Opinión

La vocación en ‘Los Domingos’

 

José María Alsina Casanova


Escena de "Los Domingos".
La joven Ainara cantando en el coro con las religiosas.


 

 

 

 

 

La película Los Domingos, premiada con la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, ha sido recibida con aplausos y parabienes por parte de creyentes y no creyentes. Esta producción es una interesante muestra de la inquietud e interrogantes que suscita el tema de la vocación religiosa, incluso entre los no creyentes.

Por lo que he podido leer en las críticas de cine, la pretensión de Ruiz de Arzúa, su directora, no ha sido tanto entrar en el tema vocacional como abrirnos una ventana, para que contemplemos la reacción que provoca, en el seno de diversos miembros de una familia —principalmente en el padre, la abuela, la tía y su pareja—, el hecho de que una adolescente, con sencillez y naturalidad, plantee su decisión de entrar en un convento de monjas contemplativas.

Si la perspectiva vocacional de la protagonista no es, por tanto, la más adecuada para considerar con amplitud el calado de la trama, lo cierto es que la idea de realizar esta película —según ha relatado su directora— surgió al conocer a una amiga que había ingresado en un convento. Quienes, como es mi caso, nos hemos detenido en contemplar los detalles con los que se manifiesta en la joven Ainara, el misterio de su vocación, podemos decir que tanto la actriz, Blanca Soroa, como quien la ha dirigido, han abordado la vocación religiosa en una adolescente con un cuidado sobresaliente, máxime procediendo ambas —la protagonista y la directora— de ambientes ajenos a esta cuestión. Tanto una como otra han explicado que, para asumir el papel, contactaron con un grupo de jóvenes que han vivido la experiencia de la vocación religiosa.

El tirón de Los domingos puede abrir un interesante debate sobre esta cuestión de la llamada de Dios, de la vocación a la consagración. No es este el espacio para entrar en dicho debate ahora, pero me atrevo a ser punta de lanza, ofreciendo un pequeño apunte que me sugiere el planteamiento vocacional de Los domingos.

Salvando, como hemos referido anteriormente, que la intención de Alauda Ruiz de Arzúa no es profundizar en lo que significa la vocación en toda su hondura, me atrevo a señalar una laguna importante que ha quedado en el planteamiento vocacional de la protagonista.

En dos momentos aparece la razón principal de toda vocación religiosa: el amor especial de Dios que descubre quien se sabe llamado. El primero lo encontramos en el intenso diálogo de Ainara con su tía, al confiarle el secreto de su vocación. La joven le habla de ese amor especial que ha descubierto. El segundo momento se sitúa en un templo, el día del funeral de la abuela: Ainara, de rodillas en oración, se dirige a Dios Padre recitando, entre lágrimas y suspiros, la preciosa súplica de Carlos de Foucauld: Padre, me pongo en tus manos. Se hace patente en estos momentos el aspecto más espiritual, la dimensión calificada como esponsal y filial de toda llamada religiosa.

Sin embargo, no encontramos en la experiencia interior de Ainara un aspecto fundamental que verifica la autenticidad y madurez de toda llamada a la consagración: me refiero a la dimensión maternal y fraternal, el deseo de dar y darse para que se conozca ese amor que uno ha recibido gratuitamente.

Escuché al teólogo carmelita François-Marie Lethel decir que Teresita de Lisieux utilizaba el símbolo de la lira para hablar del corazón humano. Para Lethel, este instrumento musical tiene cuatro cuerdas que nos hablan de las diversas dimensiones del corazón: la filial, la esponsal, la maternal y la fraternal. En toda vocación religiosa verdadera y madura, estas cuerdas, al tocarlas, deben ofrecer una delicada y preciosa armonía. Teresita expresaba su madurez con esta conocida expresión: “Deseo amar y hacer amar a Jesús”. Dejo aquí mi apunte vocacional.

Los domingos no pretende ofrecer un tratado sobre la vocación religiosa, pero la ha tratado con mucha dignidad y cuidado. Aprovechemos esta oportunidad para abrir un diálogo provechoso sobre este tema de la vocación, que sigue suscitando —en un mundo que busca a Dios sin muchas veces saberlo— un apasionante interés.