Crónica de Roma
El cardenal Péter Erdő en el cónclave: pilar de la tradición en un cambio de época
Un “papable” de perfil conservador, enorme intelectual, referencia en el continente europeo, y gran promotor del ecumenismo con la Iglesia ortodoxa
05/05/25 | Jesús Colina
- Fe forjada por el comunismo
- "Demasiados católicos"
- Intelectual de élite
- De la cátedra a primado de Hungría
- Pastor en Hungría y referencia en Europa
- Relator del Sínodo de la Familia
- Verdad doctrinal y misericordia
- Firmeza sin confrontación pública
- Su pensamiento
- Relación con Viktor Orbán
- Un líder ecuménico
- Un “conservador amigable”
Cuando los medios de información presentan a un “papable” de perfil conservador, casi todos coinciden en vísperas del cónclave en proponer la figura del cardenal Péter Erdő, primado de Hungría. Un enorme intelectual, referencia en el continente europeo, y gran promotor del ecumenismo con la Iglesia ortodoxa.
Figura prominente del Colegio Cardenalicio, el cardenal Péter Erdő, arzobispo de Esztergom-Budapest y primado de Hungría, encarna una mezcla de rigor intelectual, experiencia de liderazgo europeo y una fe moldeada bajo la sombra del comunismo del siglo XX.
Su trayectoria, que comenzó con una infancia marcada por la persecución religiosa y que le llevaría a ocupar algunos de los puestos más relevantes en la Iglesia europea y en la misma Santa Sede, ofrece el retrato complejo de un hombre considerado por muchos como un pilar de la tradición en un cambio de época.
Fe forjada por el comunismo
Péter Erdő vio la luz por primera vez en Budapest el 25 de junio de 1952. Fue el primogénito de seis hijos nacidos en el seno de una familia de intelectuales católicos, un entorno donde, según sus propias palabras, la fe estaba profundamente “tejida en la trama de nuestra vida”.
Sin embargo, esta vida de fe transcurrió bajo la opresiva atmósfera de la Hungría comunista, un régimen hostil a la religión que marcaría indeleblemente sus primeros años. Vivir la fe en este contexto implicaba quedar sometido a una presión externa, forjando las propias convicciones.
La represión del régimen no fue una amenaza abstracta para la familia Erdő. En 1956, durante la brutal invasión soviética que aplastó el levantamiento húngaro, su hogar familiar fue pasto de las llamas, obligando a la familia a huir con lo puesto cuando Péter tenía apenas cuatro años.
"Demasiados católicos"
A lo largo de su juventud, experimentó diversos grados de discriminación a causa de su fe. El coste de ser católico practicante se hizo dolorosamente tangible en la vida de sus padres: las autoridades comunistas impidieron a su padre, abogado, y a su madre, maestra, ejercer sus respectivas profesiones por ser considerados “demasiado católicos”.
Fue en este contexto de fe vivida intensamente, bajo la presión constante del entorno, donde surgió su vocación. Desde niño, siendo monaguillo, sintió la atracción de la “realidad de Dios”, que empezó a dar sentido y dirección a su vida. Convencido de que ayudar a otros en el camino de la salvación era la tarea más importante y útil, una misión que merecía la entrega de toda una vida, decidió ingresar en el seminario.
Intelectual de élite
La trayectoria intelectual de Péter Erdő se distingue por su rigor y excelencia académica. Tras cursar estudios en los seminarios de Esztergom y Budapest, su evidente capacidad intelectual le abrió las puertas de Roma. Fue enviado a la Pontificia Universidad Lateranense, la universidad del Papa. Detenta dos doctorados: uno en Teología y otro en Derecho Canónico.
Su tesis doctoral en derecho canónico, un trabajo de notable erudición, exploró los fundamentos filosóficos y teológicos del derecho canónico en la obra del influyente pensador medieval Nicolás de Cusa. Esta doble especialización en teología y derecho canónico sentó las bases de su perfil como prelado de sólida formación doctrinal y jurídica.
