Red Iberoamericana de

Estudio de las Sectas

 

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Nº 901

11 de ene. 2022

 

BOLETÍN MONOGRÁFICO: PSEUDOTERAPIAS Y PSEUDOCIENCIAS

 

1. Homeopatía y otras pseudoterapias, muy presentes en México y con apoyo oficial.

2. El caso de una niña que murió asfixiada en una sesión de Rebirthing en EE.UU. en el año 2000.

3. La osteopatía y otras técnicas pseudocientíficas en torno a la fisioterapia.

4. Polémica por unos talleres de “salud emocional” impartidos en España por un terapeuta gestalt.

5. Advierten sobre el riesgo de utilizar plasma marino como sustituto de la sangre.

6. Seguidores de QAnon en EE.UU. defienden teorías conspiracionistas y toman dióxido de cloro.

7. Biólogo español realiza un “suicidio homeopático” en directo en televisión.

8. Los homeópatas españoles piden la censura del programa televisivo que los desenmascaró.

9. MMS: historia de un fraude.

10. Chamanes mexicanos proponen “terapias mayas” para el cáncer y otras enfermedades.

 

 

1. Homeopatía y otras pseudoterapias, muy presentes en México y con apoyo oficial.

FUENTE: El País

 

 

En el número 135 de la calle Chimalpopoca de Ciudad de México, en la colonia Obrera, sobrevive uno de los mayores símbolos de la corriente pseudocientífica que desembarcó con la llegada de médicos españoles a mediados del 1800. Más de un siglo y medio después de que aquellos doctores introdujeran la homeopatía en el país, el Hospital Nacional Homeopático (HNH) se mantiene en pie.

Aunque esta institución médica es única en el continente, a lo largo de toda la región la medicina alternativa cuenta con un grado de aceptación considerable, como se pudo apreciar durante la pandemia, cuando gobiernos como el de Cuba, Brasil o Venezuela promocionaron remedios no probados científicamente para luchar contra la covid-19, tal como cuenta Andrea Jiménez Arratibel en el diario español El País.

“La homeopatía es muy popular en América Latina porque recibe un gran apoyo oficial”, afirma el infectólogo mexicano Alejandro Macías, ex comisionado nacional para la prevención y control de la influenza AH1N. “Pero sólo en México tenemos un hospital estatal”, dice Xavier Tello, médico cirujano mexicano y asesor de políticas de salud.

El Hospital Nacional Homeopático fue fundado en 1893 por orden de Porfirio Díaz, dos años antes de que el presidente incorporase esta pseudociencia al sistema de salud y a la enseñanza por un decreto. Hoy sigue operando y es el único de la capital que brinda consulta externa de lunes a domingo. La clínica, que ocupa un edificio de dos plantas con 28 consultorios, cuenta con más de una decena de servicios médicos y con las especialidades de cirugía general, medicina interna y obstetricia. Además, tiene una farmacia homeopática propia ubicada en la planta baja del edificio.

“Lo peor es que se financia con dinero público y cuenta con el absoluto apoyo de las autoridades que nos gobiernan”, dice Tello, quien lleva años mostrándose crítico con la alta aceptación que tiene la homeopatía en el país. Aunque el Hospital Nacional Homeopático se creó en 1893 como una institución privada, en 1943 se adhirió a la Secretaría de Salubridad y Asistencia y hoy forma parte de la Secretaría de Salud. Pero el hospital no es la única institución mexicana que sustenta las pseudociencias con fondos públicos. “México tiene una carrera formal para estudiar homeopatía. Es decir, una licenciatura con cédula profesional que le acredita la capacidad para ejercer a un homeópata”, explica Tello.

La Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía, perteneciente al Instituto Politécnico Nacional (IPN), se nutre del presupuesto de la Secretaría de Educación Pública (SEP), tiene más de 4.000 alumnos y atiende a 40.000 pacientes al año. “Ofrecemos una formación mixta en alopatía y homeopatía”, explica su director, Rodolfo Luna Reséndiz, y asegura: “En la Escuela pensamos que todas las medicinas son complementarias y alternativas, y que dependen de la propia capacidad del sujeto de autocurarse”.

Según el responsable de la institución, “la homeopatía se ha convertido en solución de última instancia para esos pacientes multitratados que, tras probar con antibióticos, la radioterapia, la quimioterapia o la cirugía, no lograron curarse. Hasta que llegaron a un homeópata para recuperar la salud, porque nosotros aprovechamos la naturaleza afectiva del ser humano”.

Integrada en el área de Ciencias Médico Biológicas de la institución, la carrera toma el título de Médico Homeópata Cirujano y Partero, términos que para Tello “constituyen un oxímoron”. A diferencia de la gran mayoría de países, donde la enseñanza de homeopatía se realiza en cursos de posgrado, en México está constituida como una especialidad. Además de la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía, existe la Escuela Libre de Homeopatía A.C. En ambos centros educativos se imparte la acupuntura y otras técnicas de la Medicina Tradicional China.

El apoyo gubernamental a disciplinas no avaladas por la ciencia ha sido elocuente durante la pandemia. Desde el inicio de la crisis sanitaria por la covid-19, por ejemplo, la Dirección de Medicina Tradicional y Desarrollo Intercultural (DMTDI), dependiente de la Secretaría de Salud, elaboró una estrategia de prevención y atención contra el virus basada únicamente en terapias alternativas como la herbolaria, la homeopatía y la acupuntura. Y en junio del año pasado, en pleno estallido del aumento de contagios y defunciones, la entonces secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, reconocía en una entrevista que no utilizaba cubrebocas porque estaba “blindada” con sus gotas: “Son nanomoléculas de cítricos”, dijo.

Una promoción oficial de las falsas terapias

“Hay que dejar claro que la homeopatía no tiene ninguna evidencia científica y que debe considerarse como una pseudociencia. ¡Es una trampa decir que es complementaria!”, denuncia Macías, quien asegura que en México existen muchos tratamientos alternativos: especialistas en ozonoterapia que trabajan en hospitales convencionales por toda la República.

Para Tello, el país va a contracorriente de Europa, “donde las autoridades ya no quieren pagar por pseudociencia”. El médico cirujano menciona el ejemplo de España, cuyo Gobierno, además de ordenar la regulación de la homeopatía en el 2018, solicitó a la Comisión Europea cambiar la directiva sobre el uso de productos homeopáticos por considerar la normativa un riesgo para la salud de los ciudadanos (petición que fue rechazada por Bruselas). “Y Francia dejó de financiar la homeopatía a través del reembolso del pago de medicamentos”, añade. En su opinión, “mientras algunos países se muestran cada vez más inflexibles contra la práctica homeopática, en México la pseudociencia figura con mayor notoriedad en los programas de la Secretaría de Salud”.

“Desde hace dos sexenios el Gobierno de Ciudad de México promueve la medicina alternativa, pero el impulso que le está dando la actual administración no tiene precedentes”, sostiene Martín Bonfil Olivera, químico y académico de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM. A principios de este año, el Gobierno capitalino anunció la construcción del Centro Especializado en Medicina Integrativa (CEMI), a través del cual, se garantiza “el derecho de quienes buscan su salud en la medicina alternativa”.

“Esta administración quiere que la homeopatía y la llamada medicina tradicional formen parte del proceso médico regulado. Pero es que el método científico y la farmacología clínica no aplican en las pseudociencias”, explica el químico. “A día de hoy no existe un solo estudio bien realizado que demuestre que la homeopatía tiene un beneficio clínico. Y no se trata de una opinión personal, sino que representa el consenso experto de la comunidad médica y científica mundiales”, exclama.

