Tribunas
26/08/2024
El auge de catolicismo conservador
José Francisco Serrano Oceja
James Marriott, columnista británico.
James Marriott es un afamado columnista británico, típico prescriptor social y cultural de nuestro tiempo. No se caracteriza por ser católico, ni mucho menos. Se confiesa ateo.
El pasado 17 de julio, nada más ser elegido candidato JD Vance como Vicepresidente de Trump, Marriott publicó un artículo en The Times de Londres titulado “JD Vance shows the future of Christianity”.
Sostenía la tesis del auge del catolicismo conservador, como se dice ahora tradi, aunque creo que lo tradi es un paso más que el conservador. Un catolicismo que está en auge, no sólo de moda, en el mundo anglosajón. Bueno, no sé si sólo en el anglosajón.
Una tesis que toma, en proceso de personalización, el caso del Vicepresidente Republicano como motivo justificatorio y como ejemplo.
Lo relevante quizá sea las razones que aduce respecto a la tesis sostenida.
Afirma que Vance pertenece “a la primera generación en la historia estadounidense para la cual la asistencia a la iglesia es una anomalía, no la norma”.
“Para los políticos estadounidenses –sigue escribiendo-, la fe cristiana solía ser una forma de señalar una tranquilizadora normalidad hogareña. Para Vance, el atractivo de la religión es su extrañeza, su escalofrío disidente. En un ensayo sobre su conversión, titulado significativamente Cómo me uní a la resistencia, presenta su catolicismo como una forma de disidencia, un rechazo a una élite liberal espiritualmente vacía. Sospecho que la fe contracultural de Vance es un atisbo del futuro del cristianismo en Occidente”.
No se arredra cuando afirma que “el catolicismo conservador destaca por su vigor. Mientras las congregaciones liberales se reducen, las iglesias tradicionales se mantienen estables o crecen. Un informe reciente sobre la próxima generación de sacerdotes católicos encontró un conservadurismo abrumador; los seminaristas progresistas son una especie “extinguida”. El catolicismo “modernizador” de panderetas, bandas de adoración y lenguaje inclusivo es patrimonio de sacerdotes envejecidos que alcanzaron la mayoría de edad en los años 70. Mientras tanto, el movimiento tradi que valora las partes de la fe que tienden a avergonzar a los creyentes liberales —velos, latín, veneración de reliquias— está disfrutando de una moda entre los hipsters metropolitanos. “El club más de moda de Nueva York es la Iglesia Católica”, según un titular de The New York Times”.
Este proceso tiene que ver con la necesidad de buscar una identidad, que es en un contexto plural una identidad diferenciadora.
Pone el ejemplo de “Ayaan Hirsi Ali, una ex estrella del movimiento del Nuevo Ateísmo que se convirtió recientemente, es un caso típico al enmarcar su fe en términos identitarios más que éticos o espirituales”.
Atentos a estos datos comparativos con otras confesiones: “Las formas de cristianismo que se desvanecen más rápidamente son aquellas que se han adaptado más concienzudamente a las costumbres del siglo XXI. Política por política, la Iglesia de Inglaterra debería atraer a los jóvenes liberales mejor que casi cualquier otra denominación: bendice las uniones homosexuales, ordena mujeres y se preocupa por la diversidad. Al igual que muchos no creyentes, esta es la tradición cristiana por la que siento más simpatía instintiva. Su tolerancia, falta de dogmatismo y disposición a doblegarse al cambio social me parecen infinitamente más agradables que el conservadurismo cristiano de línea dura de Vance”.
“Solo el 3% de los menores de 25 años son anglicanos”, añade.
“El escritor católico Dan Hitchens señala que la Iglesia Reformada Unida, impecablemente progresista (ofrece servicios presididos por una “teóloga práctica feminista” con un enfoque en “elevar a las mujeres y comunidades étnicas minoritarias”), está colapsando más rápido que cualquier otra denominación. Las iglesias más dinámicas de Gran Bretaña son congregaciones evangélicas cuyos valores morales conservadores están directamente en desacuerdo con el consenso liberal”, concluye.
No olvidemos lo que había dicho Benedicto XVI sobre un cristianismo de “minorías creativas”.
Marriott está haciendo sociología. Creo que se podría escribir algo parecido desde otras perspectivas, también teológicas.
José Francisco Serrano Oceja