Tribunas

León XIV. Los primeros pasos.

 

 

Ernesto Juliá


Foto oficial del Papa León XIV.

 

 

 

 

 

En medio de los numerosos artículos que han acogido la elección de León XIV, quiero solamente dar mi pequeña aportación señalando tres detalles que me han llamado más la atención, y por los que doy muchas gracias a Dios.

El primero, el lugar privilegiado que le ha dado a la centralidad de Cristo en la vida del hombre. Sus palabras no dejan lugar a ninguna duda:

“La Paz esté con todos vosotros. Hermanos y hermanas queridísimos, este es el primer saludo de Cristo Resucitado, el buen pastor que ha dado la vida por el pueblo de Dios....Esta es la paz de Cristo Resucitado, una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante. Proviene de Dios que nos ama a todos sin condiciones”. (8 de mayo).

“Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, es decir el único Salvador y el que nos revela el rostro del Padre.”

“En Él, Dios, para hacerse cercano a los hombres, se ha revelado a nosotros en los ojos confiados de un niño, en la mente inquieta de un joven, en los rasgos maduros de un hombre”.

El segundo detalle, la necesidad de recordarnos la “unidad de y en la Iglesia”, y la necesidad de proclamar en todos los rincones del mundo, sin emplear esas mismas palabras, que Cristo es “el Camino, la Verdad y la Vida”.

“Quiero agradecer a todos los cardenales que me han elegido para ser Sucesor de Pedro, y caminar unido a vosotros, como Iglesia unida buscando siempre la paz, la justicia, y queriendo siempre trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, proclamando el Evangelio, siendo misioneros” (9 mayo).

“Este es el mundo que nos ha sido confiado, y en el que, como enseñó muchas veces el Papa Francisco, estamos llamados a dar testimonio de la fe gozosa en Jesús Salvador. Por esto, también para nosotros, es esencial repetir: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16).

“Es fundamental hacerlo antes de nada en nuestra relación personal con Él, en el compromiso con un camino de conversión cotidiano. Pero también, como Iglesia, viviendo juntos nuestra pertenencia al Señor y llevando a todos la Buena Noticia” (9 de mayo).

Y el tercero, la referencia constante a la Madre de Dios, a la Virgen María. El final de su asomarse al balcón después del Habemus Papa, es una apertura de corazón que le llevó a rezar con todos los fieles que estaban en San Pedro.

“Hoy es el día de la petición a la Madonna de Pompeya. Nuestra Madre María quiere siempre caminar con nosotros, estar cercana, ayudarnos con su intercesión y con su amor.”

“Ahora querría que rezásemos juntos. Recemos por esta mía nueva misión, por toda la Iglesia, por la paz del mundo y pidamos esta gracia especial a María, nuestra Madre” (8 de mayo).

Y toda la plaza rezó con él, el Avemaría.

En la homilía de la Misa con los cardenales del día siguiente, la terminó con estas palabras:

“Un compromiso irrenunciable para cualquiera que en la Iglesia ejercite un ministerio de autoridad, desaparecer para que permanezca Cristo, hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado, gastándose hasta el final para que a nadie falte la oportunidad de conocerlo y amarlo”

“Que Dios me conceda esta gracia, hoy y siempre, con la ayuda de la tierna intercesión de María, Madre de la Iglesia”. (9 de mayo).

La oración por el Papa de todos los cristianos, siempre llega el Cielo; y la Virgen María la presenta a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

 

 

Ernesto Juliá Díaz
ernesto.julia@gmail.com