Uno de los argumentos que suele utilizarse para minimizar el potencial efecto perjudicial de la homeopatía es que, aunque no esté validada científicamente, en última instancia es inofensiva. Pero Bonfil considera que esta afirmación entraña un gran peligro. “Existe abundantísima evidencia de que las prácticas, cuando no son inútiles, pueden ser contraproducentes, ya sea por causar daño directo, por ejemplo, tratamientos de herbolaria que pueden ser tóxicos, o bien, indirecto, abandono de tratamientos médicos útiles en favor de dichas prácticas alternativas o tradicionales” asegura.

Por su parte, Tello advierte de que existen muchos casos de “pacientes oncológicos o con enfermedades crónicas que se alejan de sus tratamientos para abrazar alternativas pseudocientíficas con consecuencias fatales, como la muerte. Sólo hay que ver el ejemplo de Steve Jobs”. En opinión de Macías, aunque la homeopatía por sí sola no entrañe ninguna amenaza porque está elaborada sólo de azúcar y solo pueda provocar el efecto placebo, los riesgos son más grandes que los beneficios.

El efecto placebo: el impacto psicológico positivo en la salud de una sustancia que no tiene acción terapéutica, es otro de los puntos en cuestión de las pseudoterapias. El director de la Escuela Homeopática, Luna Reséndiz, defiende que “toda la medicina está en realidad sujeta al efecto placebo y a la relación positiva y activa que tenga el paciente. El propio médico se convierte en el placebo. Yo siempre digo que la mitad de mis pacientes deberían curarse con solo verme. ¡Si uno como médico no tiene esa capacidad de hacer de placebo mejor que no se dedique a la medicina!”, manifiesta el homeópata.

Aunque provenga de Europa, en México la corriente homeopática toma un carácter distinto del que opera al otro lado del océano. “Es importante hacer una distinción entre los remedios alternativos que llegan de Estados Unidos y Europa —y que sustentan una industria multimillonaria—, y los tradicionales, como los que vendía mi abuela cuando era una niña en una farmacia homeopática”, expone Tello. “Si en otros países la industria homeopática resulta un lobby que genera millones de ingresos, la mexicana no justifica ni sustenta a estos gurús ni a los productos industrializados. Aquí impera, sobre todo, la homeopatía del frasquito y de los chochitos, que sólo llevan alcohol y azúcar”, destaca.

Según el asesor científico, en México convergen distintas corrientes anticientíficas. “Somos los campeones de las terapias alternativas porque este país amalgama todo: las prácticas que llegan del extranjero con nombres tan engañosos como el biomagnetismo o la ozonoterapia, las perlitas de azúcar bañadas en alcohol de los consultorios, las limpias y la santería”.

Estos últimos más propios del México mágico que recorre los pasillos laberínticos del mercado de Sonora, donde los remedios para el malestar o la migraña se presentan en frasquitos con el etiquetado de aceites naturales, y la enfermedad, ya sea un cáncer o un “mal de aire”, se trata consultando las cartas astrales, acudiendo a chamanes o rezando a San Judas; en ese mercado en el que se venden gatos y chivos negros para sacrificios de santería y donde el mal de amor se cura forjando amarres de colibrís, se venden también chochitos homeopáticos.

La falta de oposición

“No hemos conseguido crear un movimiento de oposición contra las pseudociencias”, se lamenta Bonfil. De acuerdo con Macías, “las asociaciones y los colegios médicos en América Latina temen meterse en esos casos porque normalmente hay una reacción virulenta. Pero creo que aquellas organizaciones médicas que buscan una evidencia para la práctica de la medicina deberían tener más peso y pronunciarse continuamente contra el mal uso de los recursos públicos, como el Hospital Nacional Homeopático, además advertir a la sociedad de los peligros de este tipo de terapias”. El País solicitó una entrevista con la Secretaría de Salud pero no obtuvo respuesta.

“Por otro lado, los mecanismos de regulación oficiales no están funcionando. ¿Cómo se va a regular un medicamento homeopático del que no se sabe sus concentraciones?”, denuncia Bonfil. Disponible en su página web, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) publica los registros sanitarios de medicamentos diferenciando en listados distintos los alopáticos, herbolarios, homeopáticos y vitamínicos.

“El órgano regulador que se pone tan exigente para aprobar moléculas nuevas, es el mismo que acredita la herbolaria y la homeopatía”, apunta Tello y crítica que “el hecho de que no haya pronunciamientos sólidos desde la Academia Nacional de Medicina, desde los comités del Congreso o desde los grupos especializados de la Secretaría de Salud para analizar el problema y tomar decisiones firmes, le quita bastante seriedad y credibilidad a su función”.

Los tres expertos coinciden en que el Estado no está cumpliendo con su rol de velar por la salud de la población, “defraudando las expectativas de los ciudadanos a los que debe servir, al ofrecerles, en vez de los servicios médicos que necesitan, un sustituto básicamente inútil”, alega el divulgador científico, que pone como ejemplo el directorio que publicó la Secretaría de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas Residentes (SEPI).

Esta guía incluye una lista de expertos en curar la hipertensión, la diabetes o el estrés, pero también el empacho, el mal de ojo, la caída de mollera o el susto. “Enfermedades que no existen y que potencialmente pueden poner en peligro a cualquier paciente si son tratadas de una manera irresponsable. Cuando se antepone el populismo a la ciencia hay muchas vidas que corren peligro”, aclara Tello.

“Preocupa sobremanera y debería ser un escándalo ante el que protestaran las comunidades médica y científica, entre otras, que sea precisamente el Gobierno de Ciudad de México, con la participación de su Secretaría de Salud y la de Inclusión y Bienestar Social, que en un afán muy legítimo de revalorar y promover las culturas indígenas y las tradiciones de sus habitantes, está cometiendo el error de promover prácticas médicas totalmente carentes de evidencia respecto a su eficacia y seguridad”, concluye Bonfil.

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2. El caso de una niña que murió asfixiada en una sesión de Rebirthing en EE.UU. en el año 2000.

FUENTE: La Vanguardia

 

 

“Por favor, dejadme coger un poco de aire. No puedo respirar. No puedo hacerlo más. ¡Dejad de aplastarme! Necesito ayuda, ayuda… ¡¡¡Por favor!!!”, gritaba la pequeña Candace, a la que habían envuelto en una sábana en posición fetal con cuatro almohadas alrededor mientras unas supuestas terapeutas, Connell Watkins y Julie Ponder, presionaban su cuerpo para emular un canal de parto ficticio. Lo llamaron “terapia de renacimiento”. Sin embargo, tras más de setenta minutos de agonía, la niña, de diez años, susurró: “Me estoy muriendo, lo siento”. Para cuando socorrieron a la criatura, ésta ya había entrado en parada cardiorrespiratoria.

Aquella sesión pretendía solucionar el presunto trastorno reactivo del apego de Candace que le impedía mantener una buena relación con su madre adoptiva. Tanto las especialistas como sus ayudantes, además de la progenitora, fueron llevados a juicio por abuso infantil imprudente y por negligencia criminal. El caso de Candace Newmaker cambió las leyes sobre este tipo de pseudoterapias en los Estados Unidos, tal como recuerda Mónica G. Álvarez en el diario español La Vanguardia.

Una vida difícil

Candace Tiara Elmore nació el 19 de noviembre de 1989 en la población de Lincolnton (Carolina del Norte) y, desde el principio, sus padres biológicos hicieron del hogar familiar una auténtica pesadilla. Todd y Angela sometieron a sus tres hijos a toda clase de abusos al tiempo que se enfrascaban en multitud de peleas. En más de una ocasión la policía tuvo que personarse en el domicilio debido a los disturbios que causaron.

