De Libros

 

Nada es menos cristiano que abrazarse al cadáver de la vieja cristiandad

 

El dominico P. Adrien Candiard, uno de los autores más interesantes de la oferta espiritual-cultural, presenta "Esperanza para náufragos"

 

 

 

José Francisco Serrano Oceja | 10/02/25


 

 

 

  1. Conoce a fondo el alma humana
  2. Parece que la Iglesia está en retirada
  3. La esperanza en tiempos de desaliento
  4. La vida eterna

 

 

 


Fr. Adrien Candiard, dominico.

 

 

 

El dominico P. Adrien Candiard (Paris, 1982) es, sin duda, uno de los autores más interesantes de la oferta espiritual-cultural. Su propuesta tiene la frescura de un Evangelio alejado de ese cristianismo burgués, convencional, que denunciaba Charles Péguy.

 

Conoce a fondo el alma humana

Conoce a fondo el alma humana. De hecho, este libro tiene como base una conferencia suya en Lourdes, en una peregrinación con jóvenes. Además vive en Egipto desde 2012, con lo que tiene una mirada de la realidad del cristianismo en el contexto del diálogo con otras grandes religiones y culturas.

Si hay un tema clave en nuestro tiempo es el de la esperanza. Y no sólo porque sea el motivo del Jubileo en el que estamos en curso. Un Jubileo, parece, de baja intensidad.

Es bueno, por tanto, delimitar de qué hablamos cuando hablamos de la esperanza cristiana. Teniendo en cuenta que el concepto clave de la modernidad y de lo que vino y viene después de la modernidad, es el concepto de progreso. Teniendo en cuenta que se podría decir que ahora, “progresar, para nosotros, ya no es mejorar, sino evitar que empeoren las cosas”.

 

Parece que la Iglesia está en retirada

Dice el P. Candiard que parece que la Iglesia está en retirada y que como creyentes vivimos más en un Vía crucis que en una marcha triunfal. Aunque no se trata acumular estadísticas, las que ofrecen este libro, sobre la Iglesia en Francia y en Europa, son muy elocuentes.

Es común el sentimiento de urgencia de la resistencia a un declive inexorable de la influencia cristiana. Vivimos “en medio de las ruinas de nuestra vieja cristiandad, de nuestra propia vieja Jerusalén”. Nos podemos llegar a convertir, en no poco tiempo, en “una reserva india folclórica, anecdótica”. En este sentido, “hoy estamos maduros para la esperanza”. “Nada es menos cristiano que abrazarse sin fin al cadáver de la vieja cristiandad”, afirma nuestro autor.

 

La esperanza en tiempos de desaliento

El asunto de la esperanza no está “en el debate histórico, sino en el amor de lo real”.

Es cierto que con la fe y la esperanza ya tenemos bastante como para llenar un programa de vida cristiana. ¿Qué puede decirnos la esperanza en estos tiempos de desaliento?

Decía Bernanos que el optimismo es la “virtud por excelencia del contribuyente”. La esperanza no es una especie de optimismo crédulo que rehúsa ver las dificultades. ¿En qué consiste la esperanza cristiana?

Lo primero que plantea nuestro autor es la necesidad de rechazar las falsas esperanzas como un acto de esperanza. Eso significa esperar la salvación sólo de Dios; y no esperarla más que de él ya es recibirla. Dios mismo es el único objeto de nuestra esperanza. La esperanza cristiana no es una expectativa sino un don. Dios es ya dado, esperar es ya poseer. No olvidemos que Dios es la única realidad que podemos a la vez poseer y seguir deseando al mismo tiempo.

 

La vida eterna

Y ahí llega propuesta del autor: “La fe posee a Dios como Verdad, la caridad lo posee como Bien. La vía abierta por la esperanza es la posesión de Dios como salvación, es lo que se llama más comúnmente la vida eterna”.

Esto no implica que nos desprendamos de este mundo, que lo obviemos, que lo despreciemos. Lo contrario, debemos vivir más arraigados en un presente en el que “Dios nos hace capaces de realizar actos eternos, de eternidad. Esto es la esperanza, adoptar el punto de vista de la eternidad”.

Como afirma en sus últimas líneas: “el mundo espera de nosotros que vivamos en la esperanza, es decir, que vivamos para la eternidad, que vivamos para lo que cuenta verdaderamente y no pasará jamás”.

Como pueden ver, este libro es una delicia espiritual.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Adrien Candiard,
Esperanza para náufragos.
Rialp.