A escondidas

FEMINISMO DESCONTROLADO

 

Marisa Puente | 22.07.2016


Está claro que a lo que tiene que tender una sociedad para ser desarrollada es a la igualdad entre todas las personas, sin importar su raza, clase social o sexo. Precisamente esta última característica es la que a día de hoy genera más polémica, algunas mujeres sienten que les infravaloran y luchan frenéticamente contra el machismo. Es evidente que no hay que tolerar ciertos comportamientos machistas, pero ¿qué se entiende por machismo?

Yo por machismo entiendo que a una mujer no se le permita votar, que se le considere menos inteligente o que se le prohíba llevar determinadas prendas para “no provocar”. Sin embargo, ahora cualquier cosa se considera ofensiva: ceder el paso a una mujer, decirle un cumplido, o no decir “todos y TODAS” cuanto alguien se refiere a un colectivo. En la lengua castellana el masculino plural engloba ambos sexos, ¿de verdad es necesario cambiar hasta un idioma para que algunas no se sientan desplazadas?

No es lo mismo el feminismo que el hembrismo. Defender los intereses del sexo femenino está bien, buscar un equilibrio entre hombres y mujeres y no tolerar bajo ningún concepto faltas de respeto. Pero esa defensa se está convirtiendo en una obsesión insana hasta el punto de reivindicar el cese del consumo de lácteos como las tres chicas la semana pasada en Barcelona, con el lema “Feministas contra la explotación de nuestras compañeras” porque según ellas, el ordeño de vacas también es machismo. O hasta el punto de hacer una cabalgata de reinas magas. Si lo miramos al revés, ¿Qué les parecería cambiar el tópico del hada madrina por un “hado padrino”?

 

Marisa Puente