En 1992 el matrimonio se separó y Candace quedó bajo la tutela de su madre. Pero después de que los servicios sociales interviniesen hasta en dos ocasiones, la justicia retiró la custodia a los progenitores y la pequeña pasó a formar parte de los registros de adopción. Por entonces, las asistentes sociales ya apuntaron en su informe que la niña, a sus cinco años, ya sufría de “arrebatos de ira y rebeldía”.

El 14 de junio de 1996 Candace fue adoptada por Jeane Newmaker, una mujer soltera de 42 años y enfermera de pediatría en el Centro Médico de la Universidad de Duke en Durham. La pequeña, que antes había pasado por cinco hogares y ya contaba con siete años, pasó a apellidarse Newmaker y a tener un nuevo certificado de nacimiento.

La relación entre madre e hija parecía ir viento en popa: Jeane se mostraba de lo más cariñosa y se involucraba en todas las actividades de su pequeña, y Candace se comportaba como una niña sociable, alegre, risueña y feliz. Al menos, en apariencia. De hecho, los allegados a la familia creían que ambas habían tejido un vínculo especialmente cordial: la enfermera acudía a todas las fiestas y funciones escolares, viajaban juntas de vacaciones, hacían rafting y caminatas, montaban a caballo, compartían su amor por los perros, e incluso, adoptaron dos por sorpresa. Todo parecía ir bien.

Sin embargo, la situación cambiaba en privado. Candace rechazaba los abrazos y los besos de su madre, no le gustaba ni siquiera que la mirase, se mostraba enojada y desafiante, le daban rabietas, lo que hacía que la convivencia fuese insostenible en muchos momentos. Los siguientes cuatro años, Jeane trató de buscar una solución y acudió a terapeutas y médicos que la ayudaran a revertir los problemas con su hija.

Entre los diagnósticos posibles: depresión, trastorno por déficit de atención y hasta síndrome de estrés postraumático. Asimismo, varios de estos especialistas sometieron a la niña a un tratamiento farmacológico con medicamentos que alteraban su estado de ánimo. Para ello le suministraban anfetaminas, antidepresivos y psicotrópicos, pero nada reducía su comportamiento tan agresivo.

Más adelante fue cuando Jeane, en su búsqueda desesperada de asesoramiento, encontró otros casos similares por Internet, donde se describe a su hija como una niña “RAD”. Es decir, que tenía un “trastorno reactivo del apego”. Toda esa información llevó a la enfermera hasta Evergreen, una ciudad al oeste de Denver que se había convertido en el epicentro asistencial para esta clase de patologías.

En busca del “renacimiento”

En aquella localidad, de apenas 8.000 habitantes, seis clínicas privadas recibían a padres angustiados que habían perdido la fe en la medicina convencional y que llegaban en busca de una solución tan alternativa como milagrosa. El cometido de estas terapias: domar a los menores y eliminar sus posibles traumas adquiridos en su vida previa a la adopción. Y todo mediante unas técnicas de lo más controvertidas.

El 20 de enero del año 2000, Jeane firmó un contrato con una de las terapeutas más reconocidas dentro del sector, Connell Watkins, para iniciar un programa de terapia intensiva de dos semanas con un coste de 7.000 dólares. El lunes 10 de abril, en plenas vacaciones de primavera de Candace, madre e hija se instalaron en el centro terapéutico de Watkins.

La primera evaluación médica determinó que se encontraban ante un “caso grave” donde Jeane era la “clásica madre abusada”. Así que el psiquiatra que analizó a Candace decidió ajustar la medicación, interrumpir el antidepresivo y aumentarle la dosis del psicotrópico. Esto provocó en la niña cierta dosis de calma, letargo y confusión, ya que el Risperdal tiene un efecto sedante.

A lo largo de siete días, Candace fue sometida a distintas terapias de confrontación sin resultado positivo alguno: no lograron que la niña participase en absoluto. Por eso, Watkins decidió llevar a cabo la denominada “sesión de renacimiento”, que parte de la idea de que “el nacimiento del ser humano es un suceso traumático y revivirlo trae consigo beneficios terapéuticos”. Según su creador, Leonard Orr, esta técnica “se fija en la primera respiración fuera del vientre materno y persigue fundamentalmente la respiración consciente, es decir, poder aprender de nuevo a respirar, liberándonos de todas las inhibiciones que han sobrevenido con el trauma del nacimiento”.

Bajo esta premisa, el 18 de abril Watkins y sus pseudoterapeutas (Julie Ponder, Brita Lynn St. Clair y el prometido de ésta, Jack Dudley McDaniel) utilizaron esta especie de juego de roles y psicodrama para emular un canal de parto ficticio del que saldría una Candace renovada y liberada de todos sus traumas pasados. Para ello envolvieron a la pequeña en una sábana de franela, que simulaba el útero materno, y la rodearon con cuatro almohadas mientras los especialistas presionaban con su cuerpo imitando las contracciones del alumbramiento.

Durante setenta minutos Candace fue sometida a esta agonizante técnica que le llevó a la muerte por asfixia. Su madre, testigo de lo sucedido, fue la primera en socorrerla una vez que la niña dejó de moverse. Previamente, Candace había gritado hasta en siete ocasiones que no podía respirar y, en seis más, que iba a morir. Pese a sus súplicas, los presentes no la creyeron.

Cuando el servicio de emergencias llegó al lugar de los hechos, la niña tenía las pupilas dilatadas y con manchas rojas, salpicaduras de vómito alrededor del rostro, estaba fría, sin pulso ni respiración. “Estábamos haciendo una sesión de renacimiento”, le explicaron a uno de los paramédicos. Pese a las maniobras de reanimación cardiopulmonar, Candace falleció horas después en el Hospital Infantil de Denver de una grave lesión cerebral causada por “asfixia mecánica”.

A finales de mayo, la Fiscalía presentó cargos contra Watkins y sus secuaces por abuso infantil imprudente con resultado de muerte, y a la madre, Jeane Newmaker, por abuso infantil negligente también con resultado de muerte. Los cincos participantes en la citada sesión fueron detenidos y llevados a juicio.

Accidente o asesinato

Durante el proceso, celebrado al año siguiente, se procedió a visionar el contenido de los setenta minutos de la “sesión de renacimiento” en la que Candace murió. Las espeluznantes imágenes no dejaron lugar a dudas: Watkins y Ponder eran las principales responsables de lo ocurrido y no se trataba de un accidente, como trataron de justificar las implicadas en un primer momento.

“¡Por favor salgan de ahí y dejen de empujar mi cabeza porque no puedo salir ni respirar! Alguien está sentado sobre mí [gimiendo]. ¿Cómo se supone que voy a poder salir? ¿Por aquí? No puedo hacerlo. Me voy a morir”, gritó Candace a los diez minutos de empezar la sesión. Incluso se pudo escuchar, entre sollozos, un “quiero morir”.

Ante las dramáticas imágenes, Watkins asumió las consecuencias de sus actos y trató de disculparse. “Estoy arrepentida y siento remordimientos que me atormentan cada hora de mi vida. Le fallé a Candace y le fallé a su madre. Aceptó la total responsabilidad”, afirmó en el estrado. Ponder también quiso decir unas palabras al respecto: “Tendré que vivir el resto de mi vida sabiendo que Candace estaba muriendo al lado mío y no me di cuenta”.