Así comenzó la carrera del mayor profesor viviente de derecho canónico de Hungría. Dio clases en diversas facultades de derecho canónico y teología en Hungría y en el extranjero, entre ellas Buenos Aires, mientras ejercía como secretario eclesiástico y juez. Durante este tiempo, publicó manuales y artículos sobre derecho canónico. Fue investigador en la Universidad de California, Berkeley, entre 1995 y 1996. Durante algún tiempo, fue rector del Colegio Húngaro de Roma, al tiempo que enseñaba en las universidades Gregoriana y Lateranense.
De la cátedra a primado de Hungría
A lo largo de su vida, la dedicación al Derecho Canónico se ha revelado como un eje central, casi una seña de identidad. No se trata solo de una especialización académica, sino de un marco conceptual a través del cual parece abordar muchas de las cuestiones fundamentales de la Iglesia.
Su ingente producción académica –más de 250 artículos y 25 libros publicados en el campo del Derecho Canónico y su historia medieval– atestigua esta dedicación primordial. En reconocimiento a su obra, en 2011, fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Navarra.
Quien comprendió su potencial como pastor, poniendo fin a su carrera académica, fue el Papa Juan Pablo II quien en 1999 le nombró obispo auxiliar de Székesfehérvár, y él mismo quiso presidir su ceremonia de ordenación. Tan sólo dos años después Erdő era nombrado arzobispo de Esztergom-Budapest, cargo que conlleva el título de primado de Hungría.
Pastor en Hungría y referencia en Europa
El 21 de octubre de 2003, el mismo Papa Juan Pablo II le creó cardenal con tan solo 51 años, convirtiéndose en el miembro más joven del Colegio Cardenalicio, un primado que mantuvo hasta 2010.
Su influencia pronto se extendió más allá de Hungría y Roma, alcanzando una dimensión continental. En 2006, con 54 años, fue elegido Presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), el organismo que agrupa a los presidentes de las conferencias episcopales católicas del continente. Su liderazgo fue refrendado con una reelección en 2011 para un segundo mandato de cinco años.
A nivel húngaro, dio pruebas de liderazgo pastoral al ser elegido presidente de la Conferencia Episcopal Húngara durante dos mandatos consecutivos, entre 2005 y 2015.
Relator del Sínodo de la Familia
Su relevancia en la Iglesia universal se vio confirmada cuando el Papa Francisco le confió un papel de máxima delicadeza: relator general para las dos asambleas del Sínodo de los Obispos dedicadas a la Familia, celebradas en 2014 (Asamblea Extraordinaria) y 2015 (Asamblea Ordinaria).
Su función consistía en guiar las discusiones y sintetizar las conclusiones sobre un tema pastoralmente complejo y doctrinalmente sensible, como era la situación de los divorciados vueltos a casar y su posible acceso a la Eucaristía.
En este papel crucial, Erdő demostró firmeza doctrinal. A pesar de las señales que sugerían una posible apertura por parte del Papa Francisco en la cuestión de la comunión para los divorciados vueltos a casar, el cardenal Erdő, como relator general, mantuvo una postura más restrictiva, en estricta continuidad con la enseñanza tradicional de la Iglesia.
Verdad doctrinal y misericordia
En su discurso de apertura del Sínodo de 2015, afirmó que la prohibición de la comunión en estas situaciones no constituía una “prohibición arbitraria”, sino que era “intrínseca” a la naturaleza misma del matrimonio sacramental como unión indisoluble.
Si bien reafirmó la centralidad de la misericordia en la acción pastoral de la Iglesia, especificó claramente que esta “no elimina ni relativiza la verdad” doctrinal. Ser elegido para un papel tan sensible evidenciaba la confianza papal en su capacidad intelectual y de gestión. Sin embargo, al articular una defensa clara de la postura tradicional, Erdő utilizó su posición no sólo para moderar, sino para reafirmar principios doctrinales clave, basándose en su profunda formación canónica y teológica.
Firmeza sin confrontación pública
Al hacerlo, aunque su postura difería de la aparente inclinación del pontífice, consolidó su imagen como un referente para el sector más tradicional de la Iglesia. No obstante, logró mantener esta firmeza sin provocar una confrontación pública, actuando como un “leal hombre de la compañía” y ganándose la etiqueta de “conservador amigable”, lo que subraya su habilidad diplomática.
