Diócesis

 

Mártires de Granada: “A este sacerdote hay que dejarlo para carne de las fieras”

 

Ramón Cervilla fue desnudado, insultado y quisieron que cavara su propia tumba

 

 

 

20/01/22


 

 

 

 

 

Ramón Cervilla Luis, mártir de Almuñécar, será otro de los 16 mártires el siglo XX que serán beatificados el próximo 26 de febrero en la catedral de Granada.

La Archidiócesis de Granada está realizando una semblanza de cada uno de estos mártires, porque como dice el vicepostulador de la causa de beatificación, D. Santiago Hoces, “Para que los mártires sean semilla de nuevos cristianos, hay que conocerlos”. Del total de los 65 mártires del siglo XX con los que cuenta la diócesis de Granada, este grupo de 16 mártires nacieron en la ciudad y murieron también en la diócesis.

 

Carne de las fieras

El sacerdote Ramón Cervilla fue detenido en su casa de Almuñecar y llevado a prisión junto con otras personas a las que en el cautiverio alentaba, confortaba y atendía sacramentalmente.

Todos ellos fueron posteriormente liberados, menos el sacerdote al que, según sus perseguidores “había que dejarlo para carne de las fieras”. El 17 de agosto fue trasladado en automóvil al cementerio de Salobreña donde fue maltratado e insultado, quisieron obligarle a cantar la Internacional y a que cavara su propia tumba. Fue allí humillado despojándolo de su ropa. Finalmente fue fusilado. Sus últimas palabras fueron: "Os perdono y pido a Dios y a vosotros que mi sangre sea la última que derraméis". Tenía cerca de setenta y dos años. Sus restos están en el Valle de los Caídos.

Nació el 29 de marzo de 1865 en Almuñécar y realizó sus estudios en el Seminario de San Cecilio, residiendo en el Colegio de San Fernando. Ordenado sacerdote el 1 de marzo de 1890, fue coadjutor de Almuñécar, de Jete y Zujaira. Pasó a Argentina donde sirvió las parroquias de San Justo y Coronada en Santa Fe.

 

"Protégeme del enemigo"

Cuando vuelve a España, ya mayor, atiende a las Religiosas Mercedarias que sirven un pequeño hospital en Almuñécar: gran madrugador, celebraba a horas tempranas cada día la santa misa en el convento, atendía espiritualmente a las religiosas y a los enfermos del hospital. Este servicio lo realizaba sin remuneración alguna.

Peregrinó a Roma y a Lourdes, y construyó en casa con sus propias manos una pequeña gruta en honor de la Señora con esta inscripción tomada de un himno latino: Protégeme tú del enemigo. Varias veces fue sorprendido rezando el rosario en su dormitorio de rodillas y con los brazos en cruz.

 

Mantener el recuerdo de los mártires

Para la Iglesia es importante mantener vivo el recuerdo de sus mártires porque "El Cielo es el conjunto de bienes sin mezcla de mal alguno". Son los mártires los que nos hacen un bien a nosotros beatificándolos. “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”, que diría Tertuliano, ¡pero para que sean semilla tenemos que conocerlos! Nadie quiere lo que no se conoce y esta ceremonia nos ayudará a que todos podamos contemplar su vida. A mí me hizo mucho bien como seminarista el saber del testimonio de los mártires, explica D. Santiago Hoces, vicepostulador.

Una vez repartidas las reliquias, dependerá de cada párroco el que estos mártires puedan darse a conocer, exponiéndolas y hablando sobre su testimonio de vida.