La jueza Jane Tidball declaró culpables a los pseudoterapeutas y condenó a dieciséis años de prisión a Connell Watkins y Julie Ponder respectivamente; Brita Lynn St. Clair y Jack Dudley McDaniel fueron sentenciados a diez años de libertad condicional y a mil horas de servicios comunitarios; y la madre, Jeane Newmaker, a cuatro años de libertad condicional, 400 horas de servicio a la comunidad y con la obligación de someterse a una terapia de duelo por la pérdida de Candace. De hecho, la magistrada eximió a Jeane de toda culpa alegando que “vino como madre y como paciente. Dejó su confianza en las manos de personas que se mostraban profesionales”.

Las principales condenadas, Watkins y Ponder, apenas permanecieron siete años entre rejas. En 2008 quedaron en libertad condicional, aunque sujetas a un sistema de localización y rastreo mediante una tobillera electrónica. Por otro lado, la muerte de Candace Newmaker llevó al gobernador de Colorado, Bill Owens, a modificar la legislación y a aprobar la llamada Ley Candace, por la cual se prohibía (y aún se mantiene dicha prohibición) desarrollar este tipo de pseudoterapias en los estados de Colorado y Carolina del Norte. En España, por ejemplo, el rebirthing, aunque está permitido, se considera fuera del ámbito científico desde el año 2019 y, por tanto, no hay una finalidad sanitaria que avale su eficacia ni seguridad.

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3. La osteopatía y otras técnicas pseudocientíficas en torno a la fisioterapia.

FUENTE: Hipertextual

 

 

A veces, las pseudociencias son como un campo de minas. Podemos estar en contra de ellas, pero aun así toparnos con alguna si no sabemos reconocerlas. Desgraciadamente es algo bastante frecuente en ciertas disciplinas, cuyos profesionales disfrazan de terapia lo que realmente no lo es. Ocurre, por ejemplo, con la fisioterapia. No es raro dar con un fisioterapeuta que no solo no se esconde de usar la osteopatía, sino que lo usa para atraer a más clientes. Así comienza el reportaje de Azucena Martín en el medio digital Hipertextual.

Y lo peor es que esta no es la única técnica de dudosa evidencia científica que utilizan algunos de estos terapeutas. Así, a la hora de buscar uno, podemos acabar metidos de lleno en el fango de las pseudociencias sin darnos cuenta. Esto puede ser peligroso, pero con la mayoría de técnicas más que nada se trata de una ofensa a nuestro bolsillo.

Por eso, en este artículo te damos unos consejos para buscar fisioterapeuta sin caer en las pseudociencias. Es importante, sobre todo, conocer cuáles son las pseudociencias más comunes en fisioterapia. Pero también saber en qué consisten, por si nos topamos con ellas sin aviso. Si lo hacemos, nos lo agradecerán tanto nuestra salud como nuestra cuenta bancaria.

Un fisioterapeuta sí es un profesional sanitario

En España, según la ley 44/2003 del 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias, un fisioterapeuta está considerado como un profesional de la sanidad. Al fin y al cabo, la que ejerce es una disciplina que ayuda a quienes se ponen en sus manos a mejorar su salud. Y precisamente por eso, deberían ser consecuentes con sus actos. Ya se lo decía a Spider-Man su tío Ben: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Tener la salud física de una persona en tus manos debería implicar realizarle sólo técnicas basadas en la evidencia científica.

El problema es que a veces los seres humanos tendemos a pensar que cuanto más mejor. Si alguien realiza más técnicas podemos interpretar que es un mejor profesional. Aunque esas técnicas, en realidad, no sean más que pseudoterapias. Esto supone un beneficio económico para los profesionales que optan por esta opción, ya que no solo atraen más público. También pueden cobrar más por su amplia oferta. Y ahí entra en juego ese poderoso caballero del que hablaba Quevedo en su famoso poema: el dinero.

Y lo peor es que es algo bastante consolidado, que lleva practicándose muchos años, como bien ha explicado a Hipertextual el fisioterapeuta y autor del libro La osteopatía, ¡vaya timo!, Rubén Tovar Ochovo. “El asunto arranca en los años 90 cuando las clínicas de fisioterapia empiezan a florecer en el paisaje urbano”, relata el profesional sanitario.

“Los fisioterapeutas, hasta ese momento ligados al ámbito hospitalario, sintieron que tenían que mejorar sus habilidades y competencias en terapia manual y ese hueco lo vino a rellenar la osteopatía. Nacieron las escuelas de osteopatía para formar a los fisioterapeutas, implantando un lucrativo negocio de formación con osteópatas traídos del otro lado de los Pirineos y se instauró en el imaginario colectivo de los fisioterapeutas la idea de que la osteopatía era un plus de calidad necesario para prosperar en el ámbito clínico privado”.

Esto, por supuesto, era una idea promovida por las propias escuelas de formación. Y el problema es que, según Tovar, los propios fisioterapeutas se lo terminaron creyendo. Por suerte, con el tiempo algunos de ellos se dieron cuenta de su falta de evidencia científica y dejaron de ponerla en práctica, aunque desgraciadamente siguen siendo muchos los que, por equivocación o por dinero, siguen usándola. “No ha sido hasta hace pocos años que ha empezado a ser cuestionada en fisioterapia y es altamente impopular hacerlo, pero la tendencia es que cada vez menos jóvenes fisioterapeutas se interesan por ella”.

La osteopatía no hará nada por ti

En España, la pseudociencia que más se ha colado entre las técnicas de elección de los fisioterapeutas es la osteopatía. Esta es una disciplina que se basa en la manipulación física de los músculos y los huesos para conseguir beneficios a muchos niveles. No solo promete sanar determinadas lesiones, también se supone que ayuda a tratar multitud de enfermedades. Aunque, en el ámbito de la fisioterapia, normalmente se basan sólo en lo primero.

Su popularidad y su reconocimiento más o menos alejado del ámbito de la sanidad varían mucho de unos países a otros. En Estados Unidos, por ejemplo, se dividen en dos grupos: los osteópatas y los médicos osteópatas. Los primeros solo realizan manipulación muscular y esquelética para el alivio de lesiones, mientras que los segundos tienen un ámbito de acción mucho más amplio, considerándose como verdaderos profesionales sanitarios.

En cambio, en España, no sólo no se les considera profesionales sanitarios, sino que la osteopatía forma parte de las técnicas en revisión para ser catalogadas como pseudoterapias. La decisión de incluirla en esta lista se basa en la ausencia de una evidencia científica sólida que la respalde. Algo que, por supuesto, debería tener cualquier técnica que se emplee para mejorar la salud de las personas.

La quiropraxia también es una pseudociencia

La quiropraxia no es tan común en el ámbito de la fisioterapia en España, aunque también podemos encontrar algunos terapeutas que se definen como fisioterapeuta, osteópata y quiropráctico. Super combo en el que solo lo primero es realmente una profesión sanitaria. ¿Pero qué es lo que hace un quiropráctico? Básicamente, la base de su trabajo es parecida a la de un osteópata, con la diferencia de que en quiropraxia se centran principalmente en la manipulación de la columna vertebral.

Esto, lógicamente, puede ser peligroso, ya que es un área delicada. De hecho, se han dado numerosos casos de personas que han muerto en la camilla de su quiropráctico. O poco después de la manipulación. Además, este tipo de profesionales a menudo abusan de las radiografías. Lógicamente, esta es una técnica de imagen muy útil, pero no debemos olvidar que supone una exposición a la radiación que solo se debe llevar a cabo si es estrictamente necesaria. Por eso, que nuestro fisioterapeuta ofrece esta técnica es otra red flag para que rechacemos ponernos en sus manos.

