LVI
ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL |
SENTIDO
EVANGELIZADOR
DEL DOMINGO Y DE LAS FIESTAS
Instrucción pastoral de la Conferencia Episcopal Española
Madrid, 22 de mayo de 1992
La Iglesia, por una tradición
apostólica que trae su origen del día mismo de la resurrección de Cristo,
celebra el Misterio Pascual cada ocho días, en el día que es llamado con razón
día del Señor o domingo. En este día, los fieles deben reunirse a fin de que,
escuchando la Palabra de Dios y participando en la eucaristía, recuerden la
pasión, la resurrección y la gloria del Señor Jesús y den gracias a Dios, que
los hizo renacer a la viva esperanza por la resurrección de Jesucristo de entre
los muertos (1 Pe 1,3). Por esto, el domingo es la fiesta primordial que debe
presentarse e inculcarse a la piedad de los fieles, de modo que sea también el
día de alegría y de liberación del trabajo. No se le antepongan otras
solemnidades, a no ser que sean, de veras, de suma importancia, puesto que el
domingo es el fundamento y el núcleo del año litúrgico (SC 106).
INTRODUCCIÓN
Motivos de la Instrucción
1.
Fortalecer la vida cristiana", es decir, potenciar la madurez de la fe de
todos los creyentes, haciéndola más consciente y personal para que se
manifieste en una conducta regida más claramente por el Evangelio,
constituye una de las mayores preocupaciones de los Obispos de la
Conferencia Episcopal Española en la actualidad1.
Para llevar a cabo este fortalecimiento es preciso revitalizar los cauces
comunitarios y participativos de la vida eclesial. Entre estos cauces se
encuentran el domingo y las fiestas M calendario cristiano, a causa de su
tradición y de la incidencia real en la educación de la fe y en la formación
de los creyentes. |
"Fortalecer la vida cristiana" |
El
domingo desde los orígenes del cristianismo y las fiestas cristianas que
fueron apareciendo a lo largo de la historia, son un medio privilegiado para
perseverar en la vida de la fe inaugurada en el bautismo. El día del Señor
ha sido, desde el principio, un espacio gozoso en el que la Iglesia es
evangelizada continuamente por la Palabra que proclama y por los sacramentos
que celebra y se convierte en comunidad de fe, de amor y de esperanza en
medio de los hombres. |
El domingo medio privilegiado para perseverar en la vida de la fe. |
2.
La catequesis de la Iglesia parte de la confesión de la fe en que han sido
bautizados sus hijos, y tiende a la confesión de esta fe. En el largo
proceso de la educación de la fe, la eucaristía ocupa un lugar central
porque es en ella donde la fe es proclamada, celebrada y confesada. De ahí
la necesidad de vincular la acción evangelizadora y catequética a la
celebración eucarística y de manera particular a la que tiene lugar el
domingo y en las fiestas de precepto. En la eucaristía dominical yfestiva
suelen participar muchos fieles cristianos que no han sido suficientemente
evangelizados para poder confesar su fe. Es preciso ayudarles para que sean
capaces de hacerlo cuando participan con el resto de la comunidad cristiana
en la celebración eucarística.
Asimismo, en la catequesis la Iglesia hace la traditio fidei o
transmisión de la fe. Pero es en la celebración eucarística donde dicha
transmisión se realiza de manera más propia y plena, pues en ella Cristo se
entrega al Padre para la salvación de los hombres. En esta perspectiva los
fieles que participan en la eucaristía dominical deben ser preparados, por
medio de la formación catequética, para vivir este acontecimiento salvífico
de manera consciente, activa y fructuosa (cf. SC 12; DGC 25).
|
La eucaristía lugar central donde la fe es proclamada, celebrada y
confesada. |
3.
Además, el domingo y las fiestas del calendario cristiano pertenecen al
patrimonio cultural de una fe que se ha encarnado en los pueblos de nuestra
geografía europea y que se ha extendido en gran parte del mundo. En este
sentido el domingo y las fiestas poseen valores que son aceptados comúnmente
por la sociedad pluralista y secularizada y que llevan el sello cultural
cristiano. Por este motivo, los discípulos de Jesús debemos vivir los días
festivos de una manera testimonial, como espacios privilegiados para
expresar nuestra identidad cristiana y, a la vez, nuestra solidaridad en
Cristo con los demás hombres. |
El domingo y las fiestas patrimonio cultural de una fe. |
Destinatarios
4.
Al preparar esta instrucción, que viene a apoyar la Campaña de recuperación
de los valores del domingo y de las fiestas que se viene realizando en
muchas diócesis, los Obispos pensamos en nuestros presbíteros y diáconos,
desconcertados muchas veces ante la pérdida del sentido cristiano del
domingo y de las fiestas religiosas y ante el descenso de la práctica
dominical como indicador del alejamiento real de la Iglesia. |
Nuestros presbíteros y diáconos. |
A
ellos les corresponde, ayudados por los equipos de animación litúrgica y por
los laicos y religiosos que trabajan en este campo, hacer del domingo y de
las fiestas un momento fuerte de evangelización y de edificación de las
comunidades cristianas.
Recordamos con particular gratitud a los sacerdotes sobrecargados de trabajo
precisamente en los días festivos, que se esfuerzan por asegurar la
periodicidad dominical de la Misa y animar la celebración en muchas
comunidades, sobre todo rurales. A los actuales retos que plantea hoy la
sociedad a la pastoral del domingo y de las fiestas se une la imposibilidad
para muchas comunidades, de contar con un presbítero que presida la
eucaristía todos los domingos y fiestas. |
Los equipos deanimación litúrgica. |
5.
Los Obispos de la Conferencia Episcopal Española nos dirigimos a través de
esta Instrucción a todos los fieles cristianos de nuestras comunidades, para
que recuperen en sus conciencias la importancia del día del Señor y
de las fiestas en orden a mantener viva su fe y su identidad como miembros
de la Iglesia de Jesucristo. Pero quisiéramos ser escuchados también por
aquellos que se consideran cristianos o católicos, pero al mismo tiempo
confiesan que no son practicantes, para que comprendan la incongruencia de
esta actitud y la necesidad de vivir y de celebrar la fe dentro de la
comunidad creyente. |
Todos los fieles cristianos. |
Hacemos también una llamada a los jóvenes, invitándoles a descubrir los
motivos profundos de la convocatoria eclesial de los domingos y de las
fiestas y animándoles a que, con su presencia activa, contribuyan a hacer
más viva y gozosa la celebración de la eucaristía. |
Los jóvenes. |
Objeto de la Instrucción
6.
En la presente Instrucción no se hace un análisis sociológico o
sociocultural de la situación del domingo y de las fiestas cristianas en
España, aunque se apuntan algunos indicios y síntomas. Tampoco se pretende
presentar toda la rica doctrina de la tradición cristiana sobre los días
festivos. Expresión de esta doctrina fueron en el pasado los numerosísimos
testimonios de los Santos Padres, y en la actualidad los documentos del
Magisterio Pontificio y del Magisterio Episcopal de todos los países.
|
|
No
obstante vamos a recordar algunos aspectos más sobresalientes de la teología
y de la pastoral del domingo y de las fiestas, aquellos que guardan una
mayor relación con la dimensión evangelizadora de los días festivos para la
misma comunidad cristiana y para la sociedad entera. En esta misma
perspectiva se mueven las orientaciones y sugerencias que vamos a hacer. |
Recordar algunos aspectos más sobresalientes de la teología y de la pastoral
del domingo. |
I. EL DOMINGO Y LAS FIESTAS RELIGIOSAS HOY
La situación de los días festivos en nuestras comunidades
7.
La celebración del domingo y de las fiestas ha sido siempre para la Iglesia
una señal de fidelidad al Señor. Por eso nunca dejó de reunir a los fieles
para proclamar cuanto se refiere a Cristo en toda la Sagrada Escritura, y
celebrar la eucaristía que hace presente de nuevo su victoria pascual sobre
el pecado y sobre la muerte. Al mismo tiempo procuró que los cristianos
fuesen educados en la participación en la Misa dominical y en la
santificación de las fiestas. Fruto de esta acción es un elevado porcentaje
de asistencia a la eucaristía dominical, que se hace aún mayor en algunas
fiestas de precepto. |
Una señal de fidelidad al Señor. |
Por
otra parte, en muchas comunidades el domingo y aún el fin de semana son el
momento en que se desarrollan numerosas actividades propias de la vida
parroquia¡ o apostólica: la catequesis de los niños y de los adolescentes en
varias modalidades, los encuentros juveniles, las reuniones o las
convivencias de los movimientos o de los grupos eclesiales, la visita a los
enfermos, algunos ejercicios piadosos y la celebración no sólo de la Misa
sino también de otros sacramentos. |
Numerosas actividades propias de la vida parroquial o apostólica. |
Sin
embargo, en nuestra sociedad han cambiado muchas cosas que repercuten en la
convocatoria eclesial de los días festivos. Las nuevas condiciones del
trabajo y del descanso, la cultura del ocio, la civilización del bienestar,
las comunidades y el turismo, las formas nuevas de organización de la vida
familiar y de la convivencia social, el deporte, el éxodo de las ciudades,
etc., inciden de manera directa en la existencia de los creyentes. En esta
situación se modifican no solamente los hábitos de comportamiento religioso
sino también la fisonomía misma del día festivo, que ya no se distingue
apenas de los demás días de la semana. |
Sin embargo, en nuestra sociedad han cambiado muchas cosas. |
El vacío espiritual del domingo
8.
