Trabajadores pobres

 

 

12/07/2024 | por Grupo Areópago


 

 

 

 

Tener un empleo siempre se ha considerado una garantía para enfrentarnos a una vida digna y su consiguiente integración en la sociedad. Sin embargo, esta máxima ha dejado de serlo porque hoy en pleno siglo XXI tener un trabajo no garantiza salir de la exclusión social. Cáritas Española a través de los diferentes informes que realiza ya lo venía advirtiendo y constatando. En la memoria de 2023 que recientemente ha presentado vuelve a reafirmarse, ofreciendo datos. Y es que el 50% de las personas atendidas por Cáritas Española –que acoge a 70 Cáritas Diocesanas, 4.488 Cáritas Parroquiales y 939 Interparroquiales- tenía trabajo pero no les dan los números para llegar a fin de mes. Se acrecienta año a año el número de trabajadores pobres. La pobreza laboral es una realidad, convirtiéndose ya en un problema estructural que hay que atajar cuanto antes.

Según Cáritas Española, la tasa de pobreza laboral es del 11.9%, siendo España uno de los países de la Unión Europea con mayor índice de pobreza laboral, debido a la parcialidad, bajos salarios y la temporalidad. Del más del millón trescientas mil personas que atendió la Confederación en 2023 la mitad de las personas tenía trabajo pero manifiestan serios problemas para sobrevivir. A lo que hay que sumar las dificultades existentes para acceder a la vivienda y al pago de suministros.

Esta realidad que refleja Cáritas Española es preocupante, porque lo que parecía ser una crisis puntual se está generalizando, y lo cierto es que el número de trabajadores pobres va en aumento. Familias, donde el padre y la madre están trabajando, pero no consiguen llegar a fin de mes ni mantener dignamente a su familia, bien porque el sueldo no lo permite o bien porque la inflación está descontrolada y el elevado nivel de vida en el que se ha situado España no hace posible mantener dignamente la familia. En muchos casos los trabajadores pobres son madres con sus hijos, donde la conciliación laboral todavía resulta misión imposible. Los contratiempos en los trabajadores pobres desestabilizan toda la economía familiar de estas personas que no pueden ahorrar ni mirar al futuro.

El Papa Benedicto XVI en Caritas in veritate decía –haciendo referencia al trabajo digno- que sea “un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación”.

Es urgente y necesario ponernos manos a la obra y seguir exigiendo –y dando soluciones- a las Administraciones Públicas y a todas las organizaciones implicadas en la creación de empleo que tener empleo es un derecho inalienable y consustancial a la dignidad del ser humano, pero un empleo digno y de calidad. Un empleo que permita vivir.

La precariedad laboral es otro de los aspectos a resaltar, y que no podemos pasar de largo. Una precariedad que pasa por una parcialidad impuesta, que es otro de los grandes problemas del mercado laboral. Sí hay trabajo, ¿pero a qué condiciones? ¿Horarios imposibles? ¿Inestabilidad laboral? ¿Conciliación laboral inexistente? ¿Economía sumergida? Muchos trabajadores se ven obligados a elecciones forzosas para poder trabajar, careciendo de seguridad en el empleo y privados de todos sus derechos, con condiciones nefastas de trabajo.

Todos somos responsables del aumento de la tasa de pobreza laboral. Unos por hacerlo; otros por permitirlo; otros por omitirlo; y otros por silenciarlo.

 

 

GRUPO AREÓPAGO