El color de los vendajes no importa

¿Y qué pasa con esas famosas vendas de colores que están tan de moda últimamente? ¿Es eso también una pseudociencia? Según Tovar, para responder a esto debemos diferenciar el kinesiotape del kinesiotaping, o dicho de otro modo, “separar el vendaje como elemento del método con el que se lanzó al mercado”.

El kinesiotaping, conocido también como vendaje neuromuscular, consiste en el uso de cintas de algodón con un adhesivo acrílico que se coloca para evitar lesiones y otros trastornos físicos. En un inicio eran comunes en atletas, aunque hoy en día podemos encontrar fisioterapeutas que las utilizan con sus pacientes aunque no sean del ámbito deportivo.

Ahora bien, existe la creencia de que, según de qué color sea la cinta, se tratará un trastorno o lesión diferente. Por ejemplo, las azules se emplean para tratar la rigidez muscular, la inflamación o una lumbalgia. Pero también para dolores de oído e incontinencia urinaria. Esto ya empieza a sonar sospechoso.

En cambio, las rosas se usan contra el dolor de piernas y para activar la circulación. También hay marrones, para el dolor menstrual, o verdes, para los trastornos emocionales. Además, si se añade una negra, se potencia el efecto de las otras. Todo esto, lógicamente, no tiene ninguna evidencia científica, aunque el simple uso del vendaje sí que pueda ser útil. “El vendaje no deja de ser un tipo de venda con una serie de propiedades: adhesiva, elástica y resistente al agua”, señala Tovar. “Personalmente no creo que sea absolutamente descartable, pero es probable que si se lo ponen a alguien sea con las indicaciones originales del método”.

Técnicas emergentes

Hace unos años nadie había oído hablar de la magnetoterapia. En cambio, hoy en día son muchas las personas que se han sometido a esta técnica a manos de un fisioterapeuta, especialmente en terapia de rehabilitación por alguna lesión. ¿Es esta nueva técnica eficaz o se trata también de una pseudociencia?

A grandes rasgos, se considera como tal una técnica con la que se somete a ciertas partes del cuerpo a campos magnetostáticos producidos por imanes permanentes con el fin de obtener efectos beneficiosos para la salud. Esto, como tal, está ampliamente considerado una pseudociencia. Sin embargo, bajo esta definición se engloban diferentes disciplinas, algunas muy usadas en fisioterapia, que deben considerarse por separado.

“Hay mucha confusión al respecto, porque existen diferentes tipos de magnetoterapia”, relata el fisioterapeuta consultado por este medio. “La magnetoterapia que encontramos a nivel hospitalario y en servicios de rehabilitación no tiene gran evidencia científica. Donde más resultados se han visto es para acelerar el proceso de consolidación ósea en fracturas, pero habría que diferenciarlo de otro tipo de terapias magnéticas”.

Además, recuerda que “el informe del Instituto Carlos III que salió recientemente dentro del Plan del gobierno de protección de la salud contra las pseudociencias se refiere como pseudociencia a la magnetoterapia estática; es decir, la terapia a través de imanes. Esto consiste en “utilizar imanes sobre el cuerpo con fines terapéuticos”. Por lo tanto, la que se usa en hospitales no tiene demasiada evidencia científica, aunque se han visto algunos resultados positivos que merecen más investigación. Pero no es el tipo de magnetoterapia que se considera pseudociencia.

Entonces, ¿qué hacemos para elegir un buen fisioterapeuta?

A la hora de elegir fisioterapetua, lo primero que debemos hacer es tener claro qué técnicas se consideran pseudociencias. Hemos visto la osteopatía, la quiropraxia, el kinesiotaping con vendas de colores y, en cierto modo, la magnetoterapia. Pero también hay otras, como la homeopatía, la reflexología, el cupping o la acupuntura, que también pueden ser ofrecidas por un fisioterapeuta y que tampoco tienen evidencia científica de su efectividad. Una vez con esto claro, deberíamos leer su página web, si la tiene, prestar atención a sus reclamos publicitarios y, por supuesto, preguntar.

“No suelen esconder el ejercicio de las pseudoterapias, de hecho es probable que lo ponga escrito en algún cartel en grande como algo apreciablemente positivo”, cuenta Tovar. “Ojalá con el tiempo se convierta en algo que ocultar y que tienda a desaparecer pero de momento se lucen con orgullo”. Pero supongamos que hemos olvidado preguntar o que no nos han informado correctamente. ¿Qué técnicas deberían hacernos sospechar mientras nos las realizan?

Para Tovar, más que en la técnica en sí, la importancia está en el razonamiento clínico. “Lo que diferencia sobre todo las pseudoterapias de las prácticas con evidencia científica en fisioterapia es la intención y el objetivo con el que se realizan, lo que pretenden o creen estar haciendo con sus maniobras”. En cuanto a la posibilidad de que nos realice algo peligroso, explica que prácticas pseudocientíficas hay muchas, pero que sean un peligro directo muy pocas. “El mayor problema suele ser su ineficacia más allá del placebo”. Pero sí que hay algo que puede ser dañino para los usuarios.

“Hay una técnica en concreto, la manipulación articular, que compartimos fisioterapeutas, osteópatas y quiroprácticos que puede ser potencialmente peligrosa aplicada a la columna cervical. El índice de problemas asociados es bajo, pero las consecuencias pueden ser graves. Es por eso que en fisioterapia se han ido abandonando con los años las manipulaciones cervicales de alta velocidad, en detrimento de otras maniobras más seguras. En osteopatía y quiropraxia, en cambio, sí se utilizan mucho y el mayor porcentaje de eventos adversos registrados es, con mucha diferencia, de manos de quiroprácticos. Y lo peor de todo es que la mayoría de veces son innecesarias porque el problema está en su razonamiento clínico que los lleva a pensar que es oportuno crujir un cuello para un dolor de rodilla, por ejemplo. Sostienen relaciones anatómicas remotas que no se sustentan sobre evidencia científica”.

Por lo tanto, si insisten en crujirnos el cuello, especialmente si la lesión por la que acudimos no tiene nada que ver, es importante que preguntemos por qué lo hacen. Si nos explican que es una práctica habitual en osteopatía o quiropraxia, lo mejor será cambiar de fisioterapeuta.Con estos consejos, más o menos, podremos cruzar el campo de la fisioterapia sin pisar las minas de las pseudociencias. Es complicado, pero los buenos profesionales que solo realizan técnicas apoyadas en la ciencia existen. Y es bueno que hablemos de ellos.

De hecho, al preguntar a Tovar por una página en la que se reúnan las direcciones de fisioterapeutas que no usen pseudociencias, nos cuenta que lo ideal sería que las realizaran los propios usuarios. Y es que no todo lo tradicional es malo. El boca a boca para difusión de información es tan antiguo como el ser humano y su eficacia está más que clara. Hablemos bien de los buenos profesionales. Quizás, así, algún día la osteopatía y el resto de pseudociencias dejen de verse como un buen reclamo.

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4. Polémica por unos talleres de “salud emocional” impartidos en España por un terapeuta gestalt.

FUENTE: Varios medios

 

 

El grupo municipal del partido político Ciudadanos en Avilés (Asturias, España) denunció el pasado 10 de noviembre públicamente la falta de compromiso del gobierno local socialista, que, según la formación naranja, se había comprometido a suspender la concesión de fondos públicos a personas físicas o jurídicas que practiquen pseudociencias o pseudoterapias, según informa El Comercio.

