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El Informe FOESSA causa una sacudida a la sociedad: cada vez hay menos clase media y los jóvenes viven peor

 

 

 

07/11/25 | Zenón de Elea


 

 

 


El IX Informe FOESSA ha sido realizado por
140 investigadores de 51 universidades,
centros de investigación y fundaciones
a partir de una encuesta propia a 12.289 hogares en todo el país
©Cáritas.

 

 

 

Me quito el sombrero con el IX Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en España y presentado por Natalia Peiro, secretaria general de Cáritas Española, y Raúl Flores, secretario técnico de la Fundación FOESSA y coordinador del informe.

Acostumbrados a que Cáritas hable de migrantes, pobres, vulnerables y exclusión social, este profundo estudio de 700 páginas, elaborado por 140 investigadores de 51 universidades y entidades sociales, ha causado una sacudida en los informativos y en la sociedad, siendo noticia en "Prime time".

Y no es para menos: se trata de un diagnóstico sin precedentes que confirma lo que muchos intuíamos, pero que ahora aparece respaldado por evidencia rotunda. Y ahora nos toca a todos, no solo a los más excluidos de la sociedad.

La clase media en España, ese gran colchón social que durante décadas sostuvo la estabilidad del país, se está estrechando como nunca. Y, lo más grave, quienes más sufren sus fracturas son los jóvenes, atrapados entre la precariedad laboral y la imposibilidad de acceder a una vivienda digna.

El informe advierte que “España atraviesa un proceso inédito de fragmentación social: la clase media se contrae desplazando a muchas familias hacia estratos inferiores”. No es simplemente que haya pobres y ricos: es que el espacio intermedio, el que hacía posible proyectar una vida con expectativas, seguridad y movilidad ascendente, se está desmoronando.

Las cifras son demoledoras: la exclusión severa se sitúa un 52% por encima de 2007, alcanzando a 4,3 millones de personas. Y eso después de una década de crecimiento económico, reducción del desempleo y avances tecnológicos. ¿Cómo puede ser que crezcamos sin integrar? ¿Cómo es posible que, pese a producir más, cada vez vivamos peor?

Señores gobernantes de la izquierda: no habéis conseguido asegurar una vida digna a la gran clase media de España a pesar de vuestras promesas. Y los de la derecha, tampoco.

El informe apunta directamente a dos motores del deterioro: vivienda inaccesible y empleo precario. Y estos factores afectan de manera especialmente dramática a los jóvenes. El dato que ofrece la nota de prensa es muy claro: el 45% de la población que vive en alquiler está en riesgo de pobreza y exclusión, el porcentaje más alto de la Unión Europea. En otras palabras: alquilar —la única opción disponible para millones de jóvenes— es hoy una puerta abierta a la vulnerabilidad. Qué vergüenza.

A esto se suma que la precariedad laboral “afecta a casi la mitad (47,5%) de la población activa”. Las nuevas generaciones se incorporan al mercado con contratos temporales, sueldos bajos, horarios fragmentados y escasas posibilidades de progreso. En un país donde los salarios no han crecido al ritmo del coste de la vida —especialmente de la vivienda—, lo sorprendente no es que los jóvenes tarden en emanciparse, sino que todavía quede alguno que lo consiga.

La movilidad social, ese sueño que durante décadas fue la bandera de la democracia española, también se resquebraja. El informe recuerda que “si una persona no consigue completar estudios superiores a la ESO, su riesgo de caer en exclusión severa se multiplica por 2,7”, y añade que “los hijos de personas con bajo nivel educativo tienen más del doble de probabilidades de caer en situaciones de pobreza”. La desigualdad ya no solo marca el presente; también condiciona el futuro con una fuerza devastadora.

FOESSA alerta de que, si seguimos reproduciendo las mismas políticas y los mismos modelos socioeconómicos, avanzamos hacia un “colapso social y ecológico”. El informe subraya que es una metacrisis, donde lo social y lo ambiental están conectados: precariedad, soledad, pobreza energética, problemas de salud y un planeta exhausto. No son compartimentos estancos, sino partes de un mismo problema.

La gran aportación del estudio es que no se queda en el diagnóstico. Propone más de 85 medidas concretas en ámbitos como empleo, vivienda, ingresos mínimos, educación, cuidados, discriminación o transición energética. No pide “más de lo mismo”: pide que hagamos algo distinto, porque lo que hacemos ahora no funciona.

La desaparición de la clase media no es una anécdota sociológica. Es el síntoma —y el aviso— de que la cohesión del país se está rompiendo. Y, sobre todo, es el reflejo de una injusticia generacional que amenaza con fracturar nuestra convivencia futura. Tomar medidas hoy ya no es una opción. Es una urgencia moral.