COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO

EL ALIENTO IMPRESCINDIBLE DE LA PALABRA

 

Porque somos la historia de un decir interminable,
hemos de regresar a su morada, volviendo mansos,
compartiendo panes, partiendo y repartiendo latidos.

 

 

Víctor Corcoba Herrero/ Escritor | 05.11.2016


I.-- NADA SE PUEDE HACER AISLADO

Hasta que no hagamos próximo al prójimo,
no sabremos lo que es el amor, ni el amar.
Uno tiene que donarse para reconocerse
parte de los demás y los demás parte de sí.
Dejémonos conmover por la mirada del ser,
para hallarnos y permanecer en el camino.
Que quien persevera da sentido a la vida.

Gozoso aquel que nace verbo y se hace verso,
porque desde la inspiración se abraza el cielo,
se eleva el reino de un vivir por y para todos.
La paz se convierte en una mansión de albor,
y los días en un manjar de níveo aliento,
haciendo de las noches, una balsa de sosiego.
Unidos ascenderemos de este caos al cosmos.

Allí todo será plenitud y germen de docilidad.
El alma amasada y amansada con el cuerpo, es.
Yace trasfigurada, pero cohabita viva sin vivir.
Vive con la fuerza del espíritu, con el alma.
Y bajo este crecer invisible, Dios nos recrea,
a la espera de que hagamos otro mundo,
más reconciliado, más conciliado con la esencia.

Porque, al fin, el acercamiento nos aviva.
Nos pone en movimiento y nos levanta.
Erguido el ánimo, también nos renace todo.
Hace florecer nuestra propia existencia.
Ante el regocijo, por la sola presencia del otro,
ya que no hay nada que desespere tanto
como la soledad impuesta, ¡el infierno!.

 

II.- EN EL HORIZONTE SIEMPRE LA POESÍA

Poesía es caminar y hacer camino.
Hacer camino es vivir y dar vida.
Dar vida es sembrar y asombrar.
Asombrar con ojos de niño,
hallarse poeta y sentirse poema.

En los labios siempre la risa
como respuesta a una mirada,
como apuesta de alianza,
como declaración de apego,
que todo lo ameniza y armoniza.
Que nos trascienda la luz
en plena sombra y nos encienda
la quietud que nos acerca a Dios,
¡sólo Dios es la fuente del gozo
y el manantial de la Vida!.

Porque la Vida no es un instante,
es un verso perpetuo,
una percusión de corazones,
un aire desprendido,
donde nadie es esclavo de nadie.

Hemos de amar al ser por ser persona.
Hemos de amar al ser.
Hemos de amarlo.
Hemos de ser para el mundo, ¡la poesía!.

Porque un corazón que no comparte,
se parte;
y una vez roto, es un modo de morir.

 

Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
05 de noviembre de 2016