Sin embargo, sostienen que la concejalía de Igualdad ha programado entre septiembre y diciembre dos talleres sobre salud emocional que están impartidos por una persona que no pertenece ni al Colegio Oficial de Psicólogos de Asturias ni a ningún otro colegio oficial de psicología. «Consideramos un hecho extremadamente grave que desde este Ayuntamiento, o cualquier otra administración pública, se promueva o se dé cobijo a cualquier tipo de pseudoterapia», denuncia la concejal Sharon Calderón.

Ha habido novedades en este caso. A primeros de enero, el Colegio Oficial de Psicólogos del Principado de Asturias ha enviado una carta a la alcaldesa de Avilés en la que insta al Ayuntamiento a contratar a profesionales de la psicología colegiados y acreditados para impartir talleres sobre «salud emocional», según asegura Ciudadanos. Se trata de dos talleres promovidos por la concejalía de Igualdad y que están siendo impartidos por un terapeuta «que –hasta donde se conoce– no es titulado en psicología ni colegiado».

El grupo municipal de Ciudadanos Avilés ya advirtió de este hecho el pasado mes de noviembre y anteriormente, en verano, presentó al Pleno del Ayuntamiento una moción, que recibió el apoyo de todos los grupos, y un ruego que pedían «tanto al gobierno regional como al local suspender la concesión de fondos públicos a personas físicas o jurídicas que practiquen pseudociencias y/o pseudoterapias», según recordó ayer la formación.

Según leemos en El Búscolu, los talleres sobre salud emocional están siendo impartidos por una persona que se presenta como “terapeuta gestalt”. Además, la terapia Gestalt está incluida en el listado de 138 pseudoterapias de la campaña oficial CoNprueba (del Ministerio de Sanidad y Ministerio de Ciencia y Tecnología).

La edil de Ciudadanos, Sharon Calderón-Gordo, afirma que “la salud mental y emocional de las personas no se puede dejar en mano de quienes ni tienen la formación adecuada, porque no son psicólogos colegiados, ni en manos de quienes practican pseudoterapias, porque conllevan un claro riesgo para pacientes que creen estar en manos de profesionales que realmente no lo son. No se puede hablar de ciencia, innovación o salud, al mismo tiempo que se da cobijo a charlatanes. Las pseudoterapias son un peligro para la salud física y mental de la ciudadanía”.

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5. Advierten sobre el riesgo de utilizar plasma marino como sustituto de la sangre.

FUENTE: Newtral

 

 

Circula por redes sociales un texto que asegura que “la sangre [que circula] a través de las venas de humanos y animales puede ser sustituida por agua de mar”, según informa María G. Dionis en el portal Newtral. El contenido hace referencia al ‘plasma marino’, un tratamiento desarrollado por el fisiólogo francés de finales del siglo XIX René Quinton. Se basa en las inyecciones de agua de mar a pacientes para, supuestamente, optimizar la actividad celular y fortalecer el sistema inmunológico, pero se trata de una pseudoterapia. Así lo califica el Ministerio de Sanidad, que incluye esta práctica en su lista de pseudoterapias “de las que no se han identificado ensayos clínicos aleatorizados”.

No es posible sustituir la sangre por agua de mar

En el contenido que verificamos se asegura que la sangre que circula por nuestro cuerpo “puede reemplazarse por agua de mar”. Según confirma a Newtral el área de salud de la Cruz Roja, organización que se encarga de las donaciones de sangre para transfusiones en Madrid, esto no es posible. “El agua de mar no puede cubrir todas las necesidades que cubre la sangre en nuestro cuerpo”, apunta.

“La sangre es un tejido corporal muy complejo, formado por diversos tipos de células. Entre ellas, los glóbulos rojos, que transportan el oxígeno a los tejidos, los glóbulos blancos que se encargan de la defensa de nuestro organismo ante ataques externos, y las plaquetas, que consiguen que se cierren las roturas de vasos sanguíneos”, explican. Sin sangre, aseguran, “no podríamos cubrir esas necesidades”. “El agua de mar no tiene células. Además, el agua de mar no es estéril, y tampoco nos serviría para rehidratar o sustituir el suero sanguíneo”, el líquido en el que se encuentran las células y proteínas importantes para sus funciones.

El plasma marino es una pseudoterapia

El texto, que se ha compartido por Facebook, basa sus afirmaciones en la pseudoterapia del ‘plasma marino’. Esta pseudoterapia se basa en las teorías del científico francés del siglo XIX René Quinton, que, según el texto, han sido “ocultadas”. “Sus descubrimientos podrían salvar miles de vidas, pero hacen como si este hombre nunca hubiera existido”, señala el contenido. Jon Arrizabalaga, historiador de la medicina en el Instituto Milá y Fontanals (IMF-CSIC), explica que esta pseudoterapia “no tiene ninguna evidencia científica”. “Las aportaciones de René Quintón han quedado justamente olvidadas por el avance del conocimiento biológico y médico”, señala.

Según apunta Arrizabalaga, Quinton estudió la composición de los líquidos en los que se encuentran las células de nuestro cuerpo, los llamados extracelulares. “A partir de los resultados, desarrolló el método de tratamiento con plasma marino”, relata. Esta teoría afirmaba que el plasma marino era capaz de proporcionar al cuerpo los elementos esenciales de la vida y fortalecía el sistema inmunológico porque provenía del mar, el origen de la vida.

Este tratamiento consistía en administrar a los pacientes una solución derivada del agua de mar. Se aplicaba por distintas vías: de forma inyectable, en ampollas bebibles y en forma pulverizada para afecciones de la piel. Así, el plasma marino comenzó a utilizarse como terapia en los hospitales parisinos a finales del siglo XIX, sobre todo en infecciones como el cólera, explica el historiador, pero según avanzó la medicina, esta terapia dejó de utilizarse.

“No existen pruebas científicas de que este plasma posea beneficios médicos superiores a los del suero fisiológico simple, que se usa para restaurar el equilibrio de agua y sales en casos de deshidrataciones graves”, explica Arrizabalaga. Por eso, añade, “a medida que se produjeron avances biomédicos sobre el medio interno y la lucha contra las enfermedades infecciosas, esta teoría cayó pronto en el olvido y su uso terapéutico se abandonó”.

En 1996 se rescató esta técnica y aparecieron algunos círculos seguidores de Quinton. Actualmente existen empresas que comercializan el plasma marino como terapia. Pero, como apunta el Ministerio de Sanidad, el plasma marino es una pseudoterapia de la que “no se han identificado ni ensayos clínicos aleatorizados, ni revisiones sistemáticas ni meta-análisis”. “Esta terapia marina se apoya, como tantas otras propias de las ‘terapias naturales’, en el pensamiento vitalista y la idea de la fuerza curadora de la naturaleza”, señala Arrizabalaga, “pero son teorías y prácticas no contrastadas”.

En conclusión, el agua de mar no puede sustituir a la sangre porque no tiene los componentes necesarios para suplir todas sus funciones. Las prácticas que utilizan el ‘plasma marino’ como tratamiento de enfermedades o para fortalecer el sistema inmune son pseudoterapias, como recoge el Ministerio de Sanidad, sin evidencias científicas de que sean beneficiosas para el ser humano.

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6. Seguidores de QAnon en EE.UU. defienden teorías conspiracionistas y toman dióxido de cloro.

FUENTE: Cibercuba

 

 

A pesar de que la secta QAnon piensa que la pandemia del coronavirus es parte de una conspiración gubernamental perniciosa, la prensa local de Dallas (Texas, EE.UU.) reveló que algunos de sus seguidores podrían estar consumiendo una poción compuesta por distintas sustancias químicas, entre las que se encuentra el dióxido de cloro, un desinfectante industrial similar a la lejía, que se ha usado erróneamente en el pasado para eliminar la enfermedad.

