A LA LUZ DE LAS PARÁBOLAS DE JESÚS
LA PARÁBOLA DE LA LEVADURA
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor | 30.07.2016
La Palabra:
“Les dijo también otra parábola: El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar. Jesús decía a la muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada les decía, para que se cumpliera lo que dijo el profeta: Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo”. (Evangelio de San Mateo 13, 33-35)
La Reflexión:
Cada cual consigo mismo, estamos llamados a crecer como lo hace la levadura en la masa, internamente. No es cuestión de grandes hazañas cuando es el corazón el que fermenta nuestras acciones en favor de la humanidad. Consecuentemente, será bueno que reflexionemos sobre esto, ya que...
Desde fuera no somos nada.
Desde dentro hacemos camino.
Un camino que nos recrea y crece.
Recreado el corazón, se alienta el alma.
Crecida el alma de vida, fermenta el amor.
Porque el amor es lo único que nos sustenta.
Qué bueno ser de la masa el amor que todo lo transforma. De ahí lo importante que es huir de cualquier indiferencia. La pasividad nos vuelve inhumanos, quebrando nuestra razón de ser, nuestro esqueleto de cohabitar. Por tanto...Qué alegría la de donarse.
Cuánto gozo da quererse amando.
Pues la felicidad de los demás es la mía.
Lo armónico es para este enérgico planeta
lo que la levadura para la masa, el pan de cada día.
Un corazón saciado mana regocijo, vierte y emana vida.Ciertamente, es el amor el que nos cambia. La parábola sobre la levadura nos ayuda a entender nuestra propia mística interior, también el misterio de la Eucaristía en su dinamismo íntimo y espiritual. En efecto, Jesús se ha "ocultado” en el pan eucarístico para ser enzima del reino de los cielos, para continuar su presencia y su acción pascual entre los hombres, hasta que se instaure el reino y Dios sea "todo en todos" (cf. 1 Co 15, 28). Así, de este modo, entremos en comunión…
Somos nada y somos todo.
Nada de nada por sí mismos.
Hermanarse con la vida ya es algo.
Todo, a pesar de nada, si fermenta el amor.
Ama y olvídate de ser porque serás el espíritu.
Dios en el ser humano, y el ser humano en Dios.Jesús que se hizo levadura, el mejor de los fermentos, para que la humanidad tenga vida en abundancia (cf. Jn 10, 10) y crezca hasta el grado más alto de su madurez, hasta convertirse en "morada de Dios con los hombres" (Ap 21, 3), ha de hacernos reflexionar, pues también nosotros necesitamos...
Meditar sobre el sentido de vivir.
Pues la vida es la que nos provee de aliento.
¿Qué es el aliento sino el soplo de la santa Trinidad?
Pues aunque Dios nada dice, todo indica que Dios está.
En el sol que todo lo resucita y en la sal que todo lo aliña.
El verbo de Dios nos alimenta, la palabra de Jesús nos sacia.Nuestro Señor, al hablar en parábolas, estaba presentándonos una verdad completamente nueva. Justamente, por esto…
No nos confundamos de sabores.
Que el Evangelio entre en el mundo
como levadura en la masa y nos haga
crecer en bondad y en verdad cada día.
Sólo desde la sinceridad es posible la unión.
Buscando el bien de todos, hallaremos el nuestro.En suma, hay que estar atentos, no vayamos a crecer justificando la discordia sembrada sobre el enemigo, pues aunque el trigo crecía, la cizaña también lo hacía. Por consiguiente, escuchar la palabra de Jesús nos abre el horizonte, nos ayuda a salir de toda tentación, a la vez que nos insta a ser la lavadura que nos transforme para bien, ya que por Jesús, el Padre, "nos ha librado del poder de las tinieblas y nos ha llevado al reino de su Hijo querido". Desde luego, si acogemos la llamada y secundamos la atracción del Padre, en Cristo "tenemos todos la redención" y la vida eterna. No vayamos a confundirnos. Serán los justos los que brillarán como el sol en el reino del Padre.
Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
30 de julio de 2016