Tribunas

¿Unificar las Universidades Pontificias y Eclesiásticas?

 

 

José Francisco Serrano Oceja


Universidad Católica de Ávila.

 

 

 

 

 

 

Ahora que comenzamos el curso, es oportuno un apunte sobre la situación de la educación superior católica, también en lo referido a los estudios teológicos y eclesiásticos.

De hecho, el Papa Francisco se ha dirigido esta semana a quienes participan en la asamblea plenaria extaordinaria del Dicasterio para la Evangelización con el temazo de “Reflexionar sobre la identidad, la misión, las expectativas y el futuro de la Pontificia Universidad Urbaniana”.

Desde hace tiempo corre por Roma la especie de que habría un proyecto de unificar el ciclo básico de estudios en las Universidades Pontificias romanas.

Entiendo que esto significaría que lo que distinguiría, y legitimaría la existencia variada de los centros, serían los estudios de postgrado, es decir las licenciaturas, másteres y doctorados desde el punto de las especializaciones.

Se entiende que este proceso se hace para unificar esfuerzos, no para enterrar perspectivas y diferencias complementarias en la comprensión de la enseñanza de la teología y de lo que se ha venido en llamar ciencias eclesiásticas. Incluso en la diferencia de Escuelas y perspectivas teológicas.

Estamos en un momento en el que no abundan los recursos y hay que seguir manteniendo los centros, las estructuras. Un proyecto que se hace con no poca dificultad en algunos casos. Es evidente que si una institución monta una universidad en Roma es para prestar un servicio a la Iglesia. Un servicio siempre generoso.

El proyecto del que se ha hablado sería algo así como una reconversión industrial de las universidades romanas. Claro está que, como se pueden imaginar los electores, no hay institución más inmovilista, por principio, que la de la Universidad. Su propia naturaleza estriba en la tradición, en la consolidación de formas de transmisión del saber.

Como dice un buen amigo, los universitarios vivimos del modelo “gremial”. Por otra parte, la alternativa a este modelo de tradición son las universidades tecnocapitalistas y también la de los sistemas de Estado.

Las tecnocapitalistas, muy exquisitamente técnicas, trabajan al servicio del sistema económico trasmutado de servicio y función social. Analicemos los criterios de diseño de las nuevas titulaciones que salen al mercado, por ejemplo.

Este movimiento de unificación de las universidades eclesiásticas romanas vendría a ser, en cierto sentido, como el de la unificación de los Seminarios. El proyecto inicial se circunscribe a Roma. ¿Qué pasaría si se trasladara a otros países, por ejemplo  España?

El Papa Francisco, en su discurso a los participantes de la Asamblea del Dicasterio sobre el futuro de la Urbaniana, la única universidad que depende directamente del Vaticano, por su vocación misionera, les ha dicho que “hay algún proyecto de ‘disolverla’ con las otras universidades. No, no se puede”.

Por cierto que en el discurso del Papa encontramos una idea que debiera dar que pensar. Dijo el santo Padre que “los estudios eclesiásticos no pueden limitarse a transferir conocimientos, competencias y experiencias a los hombres y mujeres de nuestro tiempo”, “deben adquirir la urgente tarea de desarrollar instrumentos intelectuales capaces de proponerse como paradigmas de acción y de pensamiento, útiles para el anuncio en un mundo marcado por el pluralismo ético-religioso”.

Esto es así dado que “no vivimos en una sociedad cristiana, pero estamos llamados a vivir como cristianos en la sociedad plural de hoy. Como cristianos y abiertos”.

Ideas que dan mucho juego.

 

 

José Francisco Serrano Oceja