Tribunas

Pedro Sánchez y el funeral del Papa

 

 

José Francisco Serrano Oceja


El Papa recibe a Pedro Sánchez en octubre de 2024.

 

 

 

 

Faltan pocos días para que se celebre el funeral por el eterno descanso del Papa Francisco, un acontecimiento histórico en agradecimiento a Dios por la vida, el pensamiento y la obra de un hombre que se ha configurado y se ha conformado como un líder ético mundial indiscutible.

A medida que pasan las horas tenemos noticia de la presencia en ese funeral de las más importantes monarquías y de los representantes de cerca de 170 naciones.

De hecho, el Gobierno de España no sólo se deshizo en elogios del Papa Francisco, véase lo que dijo el ministro Bolaños, sino que declaró tres días de luto oficial.

Una decisión que ha sido discutida en los propios ámbitos del Gobierno, por sus socios, por sus terminales mediáticas.

Cómo es posible que un Gobierno, en un Estado aconfesional, declare tres días de luto por la muerte de un jefe de Estado de un Estado confesional, además de ser el cabeza de la Iglesia católica, dicen.

Y esto lo hace un Gobierno de España que está empeñado en que se reforme, por la vía de los hechos, el artículo 16 de la Constitución Española, pasando de la necesaria cooperación entre la Iglesia y el Estado al modelo laico, francés.

Pues el mismo presidente del Gobierno que decreta el luto por la muerte del Papa dice que no va al funeral y se escuda en una excusa que no sabemos si lo es o no lo es. Que si ya va el Rey, que si nunca se le ha visto en una misa, como si le dieran “yuyu” las misas, que si patatín, que si patatán.

Claro a él lo que le gustan son los circulitos en la explanada del Palacio Real. Todo muy Revolución Francesa.

No se trata de que Pedro Sánchez no crea ni en las aspirinas. Habrá allí mandatarios que estén en su misma opción de creencias.

De lo que se trata es de que Pedro Sánchez es el presidente de todos los españoles, y que España tiene un jefe de Estado, el rey Felipe VI, y un presidente del Gobierno, con funciones distintas.

Al ser presidente del Gobierno de todos los españoles, no sólo de los de los que levantan muros, Pedro Sánchez debe actuar como tal. Incluso acompañar al rey para afirmar esa unidad de Estado ante acontecimientos de esta naturaleza.

Otra cosa es que a Pedro Sánchez le haya entrado una alergia que le impida oler incienso o incluso la cercanía al monarca, con lo que lo lleva claro.

Se entiende que en esos ambientes no se mueva a gusto. Pero para comprender qué es la Iglesia, y darse cuenta de que no es un espacio de contagios, conviene acercarse un poco a ella. Aunque sólo sea por razones histórico-culturales.

De lo que podría estar seguro Pedro Sánchez es de que nadie le iba a insultar, ni a tirar piedras en la misa funeral del papa.

Lo que parece más evidente es que Pedro Sánchez no ha entendido nada de lo que es y de lo que significa la Iglesia. Por más que quiera cooptar ciertas voluntades eclesiales. Y mucho menos ha entendido lo que es y significa el catolicismo en España.

Si algo tiene la Iglesia, en herencia con el pueblo de Israel, es memoria. Es, incluso, el pueblo de la memoria.

 

 

José Francisco Serrano Oceja