Tribunas

El vídeo misionero de Tamara

 

 

José Francisco Serrano Oceja


 

 

 

 

 

Tenía cierto interés en ir al pregón del Domund de este año, en la madrileña Basílica de san Isidro. Pero las obligaciones propias de mi género profesional me lo impidieron. Por lo tanto tuve que pasar a la versión beta, el vídeo colgado en las redes.

Tengo que confesar que venía del pregón del año pasado en Toledo, que pronunció el chef Pepe Rodríguez. Me pareció, entonces, una magnífica pieza, con gracia, profunda, con mensaje. Íbamos por tanto de Máster chef a más Máster chef y tiro por lo que toca.

Ciertamente a Tamara Falcó, marquesa de su marquesado, y espero que no tenga nada que ver con la Ley de memoria democrática, se le dan mejor los pucheros que hablar en público. Quizá como a Santa Teresa.

Para no hacer comentarios sobre el vídeo, invito a los lectores a que lo vean. (En esta noticia de Religión Confidencial se puede ver el vídeo). Tamara, así, con el solo nombre, no hace falta añadir más, a lo sumo, Tamara de España, de lo que habló es de su experiencia religiosa. Bueno, y también de los misioneros.

De su experiencia religiosa, de su conversión, por eso de que de la abundancia del corazón habla la boca, ay chico, pues mira, es que, me llamó la atención lo que dice del descubrimiento ahora del Espíritu Santo.

Por cierto, Tamara habló de conversión, escribamos con toda las letras esta palabra. Hace poco leí, pero no me quedó claro en el texto de la noticia, que una misionera, o un misionero, había dicho que en su vida no había suscitado ninguna conversión.

Inmediatamente relacioné las dos conversiones, el sí y el no de la conversión. Me parece que una vida misionera, una vida de sacrificios y entregas, que solo genere promoción humana y social y no encuentros con Jesucristo, llamémosle así a la conversión, que implique cambio de vida, se queda muy limitada.

Era inevitable que entonces pensara en la relación entre el Espíritu Santo y las misiones. Hombre, no se trata de recuperar el tratado de Deo Uno et Trino, creante et elevante, ni de las misiones intra-trinitarias, según la teología de santo Tomás, que bien pudiera ser.

De lo que se trata, para ayudar a distinguir entre las misiones y las acciones humanitarias, es precisamente, de eso, de la presencia del Espíritu Santo, de la conversión del corazón, de la necesidad de volver a poner, en la pedagogía de la misión, a Cristo y a la acción del Espíritu Santo en el centro.

Tampoco hay de darle más vueltas a esta dimensión constitutiva. Quizá déjenme compartir un par de ideas sobre el Domund, las misiones y los misioneros.

Los misioneros siguen siendo el principal crédito de la Iglesia. Y su más nítida tarjeta de presentación. Necesitamos el testimonio de los misioneros. En el momento en el que los misioneros sean recibidos en la sociedad con sospecha, en vez de con sorpresa, estará pasando algo con la Iglesia.

Inevitablemente, en este día del Domund, cuando escribo, tengo que hacer una referencia a mi querido y recordado don Anastasio Gil, el gran promotor del Domund en España. Que fue quien inventó esto del pregón del Domund. Claro que en otro tiempo y con otros pregoneros. Cosas de aquella y de ésta época. Don Anastasio no dejará que no pensemos y escribamos en el Domund sobre el Domund. Lo sé de ciertas. Con permiso, ay chica, de Tamara.

 

 

José Francisco Serrano Oceja