Los cristianos no son, por otra parte, impermeables a los fenómenos que
afectan especialmente al domingo en nuestra sociedad. Y son, sobre todo, los
jóvenes a quienes más puede afectar el vaciamiento de valores de los días
festivos. Para gran parte de los hombres y mujeres el domingo es un día
carente de sentido, justificado tan sólo por la necesidad de recuperar
energías para el resto de la semana, de descansar. de los excesos del
sábado, de cambiar de tarea, de estar con la familia o de dedicarse a la
ocupación favorita. Son muchos los que se aburren el domingo y no saben qué
hacer o cómo llenar un espacio de tiempo que se alarga con el fin de semana
y los puentes. |
El vaciamiento de valores de los días festivos. |
Esta sensación de vacío espiritual y de tedio se puede dar también en los
creyentes, incluso entre los que procuran asistir a la celebración
eucarística el domingo o el sábado por la tarde. Muchos no aciertan a hacer
de toda la jornada un día de alegría y de fiesta, aunque son muchos también
los que han descubierto que los días festivos son un regalo de Dios no para
evadirse ni para encerrarse en un horizonte estrecho, sino para disfrutar de
cuanto tienen de hermoso el mundo y la naturaleza. |
Muchos no aciertan a hacer un día de alegría y de fiesta. |
Nuevas condiciones sociolaborales
9.
La sociedad industrial y urbana, sobre todo, lejos de liberar a los hombres
y mujeres al llegar el día festivo, está creando nuevas necesidades y
obligaciones. La oferta excesiva de ocupaciones y de distracciones en los
fines de semana, además de incidir sobre todos los consumidores con una
presión constante, da lugar a nuevos problemas de sobrecarga laboral para
muchas personas: madres que trabajan fuera del hogar, miembros de la
seguridad de Estado y de Protección Civil y otros servicios públicos,
personal médico y sanitario de los hospitales, trabajadores de la
hostelería, trabajadores de industrias cuyo proceso de producción no puede
interrumpirse, etc. |
Nuevas necesidades y obligaciones. |
Por
otra parte hoy se asiste a una liberalización de las legislaciones que
afectan a los horarios y a las limitaciones sobre el tiempo de trabajo en la
industria y en el comercio, por motivos económicos y de la competencia a
escala mundial. Estos y otros factores, no hay que ocultarlo, entrañan
serios peligros para el hombre y para el cristiano, al someter los valores
humanos y espirituales a las exigencias de la producción y del consumo. El
deterioro de los valores morales y religiosos que padece nuestra sociedad no
es ajeno al proceso de secularización y de deshumanización del domingo y de
las fiestas2. |
Liberalización de las legislaciones. |
Por
todos estos motivos los Obispos españoles pedimos a los responsables de la
política laboral, a los empresarios y a los representantes de los
trabajadores que no cedan a la fácil tentación de eliminar poco a poco el
descanso dominical basándose en la posibilidad de una mayor producción y
ampliación del tiempo libre durante la semana, con detrimento de la libertad
personal, de la convivencia familiar y de otros aspectos de la vida
ciudadana. |
No cedan a la fácil tentación de eliminar poco a poco el descanso dominical. |
La actitud de la Iglesia
10.
La Iglesia no puede ver con indiferencia todos estos fenómenos y, aunque
valora todo cuanto encierran de positivo para el hombre, no puede ocultar su
preocupación por las dificultades que entrañan para la fe y la vida
cristiana de los creyentes. Si en otros tiempos éstos se sentían impulsados
a la práctica religiosa por el mismo ambiente social, hoy sucede todo lo
contrario. Por otra parte, la antigua insistencia en el precepto dominical y
festivo, como motivo casi exclusivo de la santificación M domingo y de las
fiestas, no ha sido suficientemente reemplazada por la instrucción sobre sus
valores. |
|
La
nueva situación cultural y eclesial nos impulsa a la búsqueda de formas
nuevas o renovadas de evangelización, capaces de adaptarse a los desafíos de
esta etapa histórica. Una de estas formas es promover el sentido cristiano
del domingo y de las fiestas religiosas especialmente en el interior de las
comunidades, pero sin olvidar la incidencia que han de tener los días
festivos en la sociedad. Están en juego la identidad cristiana de muchos
fieles y la edificación de las comunidades como signos de comunión, de
reconciliación, esperanza y de paz. Esto no será posible si los creyentes no
perseveran en la fe y no anuncian, con palabras y con obras, la salvación
Ofrecida en Jesucristo. |
Búsqueda de formas nuevas o renovadas de evangelización. |
Ejemplos de ayer y de hoy
11.
El día del Señor nació y se organizó en un medio nada fácil para los
primeros cristianos, tanto para los que vivían en el mundo judío como para
los que llegaron a la fe procedentes del paganismo. El día de la asamblea
cristiana no coincidía con los días festivos del resto de la sociedad, de
manera que su celebración venía a ser de hecho un signo de identidad ante
los demás ciudadanos. |
Los primeros cristianos. |
De
igual manera en las Iglesias jóvenes de hoy, después de la primera
evangelización, los cristianos han sido muy fieles en reunirse, a veces
convocados por catequistas laicos, para escuchar la Palabra de Dios y orar
en común, superando de este modo la dispersión y las tentaciones de volver
al pasado no cristiano. Como en los primeros siglos, en los que se conoce el
testimonio de los mártires del domingo3, numerosos cristianos,
privados hoy de libertad religiosa, hacen lo imposible por asistir a la
eucaristía dominical, para encontrar la fuerza que les alienta en medio de
las dificultades. |
Las Iglesias jóvenes de hoy. |
II. ASPECTOS EVANGELIZADORES DEL DOMINGO Y DE LAS FIESTAS
A) El domingo
Los
orígenes del "día del Señor"
12.
El Concilio Vaticano II expresó magníficamente el significado que el domingo
tiene para los cristianos: |
Significado del domingo |
"La
Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen del día mismo de la
resurrección de Cristo, celebra el Misterio Pascual cada ocho días, en el
día que es llamado con razón día del Señor o domingo. En este día, los
fieles deben reunirse a fin de que, escuchando la Palabra de Dios y
participando en la eucaristía, recuerden la pasión, la resurrección y la
gloria del Señor Jesús y den gracias a Dios, que los hizo renacera la viva
esperanza por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos (1 Pe 1,3).
Por esto, el domingo es la fiesta primordial, que debe presentarse e
inculcarse a la piedad de los fieles, de modo que sea también el día de
alegría y de liberación del trabajo. No se le antepongan otras solemnidades,
a no ser que sean, de veras, de suma importancia, puesto que el domingo es
el fundamento y el núcleo del año litúrgico" (SC 106). |
|
El "día del Señor" y
las notas de la comunidad cristiana
13.
La celebración del domingo está justificada por el recuerdo de la
resurrección del Señor y de las apariciones que tuvieron lugar "el primer
día de la semana" (cf. Mt 28,1 y par.; l---c24,13-45; Jun 20,19-29). Desde
el principio la institución dominical está unida, por tanto, al
reconocimiento y a la confesión de Jesús como Señor (cf. Hch 2,36; Rom
10,91; Fil 2,9-11) por medio de unos actos que expresan y contienen el
"poder de su resurrección" (cf. Fil 3,10). Todos los valores del domingo
tienen su raíz y su razón de ser en el encuentro personal de los discípulos
de Jesús con el Resucitado que vive para siempre y se hace presente a su
Iglesia sobre todo en la acción litúrgica (cf. SC 7). |
Recuerdo de la resurrección del Señor. |
Desde el principio se descubren también, unidas al domingo y a la
eucaristía, las notas que caracterizan a la Iglesia del Señor, formada
durante el tiempo de su ministerio público y reconstruida y consagrada en el
Misterio Pascua¡ con la donación del Espíritu Santo: "Ellos, acogiendo la
palabra, fueron bautizados; y fueron agregados en aquel día como unas tres
mil almas. Y perseveraban asiduamente en la doctrina de los apóstoles y en
la comunión, y en la fracción del pan y en las oraciones" (Hch 2,41-42). |
|
El "día de la Iglesia"
14.
El Señor, después de la resurrección, agrupó de nuevo a los discípulos y se
hizo presente en medio de ellos (cf. Lc 24,36-45; Jn 20,19-29). La primera
nota de la Iglesia que pone de manifiesto la celebración del domingo es la
reunión de la asamblea4. Aunque cada cristiano ha de vivir su
incorporación al Misterio Pascual de Jesucristo todos los días, en la
dispersión de su existencia y de sus ocupaciones, al llegar el domingo se
sabe llamado a reunirse con sus hermanos, con los que forma el cuerpo de
Cristo, para encontrarse a su vez con el Señor resucitado, que prometió
estar presente "donde dos o más se reúnan en su nombre" (Mt 18,20; cf.