Según publica Cibercuba, la familia de un miembro del movimiento de extrema derecha informó al periódico Dallas Observer que su pariente, que abandonó a su esposo e hijos en Delaware el mes pasado para seguir a un líder de QAnon, ha estado bebiendo dicho cóctel y, además, ha sido la persona que lo ha preparado y distribuido entre otros seguidores. “Ella estaba orgullosa de decirnos que fue ella quien lo mezcló y se lo dio a todos”, sostuvo la fuente.

En abril de 2020, el entonces presidente de Estados Unidos Donald Trump sugirió “inyectar desinfectante” a las personas y exponerlas a “luz solar” para tratar el coronavirus. “Veo que el desinfectante lo noquea en un minuto, en un minuto. ¿Hay alguna manera de que podamos hacer algo como una inyección dentro o casi una limpieza? Como pueden ver, llega a los pulmones y alcanza una cifra tremenda en los pulmones, por lo que sería interesante comprobar eso”, aseguró Trump en rueda de prensa, dirigiéndose a Bill Bryan, director de la División de Tecnología y Ciencia del Departamento de Seguridad Nacional.

A los pocos días de esas declaraciones, el Departamento de Salud de Nueva York tuvo que alertar en redes sociales sobre los peligros de ingerir desinfectantes, luego de que el Centro para el Control de Envenenamientos del Estado recibiera un centenar de llamadas por accidentes relacionados con estos productos. “No ingiera ni inyecte Lysol ni ningún otro desinfectante como tratamiento para # COVID19. Los desinfectantes domésticos son venenosos y pueden causar daños graves o incluso la muerte si se ingieren o se inyectan. Llame al Centro de Control de Envenenamiento para obtener información sobre el uso seguro de los productos: 212-764-7667”, señaló en Twitter la institución de salud.

A pesar de esto, Dallas Observer dijo que en Internet hay personas que se hacen pasar por profesionales médicos y venden productos a base de dióxido de cloro, debido a que encontraron una base de consumidores especialmente entusiasta entre los miembros de QAnon. La secta, explicó el diario, llegó por primera vez a Dallas antes de noviembre, siguiendo la predicción de que el presidente John F. Kennedy reaparecería en el lugar exacto en el centro de esa ciudad, donde fue asesinado en 1963, y desde allí pondría en marcha la ejecución de una supuesta red subterránea de QAnon, conformada por traficantes sexuales de niños liberales que adoran a Satanás, y reinstalaría a Donald Trump como presidente. No obstante, después de que Kennedy no apareciera en dos de los momentos previstos en noviembre, decenas de seguidores permanecieron en Dallas, sin que se sepa qué están esperando.

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7. Biólogo español realiza un “suicidio homeopático” en directo en televisión.

FUENTE: Diario de Sevilla

 

 

Revuelo en el canal 8 TV catalán por la intervención de un colaborador tratando de demostrar que la homeopatía no funciona. ¿Cómo lo hizo? Se tomó un bote con 50 pastillas para dormir, según informa el Diario de Sevilla. Pero, ¿qué es la homeopatía? Se trata de un sistema de medicina holística o alternativa y terapéutica cuyo objetivo es encontrar la cura de diversas enfermedades haciendo uso de lo mismo que las están causando o, dicho de otro modo, de la ley de los semejantes.

Samuel Hahnemann creó este sistema en 1796 sosteniendo que lo similar cura lo similar, es decir, que si una sustancia está causando síntomas de una enfermedad en una persona sana, es posible que esta pueda curar de los mismos síntomas a una persona que esté enferma si se le administran pequeñas dosis de la sustancia. Por ejemplo, la cafeína te mantiene despierto; por lo que, según esta premisa, el remedio homeopático para alguien que no puede conciliar el sueño o que padece de insomnio sería tomar cantidades ínfimas y, de ese modo, el efecto sería el contrario: le daría sueño.

La ciencia no lo avala, y Fernando Cervera, biólogo experto en la materia, decidió tomarse 50 pastillas en directo para demostrar “la verdad” alrededor de esta terapia. Se tomó las pastillas con esta frase: “Si esta terapia funciona, en 2 minutos debería de estar durmiendo, y en 5 minutos debería de estar muerto. Yo puedo hablar de muchas cosas, pero eso, si lo haces con un medicamento de verdad, te mueres”. Tras unos minutos no le pasó nada absolutamente.

“La homeopatía siempre ha sido una fuente de controversia entre quienes destacan su efectividad y quienes critican su falta de evidencia científica. Hoy en día existen médicos y asociaciones profesionales que complementan la medicina tradicional con estos tratamientos, mientras otros la rechazan. Para unos se trata de medicina. Para otros, simple placebo”, así presentaban el debate de la noche en el canal.

Indicaban que en el programa contarían con Gonzalo Fernández Quiroga, médico homeópata y miembro de la Asamblea Nacional de Homeopatía, el mencionado Fernando Cervera, miembro de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP) y Ramón Nogueras, psicólogo, profesor universitario y autor del libro Por qué creemos en mierdas.

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8. Los homeópatas españoles piden la censura del programa televisivo que los desenmascaró.

FUENTE: La Razón

 

 

El pasado domingo 19 de diciembre el programa “La entrevista incómoda” de 8 TV presentado por Samantha Villar vivió una situación insólita durante un debate con el tema “La homeopatía: ciencia o creencia”. Uno de los invitados, un reputado biólogo, quiso ejemplificar la inocuidad de los productos homeopáticos e ingirió una sobredosis, tal como hemos informado en el artículo anterior. Ahora, tras hacerse viral el momento, la Asamblea Nacional de Homeopatía ha intentado denunciar los hechos... y sale trasquilada, según explica Gerardo Granda en el diario La Razón.

El domingo 19 de diciembre, se pudo ver en el programa un momento dramático. En el programa que trataba sobre la homeopatía, Fernando Cervera, miembro de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP), se tragó 50 somníferos homeopáticos como parte de un experimento. «Si la homeopatía funciona, en dos minutos debería estar durmiendo y en cinco debería estar muerto». El biólogo no murió.

Según la nota de la propia APETP, “lo sorprendente ha sido la buena acogida en redes sociales que ha tenido el experimento. El reportero y youtuber Carles Tamayo lanzó en Tik Tok un video corto del reportaje que prepara junto a Cervera del suicidio homeopático desde dentro del programa. El video, en pocas horas, ha llegado a las 300.000 visitas y sigue creciendo”. En otras redes sociales como Instagram, Facebook o Twitter, el experimento también se ha hecho viral. «Yo sólo quería demostrar de forma rápida que no hay debate posible. La homeopatía no funciona, es un hecho. No esperaba esta repercusión», ha resumido el biólogo.

Tras el debate, la Asamblea Nacional de Homeopatía ha pedido que se elimine el video a través de un comunicado en sus redes sociales, en el que apelaba al Ministerio de Sanidad y a la Organización Médica Colegial de España. Pero lejos de conseguir su objetivo de intentar prohibir el programa y la difusión del vídeo, se ha encontrado con decenas de respuestas en las que los tuiteros se mofan del intento, pero también de la homeopatía y sus productos: “Pero si es sólo azúcar”.

Como indica la nota de la APETP, “lo cierto es que no existe debate científico al respecto. La Organización Médica Colegial, órgano director de la profesión médica en España, advierte en su Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias, de que la homeopatía es una pseudoterapia peligrosa para los pacientes. Además, en septiembre de 2017 la European Academies Science Advisory Council (EASAC), formada por las Academias Nacionales de Ciencias de los estados miembros de la Unión Europea, publicó un informe donde advertía sobre la nula evidencia científica de los productos homeopáticos y de los riesgos significativos que suponen para la salud de los pacientes.

