15/11/2025 | por Grupo Areópago

El papa Pío XI publicó el 11 de diciembre de 1925 la encíclica Quas Primas. Esta era la sexta encíclica del citado pontífice. En ella se abordaba el tema de la realeza de Cristo y se instauraba la fiesta de Cristo Rey.
Pío XI había llegado al papado el 6 de febrero de 1922, y se mantuvo en él durante diecisiete años, hasta febrero de 1939.
Como puede comprobarse si observamos detenidamente las fechas, su pontificado venía precedido por grandes conflictos bélicos, como la Primera Guerra Mundial y el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia. Estos conflictos supusieron un impactó terrible en la sociedad de la época por la crueldad y el gran número de muertes causadas. Además, dicho pontificado está encuadrado dentro de lo que se llamó como período de entreguerras. De esta forma, tuvo que abordar momentos muy complicados como el auge del fascismo en Italia y del nacionalsocialismo en Alemania, así como la persecución a la iglesia católica en México, especialmente la guerra Cristera o Cristiada desde 1926 a 1929. Y, en cuanto a nuestro país, vivió todo el espacio de tiempo previo al estallido de la guerra civil y los años en los que se desarrolló dicha contienda.
Entendió Pío XI que tal situación exigía un mensaje de esperanza y paz. Así, en este contexto redactó Quas Primas. En ella se propone el reinado de Cristo para que “si los hombres, pública y privadamente, reconocen la regia potestad de Cristo, necesariamente vendrán a toda la sociedad civil increíbles beneficios, como justa libertad, tranquilidad y disciplina, paz y concordia”.
Para ello defiende que el reconocimiento de Cristo como rey no debe ser entendido simplemente como un hecho meramente metafórico o espiritual, sino que la realeza de Cristo también tiene un carácter temporal y por ello afecta al individuo y a la sociedad, ya que “el Padre le confirió un derecho absolutísimo sobre las cosas creadas, de tal suerte que todas están sometidas a su arbitrio”.
Para comenzar a hacer realidad esta idea se instauraba la festividad de Cristo Rey, e incluso se ordena que “a la celebración de esta fiesta anual preceda, en días determinados, un curso de predicación al pueblo en todas las parroquias”.
De igual manera, señala y reafirma que el alejamiento de Cristo de la vida de las personas también se ha dado a nivel personal, familiar y social; lo que le lleva a afirmar en uno de los últimos puntos de la encíclica que “Y si ahora mandamos que Cristo Rey sea honrado por todos los católicos del mundo, con ello proveeremos también a las necesidades de los tiempos presentes, y pondremos un remedio eficacísimo a la peste que hoy inficiona a la humana sociedad. Juzgamos peste de nuestros tiempos al llamado laicismo con sus errores y abominables intentos”.
Quas Primas se publicó dentro de un año jubilar. Quizás podamos aprovechar la presente celebración del año jubilar para echar la mirada cien años atrás y releer esta encíclica. Su lectura puede que nos haga darnos cuenta que, probablemente, los propios católicos hemos renunciado a la configuración de una sociedad católica bajo el reinado de Cristo y, lo que igual es aún más doloroso y preocupante, a lo mejor también hemos bajado nuestra expectativa en el interior de nuestro corazón pues, escribe Pío XI: “este reino… exige de sus súbditos no sólo que, despegadas sus almas de las cosas y riquezas terrenas, guarden ordenadas costumbres y tengan hambre y sed de justicia, sino también que se nieguen a sí mismos y tomen su cruz.”
Pues dirijamos nuestra oración al Padre y pidámosle que Él reine en nuestra inteligencia, voluntad y corazón.
GRUPO AREÓPAGO