20,20). |
Reunión de la asamblea. |
Esta asamblea, convocada por el Resucitado y reunida en su Espíritu, es la
principal manifestación de la Iglesia (cf. SC 41-42; LG 26), un elemento
esencial al domingo y a la misma comunidad cristiana. Por esto no debería
faltar ni siquiera en aquellos lugares donde la falta de sacerdote no
permite celebrar la eucaristía del domingo. La asamblea es la ocasión de
encontrarse los que están llamados a "Tener un solo corazón y una sola alma"
(cf. Hch 4,32). El cristiano que no frecuenta la asamblea dominical,
difícilmente vivirá su fe eciesialmente y se irá alejando poco a poco de la
comunión que hace de la iglesia un sacramento o señal de la unión con Dios y
de la unidad de todos los hombres, signo indispensable para la acción
evagelizadora de hoy5. |
Elemento esencial al domingo. |
El "día de la Palabra
de Dios"
15.
La perseverancia de los cristianos en la vida nueva recibida en el Bautismo
les ha exigido siempre volver una y otra vez "a la enseñanza de los
Apóstoles" (cf. Hch 2,42), es decir, a la Palabra que un día les fue
anunciada y en la que creyeron para salvarse. En las apariciones del
Resucitado elprimer día de la semana se destaca ya el puesto que la
Sagrada Escritura tiene en la asamblea de los cristianos. El propio Señor,
antes de partir el pan para los discípulos de Emaús, "comenzando por Moisés
y siguiendo por todos los profetas, les iba interpretando en todas las
Escrituras" cuanto se refería al Mesías y a los acontecimientos ocurridos en
Jerusalén (cf. Lc 24,26). Estos discípulos reconocieron que su corazón
"ardía cuando les hablaba por el camino y les abría el sentido de las
Escrituras" (Lc 24,32; cf . 24,44-45). |
La enseñanza de los Apóstoles. |
El
domingo es el día de la Palabra de Dios, bajo todas las formas de
este ministerio, pero especialmente en la liturgia de la Palabra, cuando
ésta es proclamada y celebrada6. Entonces Cristo está presente y
sigue anunciando el Evangelio (cf. SC 7; 33), como lo hacía cuando explicaba
las parábolas a los discípulos (cf. Mc 4,32; Mt 13,36; 15,15). Nunca como
hoy la mesa de la Palabra de Dios ha estado tan dispuesta. La Iglesia pone
al alcance de los fieles 'los tesoros de la Biblia" estableciendo una
lectura de la Sagrada Escritura más abundante, más variada y más apropiada (cf.
SC 31; 51; DV 21; PO 18). |
Cristo está presente y sigue anunciando el Evangelio. |
16.
La acción evangelizadora de la Iglesia requiere que toda la comunidad
cristiana se sienta ella misma evangelizada en el contacto vivo y personal
de cada uno de sus miembros con el Evangelio y con los demás textos de la
Escritura que se ordenan a él. Este contacto lo facilita la actual
organización del Leccionario dominical y festivo, que en cada uno de
los ciclos anuales despliega todo el Misterio de Cristo, siguiendo de manera
continuada o temática los hechos y palabras de salvación realizados por el
Señor. Los cristianos asiduos a la eucaristía dominical tienen ocasión de
escuchar las principales páginas de la Sagrada Escritura y prácticamente los
cuatro Evangelios. Para muchos de ellos, no suficientemente evangelizados,
se trata del único contacto vital con la Palabra de Dios en toda la semana. |
Toda la comunidad se siente ella misma evangelizada. |
El "día de la
eucaristía"
17.
La comunidad cristiana persevera también en la fracción del Pan y en
las oraciones (cf. Hch 2,42), para cumplir el encargo del Señor: "Haced esto
en memoria mía" (Lc 22,19; 1 Cor 11,24) y celebrar de manera más expresiva
el ,encuentro con el Señor resucitado. Y así ocurría en la Iglesia
Apostólica, cuando los fieles "partían el pan por las casas con alegría y
sencillez de corazón" (Hch 2,46), y se dedicaban también a la oración en
común (cf. Hch 1, 14.24; 4,24-31; 12,5; etc.). La vinculación de la
eucaristía al domingo es una realidad desde la época del Nuevo Testamento (cf.
Hch 20,712). |
Cumplir el encargo del Señor. |
La
celebración de la eucaristía constituye el centro de toda la vida de la
Iglesia7. Pero, además, la Iglesia local congregada por la
predicación del Evangelio, es edificada por la comunión del Cuerpo y de la
Sangre de Cristo y manifiesta el símbolo de aquella caridad y unidad del
Cuerpo místico, sin la cual no hay salvación8. |
El centro de toda la vida de la Iglesia. |
Por
otra parte el Sacrificio eucarístico forma una unidad con la liturgia de la
Palabra de Dios, de manera que la fe necesaria para celebrar los sacramentos
se nutre de la misma Palabra. En efecto, la Palabra de Dios, leída y
explicada por la Iglesia en la celebración eucarística, conduce al
Sacrificio de la alianza y al sagrado Banquete. En este sentido la Iglesia,
y cada uno de los fieles, progresan en la fe y en la caridad gracias a la
mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo. Pero no se puede olvidar
que el hecho mismo de celebrar la eucaristía constituye en sí un anuncio del
Misterio Pascual de Jesucristo, es decir, un acto de evangelización como
sugiere la aclamación que sigue a la consagración: "Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!' (cf. 1 Cor 11,26). |
La fe se nutre de la misma Palabra. La eucaristía constituye en sí un acto
de evangelización. |
El "día de la caridad"
18.
Los primeros cristianos no sólo "partían el pan" y oraban en común, sino que
proyectaban la comunión en el Espíritu en la comunicación de los bienes y en
el testimonio de la vida (cf. Hch 2,44-47; 4,32-37). De este modo la
eucaristía dominical se prolongaba en toda una serie de actitudes y de obras
que movían a admiración y que invitaban a compartir la fe y la caridad. San
Pablo, que sugería a los fieles de Corinto ahorrar una cantidad "cada primer
día de la semana", con destino a la colecta en favor de los hermanos de
Jerusalén (cf. 1 Cor 16,2), explica la solidaridad cristiana como expresión
de la generosidad del mismo Cristo (cf. 2 Cor 8,9 ss.)9. |
Comunicación de bienes y testimonio de la vida. |
La
caridad fraterna y la solidaridad con los necesitados, en cualquiera de las
formas que pueda adoptar, desde la oferta de dinero en la colecta que se
hace durante la presentación de los dones del pan y del vino en la Misa,
hasta los gestos o compromisos más persistentes en favor de los pobres o de
los marginados, constituyen sin duda uno de los signos más evidentes de la
participación profunda en el Sacrificio eucarístico y una de las señales más
eficaces que abren el camino a la acción evangelizadora. |
Uno de los signos que abren el camino a la acción evangelizadora. |
El "día de la misión"
19.
Pero los que tomaban parte en la eucaristía sabían también que eran enviados
a anunciar a los demás que "habían reconocido al Señor en la fracción del
pan" (cf. Lc 24,35). Los cristianos que habían celebrado con alegría la
resurrección del Señor, se sentían portadores del mensaje pascua¡: Id y
anunciad a mis hermanos" ,(Mt 28,10; cf. Jn 20,17-18). La misión surge
espontáneamente de la experiencia gozosa de la te que se ha alimentado en la
mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo. Eucaristía y
evangelización se fecundan mutuamente y urgen a todos los discípulos de
Jesús a sentirse deudores del don que han recibido hacia los que todavía no
conocen el anuncio que es capaz de transformar sus vidas. |
Id y anunciad a mis hermanos. |
El
domingo, situado en el comienzo de la semana para los cristianos, invita a
extender a toda la existencia, mediante el testimonio consciente y el
compromiso responsable, cuanto se ha vivido en la celebración. De este modo
la vida se hace adoración a Dios en el Espíritu y en la verdad (cf. Jn
4,23). |
Extender a toda la existencia cuánto se ha vivido. |
El "día de la alegría"
20.
Otro gran signo de la comunión en el Espíritu es la alegría. "El domingo
estad siempre alegres, porque el que se entristece este día es reo de
pecado"10. Esta invitación parece un eco de la escritura por San
Pablo: "Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres: que
vuestra mesura sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca" (Fil
4,4-5). El motivo de la alegría es la renovada presencia del Amigo (cf. Lc
24,41; Jn 20,20). |
El domingo estad siempre alegres. |
Los
primeros cristianos, al celebrar el domingo, vivían la alegría de una
presencia que nadie podía ya arrebatarles (cf. Jn 16,22). Ellos, los amigos
del Esposo, habían visto cómo la muerte se lo quitaba y entonces
experimentaron el fracaso. Pero la palabra de Jesús se cumplió, y el Esposo
volvió a estar de nuevo con ellos (cf. Mc 2,19-20 y par.). Pero ahora de un
modo más completo, porque veían cómo eran escuchados por el Padre en el
nombre de Jesús (cf. Jn 16,20), y recibían el Espíritu Santo (cf. Jn
14,17-18; 20,22). El domingo es con toda verdad el "día del Espíritu" que
colma de gracia y de alegría a los que cristianos que se dejan guiar por su
luz. La fe y la caridad compartidas en el día del Señor, son fuente de gozo
interior y externo. |
El domingo es "día del Espíritu". |
Pascua semanal
21. El domingo es "el día que hizo el Señor' para nuestra alegría y
nuestro gozo (cf. Sal. 118,24. La vinculación del domingo al Misterio
Pascua¡ de Jesucristo hace que sea el día memorial de la resurrección y del
comienzo de la nueva creación", o sea, la pascua semanal y el fundamento y
núcleo de todo el año litúrgico" (SC 106). En este sentido la celebración
del domingo nos recuerda que en el bautismo fuimos liberados de la
esclavitud del pecado, pasando de la muerte a la vida (cf. Rom 6,3-11; 1 Jn
3,14). Esta liberación, para los cristianos, está en el origen de todas las
demás liberaciones, incluso humanas, a las que como hijos de Dios aspiran. |
Día memorial de la resurrección y del comienzo de la nueva creación. |
El
Misterio Pascual de Jesucristo es el tránsito de la pasión a la resurrección
de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, que va reproduciéndose en
cada uno de los cristianos desde el momento de su bautismo. El discípulo de
Jesús, al celebrar el domingo, se reencuentra semanalmente con el poder de
la resurrección que va transformando poco a poco su existencia y le permite
completar en su carne lo que falta a la pasión de Cristo (cf. 1,24). |
Reencuentro semanal con el poder de la resurrección. |
"Fiesta primordial de
los cristianos"
22.
