Fe y Obras

 

Un mes tan especial como éste

 

 

 

03.12.2020 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

 

Sin duda alguna el mes de diciembre, último del año civil (para los católicos, por decirlo así, el año espiritual termina con la celebración de la festividad de Cristo Rey, este 2020 el pasado 22 de noviembre, pero no podemos dejar de reconocer que, aunque no seamos del mundo sí vivimos en el mundo…) tiene mucho de especial porque está dedicado a muchas realidades espirituales que son más que especiales.

Es cierto y verdad que el primer domingo de Adviento fue el pasado 29 de noviembre pero también es cierto y verdad que la mayoría de tal tiempo de espera de Quien viene se desarrolla a lo largo de diciembre. Y así, antes de este mes da comienzo el tiempo en el que, como decimos, esperamos a Quien ha de venir, vino y vendrá, al mundo para que el mundo se salve.

No está mal, ni mucho menos, sino bien y más que bien, que a primeros de diciembre celebremos a María en su dogma de Inmaculada porque no es poca cosa lo que eso significa, para ella misma y, claro, para su Hijo, Dios hecho hombre. Y es que, por mucho que haya quien se lleve las manos a la cabeza porque no comprende lo que eso significa es más que sencillo explicarlo: el Todopoderoso no quería que su Hijo naciera de mujer empecatada y, pudiendo hacer que no lo fuera, la liberó y libro del pecado original. Así de sencillo y así de simple de entender… si se quiere entender, claro está.

María, pues, que es Inmaculada y, además, es Mediadora de sus hijos, todos y cada uno de nosotros que aceptamos que lo es (Dios no obliga, como sabemos, sino que nos da libertad, incluso, para negar eso…), estaba más que embarazada cuando llegó aquel último mes del año. Y, como sabemos, no encontró sitio en Belén (culpa del censo o, mejor, a causa del censo) y tuvo que traer al mundo a su hijo, al Hijo, en un pesebre destinado a los animales. Allí, con lo más humilde de la Creación, vino al mundo Dios mismo siendo, por tanto, el más humilde entre los humildes por más que fuera Rey del Universo y es que, como sabemos, los caminos de Dios son así… inescrutables.

Pero es que, como decimos, en este mes de diciembre celebramos, por lo dicho arriba, al Nacimiento, así, con mayúscula. Y es que quiso Dios que las cosas sucedieran como sucedieron y que el Salvador no viniera al mundo con grandilocuencias innecesarias. No. Nació quien se llamaría Jesús, como el Ángel dijo a María que se llamaría, y nació, así, pequeño, tan indefenso como cualquier otro ser humano que, hoy día, por ejemplo, dejan nacer no privándole del derecho a la vida que es donación de Dios y, por tanto, es derecho sagrado e inviolable…

Decimos, por tanto, que este mes de diciembre es, por eso, tan especial. Y es que resulta difícil que pasen cosas tan buenas en tan sólo unas semanas. Y es que, en realidad, la historia de la humanidad, la nueva humanidad que pactaría con Dios un nuevo pacto a través del Hijo engendrado y no creado del Creador, daría lugar a una nueva Alianza. Y nosotros, ahora mismo, somos sus continuadores y herederos. Ahí es nada para un solo mes que ni el virus podrá con él porque este mes y lo que conlleva es cosa de Dios y hasta ahí podríamos llegar.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net