Fe y Obras

 

Cuando se topa así con la Iglesia

 

 

 

21.02.2019 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

En algunas ocasiones, según vemos que pasa hoy día, uno se siente algo perplejo. Y es que el caso es para estarlo.

Como sabe todo el mundo, en el Valle de los Caídos recibieron cristiana sepultura los restos del Generalísimo, de nombre Francisco y apellido Franco. Y allí estaban tranquilos sin que nadie se perturbara por eso.

Sin embargo, llegaron al poder, ahora, hace bien poco, aquellos que no saben más que remover la historia porque, a su gusto, quisieran cambiarla para que el resultado de según qué acontecimientos (digamos, por ejemplo, la Guerra Civil que desangró España entre 1936 y 1939) fuera otro del que fue. Pero eso, como sabemos, no es posible.

Pues bien, como eso, como decimos, no es posible, hacen todo lo que pueden para malmeter y sembrar cizaña en casos que, para los españoles, es algo más que pasado, incluso, de moda. Y eso han hecho con la tumba del Caudillo que fuera de España.

Cualquiera puede suponer que no está la cosa como para andarse con determinado tipo de tonterías o de caprichos ideológicos o políticos. Pero como es bien cierto que quien manda, pues manda, y si el que manda es un desmañado… pasa lo que pasa. Y hemos topado con eso.

En todo caso, nos encontramos con un caso peculiar: una persona está enterrada en un lugar sagrado donde, se supone, la Iglesia católica tiene algo que decir.

Y lo ha dicho. Pero no lo ha dicho la que peregrina en España (que también y a favor de la familia del allí enterrado) sino la que lo hace en Roma, allí, muy lejos de la cosa.

En teoría pueden hacerlo. Es decir, que quien ocupa la silla de Pedro o los que haya nombrado en según qué cargos, pueden optar por una cosa o por otra. Y en este caso, han optado por ponerse del lado del Ejecutivo español. Sí, al lado, pues no es otra cosa lo que hacen cuando dicen lo que dicen y obligan a acatarlo haciendo uso de la jerarquía...

Dicen que se han de respetar las leyes. Y eso es cierto. Pero no lo es cuando la misma es intrínsecamente perversa como la que determina que, por capricho del poder establecido a quien le parece bien que eso sea así se ha de quitar de un lugar sagrado el cuerpo de alguien enterrado allí. Y todo porque no se trata de la momia de Lenin o de Pablo Iglesias, ponemos como ejemplo, porque si fuera así ni todas las leyes, reglamentos, órdenes o reales decretos harían posible un cambio de tumba como el que ahora pretenden.

Lo que no entendemos es cómo es posible que, según parece, un cargo más que alto del Vaticano haya hecho saber (y al Abad del Valle de los Caídos, seguro que también) que se ha de estar a lo que diga el Ejecutivo de España. A lo mejor olvida tal persona que, además del Ejecutivo, existe un poder judicial y que las cosas no se terminan hasta… que se terminan que, como suele pasar muchas veces, suele ser en la vía judicial. Y en España, por si no lo sabe, eso quiere decir, por ejemplo, en el Tribunal Supremo. Y hasta ahí, nada puede ser lo que según quien quiera, quiera que sea...

Entonces, si aún no ha terminado, judicialmente hablando, la cosa ¿a qué tanta prisa en adecuarse a lo que diga un Gobierno que, además, no ha mostrado nunca preferencias por la Iglesia católica ni por la doctrina que la misma defiende, ni nada por el estilo? Un Ejecutivo, además, partidario de remover las tumbas y de olvidar a los muchos miles de asesinados por haber sido católicos (obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, etc.)

Lo políticamente correcto nunca puede ser forma de conducirse. Y mucho menos lo es para la Iglesia católica que, en primer lugar, debe defender a los suyos… hasta dar la vida si es preciso y, en segundo lugar, debe saber al lado de quién debe (de deber, no lo olvidemos) estar. Y no es al lado de un Ejecutivo más rojo que la sangre de los mártires que derramaron sus antepasados políticos. Y ya sabemos quién fue quien consiguió que eso terminara...

¿A que se entiende todo?

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net