El domingo es llamado también
"fiesta primordial" y "día de alegría y liberación del trabajo" por el
Concilio Vaticano II (SC 106), es decir, la fiesta esencial y primera de los
cristianos, que reúne en sí todos los valores humanos y todas las
características que las modernas ciencias del hombre han puesto de relieve
acerca de la fiesta. |
Fiesta esencial y primera |
Estos valores peculiares no pueden desestimarse, y menos aún en una sociedad
que se materializa y seculariza cada día más. En efecto, los aspectos
humanos de la fiesta y los aspectos específicos de la experiencia cristiana
del domingo no caminan en direcciones opuestas, sino que -son dimensiones de
una misma realidad que tiene en Cristo, el Hombre nuevo, su punto de
convergencia, pues todo es del hombre, el hombre es de Cristo y Cristo de
Dios (cf. 1 Cor 3,22; GS 22)12. |
|
Por
otra parte, el domingo como fiesta primordial acoge los aspectos que la
revelación bíblica ha puesto de manifiesto sobre la santificación del día
festivo, y que los Santos Padres atribuyeron de manera particular al día
del Señor como expresión de la nueva situación creada por la
resurrección de Cristo. En efecto, por medio de Cristo, se nos ha dado la
plenitud del culto divino (cf. SC 5). Por tanto celebrar el domingo es
también un acto de culto a Dios Padre, como expresión del reconocimiento y
de la adoración que se deben al Creador de todo cuanto existe. |
La plenitud del culto divino |
23.
En este día el hombre recupera la bondad de la creación (cf. Gn 1,31; Sal
104,124) y alaba al Señor cuya gloria es precisamente el hombre mismo,
llamado a alcanzar su plena realización en la totalidad de su ser, alma y
cuerpo, y en relación con todo el universo. La fiesta y la celebración, el
agradecimiento, la alabanza y la bendición hacen al hombre más feliz y lo
orientan hacia el bien. La liberación del trabajo propia del domingo es
oportunidad para dedicarse al Señor, para gozar de las relaciones familiares
y sociales, y para entrar en contacto con la naturaleza. |
La bondad de la creación. |
Por
otra parte la alegría del domingo es un fruto del Espíritu Santo (cf. Gal
5,22), que proviene. de la acogida de la Palabra de Dios con fe (cf. Lc
1,46-47; 1 Tes 1,6), de la conversión del corazón y de la reconciliación (cf.
Lc 15,24), de haber reconocido la presencia del Señor (cf. Jn 20,20),
incluso de haber compartido sus sufrimientos (cf. Hb 10,34; 1 Pe 1,6) y de
haber anunciado su nombre (cf. Lc 10, 17). Pero así como no hay fiesta sin
celebración, pues no basta dejar el trabajo para hacer fiesta, tampoco hay
domingo sin que los creyentes se reúnan para alabar al Señor, recordar sus
obras, darle gracias y suplicarle. En este sentido la celebración de la
eucaristía ha sido siempre el corazón del domingo y de toda fiesta
cristiana, el momento culminante de toda una dinámica festiva que es
recuerdo de las maravillas obradas por Dios y cumplidas en Cristo y, a la
vez, presencia y anticipo de la fiesta que no tendrá fin. |
La celebración de la eucaristía ha sido siempre el corazón del domingo. |
Significado del
Precepto dominical
24.
Por todos estos motivos el domingo
ayuda a los cristianos a recibir mejor la acción de la gracia divina en sus
vidas y a responder a ella más generosamente. La realidad humana y cotidiana
del hombre exige que interrumpa el trabajo de cada día para dedicarse a los
bienes del espíritu, entre los que sobresale la consagración de la propia
existencia a Dios. El descanso, por otra parte, es también oportunidad para
realizar el bien y dedicarse al servicio de los demás y al apostolado. La
Iglesia, consciente de estos valores, ha determinado con solicitud amorosa y
con autoridad la santificación del día festivo. De este modo concreta la
voluntad divina expresada en el tercer precepto del Decálogo. Por esto la
disposición que recuerda el deber de "participar en la eucaristía" y de
abstenerse de 'los trabajos que impiden dar a Dios el culto debido y
disfrutar del descanso necesario" (CDC, c. 1247), no es una mera disposición
externa que se pueda modificar sin que se vea afectada la substancia del
precepto. |
La Iglesia concreta la voluntad divina expresada en el tercer precepto del
Decálogo. |
En
efecto, el precepto dominical orienta a los fieles hacia la fuente de la fe
y de la vida de la Iglesia: la asamblea festiva en torno a la Palabra de
Dios y al Sacrificio eucarístico. La participación en esta celebración
permite a los cristianos descubrir su propia identidad y les hace capaces de
vivir en comunión con sus hermanos y entregarse a su tarea en la sociedad
humana. El precepto tiene además un valor pedagógico para ayudar a vencer la
pereza y el olvido, contribuyendo a la toma de conciencia de los fines
religiosos y espirituales a los que sirve. Es necesario que la instrucción a
los fieles sobre la obligatoriedad personal del precepto festivo vaya
apoyada en los auténticos motivos de la santificación de las fiestas, y que
se eduque en el sentido profundo de la obligación interior del cristiano,
que debe obrar no por imperativos legalistas sino, sobre todo, movido por el
amor y la fidelidad al Señor. |
El precepto dominical orienta a los fieles hacia la fuente de la fe y de la
vida de la Iglesia, tiene además un valor pedagógico. |
B) Las restantes fiestas cristianas
Las
fiestas del calendario cristiano
25.
Además de la celebración del
domingo, fundamento y núcleo del recuerdo que la Iglesia va haciendo del
Misterio de Cristo durante el círculo del año, existen en el calendario
cristiano otros días festivos importantes. Se trata de las denominadas
fiestas de precepto que forman parte también de la conmemoración de
la obra de la salvación a través del año, o porque celebran diversos
aspectos del Misterio de Cristo (cf. SC 102) o porque son días en los que la
Iglesia "venera con amor especial a la Bienaventurada Madre de Dios la
Virgen María" (SC 103) o "proclama las maravillas de Cristo en sus
servidores y propone ejemplos oportunos a la imitación de los fieles" (SC
111; cf. 104). |
Conmemoración de la obra de la salvación a través del año. |
En
dichos días, lo mismo que en el domingo, "los fieles tienen obligación de
participar en la Misa, y se abstendrán además de aquellos trabajos y
actividades que impidan dar culto a Dios, gozar de la alegría propia del día
del Señor o disfrutar del debido descanso de la mente y del cuerpo"13. |
|
Capacidad
evangelizadora de las fiestas
26.
La caridad exige compartirla alegría de las fiestas con los demás (cf. 1 Pe
3,8; Rom 12,15; Lc 15,6. 9). Las fiestas del calendario cristiano que
jalonan el año, pueden dar también una respuesta a la búsqueda de un
significado para el ocio y el tiempo libre que padece el hombre moderno. De
lo que se trata no es de "entretener" o "matar" el tiempo, sino de vivirlo y
"pasarlo" como un don de Dios y como una inclusión de la eternidad en la
vida de los hombres. En este sentido el tiempo aparece como una oportunidad
abierta para dedicarse a los demás, a los seres queridos, a Dios y a uno
mismo. Frente a la inquietud y al nerviosismo de Marta, para atender al
Señor, está la calma y el sosiego de María, sentada a los pies del Maestro
escuchándole. "Una cosa es necesaria, María ha elegido la parte mejor" (Lc
10,42). Quizás los cristianos puedan enseñara los demás ciudadanos a "perder
el tiempo" de este modo. |
Una cosa es necesaria. |
Hoy
sin duda es muy necesario que las fiestas religiosas sean celebradas como
una llamada a la esperanza y una exigencia para construir una nueva
civilización basada en la Verdad y en el Amor. Las comunidades cristianas,
que peregrinan hacia la plenitud del Reino de Dios y reciben su fortaleza de
la eucaristía, están llamadas a renovar continuamente la esperanza de los
hombres. Los jóvenes especialmente, conscientes de las exigencias de su
Bautismo y robustecidos por el don del Espíritu Santo en la Confirmación,
han de ser testigos, para su propia generación, del Misterio Pascual de
Jesucristo que "hace nuevas todas las cosas" (cf. Ap 21,5). |
Una nueva civilización basada en la Verdad y en el Amor. |
Los signos de la
fiesta y el "Día Octavo"
27.
