Tribunas

Olé por los obispos andaluces

 

 

José Francisco Serrano Oceja


Reunión de los obispos del Sur.

 

 

 

 

 

Cuando escribo estas líneas, aún falta una semana para las elecciones al Parlamento andaluz.

Lo ocurrido hace unos días con la campaña de linchamiento mediático al obispo de Huelva, monseñor Santiago Gómez Sierra, -a quien por cierto hay que agradecer la claridad con la que últimamente habla-, después de su predica en la misa del Rocío, es indicativo de la presión de determinados sectores sociales, incluidos algunos medios, para que la Iglesia deje de ser un interlocutor hábil en la sociedad plural.

Una campaña en toda regla destinada también a generar el efecto del miedo, del retraimiento, en quienes se supone obedecen a Dios antes que a los hombres.

El obispo de Huelva, en su homilía, no hizo más que repetir algunas líneas de la nota de los obispos andaluces ante las elecciones al Parlamento de esa Comunidad. Periódicos hubo titularon que “el obispo de Huelva pide el voto a la derecha en su homilía en la romería del rocío”.

Los obispos andaluces, una muestra de lo mejor de nuestro episcopado, sin lugar a dudas, se habían limitado a recordar las generales de la ley de la doctrina de la Iglesia acerca del voto responsable y en conciencia.

La idea del escrito, que no por repetida deja de tener valor, era que “ninguna opción política se adecua plenamente a la experiencia cristiana y a la enseñanza de la Iglesia. La fe cristiana no es una ideología política”.

Por lo tanto, es necesario discernir en coherencia con la comunión eclesial y con los principios morales que le son inherentes. Y a partir ahí ofrecían una serie de criterios plurales que, lógicamente, no respondían al interés de ninguna formación política.

Hay que aclarar, que una vez más, son los obispos por regiones, colegialmente, incluso sinodalmente, los que emiten notas ante procesos electorales. Algo que dejó de ocurrir cuando se trata de elecciones generales. Si esta práctica inveterada de hacer públicas notas ofreciendo criterios e invitando a la responsabilidad, como parte de la función de aliento de la asumida conciencia del cristiano como ciudadano, es eficaz, ¿por qué se han dejado de hacer a nivel nacional?

No se trata de que los políticos, o determinados sectores sociales, no puedan criticar lo que dicen los obispos. Aunque convendría que lo hicieran con la verdad por delante. Los obispos son líderes mediáticos. Pero no todo líder mediático es un líder político. Su capacidad de atraer la atención social, que cada vez es menor, radica en la coherencia de la transmisión del Evangelio que predican, que siempre interpela a la realidad personal y a la dinámica de la sociedad.

Que los obispos no puedan decir lo que piensan en España, es un síntoma preocupante de retroceso democrático. Y que dejen de hablar, en previsión de que les pueda caer la del pulpo, sería un mal servicio a la fidelidad evangélica.

 

 

José Francisco Serrano Oceja