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9. MMS: historia de un fraude.

FUENTE: El País Semanal

 

 

El MMS es un viejo conocido entre las pseudomedicinas, que supuestamente cura la malaria, el autismo y la covid. No existen pruebas clínicas que lo avalen, según explica J.M. Mulet, conocido profesor (catedrático de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia) y divulgador español, en un artículo que ha publicado recientemente El País Semanal. Lo reproducimos a continuación.

Durante la pandemia de 2020, mientras los científicos de verdad se dejaban la piel para desarrollar una vacuna, aparecieron todo tipo de personajes ofreciendo presuntos remedios mágicos, soluciones milagrosas o medicamentos que no contaban con ningún aval científico para hacer frente a los estragos del coronavirus. Entre todos estos destaca un viejo conocido entre los que llevamos años denunciando la pseudomedicina, el MMS, una molécula con una larga y curiosa historia, pero que no sirve para el coronavirus ni para ninguna otra enfermedad. Eso sí, es un buen blanqueador industrial y es muy útil para el mantenimiento de la piscina.

La historia de este falso remedio surge de las elucubraciones de Jim Humble, ex ingeniero de la NASA (si nos creemos lo que él decía de sí mismo; como ven, en esta historia todo es presunto o hay que creérselo) que buscando oro en Venezuela tuvo una inspiración que le llevó a descubrir el MMS. Envió la receta a unos amigos en África y allí trataron con éxito de malaria a 100.000 personas, hasta que unos misioneros se lo impidieron, siempre según su relato. Además, descubrió que no sólo servía para la malaria, también para el autismo, el cáncer, el sida o el acné.

Tan entusiasmado estaba que lo llamó miracle mineral solution o MMS, es decir, solución mineral milagro. La composición de este supuesto remedio es una solución al 8 % de clorito de sodio que, al mezclarse con ácido (vale un poco de zumo de limón), produce dióxido de cloro, una molécula de uso industrial, pero bastante tóxica y sin indicación terapéutica ninguna. Por supuesto que, al utilizarla, mucha gente sentía náuseas, diarrea o deshidratación, efectos propios de la intoxicación por dióxido de cloro, pero que Humble hábilmente achacaba estos síntomas al inexistente proceso de curación.

Ante la popularización de esta sustancia y la aparición de varios casos de intoxicaciones, varias agencias sanitarias publicaron advertencias sobre el producto e incidieron en su nula actividad terapéutica. Cabe recordar que su venta como medicamento está prohibida. Humble no se amilanó. Reconvirtió su negocio fundando la Iglesia Génesis II, en la cual su sacramento consistía en consumir MMS, lo que le permitía eludir la ley en varios países. Y no hay que olvidar que nada de esto era altruista. Cada botella milagrosa de MMS contiene clorito de sodio por valor de 20 céntimos de euro y se vendía a 30 euros.

En Europa el MMS llegó de la mano de Ludwig Kalcker, y encontró eco en el brumoso mundo de las terapias naturales. En 2012 la Guardia Civil detuvo a varias personas por vender este producto alegando que era un medicamento. Toda esta accidentada historia no ha impedido que siga siendo relativamente fácil de conseguir y que internet esté llena de páginas que hablan de sus virtudes.

En 2017 se interpuso otra denuncia contra Kalcker y dos personas más por el hijo de una persona con artritis que vio cómo a su madre le habían recetado este no-medicamento en un herbolario, pero salieron absueltos. La legislación española no es nada eficiente a la hora de defender a los pacientes víctimas de pseudoterapias y el criterio que se sigue es que si alguien se toma un producto no autorizado, es porque quiere, dejando impune el hecho de que se está vendiendo algo alegando unas propiedades que realmente no tiene.

¿Hay algo con base científica en toda esta historia? Ya es muy sospechoso que un producto cure el autismo, la malaria, el ébola o la covid, y más si tenemos en cuenta que no es más que uno de los componentes de la lejía y, como tal, un oxidante fuerte. Obviamente es un buen desinfectante, pero ¿puede distinguir al parásito causante de la malaria de las células sanas?, ¿al virus de la covid del resto de células?, ¿a una célula cancerosa de una que no lo es?

La respuesta es un claro y rotundo no. Tomar MMS es como beber lejía diluida. Una salvajada. No deja de ser sorprendente que vayan aumentando las supuestas aplicaciones terapéuticas del MMS, pero sigue habiendo una preocupante ausencia de ensayos clínicos que avale su eficacia. Así que, contra la covid, vacuna. Y para desinfectar superficies, MMS, perdón, lejía.

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10. Chamanes mexicanos proponen “terapias mayas” para el cáncer y otras enfermedades.

FUENTE: Por Esto!

 

 

Para el beneficio de la humanidad, en el XXV Foro indígena maya peninsular autónomo y permanente, platicaron acerca del próximo congreso de sacerdotes mayas, quienes, a través de acupunturas y terapias alternativas, buscan enfrentar las enfermedades como el cáncer para que la sociedad sepa que existen alternativas que los descendientes mayas traen de sus ancestros. Lo cuenta Daniel Santiago en el medio mexicano Por Esto!

En conferencia de prensa, los sacerdotes y chamanes Filiberto Ku Chan, Tiburcio Can y Eduardo Chan dieron el pasado mes de diciembre todos los detalles acerca de este foro que busca dar a conocer que existen alternativas para curar enfermedades graves y no graves, que vienen desde el tiempo de los mayas, y que son conocimientos ancestrales para el beneficio de la sociedad.

Filiberto Ku explicó que hace muchos años desde el supuesto fin del mundo, las personas pasaron a otra dimensión, en donde los mayas de la Península aportarían más granitos de arenas, por lo que este día vienen a presentar su conocimiento ancestral maya a través terapias alternativas usando su espiritualidad, como son la acupuntura maya ancestral y tratamientos contra el cáncer.

Dijo que hoy en día tienen criaderos de víboras de cascabel en la comunidad de Calakmul, Campeche, que combinando la sangre de esta, con piedra cósmica y otros elementos, crean una tratamiento que pueden asegurar que han tenido varios casos de éxito contra el cáncer, y que hoy dan a conocer al mundo, el tratamiento consiste en extraer la sangre en lunas llenas, por lo que para tomarlo debes ir hasta Calakmul, donde se hace un ritual, que combinando la terapia con la espiritualidad, hacen la ‘magia’.

A pesar de que la Cámara de Diputados quiere prohibir que realicen estas prácticas, ellos quieren hacer esto para el beneficio de la humanidad, por lo que sólo buscan dar a entender que el verdadero poder es el conocimiento, a través de terapias para combatir la psoriasis o la diabetes que en 30 días te aseguran nivelar tu glucosa.

También con la acupuntura maya buscan depurar la sangre mala acumulada a través de accesos, así como eliminar el mal aire que tenemos en el cuerpo, para evitar enfermedades que afecten más adelante como es el cáncer, estas acupunturas pueden ser en todo el cuerpo o sólo en el área que sientas afectada, recalcando que esto no es brujería sino conocimiento ancestral.

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La RIES es una red de expertos y estudiosos católicos sobre el fenómeno sectario y la nueva religiosidad, presentes en España y Latinoamérica, y abarcando las zonas lusoparlantes. Pretende ofrecer, también con este boletín informativo, un servicio a la Iglesia y a toda la sociedad. La RIES no se responsabiliza de las noticias procedentes de otras fuentes, que se citan en el momento debido. La RIES autoriza la reproducción de este material, citando su procedencia.