Las fiestas cristianas y el
domingo fiesta primordial, que acompañan la existencia de los hombres y de
los pueblos adaptándose al ciclo vital de la naturaleza y a la evolución del
conjunto de las distintas tareas que van construyendo la sociedad, dan
fisonomía incluso a la vida civil y contribuyen a que muchos hombres y
mujeres encuentren en la fe el sentido fundamental de sus vidas. Se trata de
un aspecto de nuestra cultura originariamente cristiano, pero que no siempre
es percibido y valorado por los mismos creyentes, influenciados por un
ambiente que trata de eliminar la referencia a Dios y a la transcendencia en
el tejido social. |
Dan fisonomía incluso a la vida civil. |
Los
días festivos contemplan la alegría como una prenda y un anticipo de la
felicidad plena que sólo se alcanzará más allá de las fronteras de este
mundo, cuando la lucha dará paso a la paz, los recelos y los odios a la
reconciliación, el dolor al consuelo y los esfuerzos de los hombres al
descanso de Dios. El domingo es el día primero de la semana, pero es
también el octavo día, porque es un don de Dios que anuncia las
realidades últimas y definitivas, y permite anticipar todo aquello que es
esperado y deseado como futuro. Entre los signos festivos más comunes y
todavía expresivos, se encuentran el vestido nuevo o traje de fiesta y la
comida abundante y compartida. Son los mismos signos que aparecen en el
Evangeliol4 como señal y exigencia, a la vez, de una vida eterna
que, sin embargo, es también proyecto y esperanza realizable que da sentido
a la presencia y a la acción de los cristianos en el mundo. |
Prenda y anticipo de la felicidad plena. |
III. ORIENTACIONES Y SUGERENCIAS PASTORALES
A) La pastoral del domingo y de las fiestas
Las
fiestas y la identidad cristiana
28.
La entera comunidad eclesial y
cada uno de los miembros que la integran deben sentirse llamados a celebrar
el domingo y las fiestas del calendario cristiano con la conciencia de que,
al hacerlo, contribuyen decisivamente a expresar y a alimentar su identidad
cristiana y a que la Iglesia aparezca en medio del mundo como señal e
instrumento de la unión con Dios y de la unidad de todos los hombres (cf. LG
l). En este sentido los Obispos de la Conferencia Episcopal Española hacemos
una llamada a todos, sacerdotes y fieles, para que colaboren, cada uno por
su parte, en la revalorización del domingo y de las fiestas cristianas, bajo
todos los aspectos. |
Expresar y alimentar su identidad cristiana. |
De
manera particular es preciso que la -celebración del domingo y de las
fiestas constituya un signo de pertenencia consciente y gozosa a la Iglesia
de Jesucristo y una expresión no sólo individual o familiar, sino también
comunitaria y social de identidad cristiana. En medio de la sociedad
pluralista los discípulos de Jesús, superando las barreras que existen entre
los hombres, han de dar testimonio de que en Cristo se encuentran la
plenitud de la dignidad humana, la fraternidad universal, la soberanía sobre
todas las cosas y la verdadera liberación. No se trata sólo de cumplir unos
deberes religiosos para con Dios, en la santificación de los días festivos,
sino también de construir la Iglesia como comunidad imprescindible para
anunciar el mensaje de Jesucristo en nuestro mundo. |
Signo de pertenencia consciente y gozosa a la Iglesia de Jesucristo.
|
Las dificultades
socioculturales de la hora presente
29.
El hecho de que las dificultades que afectan hoy al domingo y a las fiestas
sean nuevas, no quiere decir que sean mayores que las de otras épocas. En
efecto, la mentalidad cultura¡ y la organización y el estilo de vida
contemporáneos pueden dar lugar a una renovación de los planteamientos y de
los métodos pastorales. La primera condición necesaria consiste en discernir
con realismo los cambios que se producen en la sociedad y tratar de ver qué
instancias y qué carencias ponen de manifiesto. No todos los fenómenos
socioculturales que se han apuntado al principiol5, son negativos
en sí mismos para la fe y para la vida cristiana. Muchos de ellos entrañan
logros y ventajas para el hombre y, en consecuencia, deben ser estimados.
Por esto es. preciso afrontar con decisión no sólo las dificultades sino
también las oportunidades nuevas que se descubren. |
Discemir con realismo. |
El domingo de los que
tienen que trabajar o viajar
30.
Los fenómenos contemporáneos de la organización de la sociedad y del fin de
semana, merecen ciertamente comprensión y dedicación pastoral. Las personas
y a veces las familias enteras son más bien víctimas que beneficiarias de la
complejidad de la vida moderna. Pero no se pueden ignorar los daños que este
modo de vivir ocasionan a la vivencia comunitaria de la fe y a la vida
religiosa. Se hace necesario, pues, reflexionar a fondo sobre estos
fenómenos, si no se quiere que el domingo y las fiestas terminen por
convertirse en un momento de disgregación y de abandono de la fe y de la
pertenencia a la Iglesia de Jesucristo. |
No se pueden ignorar los daños |
Por
una parte habrá que ofrecer una respuesta pastoral adecuada para aquellas
personas que se ven obligadas a trabajar en los días festivos, para que no
sucumban a unas estructuras de trabajo que a veces no dejan espacio para el
espíritu. Las comunidades cristianas de las zonas donde se dan estos
problemas deberán hacerse cargo de esta problemática a la hora de organizar
las celebraciones del domingo y de los sábados y vísperas de fiestas. Por
otra parte habrá que hacer la oportuna catequesis para que todos los
creyentes sean conscientes de que no es posible la vida de la fe al margen
de la comunidad cristiana y de la celebración eucarística. Durante los tres
primeros siglos cuando el domingo era todavía día de trabajo, los cristianos
hacían todo lo que estaba de su parte para no faltar a la eucaristía
dominical16. En los lugares de vacaciones y de fin de semana será
preciso reforzar el ministerio pastoral los domingos y las fiestas. |
Respuesta pastoral adecuada. No es posible la vida de la fe al margen de la
comunidad cristiana. |
Una pastoral
evangelizadora
31.
La pastoral del domingo y de las fiestas de precepto ha de formar parte de
todo el conjunto de la acción evangelizadora y de la misión de la Iglesia.
En realidad son muchos los aspectos que se ven afectados de manera más o
menos directa en la celebración de los días festivos. En primer lugar la
misma iniciación cristiana, que difícilmente se podrá llevar a cabo si se
prescinde de la participación en la eucaristía del domingo centro de la vida
de la comunidad eclesial y su principal manifestación. Por tanto, habrá que
poner todo el empeño para que los niños, los adolescentes y los jóvenes, y
los adultos que siguen un proceso de catecumenado o de catequesis, tomen
parte en la asamblea eucarística según su edad y condición. |
Son muchos los aspectos que se ven afectados. |
Póngase todo el cuidado para que todos los elementos de la celebración
eucarística tengan en cuenta también las exigencias del proceso de la
educación en la fe, de manera que catequesis y liturgia estén íntimamente
unidas para favorecer la confesión de la fe de todos los bautizados. |
Catequesis y liturgia íntimamente unidas. |
B) La pastoral de la asamblea eucarística
Participación en la eucaristía dorninical y festiva
32.
La participación en la eucaristía es una exigencia vital también para todos
los miembros de la comunidad cristiana. Al llegar el domingo, la Iglesia
convoca a todos sus hijos sin excepción, aunque sabe que a muchos les es muy
difícil e incluso imposible asistir a la eucaristía. Por esto ha introducido
la práctica de las misas vespertinas y, después, la posibilidad de anticipar
la celebración al sábado y a la víspera de las fiestas. La celebración del
domingo y de las solemnidades comienza ya en la tarde del día precedente (NUALC
3). Por consiguiente todas estas misas han de cuidarse con esmero y se
tienen que distinguir por el tono festivo y por la calidad de la
participación activa, interna y externa, de las celebraciones de los
restantes días de la semana. La liturgia será siempre la del domingo o
fiesta y nunca podrá faltar la homilía. |
Es una exigencia vital para todos /os miembros de la comunidad
cristiana. |
Evitar la dispersión
de la comunidad
33.
La eucaristía del domingo ha de
ser verdaderamente la fuente de donde brota la vitalidad de una parroquia o
comunidad. Conviene que en cada iglesia se celebren solamente aquellas misas
que requiera el bien de los fieles y se puedan realizar con el mayor grado
de participación posible. La celebración expresará la unidad del Pueblo de
Dios (cfr. SC 41-42), para lo cual hay que evitar la dispersión de la
comunidad. Cuando en una misma zona hay numerosas iglesias a las que acude
un número muy reducido de fieles, como ocurre en algunas ciudades, es
conveniente, si esto es posible, que los fieles se reúnan en la iglesia más
importante para la Misa del domingo y de las fiestas. Así mismo es
conveniente también que las comunidades religiosas laicales, no monásticas,
participen en la eucaristía de la parroquia o de otra iglesia de gran
importancia y presten su ayuda para la preparación y la participación del
pueblo. |
La unidad del Pueblo de Dios. |
Cuidar los elementos
participativos
34.
