Fe y Obras

Votar con/en conciencia o tirar el voto a la basura

 

 

17.12.2015 | por Eleuterio Fernández Guzmán


No debemos engañarnos: el mundo lo domina el Mal y el mismo quiere terminar con la Iglesia católica. Y, aunque sepamos que no lo conseguirá… la verdad es que fastidia y molesta más de la cuenta.

Una de las formas con las que Satanás, como Príncipe de este mundo, trata de sojuzgar a los hombres es a través de las propuestas de ciertos partidos políticos.

Muchos de los mismos se hacen pasar por gente de bien. Es decir, quieren mostrar una cara amable aunque, en verdad, no son sino fieles seguidores de las doctrinas malignas y nigérrimas que el Enemigo propone. Son partidos políticos que, como el Partido Popular, se han vendido por un plato de lentejas y de sillones oficiales. Y por eso han entregado todo: ideas, ideología, bienes a defender, etc. Aunque, seguramente, todo no ha sido más que fachada (sepulcro blanqueado) y siempre han sido así. Y lo son, claro está…

Otros, sin embargo, son por sí mismos malignos porque defienden doctrinas aberrantes (por desviadas) como todo lo que tenga que ver con la ideología de género y lo políticamente correcto. Todo eso es verdaderamente repelente y debe dar asco legítimo a quien se considere hijo de Dios y católico.

La cosa, como vemos, no está como para tirar cohetes sino para pensarse muy mucho a quién se va a dar el voto, a quien se va a votar.

Nosotros los católicos tenemos dos palabras que definen mucho y hasta todo: “principios innegociables”.

Resulta fácil entender: innegociable quiere decir que no se puede negociar; principios son una serie de realidades que son la base de un pensamiento católico.

Y son los que siguen:   

“Manifiesto de los principios no negociables

Al firmar este documento queremos manifestar nuestro común acuerdo en la defensa de los siguientes valores "no negociables":

1. Vida

La persona es sagrada e inviolable, desde la concepción hasta la muerte natural.

2. Familia

La familia nace del compromiso conyugal. El matrimonio es un voto, en el que un hombre y una mujer hacen donación de sí mismos y se comprometen a la procreación y el cuidado de los hijos.

3. Libertad de enseñanza

Los padres tienen el derecho y el deber de educar a sus hijos. Son ellos -no el Estado, ni los empresarios educativos, ni los profesores- los titulares de ese derecho.

4. Bien común

El Estado está al servicio de la sociedad y no al revés. El papel de la autoridad es ordenar la comunidad política no según la voluntad del partido mayoritario sino atendiendo a los fines de la misma, buscando la perfección de cada persona, aplicando el principio de subsidiariedad y protegiendo al más débil del más fuerte".

Estos principios básicos para la actuación coherente del cristiano en política han sido denominados "no negociables" por el Papa Benedicto XVI y enumerados de esta manera: "...el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural; la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer; la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas".

No podemos, por coherencia, colaborar con partidos políticos que no respeten y defiendan de forma inequívoca estos principios, aunque, dejando a salvo estos valores no negociables, cada candidato y elector es libre de adoptar la actitud política que desee y de secundar las iniciativas públicas que considere más convenientes, en ejercicio de su libertad inalienable.

Por consiguiente animamos a asociaciones, instituciones, organizaciones religiosas, laicas, sindicatos y partidos políticos a defender estos principios no negociables.”

¿Queda claro?

Los católicos no podemos votar a quien no defienda estos principios que son, además, naturales por estar en el origen del ser humano creado por Dios.

Por tanto, a la hora de depositar (por tanto, como depósito, se nos ha de devolver con acciones y hechos concretos) el voto, quien se considere católico ha de escoger entre votar con conciencia y en conciencia o tirar el voto a la basura.

¡Ah!, por cierto. Poco importa si el voto dado en conciencia y con conciencia sirve y vale para gobernar. Eso no debe importar nada de nada sino, en todo caso, darlo a quien defienda los “principios innegociables”. Y es que pensar de otra forma y hacer uso del famoso “voto útil” es hacer lo mismo que quemar una posibilidad de que gobierno el Bien sobre el Mal. Y si en su circunscripción electoral no hay ninguna opción política que los defienda… pues a votar en blanco o a quedarse en casita, que hace frío…

Otro por cierto. Dios siempre ve lo que hay en nuestros corazones. También verá el apoyo que se da a quien no defienda la vida, etc.

¿Acaso eso no es suficiente como para saber qué debemos hacer? ¿Tanto ciego hay? ¿Tanto estómago agradecido al mundo?

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net