Tribunas
09/01/2025
El Año de Franco y los mártires españoles del XX
José Francisco Serrano Oceja
Religiosas mártires en la Guerra Civil.
Llevamos pocos días, no muchas horas, de este 2025, y los medios no hacen más que hablar del Año de Franco, de esos más de 100 actos que el Gobierno va a organizar por toda España, actos de instrumentalización de la historia.
Da la casualidad de que este aniversario provocador, y no voy a escribir guerracivilista por polarizador –la polarización como una forma de guerra social y cultural-, es coincidente del Año Jubilar del 2025 en el que, como todos los Años Jubilares de la Iglesia, juega un papel fundamental la memoria de los testigos. ¿Y quiénes son los testigos por excelencia? Los mártires. Ahora se diría la memoria de las víctimas.
Desde hace tiempo en los ámbitos eclesiales que se dedican a las causas de beatificación y canonización de los mártires de la persecución española del siglo XX, es decir de los períodos anterior y de desarrollo de la Guerra Civil, se hablaba de un interés del Papa Francisco porque en este Año Jubilar quedara muy evidente el testimonio de los mártires.
Circulaba incluso la noticia de que el Dicasterio romano competente había preguntado a la Conferencia Episcopal cuántos eran los procesos en curso de este período que estaban pendientes. Hay diócesis, por cierto, que están esperando la firma del decreto del martirio de un número no menor de mártires.
Y aquí llega la pregunta. ¿Seguirá la Iglesia, la Conferencia Episcopal, adelante con el plan de beatificaciones y canonizaciones de los mártires de la Persecución religiosa del siglo XX o el Año del Francomodín modificará la marcha de lo planificado en España?
Cuando la Iglesia beatifica o canoniza no hace política, hace memoria y testimonio de una fe que plenifica. Pero eso no parece que lo entiendan quienes están organizando este sarao desde la ideología que tiene pretensión de fe absoluta.
Si a esto le unimos el futuro de la Comunidad Benedictina de lo que antes se llamaba oficialmente el Valle de los Caídos, tenemos el marco completo.
Está claro que el Gobierno pretende conmemorar para desmemoriar socialmente la muerte de Franco. No es Franco, es el pragmatismo amoral de quien no respetando a los muertos, no respeta a los vivos.
Francisco Franco llegó al poder por causa de una Guerra Civil, una de las mayores persecuciones contra el catolicismo de la historia. No se entiende a Franco sin su papel en la Guerra Civil. Y no se entiende la Guerra Civil sin el rol de las ideologías, también las que quisieron acabar con la Iglesia y con los católicos. No hace falta que recuerde las cifras.
No se entiende el Régimen de Franco, el franquismo, ese sistema autoritario, J. J. Linz dixit, sin el catolicismo y así podíamos ir para atrás en la historia.
El drama de esta España nuestra es que quienes nos gobiernan olvidan lo que tienen que recordar, la Transición, y recuerdan lo que hay que olvidar y además dejar en manos de historiadores.
Ya sabemos que ahora, bueno, siempre, es tiempo de reconciliación, encuentro, de puentes. Pero también de hablar de la verdad del pasado y del presente, de la historia y de lo que conlleva de memoria.
Perdónenme que haga un inciso para contarles algo que me ocurrió en las dos cenas familiares, la natural y la política, de la Navidad de este año. Los más jóvenes, de familias diversas, con padres de ideologías plurales, en ambas cenas, se dedicaron a preguntar a los abuelos qué pensaban de Franco, qué pasó en esa época. Franco fue el tema de conversación navideño. Un dato que sinceramente me horrorizó.
Y no voy a seguir con esto porque si cuento lo que mis sobrinos y sobrinas decían sobre, por ejemplo, cómo se aprende ahora y se canta en los patios de los colegios el Cara al sol… Las dichosas redes sociales.
Como dice mi admirado José Alberto Vallejo del Campo, historiador de primera y de profesión, en un libro del que un día les hablaré, “la memoria de los hechos y de los procesos históricos no viene servida por las leyes ni por los relatos interesados de aquellos que ocasionalmente puedan detentar el poder: la memoria es la que atesora cada persona en su conciencia tejida por la experiencia de la vida, la traditio oralis patrum, la formación recibida (así académica como por la vía de lecturas) y –en su dimensión comunitaria- por los hechos evidenciados por los historiadores con los medios de que dispone la ciencia social conforme a su objeto de esclarecer la verdad: las fuentes históricas”.
O tenemos claro que nos estamos jugando la verdad del pasado, la historia, y del presente, la antropología, la cultura, la sociedad, o estamos mirando a no se sabe dónde…
José Francisco Serrano Oceja