Entre los elementos participativos
que quizás sea hoy más necesario cuidar, están la acogida de los que llegan,
para que se logre una mayor unidad entre los presentes, la elección de los
cantos de acuerdo con la calidad teológica, musical y pastoral, el respeto
de los silencios establecidos en la misma celebración, para que exista el
debido equilibrio entre actitudes internas y acción exterior. Así mismo, se
deben distribuir los distintos ministerios o funciones litúrgicas,
especialmente los que pueden desempeñar los fieles laicos. |
Para que se logre una mayor unidad. |
Conviene realizar todos los gestos y utilizar todos los símbolos que están
recomendados y que son tan elocuentes, como la aspersión del agua los
domingos, el incienso, las luces, las flores, y procurar las mejores
condiciones materiales posibles de iluminación, acústica y cierta comodidad,
para que toda la celebración sea una verdadera fiesta en honor del Señor y
para todos cuantos asisten. |
Una verdadera fiesta en honor del Señor. |
La Presidencia y la
actuación de los diversos ministerios
35.
La presidencia de la eucaristía ha de constituir la principal tarea
ministerial de los sacerdotes los domingos y las fiestas, porque es un
servicio a Cristo, a quien representan ante los fieles, y también a la
comunidad, a la que han de guiar y ayudar para que se una al Sacrificio
eucarístico. El sacerdote no se puede limitar a realizar unos ritos y a
pronunciar unos textos de manera impersonal o rutinaria. Tiene que ser un
verdadero animador de la participación plena de toda la asamblea, en la que
él mismo está inmerso. Esto lo conseguirá actuando de tal modo que inculque
en el pueblo el carácter santo de la celebración y desempeñando su función
rectamente, según las normas litúrgicas, particularmente las que se refieren
al respeto a los textos litúrgicos y a las vestiduras. En todo momento debe
realizar los gestos con dignidad y belleza, cantar los textos o recitarlos
con voz alta y clara, y con la debida unción religiosa, de manera que los
fieles no sólo los perciban sino que tiendan espontáneamente a responder y a
participar17. |
La principal tarea ministerial de los sacerdotes es de verdadero animador. |
Este modo de proceder afecta también a todos los que desempeñan algún
ministerio o función litúrgica, como el diácono, el comentarista, los
lectores, cantores, acólitos, los encargados de la acogida de los fieles,
etc. Es muy importante que todos conozcan su papel en la celebración y se
preparen convenientemente, tanto desde el punto de vista espiritual como
técnico. Los equipos de animación litúrgica tienen una gran tarea a
realizar. Convendría que en todas las comunidades se formaran estos equipos
para preparar bien las celebraciones bajo la responsabilidad del sacerdote
que ha de presidirlas18. |
Los equipos de animación litúrgica. |
La liturgia de la
Palabra
36.
Dentro de la celebración eucarística, para que ésta alimente la fe y la vida
cristiana se ha de cuidar con especial esmero toda la liturgia de la
Palabra. La lectura de los textos propuestos por el Leccionario de la
Misa se realizará por lectores bien preparados, que ejerzan su función
con la conciencia de ser mensajeros y portavoces de la Palabra divina al
servicio de toda la asamblea. El lector litúrgico ha de leer con la pausa y
el tono adecuados, con claridad, expresión y convicción, pero sin declamar,
manifestando incluso en su compostura exterior que es el primero en aceptar
la palabra que proclama19. |
Cuidar con especial esmero toda la liturgia de la Palabra. |
Un
elemento muy importante de la liturgia de la Palabra es el salmo
responsorial. No es una mera respuesta de la asamblea a la lectura anterior,
sino la meditación cantada o escuchada de la Palabra divina. Por eso el
salmo a semejanza de las lecturas bíblicas, no puede ser sustituido nunca
por cualquier otro canto. El salmo se canta al modo responsorial por el
salmista, o es recitado por un lector, participando la asamblea por medio de
la respuesta. También se puede cantar o recitar de modo directo, sin que la
asamblea intercale la respuesta20. |
El salmo responsorial. |
La
palabra de Dios ha de ser acogida por toda la asamblea con atención
religiosa y en medio de un clima conveniente de silencio y de meditación.
Para favorecer este clima es útil que antes de las lecturas se haga una
breve monición introductoria que ponga de manifiesto el contenido esencial
del texto y la actitud con que debe ser escuchado. Después de la
proclamación del Evangelio, o a continuación de la homilía, es muy
conveniente también observar una pausa para profundizar personalmente en lo
que se ha escuchado2l. |
Atención religiosa y clima de silencio. |
La homilía
37.
La homilía, parte integrante de la acción litúrgica, reviste una importancia
particular como elemento de conexión con el Sacrificio eucarístico.
Sobresale entre todas las formas del ministerio de la Palabra, como anuncio
del Evangelio de Jesucristo a los hombres, pero tiene unas características
especiales al producirse en un contexto litúrgico y estar dirigida, ante
todo, a los creyentes que toman parte en la celebración. Ahora bien, en las
presentes circunstancias, la homilía ha de tener también una clara dimensión
evangelizadora y catequética, lo cual no quiere decir que se convierta en
una catequesis. La homilía, siguiendo las lecturas que se proclaman a lo
largo del año litúrgico, permite recorrer el itinerario propuesto por la
catequesis para conducir a los fieles a la celebración de la fe y al
testimonio de la vida cristiana. |
Anuncio del Evangelio de Jesucristo. Siguiendo las lecturas que se proclaman
a lo largo del año litúrgico. |
Es
muy importante que los ministros de la homilía se preparen bien, con el
estudio y la oración, para realizar este ministerio y no ser predicadores
vacíos y superfluos que no escuchan en su interior la Palabra divina (cfr.
DV 25). Los fieles tienen derecho a escuchar en toda su verdad esta Palabra
de la boca de los ministros (cf r. PO 4; LG 34). El deber de éstos es
enseñar no su propia sabiduría sino la Palabra del Señor y comunicar al
pueblo cristiano los inmensos tesoros de la Sagrada Escritura (cfr. PO 4; DV
25). El ministerio de la homilía requiere grandes dosis de perseverancia y
de esfuerzo, pero solamente con estas condiciones se superan el cansancio y
la rutina. La eficacia evangelizadora y mistagógica de la homilía es similar
a la del rocío y la nieve que empapan la tierra (cfr. Is 55, 10-1 l). |
El deber de enseñar la Palabra del Señor y comunicar los inmensos tesoros de
la Sagrada Escritura. |
Los
Obispos de la Conferencia Episcopal Española, conscientes de las
dificultades que entraña este ministerio, queremos expresar nuestro aprecio
y nuestro aliento hacia los presbíteros y diáconos que comparten con
nosotros la responsabilidad de explicar la Palabra de Dios y los misterios
de la salvación al pueblo. Al mismo tiempo les invitamos a desempeñar el
ministerio de la homilía con generosidad y alegría, y les recomendamos la
lectura y la aplicación de las Orientaciones que, con el título de "Partir
el pan de la Palabra", publicó en 1983 la Comisión Episcopal de Liturgia22. |
Nuestro aprecio y nuestro aliento. |
Las celebraciones
dominicales en ausencia del sacerdote
38.
La disminución del número de los sacerdotes hace que en algunas regiones no
sea posible asegurar la celebración de la eucaristía todos los domingos y
fiestas de precepto para algunas comunidades, especialmente rurales. Los
sacerdotes encargados de varias parroquias no pueden presidir la eucaristía
más veces de las que permite la normativa canónica ("dos veces al día, e
incluso, cuando lo exige una necesidad pastoral, tres veces los domingos y
fiestas de precepto": C.D.C. c. 905, &2), que mira tanto a la necesidad de
asegurar una buena celebración como a la salud física y espiritual de los
propios ministros. Para solucionar en parte este problema, el Obispo
diocesano, oído el consejo presbiteral y después de agotadas otras posibles
soluciones como la revisión del número de misas y una mejor distribución del
trabajo pastoral de los sacerdotes, puede establecer en su diócesis las
llamadas celebraciones dominicales en ausencia de presbítero, de acuerdo con
el Directorio de la Congregación para el Culto Divino, de 2-VI-198823. |
Solucionar en parte este problema |
La
finalidad de estas celebraciones no es ofrecer una forma más fácil o
adaptada de evangelización ni sustituir libremente la eucaristía dominical
que tendrá que ser siempre el objetivo prioritario de la pastoral del
domingo y de las fiestas, sino asegurar, para las comunidades que no pueden
participar en la Misa todos los domingos, algunos elementos integrantes de
la celebración eucarística: a) en primer lugar, la reunión comunitaria, para
que no se interrumpa el ritmo semana¡ de la convocatoria de la Iglesia; b)
la proclamación de la Palabra de Dios, que es conveniente que se haga
siempre tomando las lecturas que correspondan del Leccionario dominical y
festivo; c) la oración en común, de intercesión (oración de los fieles)
y de acción de gracias (en sustitución de la plegaria eucarística); d) la
comunión sacramental con la Reserva eucarística de la última vez que se
celebró la eucaristía en la iglesia o llevada expresamente por el ministro
que va a presidir o dirigir la celebración. |
Asegurar algunos elementos integrantes de la celebración eucarística. |
C) Otros aspectos de la pastoral del domingo y de las fiestas
Celebración integral del domingo y de las fiestas
39.
