Santos

 

Historia de la santidad

 

Los testigos del Evangelio que estaban dispuestos a morir por su misión fueron los primeros en ser reconocidos como partícipes de la santidad de Dios. Muchos han seguido sus pasos.

 

 

 

15 dic 2021, 17:00 | La Croix


 

 

 

 

 

Los mártires

Los testigos del Evangelio que estaban dispuestos a morir para dar testimonio fueron los primeros en ser reconocidos como partícipes de la santidad de Dios, en referencia a las palabras de Cristo: "A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos" (Mateo 10,32). Esteban fue el primero de ellos. Los cristianos recogen los restos de los mártires, a veces en el mismo lugar de su tortura, y los elevan físicamente a los altares. Allí se reúnen para celebrar la Eucaristía. Los lugares de martirio suelen ser los lugares de culto originales.

 

Los monjes y los Doctores de la Iglesia

Al final de las persecuciones, hacia el siglo III-IV, asistimos al nacimiento del monacato, con una forma de ascetismo excesivo, que nunca estará totalmente ausente de la santidad. Era la época de san Antonio, cuya vida, relatada por san Atanasio hacia el año 360, fue una de las primeras hagiografías escritas. Al mismo tiempo, surgió la santidad de los Doctores de la Fe. Estos hombres, generalmente teólogos y obispos, mantuvieron la ortodoxia de la Revelación contra viento y marea.

 

Los emperadores y los reyes

Al mismo tiempo, en Occidente apareció otra forma de santidad, la de los defensores de la fe, pero también de la ciudad, frente a las invasiones bárbaras en un mundo romano que se derrumbaba. Para acabar con los abusos que se habían multiplicado debido a la popularidad de los mártires y los santos, los obispos se reservaron el derecho de declarar quién podía ser reconocido como santo. Luego, un poco por las mismas razones, el papa se reservó el mismo derecho. A partir de finales del primer milenio, fue Roma la que decidió progresivamente, sobre todo bajo el pontificado de Urbano VIII en el siglo XVII, fijar las normas de canonización, que se hicieron cada vez más rigurosas.

 

Los fundadores, los predicadores y los misioneros

A finales de la Edad Media, se hace hincapié en los fundadores de órdenes. Como santo Domingo, canonizado en 1234 por el Papa Gregorio IX.

 

El siglo XVII

Este fue un siglo muy fértil. La razón principal fue la Reforma protestante y la Contrarreforma católica. Para Roma era importante afirmar su autoridad sobre las diócesis de todo el mundo, mientras se exaltaban las virtudes de quienes lucharon contra la Reforma.

 

El siglo XIX

En ella se desarrolló una santidad vinculada a las misiones y a los mártires misioneros, ya sea en África o en Extremo Oriente.

 

Con Juan Pablo II

Podemos ver una gran evolución, en particular una gran apertura al mundo. Fue el primer papa que procedió a canonizaciones y beatificaciones fuera de Roma, como en 1984, durante su viaje a Filipinas. En el caso de Francia, fue el caso del padre Antoine Chevrier en 1986 en Lyon, durante su tercer viaje, y de Frédéric Ozanam en 1997 durante la Jornada Mundial de la Juventud en París.