Tribunas

El cardenal Ravasi y la Hakunización de la piedad

 

 

José Francisco Serrano Oceja


Cardenal Gianfranco Ravasi.

 

 

 

 

 

No soy yo un seguidor empedernido del cardenal Gianfranco Ravasi. Me parece un hombre culto, que tiene en su haber no pocas iniciativas interesantes en su época en el Dicasterio de la Cultura, y que suele tener ideas originales, además de una prolija producción de libros.

Hace unos días se publicó una entrevista en “Il Giornale” al cardenal Ravasi que trae buenas ideas. La entrevista se hizo con motivo de la aparición de un nuevo libro del cardenal que estudia modelos y perfiles de jóvenes en la Biblia.

Por cierto que hay que conectar esa entrevista con uno de los artículos del último número de la Revista Sal Terrae (Julio-Agosto 2024), de los jesuitas españoles, –del que habrá que hablar más largo y tendido-, titulado “Jóvenes y nuevos movimientos: Hakunización de la piedad y teología en Spotify”.

Dice el cardenal Ravasi que “los jóvenes no se encuentran en el lenguaje religioso contemporáneo. El nudo fundamental es éste: es necesario encontrar un lenguaje que sea más relevante para ellos. Un lenguaje que no tiene que bajar necesariamente el nivel de las exigencias religiosas; concederles todo al final no lleva a acercar más a los jóvenes. Para ellos quizás valga más la terapia de choque, un discurso inquietante y provocativo, basado en el poder del Evangelio”.

Es decir, la propuesta cristiana a los jóvenes debe salirse de lo obvio. Una de las cuestiones claves que plantea el cardenal es la de hacer el tránsito entre el mundo de la información, no pocas veces desinformación, al universo de la formación frente a las tres “i” que dominan el universo juvenil: indiferencia, impaciencia e inquietud.

También deja claro que “en temas como la vida y la sexualidad, la Iglesia no debe disolver su doctrina para que los jóvenes se acerquen. Hay que encontrar ese equilibrio que Cristo también tenía: afirmaba el principio pero luego perdonaba”.

La cuestión es cómo hacer la propuesta de los principios, dice el cardenal, “no de forma fundamentalista”, tampoco desde el “acuerdo con lo dominante”, es decir una moral cristiana de mínimos.

Los jesuitas Alberto Cano y Álvaro Lobo, en su artículo en Sal Terrae, en el que huyen de los modelos dialécticos, conservadores-progresistas para entendernos, sostienen “que los últimos movimientos que han emergido en el escenario católico español no son quizás tan nuevos. Es decir, que, aunque sus formas sean novedosas, el contenido que proponen no lo es tanto. Su piedad y su teología son, en muchos casos, recuperación de un pasado tradicional que, sin embargo, sigue generando un innegable atractivo y continúa siendo seductor”.

¿No les parece sintomático este proceso de que los movimientos que enganchan a los jóvenes hoy en España sean los que tienen y proponen un sustrato tradicional? ¿Habrá quien se empeñe en “revertir” esta tendencia empeñándose en que estos movimientos sean algo distinto de lo que son?

Respecto a Hakuna, no están mal algunas intuiciones que plantean estos jesuitas sobre una realidad, Hakuna, que “no parece aportar al menos en el contenido de su mensaje- una teología o espiritualidad excesivamente novedosas (para tranquilidad de unos y contrariedad de otros). Son en cambio sus formas estéticas lo que parece resultar más atractivo y actual”.

 

 

José Francisco Serrano Oceja