Pero la eucaristía, con ser el centro del domingo y de las fiestas, no lo es
todo en la celebración cristiana de estos días. La santificación del día
festivo se extiende a la Liturgia de las Horas, especialmente a las
Vísperas, cuya celebración comunitaria es muy recomendable. Pero, además, es
conveniente sugerir a los fieles que dediquen algún tiempo a la lectura
personal o en familia de la Palabra de Dios o a realizar algún ejercicio
piadoso. Tradicionalmente, en la tarde de los días festivos, se ha hecho la
Exposición prolongada del Santísimo Sacramento. Es una buena ocasión para
prolongar la acción evangelizadora y nutritiva de la vida cristiana de la
eucaristía, por medio de lecturas apropiadas de la Sagrada Escritura y
comentarios oportunos. |
La Liturgia de las Horas |
Por
otra parte, la salida de la familia al campo, al mar o a la montaña, es
también una ocasión para santificar el día festivo, refiriendo a Dios la
alegría y la convivencia en el contacto con la belleza de la creación. Lo
mismo cabe decir del turismo y de la sana diversión. Los días de fiesta
permiten dedicar un tiempo a visitar a los parientes o a los amigos que
viven lejos, a los enfermos, a las personas necesitadas de algún tipo de
ayuda. Estos actos entran de lleno en las obras de la luz, que deben
practicar los hijos de Dios, como señal de que han sido liberados de la
esclavitud del pecado. Incluso la visita al cementerio que algunas personas
realizan para orar por sus difuntos, puede inscribirse en la perspectiva
escatológica del Octavo Día y constituir un testimonio de fe y de esperanza
cristiana. |
Refiriendo a Dios la alegría y la convivencia en el contacto con la belleza
de la creación. |
Las fiestas patronales
40.
Merecen una gran atención también la fiesta del Patrono del lugar y otras
fiestas de la Santísima Virgen y de los Santos que el pueblo celebra con
particular énfasis aunque no sean días de precepto. Su importancia reside
precisamente en las implicaciones de tipo religioso, cultural, folklórico y
turístico que llevan consigo, y en que contribuyen, con su lenguaje y su
ritual, a definir y afirmar la identidad de un pueblo. Con frecuencia pueden
ser objeto de utilización o manipulación con los fines más diversos,
especialmente culturales, políticos y económicos24. |
Implicaciones de tipo religioso, cultural, folklórico y turístico. |
La
celebración de este tipo de fiestas ha de interesar a los pastores no menos
que la celebración del domingo y de las solemnidades del calendario
litúrgico. Se trata de hacer aflorar en las manifestaciones festivas, sobre
todo en las religiosas, las raíces de la fe cristiana y de cuidar que sean
también un medio de evangelización. Para ello habrá que compaginar el
trabajo paciente para que sean un cauce de unión con Dios en Jesucristo, con
la comprensión respetuosa hacia las formas populares de expresión25. |
Hacer aflorar las raíces de la fe cristiana |
Traslado de fiestas a
domingo y Misas rituales
41.
Un aspecto particularmente
delicado de la celebración de estas fiestas es su traslado, demasiado
frecuente y no siempre justificado, a domingo. Una cosa es la Fiesta del
Patrono del lugar, que tiene categoría de solemnidad y ocupa un puesto más
elevado que los domingos del Tiempo "durante el año" y otra cosa son las
fiestas meramente devocionales. El traslado de estas últimas a domingo,
afecta seriamente a la celebración del día del Señor26. Lo mismo
cabe decir de la celebración de misas rituales y exequiales en los domingos
y solemnidades en que están impedidas por las leyes litúrgicas, en función
de la primacía del Misterio de Cristo27. |
Aspecto delicado. |
Las Jornadas
eciesiales
42. Las Jornadas eclesiales de oración o con otros fines en los domingos
y fiestas de precepto, de suyo no oscurecen la importancia de la celebración
del día del Señor o de la memoria de la Santísima Virgen y de los Santos.
Junto al misterio o aspecto que la Iglesia celebra, que ha de estar en el
centro del domingo o de la fiesta de precepto, las Jornadas extienden este
aspecto hacia la misión de la Iglesia y la vida comunitaria y espiritual de
los fieles. Pero se requiere para esto que las Jornadas se adapten a los
textos litúrgicos propuestos en el Leccionario y en el Misa¡ y no traten de
polarizar la celebración. En muchos casos será suficiente anunciar el motivo
de la Jornada en la monición introductoria o referirse a él en la homilía, y
realizar la correspondiente intención en la Oración de los Fieles, o indicar
oportunamente la finalidad de la colecta. |
Extienden este aspecto hacia la misión de la Iglesia. |
El domingo y las
fiestas para el sacerdote
43.
La celebración del domingo y de las fiestas, con su centro que es la
eucaristía, depende en buena medida del ministerio de los presbíteros.
Además de lo que se ha dicho antes, en el nº 35 sobre la importancia del
papel de quien ha de presidir la comunidad reunida el día del Señor,
conviene recordar también lo que representan el domingo y las fiestas para
los propios sacerdotes. Especialmente para los que están dedicados a la
pastoral parroquial, el domingo y las fiestas son los días de mayor trabajo
ministerial, un trabajo asumido gozosamente en la mayoría de los casos como
expresión de la entrega personal a Cristo y a los hermanos. |
Expresión de la entrega personal a Cristo y a los hermanos |
No
obstante el domingo y las fiestas pueden ser días de liberación y de alegría
festiva para el sacerdote, si trata de unirse más íntimamente a Cristo y a
su sacrificio pascual, sabiendo que la entrega generosa al ministerio
contribuirá también a que la siembra de la Palabra de Dios dé fruto
abundante en el corazón de los hombres. Pero, por otra parte, es preciso
racionalizar el trabajo pastoral y desarrollar una acción que no se limite a
"no dejar sin la Misa" a ninguna comunidad, sino que tienda a lograr algunos
objetivos, como, por ejemplo, ayudar a los fieles a participar plenamente en
la eucaristía, a descubrir que el domingo empieza el sábado por la tarde y
que su celebración no se reduce a la asistencia a la Misa, debiendo
santificar las fiestas por medio de la caridad, de la oración personal o en
familia, de la convivencia fraterna y del descanso, etc. |
Racionalizar el trabajo pastoral. |
La celebración del
domingo y de las fiestas en el Seminario
44.
La misión del presbítero de impulsar la celebración del día del Señor y
las fiestas del calendario cristiano, requiere también que los alumnos
de los Seminarios aprendan a vivir estos días como "fiesta primordial" en
honor del Señor y motivo de alegría y de liberación para los hombres. Por
consiguiente, además de la celebración de la Misa y de la Liturgia de las
Horas según las normas de los libros litúrgicos, es necesario procurar que
en el Seminario se dé un carácter festivo al domingo y a las principales
celebraciones del Señor, de la Bienaventurada Virgen y de los Santos, de
suerte que sean de verdad días de alegría"28. |
Aprendan a vivir estos días como "fiesta primordial" |
Esto requiere que la comunidad seminarística, que es una comunidad que se
realiza también en las acciones litúrgicas, celebre como tal el domingo y
las fiestas, independientemente de la ayuda que después puedan prestar sus
miembros en la animación litúrgica de las parroquias como iniciación o
preparación para el futuro ministerio. Si los alumnos de los seminarios no
adquieren en los años de su formación una profunda experiencia del Misterio
de Jesucristo en el año litúrgico, celebrándolo de la forma más cercana al
ideal que propone la Iglesia, difícilmente la tendrán después, cuando no
cuenten seguramente con los medios de que disponen en el Seminario. En la
enseñanza de la Liturgia es preciso también que estén presentes los
elementos de la teología y de la espiritualidad del domingo y del año
litúrgico, así como las posibilidades pastorales y pedagógicas que encierran
para la vida. |
Experiencia del Misterio de Jesucristo en el año litúrgico. |
El domingo y las
fiestas en las comunidades religiosas
45.
Las comunidades religiosas tienen la posibilidad de vivir de forma
privilegiada todas las riquezas del domingo y de las fiestas cristianas. La
alegría pascual de la presencia del Señor entre los suyos no sólo ha de
presidir la jornada entera de la comunidad sino que ha de ser un signo que
se proyecta hacia el resto del Pueblo de Dios. En este sentido las
comunidades monásticas, conservando la fidelidad a su propio espíritu (cf.
PC 7; AG 40), pueden ofrecer a los hombres de nuestro tiempo una valiosa
ayuda para santificar las fiestas, al facilitar la participación en la
liturgia monástica realizada con todo esmero y hondura espiritual. |
Las comunidades monásticas.
Una valiosa ayuda. |
Esta puede ser una magnífica contribución a la dimensión evangelizadora del
domingo y de las fiestas cristianas. Los que se acerquen a estas comunidades
con la finalidad indicada, pueden apreciar cómo llena el espíritu el
dedicarse por entero a Dios y a la oración -vacare Deo(cf. PC 7)-.
Frente al vacío y el tedio en que muchos hombres y mujeres pasan el día de
fiesta, he aquí un testimonio de que "sólo una cosa es necesaria" (cf. Lc
10,42) en la perspectiva del Octavo Día. |
El dedicarse por entero a Dios y a la oración. |
46.
