Tribunas

Los obispos españoles cambian de barrio

 

 

José Francisco Serrano Oceja


 

 

 

 

 

En la visita apostólica del Papa Francisco a Hungría y Eslovaquia, con motivo del 52 Congreso Eucarístico Internacional, no han sido poca las ocasiones que ha dejado a una lado los papeles para hablar de la abundancia de su corazón, para hablar claro y que se el entienda todo. Lo suele hacer por cierto cuando tiene delante a los obispos de una nación.

En el encuentro con los obispos de Hungría, el Papa les habló de “los cuatro barrios del obispo”. Permítanme que les reproduzca lo que dijo el Papa. Podría poner ejemplos concretos de nuestro hoy y de nuestro aquí, pero prefiero dejarlos, de momento. Lo que es evidente es la oportunidad de sus palabras.

Tengo que advertir que no les dijo lo que a los mejicanos, en 2016: “si tienen que pelearse, peléense; si tienen que decirse cosas, se las digan; pero como hombres, en la cara”. Por cierto que no se o que les dirá a los españoles en la próxima Visita Ad Limina.

Ah, se me envidaba. En Méjico también dijo aquello de que “sean por lo tanto Obispos de mirada limpia, de alma trasparente, de rostro luminoso. No le tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar”.

El Papa a los obispos: El primer barrio, la cercanía con Dios. “Como hermano –dijo el Papa-, te pregunto: ¿rezas? ¿O simplemente vas a decir el breviario? ¿Ora tu corazón? ¿Te tomas tiempo para orar? "Pero, es solo que estoy tan ocupado ...". Pero en el ajetreo de cada día, pon eso también: reza”.

El segundo, la cercanía entre los obispos. “La hermandad episcopal, la conferencia episcopal, es una gracia. Ninguno piensa lo mismo que el otro: esto es riqueza. Sin embargo, trate de llevar las diferencias a la unidad del episcopado y no busque el camino de los consorcios. Todos hermanos. Piensas diferente a mí, pero eres hermano. ¿Discutir? Discutir. ¿Vamos a llorar? Lloramos. Pero como hermanos, esto no se puede tocar: la unidad de la Conferencia Episcopal”.

Tercero, la cercanía a los sacerdotes. “El "vecino más cercano" del obispo –señaló el Papa- es el sacerdote. Te cuento algo que me duele mucho. He encontrado, en algunas diócesis, tanto en mi tierra natal, cuando estuve allí, en la diócesis anterior, como ahora que estoy en Roma, sacerdotes que se quejan, difíciles: pero se quejan porque quieren, necesitan hablar con el obispo. Ellos dicen. Y muchas veces he escuchado esto: "Llamé y el secretario dijo que está demasiado ocupado, que me miró y dijo: 'dentro de tres semanas puede ser, te dará una cita para un cuarto de hora'. ". Y el sacerdote dice: "no, gracias, así que no quiero", o: "sí". Pero no funciona. El sacerdote siente al obispo lejos, no lo escucha cercanía a los sacerdotes. El "vecino más cercano" del obispo es el sacerdote. Y el sacerdote dice: "no, gracias, así que no quiero", o: "sí". Pero no funciona. Te doy un consejo, como hermano: cuando regreses al obispado después de una misión, después de una visita a una parroquia, cansado, y veas la llamada de un sacerdote, llámalo: el mismo día o como muy tarde el siguiente. día: a más tardar. Los alrededores. Y ese sacerdote, si es llamado de inmediato, sabrá que tiene un padre.. Esto es muy importante. Proximidad a los sacerdotes, y esto también significa a los religiosos. "Eh, pero ya sabes, este cura es difícil ...". Pero dime, ¿qué padre no tiene un hijo difícil? Todos. Los niños se aman como son, no como me gustaría que fueran”.

Y luego, la cuarta cercanía: cercanía al santo pueblo fiel de Dios. “Por favor, -concluyó el Papa- no te olvides de tu pueblo, de donde te llevó el Señor. "Te saqué de detrás del rebaño": no te olvides del rebaño del que fuiste tomado. ¿Qué le recomendó Pablo a Timoteo? “Acuérdate de tu madre y de tu abuela, de tu gente”. El autor de la Carta a los Hebreos dijo: "Acuérdate de los que te iniciaron en la fe". Cuántos catequistas humildes, cuántas abuelas hay detrás de nosotros. El corazón está cerca de la gente. Es malo cuando el corazón de un obispo se aleja del pueblo. Los cuatro barrios”.

¿Habrá obispos españoles que cambien de barrio?

 

 

José Francisco Serrano Oceja