La prueba del respeto que sentía por él el Papa Francisco son los cargos importantes que se le han confiado en la Curia Romana, como el Consejo para la Economía, y ser miembro de dicasterios clave como las Iglesias Orientales, el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, el de Textos Legislativos, y el Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica.
Su pensamiento
Un tema recurrente en sus intervenciones es la necesidad de una relación personal y profunda con Cristo. Considera que esta relación es la respuesta fundamental a la crisis espiritual provocada por el secularismo y el relativismo en la sociedad contemporánea.
Para Erdő, la fe no es solo un conjunto de doctrinas, sino “lo más importante en la vida”, y de esta convicción deriva la importancia de la nueva evangelización, el ministerio con los jóvenes y el trabajo misionero como elementos centrales de la acción pastoral.
En la cuestión migratoria, su posición ha mostrado matices. En 2015, durante el pico de la crisis de refugiados en Europa, expresó cautela ante el llamado del Papa Francisco a una acogida generalizada, advirtiendo del riesgo de que la Iglesia pudiera verse implicada, aun sin quererlo, en redes de tráfico de personas si la acogida se realizaba de forma indiscriminada.
Subraya la necesidad de que los inmigrantes cumplan las leyes del país de acogida y respeten sus instituciones, pero defiende también el derecho de cada comunidad a preservar su propia cultura y religión. No obstante, tras la invasión rusa de Ucrania en 2022, la Iglesia húngara bajo su liderazgo desempeñó un papel significativo en la acogida de miles de refugiados ucranianos.
(En el vídeo, su intervención en la Universidad Eclesiástica de San Dámaso).
Relación con Viktor Orbán
La relación entre el cardenal Erdő y el primer ministro húngaro Viktor Orbán es compleja y ha sido objeto de debate tanto dentro como fuera de Hungría. El arzobispo ha mantenido una relación generalmente cordial con el gobierno de Orbán y su partido Fidesz. Esta cercanía se ha manifestado en eventos como su asistencia en 2023 al picnic anual de Kötcse, un encuentro exclusivo de figuras clave del oficialismo, lo que generó percepciones de una relación estrecha entre la Iglesia y el gobierno.
Además, en compensación por las expropiaciones del comunismo, el gobierno húngaro ha proporcionado subsidios a la Iglesia católica, lo que ha llevado a algunos críticos a sugerir que Fidesz busca influir en la Iglesia a través del apoyo financiero
No obstante, Erdő ha mostrado independencia. En 2019, criticó la nacionalización de clínicas de fertilización in vitro por parte del gobierno, y en 2023, durante una homilía, advirtió contra la tentación de convertir la religión en una herramienta política, lo que fue interpretado como una crítica velada a la instrumentalización de la fe por parte del gobierno.
Un líder ecuménico
Un aspecto destacado y constante en el perfil de Erdő es su compromiso con el ecumenismo, en particular con las iglesias ortodoxas. Su ubicación geográfica en Hungría y su liderazgo en la CCEE le proporcionaron una plataforma idónea para este diálogo. Fue uno de los impulsores y co-presidentes del Foro Católico-Ortodoxo Europeo, una iniciativa concreta para abordar temas de interés común.
Mantiene buenas relaciones con la Iglesia Ortodoxa Rusa, habiendo sostenido encuentros incluso en períodos de tensión geopolítica. Durante el Congreso Eucarístico de Budapest en 2021, resaltó la presencia del Patriarca Ecuménico Bartolomé I y evocó la unidad entre Oriente y Occidente previa al cisma, subrayando la “necesidad ardiente” del testimonio de un cristianismo unido en el mundo actual.
En ese mismo evento, promovió la traducción del misal a la lengua romaní, hablada por muchas comunidades gitanas.
Un “conservador amigable”
Quienes conocen al cardenal Erdő coinciden en describirlo como un hombre de vasta cultura y un cerebro sobresaliente. Su erudición se complementa con una capacidad de lectura sistemática y prodigiosa. En cuanto a su temperamento, se caracteriza por ser una persona reservada, cuidadosa en sus pasos y de talante diplomático. No es una figura que busque activamente la atención mediática ni que se prodigue en controversias públicas, lo que le ha valido el calificativo de “conservador amigable”. Su capacidad lingüística es notable, dominando con fluidez, además de su húngaro natal, el italiano, el francés, el latín y el inglés y el español.