Las comunidades religiosas de vida activa y otros institutos de perfección
tienen también su propia forma de dar testimonio cristiano con la
celebración del domingo y de las fiestas y de realizar una acción
evangelizadora en favor de toda la comunidad eclesial. En efecto, en la
medida de sus posibilidades y en la fidelidad al espíritu y a las
tradiciones del propio instituto, son cada vez más los religiosos y las
religiosas que colaboran en la pastoral del domingo y de las fiestas
preparando y animando las Misas de los días festivos y otras celebraciones,
organizando encuentros y convivencias de oración y de apostolado, reuniendo
a los jóvenes, a los niños y prestando su ayuda a enfermos, encarcelados o
marginados. Incluso acudiendo a pequeños pueblos para dirigir celebraciones
dominicales y festivas ante la falta de sacerdote. Estas tareas suponen y
significan tina presencia muy valiosa de los religiosos en las Iglesias
particulares. |
Las comunidades religiosas de vida activa tienen su propia forma de dar
testimonio cristiano. |
Las Misas a través de
la Radio y la Televisión
47.
La transmisión de la eucaristía a través de la Radio y de la Televisión se
ha convertido en los últimos tiempos en un signo muy elocuente del interés
de muchas personas por encontrar un espacio religioso para su vida. No son
solamente enfermos y ancianos quienes siguen de forma asidua estas
retransmisiones que subsanan en parte la dificultad de acudir a la iglesia.
Son también personas de toda índole y condición las que encuentran una ayuda
espiritual que les es particularmente útil. Es cierto que el seguir la Misa
a través de estos medios de comunicación, no sustituye en modo alguno la
participación directa y personal en la asamblea litúrgica, que sigue siendo
obligatoria para las personas no impedidas por alguna causa. Pero no es
menos cierto también que los radioyentes y los telespectadores pueden
escuchar la palabra de Dios proclamada y comentada en directo, y unirse a la
oración de una comunidad viva que en ese momento está reunida en algún
lugar. |
Unirse a la oración de una comunidad viva. |
Todo esto hace de estas retransmisiones un reto pastoral de primer orden de
cara a la acción' evangelizadora de la Iglesia. Las celebraciones han de
prepararse y realizarse con todo esmero, teniendo en cuenta a las personas
que se unen desde sus casas a la escucha de la palabra de Dios y a la
oración de la comunidad29. Ha de ser el Misterio de Cristo
siguiendo el año litúrgico lo que ha de prevalecer en las retransmisiones,
por encima de otros motivos locales o particulares, que pueden tener también
una presencia discreta pero en modo alguno dominante. |
Un reto pastoral de primer orden. |
CONCLUSIÓN
48.
La celebración de los domingos y de las fiestas del calendario cristiano, a
medida que se acerca al ideal propuesto por la Iglesia en los actuales
libros litúrgicos, es un medio muy eficaz de anuncio de Jesucristo y de
gozosa vivencia de la salvación. Siguiendo el Año litúrgico, la proclamación
y la escucha atenta de la palabra de Dios, la oración común, la
participación en el Sacrificio eucarístico y en otros actos litúrgicos, la
caridad compartida, la alegría y el testimonio, son factores indispensables
para una acción evangelizadora ininterrumpida. Por otra parte, la asistencia
a la asamblea dominical y festiva es para todos los fieles una señal de la
pertenencia a la Iglesia de Jesucristo y un compromiso de identidad
cristiana. |
Factores indispensables para una acción evangelizadora. |
NOTAS:
- Impulsar una
nueva evangelización. Plan de acción pastoral de la C.E.E. para el Trienio
1990-1993, EDICE, 1990, p. 25.
- Véase el análisis de
las causas de la situación de la crisis moral que hicimos en la instrucción
pastoral, "La verdados hará libres" (Jn 8,32) (EDICE, 1990), nn. 21
-33.
- Cfr. Actas de los
Mártires de Abitinia, en D. Ruiz Bueno, BAC 75, Madrid, 1951, p.973.
- La Didaché
recomendaba a los cristianos de finales del siglo I: "Reuníos cada día del
Señor, partid el pan y dad gracias" (14, l). Y san Justino, hacia el año 160,
hablaba de la "reunión el día que se llama del sol, de todos los que habitan
en las ciudades o en los campos" para leer 1as memorias de los Apóstoles y los
escritos de los Profetas" y celebrar la eucaristía (cfr. Apol 1,67).
- En la Carta a los
Hebreos se advertía ya: "No abandonéis vuestra asamblea"(Hb 10,25); y la
Didascalia de los Apóstoles del s. III recomendaba a los Obispos: Cuando
enseñes, ordena y persuade al pueblo a ser fiel en reunirse en asamblea, que
no falte... a fin de que nadie sea causa de merma para la Iglesia al no
asistir, ni el cuerpo de Cristo se vea privado de uno de sus miembros" (cap.
13).
- Véanse Ordenación
general del Misal Romano (=OGMR) nn. 8, 9 y 33; Ordenación de las
Lecturas de la Misa, nn. 4-6 y 10.
- En efecto, 'los
demás sacramentos, al igual que todos los ministerios y las obras de
apostolado, están unidos por la Eucaristía y hacia ella se ordenan" (PO 5).
- Cfr. Instr.
Eucharisticum Mysterium, de 25-V- 1967, n. 7.
- Hacia la mitad del
siglo II san Justino informa de la celebración dominical de la eucaristía y de
la comunicación de bienes entre los fieles: "Los que tienen y quieren, cada
uno según su libre determinación, da lo que bien le parece, y lo recogido se
entrega al presidente, y él socorre con ello a huérfanos y viudas, a los que
por enfermedad o por otra causa están necesitados, a los que están en las
cárceles, a los forasteros de paso, y, en una palabra, él se constituye
provisor de cuantos se hallan en necesidad (Apol. 1,67: trad. de D. Ruiz
Bueno, BAC 116, pp. 258-9).
- Didascalia de los
Apóstoles, n. 21.
- Fue llamado día del
Señor porque es el señor de los otros días. Antes de la pasión del Señor no
era llamado día del Señor sino primer día. En este día el Señor ha dado
comienzo (a la resurrección ciertamente) a la creación del mundo, y en el
mismo día ha dado al mundo las primicias de la resurrección": Eusebio de
Alejandría, Sermones: PG 86,1.
- Sobre los valores
antropológicos de la Fiesta véase el documento de la Comisión Permanente de la
Conferencia Episcopal Española, Las flestas del Calendario cristiano, de 13-XII-1982.
- Código de Derecho
Canónico, c. 1247.
- Cfr. Mt 2,11;
Lc 15,22; etc.
- Véanse los nn.
12-16.
- San Justino refiere
que acudían al amanecer todos los que estaban en la ciudad y los que vivían en
el campo (I Apol 67).
- Cfr. OGMR nn. 10-13;
18-19; etc.;Secretariado Nacional de Liturgia, El presidente de la
celebración. Directorio litúrgico-pastoral, PPC (DE 132), Madrid, 1988.
- Cfr. OGMR nn. 73 y
313; Secretariado Nacional de Liturgia, El equipo de animación litúrgica.
Directorio litúrgico-pastoral, PPC (DE 139), Madrid, 1989.
- Cfr. Secretariado
Nacional de Liturgia, El ministerio del Lector. Directorio
litúrgico-pastoral, PPC (DE 103), Madrid, 1986.
- Cfr. Secretariado
Nacional de Liturgia, El salmo responsorial y el ministerio del
salmista. Directorio litúrgico-pastoral, PPC (DE 120), Madrid, 1986.
- OGMR n. 23.
- Comisión
Episcopal de Liturgia, Tartirel Pan de la Palabra". Orientaciones sobre el
ministerio de la homilía, PPC (DE 109), Madrid, 1985.
- Pastoral
litúrgica 183/184 (1989) 17-31.
- Véase El Catolicismo
popular. Nuevas consideraciones pastorales. Carta pastoral de los Obispos de
las Provincias Eclesiásticas de Granada y Sevilla, de 20-11-1985: Boletines
Oficiales de las diócesis.
- Cfr. Secretariado
Nacional de Liturgia, Liturgia y piedad popular. Directorio
litúrgico-pastoral, PPC (DE 140), Madrid, 1989, nn. 81-94.
- "Por el bien
pastoral de los fieles es lícito celebrar, en los domingos del Tiempo
ordinario, aquellas celebraciones que caen entre semana y que tienen mucha
aceptación en la piedad de los fieles, siempre que estas celebraciones puedan
ser preferidas al domingo según la tabla de precedencia. De estas
celebraciones pueden decirse todas las misas en las que participa el pueblo"
(Normas universales sobre el Año litúrgico, n. 58; véase también n. 54 y OGMR
nn. 332). Por encima de los domingos del Tiempo ordinario están todas las
solemnidades y solamente las fiestas del Señor inscritas en el calendario
universal.
- "Entre las misas de
difuntos la más importante es la Misa de las exequias o funeral, que se puede
celebrar todos los días, excepto las solemnidades de precepto, el. Jueves
Santo, el Triduo pascua¡ y los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua" (OGMR
336; cfr. Ritual de Exequias, n. 40). En los días en que no está permitida la
Misa exequial, se hacen las exequias con la Liturgia de la palabra y la Misa
se celebra otro día.
- Instr. sobre la
formación litúrgica en los Seminarios, de 3-VI-1979, n. 32.
- Véase: Comisiones
Episcopales de Liturgia y de Medios de Comunicación Social, Directorio
litúrgico para la retransmisión de las Misas por Radio y Televisión, PPC
(DE 118), Madrid, 1986.