A escondidas

BAILANDO CON LOBOS

 

Marisa Puente | 21.07.2016


Eterno dilema. ¿Quién tiene prioridad, los lobos o el ganado? Los ataques de estos seres salvajes a los domésticos son un problema cada vez mayor, que se vive con preocupación en las zonas rurales de Cantabria. El conflicto se encuentra en que todos los animales tienen los mismos derechos, y que tanto los defensores de unos como los de otros tienen su parte de razón. Los ganaderos, como es lógico, defienden lo suyo y reclaman que se les compense cuando un lobo mata una de sus reses. Pero hay otros sectores de la población que también luchan para evitar que se tomen la justicia por su mano y atenten contra esta especie que ha estado en peligro de extinción.

Según el último Plan de Gestión del Lobo, quien mate a uno de estos animales en Cantabria tendrá que pagar una indemnización de 10.000 euros al Gobierno regional más una multa por caza furtiva. Esto ha causado un revuelo total en el sector pecuario, ya que los que viven del ganado no entienden que tengan que quedarse de brazos cruzados a ver como un lobo diezma sus rebaños y les genera enormes pérdidas.

Y es que los criadores de vacas, yeguas, ovejas, cabras, etc. no dan crédito a todo lo que se les ha venido encima. Un problema más para ellos en una racha nefasta. No sólo están los lobos, sino que también tienen asuntos pendientes con los buitres, el precio de la leche, el impago de las subvenciones en el caso de las vacas de raza tudanca, las matanzas o los “falsos positivos” en la prueba de la tuberculina. Esta última ha hecho que sacrifique a gran parte de algunas cabañas de ganado bovino por error para que la prueba realizada posteriormente en la carne salida del matadero revelara que la vaca en realidad estaba sana.

Una de cal y otra de arena. Ante las nuevas medidas para la protección del  lobo, se ha prometido indemnizar a los afectados a partir de ahora y a los que apliquen algún tipo de medida preventiva de los ataques. Como es lógico, los ganaderos no se creen que les vayan a pagar las pérdidas y se refugian en asociaciones para buscar soluciones serias. No es que sean incrédulos o desconfiados, es que ya han tenido perjuicios antes con buitres que han atacado a animales y tras varios años de petición de la indemnización, han recibido una notificación en la que se les denegaba el pago del animal muerto. Las excusas: que un buen ganadero debe estar siempre pendiente de su manada y no dejarla “sola ante el peligro”, y que si el buitre ataca a un animal es porque está débil y descuidado.

 

Marisa Puente