente desde Burgos, donde desarrolló principalmente su labor docente y donde era catedrático de Griego bíblico, Latín cristiano, Teología patrística e Historia de las religiones, además de secretario y presidente de la Facultad de Teología. También fue profesor en el Estudio Teológico “San Ildefonso”, de Toledo.

Era doctor en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca y doctor en Patrística por el Institutum Agustinianum de Roma. En EUNSA publicó, en 1980, los tres volúmenes de su Historia de las religiones, precedente de la que sería más tarde su Historia de las religiones dentro de la colección Sapientia Fidei, patrocinada por la Conferencia Episcopal Española (BAC, Madrid 1999). En 2005 fue uno de los miembros fundadores de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), que presidió hasta 2019; y en 2006 fue nombrado académico correspondiente de la Real Academia de Doctores de España.

El profesor y vicedecano de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, César Izquierdo, asegura que quienes le trataron apreciaban “su mirada serena y bienhumorada, así como su carácter castellano que le llevaba a defender con decisión, lo que consideraba justo, movido siempre por su amor a cada persona en su circunstancia concreta, y a la Iglesia”.

Asimismo, señala que “su profunda vida espiritual le llevó a querer ser contemplativo en el ejercicio de su ministerio. En varias ocasiones, le oí relatar el encuentro con San Josemaría, en 1972, y cómo le pidió que le explicara lo que el fundador del Opus Dei había afirmado de palabra y por escrito: que era posible orar die noctuque. Orar, también durante el sueño, era para el sacerdote y profesor burgalés un desafío al que no renunciaba”.

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6. En recuerdo de D. Manuel Guerra.

FUENTE: Religión Confidencial

 

 

No he tenido la menor duda a la hora de decidir que don Manuel Guerra se merecía una columna aquí y ahora. ¿Quién fue don Manuel Guerra?, se preguntarán algunos lectores. Por responder sólo con un argumento, el sacerdote y teólogo, 90 años de edad, 66 de sacerdocio, que más sabía de sectas y masonería en España, y no sé si en parte del extranjero. Así comienza el artículo que le ha dedicado el periodista y profesor José Francisco Serrano Oceja en Religión Confidencial.

Don Manuel falleció el pasado miércoles. Cuando recibí la noticia, la inmediata reacción fue una jaculatoria por su alma, aun teniendo la seguridad de que si hay un sacerdote santo y sabio ése era don Manuel. La historia reciente de la Facultad de Teología de Burgos no se entendería sin don Manuel y sin la generación de profesores que convirtieron ese centro en un lugar en dónde, en medio del desconcierto teológico posconciliar, las ideas estaban claras y se enseñaban como tales.

La escueta nota necrológica colgada en la web de su diócesis decía que había sido “profesor de la Facultad de Teología, de la Universidad de Navarra y del Seminario de Toledo. Doctor en Filología clásica (por la Universidad de Salamanca) y en Teología patrística (por el Institutum Augustinianum de Roma), ha sido uno de los grandes expertos del mundo en el estudio de las religiones y las sectas. Fue consultor sobre el fenómeno sectario de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española y escribió una treintena de libros y decenas de artículos especializados y ponencias”.

Los que estudiamos la fenomenología de las religiones con los libros del padre Manuel Guerra, quienes pudimos aclararnos sobre algunas cuestiones doctrinales relacionadas con la antropología y su diálogo con la ciencia, o sobre el papel de los fieles laicos en la Iglesia, o la cuestión del sacramento del orden, y de la ordenación de las mujeres, debemos estar agradecidos al Señor por la amplia trayectoria académica de don Manuel. Sin olvidarme del griego bíblico, por cierto.

Veo en Dialnet que su última entrada es un artículo, publicado en el número de 2019 de la revista Burgense titulado “¿Transmisión originariamente taquigráfica de las palabras de Jesucristo?”. Por si alguien se planeta si los Evangelistas llevaban micrófono incorporado. Tuve la oportunidad de conversar con él un par de veces. Me ilustró, a partir de mis dudas, sobre algunos aspectos acerca del modo de actuar de la masonería en relación la Iglesia en España, pasada y presente. Incluso me puso en la pista de varios hechos y de varias personas. Era un hombre de consejo que no se arredraba ante los abusos y amenazas del poder manifiesto u oculto.

Tenía mucha información, había sufrido alguna campaña de acoso y desprestigio, pero su claridad de juicio, su amor a la Iglesia, su profunda espiritualidad que bebía de las fuentes de san Josemaría, no le permitían tambalearse. Por cierto que es de esos miembros de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz que salvaron, de forma silenciosa, no pocas cosas en la Iglesia. Espero que pronto podamos tener una historia de esos sacerdotes a la altura de la vedad del pasado.

Siempre relacioné a don Manuel, su vida y su trayectoria, con la historia reciente de la diócesis de Burgos. Quizá porque desde mi Iglesia de origen, en la que tenía muy buenos compañeros y amigos sacerdotes, que lo son míos, a don Manuel se le tenía como una referencia imprescindible. Descanse en la paz de Dios don Manuel, en el abrazo con el Cristo al que tanto amó.

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La RIES es una red de expertos y estudiosos católicos sobre el fenómeno sectario y la nueva religiosidad, presentes en España y Latinoamérica, y abarcando las zonas lusoparlantes. Pretende ofrecer, también con este boletín informativo, un servicio a la Iglesia y a toda la sociedad. La RIES no se responsabiliza de las noticias procedentes de otras fuentes, que se citan en el momento debido. La RIES autoriza la reproducción de este material, citando su procedencia.