Tribunas

El arma-estrella del nuevo Papa (una sugerencia a León XIV)

 

 

Antonio-Carlos Pereira Menaut


Papa León XIV.

 

 

 

 

 

¿Cuál debería ser el arma-estrella de León XIV? Pido perdón por mi atrevimiento pero, en mi humilde opinión, la cosa es simple: como, al final, por muchas vueltas que le demos, resulta que sin mujeres no hay nada —ni curas, ni profesores de Derecho siquiera— las armas-estrellas (en plural, pues son dos) deberían ser, primera, la madre que todas las mañanas en el primer semáforo repite “Jesusito de mi vida” a los niños, por si alguno se olvidó, mientras limpia sin soltar mucho el volante los últimos mocos, y de ese semáforo al siguiente repasa el pretérito perfecto. Intentará encontrar tiempo para no faltar a Misa, y seguro que lo encontrará para poner un whatsapp al marido recordándole que no vuelva tarde de tomar las cañas de 1906 con sus amigos, que le estará esperando el inglés de Teresita y el arreglo, aún pendiente, de la batidora.

La segunda arma-estrella pontificia debería ser la abuela. La abuela fue muy importante para el Papa Francisco, pero también para JD Vance. Y León XIV habrá visto muchas abuelas peruanas en acción. Las abuelas son superiores a la especie humana y, como dice el escritor Ramón Loureiro, todo niño normal guarda siempre, como punto de encuentro y de referencia vital, la casa de su abuela, preferentemente, el desván. Las abuelas, hoy, a menudo ya son o han sido profesionales y no se limitan a dar 20 euros a un nieto por Navidad y quererlo mucho; les dan catequesis o clase de matemáticas hasta el final, y tienen presentes las enfermedades o los exámenes de todos los nietos como si no les costara.

Tanto las madres como las abuelas son “superwomen”, pero, con un poco de suerte, ni lo saben. También lo fueron sus madres y abuelas, pero jamás se aplicarían ese cursi anglicismo de revista de peluquería femenina.

Dijimos que el asunto es sencillo: ¿por qué? Primero, porque desde el día cero la familia es básica para el Cristianismo, que nació siendo una religión de familias; no tendríamos a León XIV si no fuera por la familia Prevost-Martínez. Segundo, porque la mujer es aún más básica para la familia.

(Descubro mis cartas: mi mujer y yo tuvimos cinco hijas y nueve nietas, que podrían ser presentadas ante el mismísimo Papa).

 

 

Antonio-Carlos Pereira Menaut
es profesor de Derecho
y autor de La Sociedad del Delirio