Opinión

Si no somos como niños...

 

 

Daniel Tirapu


Jesús y los niños.

 

 

 

 

 

Entonces, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: En verdad os digo: si no os convertís y os hacéis como los niños no entraréis en el Reino de los Cielos. Pues todo el que se humille como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos (Mt 18,1-4).

¿Por qué los niños son aptos para el Reino de los Cielos? Quizás porque de ordinario no tienen malicia, ni saben engañar, ni se atreven a vengarse; desconocen la lujuria, no apetecen las riquezas y desconocen la ambición. Pero la virtud de todo esto no consiste en el desconocimiento del mal, sino en su repulsa; no consiste en la imposibilidad de pecar, sino en no consentir en el pecado. Por tanto, el Señor no se refiere a la niñez como tal, sino a la inocencia que tienen los niños en su sencillez.

«¡Qué buena cosa es ser niño! —Cuando un hombre solicita un favor, es menester que a la solicitud acompañe la hoja de sus méritos. Cuando el que pide es un chiquitín —como los niños no tienen méritos—, basta con que diga: soy hijo de Fulano. ¡Ah, Señor! —díselo ¡con toda tu alma!—, yo soy... ¡hijo de Dios!» Camino, n. 892

 

 

Daniel Tirapu
dtirapu@ujaen.es